| | SUPLEMENTO ASTURIAS
RUTAS DE MONTAÑA
Los puertos de Agüería amenazados
Peña Rueda
(foto tomada en febrero del 99) |
Texto y Foto: Alberto
Polledo
Este mes, la revista se queda sin
excursión de montaña. La idea peregrina de un ayuntamiento asturiano y sus pretensiones,
dan lugar a la siguiente reflexión. La noticia que helaba nuestros corazones la sacó a
la luz la prensa asturiana allá por el mes de diciembre. "Quirós quiere hacer una
estación de esquí en Agüeria o Trobaniello".
Es el
lugar más emblemático del macizo de Ubiña, entorno natural, protegido en el Porna,
espacio en el que los osos y urogallos tienen uno de sus últimos reductos. Deambulan los
osos por la Peña de Ricabo, por el monte los Lienzos, en la Foiz, en el Carrizal, en el
monte los Cuadrazales, cuando el oso dirige su andar hacia Monte Grande, allá en Teverga.
En los montes Castro, Vallimona y Tacha el Cantu, en las cercanías de Cienfuegos, y
Cortes y Lindes... Todos estos lugares, en los alrededores de Agüeria.
Los cantaderos de Urogallo en Fonfría, Cantu Castro, Monte parada, Trobaniello, Carrizal,
los Sierros de Collau del Oro, monte los Lienzos, Puertos de Agüeria...
Los abruptos peñascales de Rueda y Vaso de Rueda, refugio de rebecos. Los pastizales de
Manín y Agüeria, cobijo de ciervos y corzos. Por qué no hablar del coste ambiental de
los accesos y de la propia estación, que convertirían toda la zona en un paisaje lunar,
como son los de Pajares y San Isidro. Y de la desaparición del entorno de numerosas
especies vegetales y animales. En la ladera oeste de Peña Arpín está el mayor acebal de
Asturias, por no mencionar los centenarios hayedos y robledales que dan categoría a la
zona.
Pretenden construir la estación en una zona en donde, por su escasa
altitud, la capa de nieve escasea durante casi todo el año (recordemos la altura de
Penarrueda: 2155 m y, en su vertiente oeste, la collada Lingleo 1623 m).
Por cierto, si este año de 1999, pródigo en nevadas, las estaciones de esquí de San
Isidro y Pajares están en el mes de febrero casi bajo mínimos, podemos suponer -estamos
seguros- que la proyectada estación de invierno de Quirós no se habría abierto.
Posiblemente, la corporación de este ayuntamiento no conozca, ni de oídas, el lugar en
donde quiere ubicar su emplazamiento. Aunque no me gusta hablar en primera persona, yo, y
como yo, algunos montañeros que nos acercamos a estos maravillosos puertos, sabemos que a
comienzos de febrero de este año, como antes decía pródigo en nieves, solamente están
teñidos por una tenue capa blanca, las cumbres cimeras de este espacio geográfico. Los
techos de Penarrueda, del Tapinón, de los Huertos, del Fontán, del Siete, tienen nieve,
claro está, en sus laderas norte; las laderas sur y oeste solamente el reflejo.
Está claro, que al ayuntamiento de Quirós quieren meterle un gol, y
en su propia meta. Probablemente, algún asesor despabilado pretende manejar con impunidad
estos 2500 millones de los fondos mineros, y de paso, si algo queda entre las uñas...
Rebecos decapitados en el
Canalón de Fondos |
Pero estoy seguro de que la corporación de este ayuntamiento la forman
únicamente personas serias y honradas que luchan y trabajan por el bien del concejo. Lo
que me hace suponer que se dará vuelta de página a este proyecto, y el dinero de los
fondos mineros se dedicará a la creación de puestos de trabajo y riqueza para este
entorno.
Es más, dedicaría un esfuerzo superior a la vigilancia y conservación de las especies
que pueblan este territorio. Sirva de ejemplo, y no vuelva a repetirse, la terrible
visión que soporté el día seis de febrero del presente año, descendiendo al atardecer
por el Canalón de Fondos. En el tortuoso camino del río de la Foiz Pequeña, de pronto,
veo dos rebecos tirados junto al río. En principio pensé habían sido devorados por el
lobo. Nada más lejos de la realidad: había intervenido el lobo, pero el de dos patas, el
furtivo. Certeros tiros de posta les habían sesgado la vida, al amanecer probablemente. A
continuación les cortaron la cabeza y abandonaron el resto del animal en las
inmediaciones del río.
No lo justifico, pero comprendo al furtivo que mata para comer o por
suprimir el gusanillo de la caza, pero el que se llama cazador y abandona la presa en el
monte no es ni alimañero. La verdadera bestia es él.
Espero que la narración en el próximo número sea más montañera y agradable, pero de
verdad, hechos como estos, hay que denunciarlos a la opinión pública.
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