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SUPLEMENTO ASTURIAS 

Viven en la calle cada vez más mujeres, más jóvenes y más personas que padecen algún tipo de desequilibrio mental. Las duras condiciones de vida no hacen más que empeorar la situación.

CON LO PUESTO
En Asturias 7.000 personas viven en la calle

Los "sin techo" son la cara oculta de la economía. Son la parte que no se nombra, o se nombra poco, al lado de las cifras de la bonanza económica. Pero los números no describen la realidad, cada vez más penosa, de aquellos que por diversas circunstancias, no tienen un hogar al que regresar al final de la jornada.

 Texto: Carolina Fernández

Viven, comen, duermen en la calle. Según el Observatorio europeo de los Sin Techo, son personas sin hogar "todas aquellas que no pueden conservar o acceder a un alojamiento adecuado, permanente y que proporcione un marco estable de convivencia". Las causas que pueden llevar a una persona a esta situación son diversas: familias desahuciadas, personas divorciadas cuyo domicilio fue asignado al cónyuge, desplazados, enfermos mentales o físicos, personas rechazadas por su entorno familiar, personas que viven habitualmente en lugares como chabolas o coches abandonados; o en casas ocupadas, albergues o centros de acogida temporales. Se calcula que en España hay unas 300.000 personas viviendo en esta situación, según datos del informe elaborado por la Universidad Pontificia de Comillas conjuntamente con Cáritas. De ellos se ocupan los servicios sociales -cuando los hay- y los voluntarios de las organizaciones sociales. Cáritas es una de estas organizaciones, probablemente la que ha acumulado más experiencia en el terreno de la pobreza y la exclusión social. Y Cáritas, en su último informe, advierte que en Asturias, las situaciones de exclusión social son más graves cada día que pasa. De hecho, las cifras se han doblado en los dos últimos años. Calculan que actualmente existen en nuestra región unos 7000 "transeúntes", cuando en 1998 un informe de similares características había señalado la presencia de unas 3.650 personas. Es cierto que no existe un sistema de censo totalmente fiable, y dado que se trata de personas en constante movimiento, no se descarta que alguna pudiera haber sido censada dos veces en ciudades distintas. En cualquier caso, lo que sí se refleja es un aumento espectacular de las cifras, que augura un grave problema para los próximos años.

"En Cáritas parece que somos el cajón de sastre. Nuestro deber es atender, y lo hacemos, pero no tenemos todos los recursos, ni humanos, ni técnicos, ni económicos como para atender todas las necesidades."

"Hay nuevos problemas, nuevas necesidades y nuevas pobrezas -denuncia María Luisa Espina, responsable de los programas de Gran Exclusión de Cáritas-. Pobre es el que se queda sin trabajo y mantiene a su familia con una ayuda familiar de 50.000 pesetas. Pobre es el que no cotizó a la Seguridad Social y cobra una miseria. Pobre es la viuda que vive con 50.000 ptas. Y esas son pobrezas que están ahí, latentes. Muchas de ellas las conocemos a través de los servicios parroquiales de Cáritas fundamentalmente, porque nos vienen a pedir ayuda. Yo no sé si hay más gente que está en la calle, pero más pobreza sí que hay. Muchos no están en la calle pero viven en situaciones límite".
En especial, aumenta el número de mujeres que se quedan en la calle, y superan con creces a los hombres. Además, se reduce la franja de edad: cada vez son más jóvenes.
"Las situaciones críticas van a aumentar en los próximos años. Los salarios no crecen en la misma proporción que el nivel de vida; los contratos y las condiciones de trabajo son deplorables. Las necesidades van en aumento, y la distribución de la riqueza no es para todos igual, el que tiene menos cada vez tiene menos y el que tiene más cada vez tiene más. Aquí viene gente que llevó una vida completamente normal hasta hace poco tiempo, pero que se han encontrado con problemas".
La ayuda que se brinda desde la red social debe ir encaminada hacia la promoción. Uno de los principales problemas es el de la salud mental. La última reforma psiquiátrica dejó a muchas personas fuera de las dependencias públicas y en una situación de extrema precariedad. En la mayoría de los casos, la vida en la calle no hace más que empeorar la situación. Cáritas reconoce que hay muchos enfermos mentales que viven "sin techo" por diferentes razones. La familia de estas personas normalmente se desentiende y acaban acudiendo a organizaciones como Cáritas, no pueden hacer mucho por ellos. "Nosotros no tenemos los medios, ni el personal necesarios. La mayoría somos trabajadores sociales, no médicos. Hay personas más deterioradas que no pueden estar en la calle, ni en los albergues. Estas personas no son un problema social, sino que padecen una enfermedad. Es una cuestión de salud pública, de sanidad, no de las ONG".

Las cifras de la pobreza se han doblado en los dos últimos años. Se calcula que actualmente existen en nuestra región unos 7000 "transeúntes", cuando en 1998 un informe de similares características había señalado la presencia de unas 3.650 personas.

La Administración tiene una gran responsabilidad. En ese sentido la queja de las organizaciones sociales es unánime: los gobiernos descansan demasiadas responsabilidades sobre las ONG, que aunque cubren muchos campos, se ven desbordadas a la hora de atender todas las peticiones. "En Cáritas parece que somos el cajón de sastre. El deber de Cáritas es atender, y lo hacemos, pero no tenemos todos los recursos, ni humanos, ni técnicos, ni mucho menos económicos como para atender el nivel de necesidades que corresponde a un municipio o a una comunidad autónoma".
La administración local ayuda, pero en medidas muy distintas según de qué lugar se trate. Mª Luisa Espina denuncia, por ejemplo, que Avilés, a pesar de su elevado número de habitantes, no tiene un albergue. "¿De qué sirve que el Ayuntamiento aporte unos millones de pesetas a una organización, cuando son ellos los que tienen que cubrirlo?" ∆

CEA OVIEDO
HOGAR PARA TOXICOMANOS

La adicción a las drogas es una de las causas principales por las que una persona puede terminar viviendo en la calle. Toda ayuda es poca a la hora de ofrecer un camino de salida. En el Centro de Encuentro de Acogida, uno de los brazos de Cáritas, hay una puerta abierta.

Se trata de un centro abierto destinado específicamente a toxicómanos que no tienen ni recursos económicos ni apoyo familiar, es decir, que están literalmente en la calle y en una situación de emergencia social. Está funcionando desde el año 95 y el acceso es directo. Basta con llamar a la puerta para que, si hay plaza, puedan alojarse durante quince días, cumpliendo siempre la normativa interna, que no es excesivamente rígida. En otros casos, hay personas que llegan derivadas del hospital o de otros albergues no específicos para toxicómanos, sino para transeúntes. No necesitan ningún tipo de documentación.
Carmen Peláez, educadora del centro, explica que en él se cubren las necesidades básicas de las personas. Es un lugar para tener comida y cama asegurada. Además de eso, "hacemos un plan individual para cada chico. Vemos lo que puede necesitar y lo que nos pide; si no tiene documentación, empezamos a gestionársela; ponemos al día su situación sanitaria, si tiene cartilla, si tiene revisiones pendientes; su situación jurídica, si tiene juicios pendientes, si hay que llamar a su abogado, etc."
En el caso de que quiera desengancharse, en el CEA se les ofrece en primer lugar orientación e información sobre cuáles son las posibles vías de salida. "Es una demanda que aquí es frecuente. Aunque hay otras fórmulas, lo más recomendable es ingresar en el hospital. Nosotros le decimos a dónde tiene que ir, le pedimos una cita. Acude a hablar con el médico y entra en una lista de espera. Después de la estancia en el hospital vuelve al CEA y empezamos a mirar a qué centro quiere ir". Normalmente el ingreso en otro centro donde pueda continuar el proceso de desintoxicación no es inmediato, pero la espera puede realizarse en el CEA. "Les hacemos un seguimiento, eso quiere decir que sólo van a salir del centro acompañados de voluntarios y educadores. Ya sabemos que en España todo es burocracia. Hay que presentar papeles, y lleva su tiempo. Si tarda dos meses por la razón que sea, no importa, se queda".

Basta con llamar a la puerta para tener alojamiento durante quince días, cumpliendo siempre la normativa interna, que no es excesivamente rígida.

El CEA es un centro mixto que tiene una capacidad de dieciséis plazas, suficientes para atender la demanda actual.
A lo largo de los años el perfil de la gente que pasa por sus dependencias ha ido cambiando. "Hay mucha gente joven, muchísima, entre 25 y 30 años es lo más corriente. De la vieja escuela ya quedan pocos. También han ido cambiando los hábitos de consumo. Y ha aumentado mucho el número de mujeres en comparación con años anteriores". ∆

 CEA Oviedo: Travesía Francisco González Argüelles, 10 (Tenderina baja) - Oviedo.

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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