-¿Crees que en Asturias hay una buena cantera de músicos?
-Yo me atrevo a decir que en Asturias estamos en una época de efervescencia creativa a todos los niveles, desde el rock, hasta el punkie extraño, y también cantautores. Yo estoy mucho con la gente de música clásica, todos mis músicos son clásicos y del jazz, y hay grandes investigadores. Hay una efervescencia y una movida importante de creatividad musical.

-Te presentas musicalmente con elementos sencillos, ¿por qué?
-Me gusta acudir a lo básico, a lo sencillo, a lo fresco, a lo sutil, casi frágil también. Todo eso me interesa.

-Como buen comunicador, ¿detectas cuándo hay química entre el artista y el público?
-Se puede saber leer muy bien la partitura de un piano y hasta tener una buena digitación, pero si no se le pone el sentimiento, si no hay una disposición, no se produce esa comunicación, y eso el artista o el creador, lo nota. Yo acabo agotado, bien cuando termino de ensayar a la gente, o de ensayar yo, o cuando finalizo algún concierto. Es como los partos de las mujeres, acaban las pobres fatal, y yo acabo igual, porque me gusta desparramarme, procuro entregarme.

"Me gusta acudir a lo básico, a lo sencillo, a lo fresco, a lo sutil"

-A lo largo de tu trayectoria musical ¿qué es lo te ha resultado más difícil de llevar?
-Cuando grabé mi primer disco, en Italia, me resultó muy difícil de llevar. Por aquel entonces, allá por el 84, yo era muy joven. Esperaba que me hicieran famoso, que hicieran lo que quisieran, porque entendía que eran gente que sabía mucho de música, unos productores fantásticos. Tú vas con una visión de las cosas y ellos te dicen "no, lo mejor es hacer esto", y dices "vale, haz lo que tú creas, que tú sabes". Y entonces hacen unas cosas que visten tu arte, tu música, de una forma que ellos entienden que es la más comercial, y resulta que aquello no sale, y no sale porque no has aportado nada y te has dejado en manos de gente. Y de aquella dije: una y no más Santo Tomás. Marché dolido, porque me había dejado llevar sin preguntar por qué se hacía aquello.

-¿Para triunfar en Asturias hace falta salir de la región?
-Cada vez menos, pero aún sigue siendo necesario. En Madrid se cuece el meollo y es donde está todo. Ahora con los móviles, los fax, los modem e Internet, la situación ha mejorado, pero aún es necesario estar allí para esos contactos que necesitan el trato humano, porque en tal reunión se decide que tú estés ese día grabando... En fin, es muy importante estar en Madrid.

-¿Qué aporta la música Latinoamérica a tu creación?
-Me lo aporta todo. He estado en Argentina, en Buenos Aires, cantando en varios sitios, también estuve en Cuba. A Cuba le tengo un cariño muy especial, sobre todo por esa calidad humana que tienen los cubanos, por su riqueza musical. Me da mucha pena que un país tan culto e interesante lo esté pasando tan mal. En Latinoamérica no son tan quebrados como nosotros, son ondulados, dúctiles, comunicativos. Miras a una persona y sin cantar ni hacerte un ritmo ya te transmite arte. A mí eso me parece una maravilla.