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SUPLEMENTO ASTURIAS  

Expedición al Tuobkal en la cumbre.
INDALECIO BLANCO
EXPEDIECION AL TUOBKAL (4165 m.)

QUERER ES PODER
Texto: Gerardo Calvo / Fotos cedidas por Indalecio Blanco

"Todo tu cuerpo es tu pensamiento en forma visible: rompe las barreras de tu pensamiento y romperas las barreras de tu cuerpo."

Esta sencilla pero contundente frase de Juan Salvador Gaviota, resume perfectamente la filosofía de vida del joven montañero Indalecio Blanco, natural de La Felguera, que a sus 28 años cuenta con una experiencia envidiable dentro y fuera de la montaña asturiana. La minusvalía que afecta al 66% de su cuerpo no le limita a la hora de proponerse retos cada vez mayores.


Aunque es buen conocedor de los Picos de Europa y del resto de nuestra geografía, enseguida necesitó lanzarse a retos de mayor envergadura para satisfacer su necesidad de superacion.
Por eso no es extraño que ya cuente entre sus conquistas con dos montañas emblemáticas de más de 4000 m.: el Mont-Blanc, que con sus 4800 m. es el techo de los Alpes europeos, y el Tuobkal, de 4165 m., techo a su vez del Gran Atlas Sahariano.
De la expedición a este último hablaremos en profundidad en esta entrevista, pero antes el lector debe saber que Indalecio tiene una parálisis cerebral congénita que le provoca una invalidez en el 66% del sistema motor de su cuerpo. Así se puede valorar en su justa medida la gesta física y humana de este montañero que no admite su limitación.

-Creo que la expedición fue una auténtica maratón, no sólo en lo que fue la ascensión a la montaña, sino desde que salisteis de Asturias. ¿Cómo fue el viaje?
-Salimos de aquí el sabado 27 de marzo, y llegamos a Casablanca al dia siguiente, vía Madrid. En Casablanca yo me enfrié y estuve mal de la garganta, incluso con algo de fiebre; una pequeña gripe que pudo haberme fastidiado los planes, pero que finalmente conseguí superar.
El lunes 29 llegamos a Ilmli, el último pueblo, donde contratamos las mulas para llevar el material al refugio del Tuobkal.
El martes salimos hacia el refugio y tuvimos que realizar un esfuerzo suplementario, porque nos engañaron los porteadores. Nos dejaron hora y media antes de lo que habíamos acordado.
De todas formas, este mismo día pudimos hacer noche donde el refugio.En el centro, Indalecio Blanco.

-Las jornadas previas a la ascension os produjeron un desgaste imprevisto. ¿Cómo fueron las cosas una vez alcanzado el campo base?
-El campo base disponía de un refugio que contabamos con utilizar. Pero una vez allí, vimos que el refugio era mucho más pequeño de lo que se necesitaba para albergar a toda la gente que había, así que hicimos noche en tiendas de campaña sobre la nieve. Fue una noche bastante dura, porque la pasamos con mucho frío y bajo el azote permanente del viento.
Además, aunque contamos con la posibilidad de dormir en tienda, no pensamos que la nieve fuera a estar tan baja en esta epoca del año.

-¿Cómo viviste la ascensión hasta los 4165 metros de la cima?
-Esta última jornada fue para mí la más dura de la expedición.
Salimos a las siete de la mañana, hora española, y ascendimos ininterrumpidamente durante ocho horas hasta alcanzar la cima del Tuobkal, hacia las tres de la tarde.
Es un desnivel de unos 1000 m. desde el refugio hasta arriba, en una pendiente muy pronunciada durante la mayoría del trayecto.
También contamos con la presencia de la ventisca, que ya nos había azotado la noche anterior, y que en momentos nos obligaba a hincar la rodilla para protegernos un poco de la nieve que golpeaba continuamente.

-¿Pensaste en algun momento en que no conseguirias llegar a la cumbre? ¿Se te pasó por la cabeza dar la vuelta?
-Yo no me encontraba bien para hacer la cumbre, no confiaba en poder hacerla. A veces pensaba que no iba a poder llegar, pero entonces, como un acto reflejo, me venía a la mente el patrocinador y toda la gente que confía en mí y eso me hacía seguir adelante una y otra vez.
De hecho, creo que subimos a un ritmo bastante bueno. Incluso hubo gente que salio del refugio antes que nosotros, y que alcanzamos en varias ocasiones durante la subida. No adelantamos a nadie, porque tampoco se trataba de hacer ninguna maratón.
Te confieso que para mí uno de los peores momentos, fue durante los últimos 160 m., porque aunque no era un tramo demasiado empinado, ya te encuentras a 4000 m. de altura y con mucho cansancio acumulado.

-¿Y qué sentiste una vez que definitivamente, pones el pie en la cumbre?
-Bueno, cumplir el objetivo en una expedicion que llevas preparando bastante tiempo, que te ha costado mucho realizar, y que te abre puertas a objetivos mayores, es lo mejor que te puede pasar, no se puede explicar con palabras. Sobre todo cuando, como en esta ocasión, las circunstancias y tu propia sensación te hacen pensar que quizá no vas a poder conseguirlo.

"Cumplir el objetivo en una expedicion que llevas preparando bastante tiempo y que te ha costado mucho realizar, es lo mejor que te puede pasar, no se puede explicar con palabras"

-¿Tuvisteis algún problema en el descenso?
-No, al contrario, el descenso fue mucho más rápido de lo que habíamos previsto. Tardamos sólo dos horas en bajar desde la cumbre hasta el refugio, y ese mismo día pudimos llegar al pueblo de Ilmli, hacia las ocho y media de la noche.

-Es tu segunda expedicion a una montaña de 4000 metros, despues del Mont-Blanc. ¿Qué diferencia notaste entre ambas?
-Fueron muy distintas entre sí, creo que no se pueden comparar.
Sí te puedo decir que el Mont-Blanc es más peligroso, por las aristas que tienes que recorrer, aunque sus instalaciones son mucho mejores que las del Tuobkal. En ese sentido me parecio más cómodo el Mont-Blanc. El Tuobkal, aunque menos expuesto en la subida, para mí fue más costoso por lo que viví en toda la aproximación previa y el cansancio que fui acumulando. Ten en cuenta que no dormimos bien ninguna noche desde que salimos de Asturias.

-Una vez culminada con éxito esta expedición, ¿tienes algún proyecto en perspectiva, con fecha para realizarlo?
-Sí, es más, el Tuobkal se consideraba de alguna forma una preparación para nuestro próximo desafío: el Kilimanjaro, en Kenia, de casi 6000 m., la montaña más alta de Africa.
Si todo sale bien esperamos salir en febrero del año 2000.

-Tu agenda está bastante apretada... ¿Qué permanece como telón de fondo de todas tus expediciones? ¿Cuál es tu lucha, qué reivindicas como montañero y como persona?
-Yo lo que busco detrás de esto es un puesto de trabajo.
Intento demostrarme que si soy capaz de subir a estas montañas tan altas con todas las complicaciones y dificultades que suponen, también seré capaz de desempeñar un puesto de trabajo que se ajuste a mis posibilidades.
Quiero demostrar que los minusválidos somos personas, que estamos ahí, dispuestos a trabajar en donde podamos desenvolvernos, porque minusválido quiere decir que no eres válido para unas cosas, pero puedes ser perfectamente válido para otras.
Quiero conseguir que poco a poco la gente cambie la mentalidad y se deje de confundir minusválido con inútil.

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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