Forma parte del mundo del arte por
derecho propio, un lugar ganado a pulso tras varios años de esfuerzo y lucha. Actualmente
Mercedes Ceferino es una pintora reconocida en Asturias, pero para los vecinos de Blimea
donde tiene su casa natal sigue siendo Merceditas.
"Cuando empecé a pintar lo hice por
necesidad y por hambre de cultura".
"Como que toda la energía que uno tiene
ha de entregarla a algo, para no ser mediocre en muchas cosas".
"El museo de la Minería está muy bien,
pero la gente debería primero ir a ver los pozos vacíos, los bares cerrados y las casas
abandonadas, y despuès ir al museo". |
|
PROFETA EN SU TIERRA
De
formación autodidacta, Mercedes suplió su carencia académica con una inquietud
desbordante. Desde su primera exposición, hace ahora ocho años, se han sucedido una
larga serie de premios y su obra se ha expuesto en toda Asturias y fuera de nuestras
fronteras.
-Antes de dedicarte a la pintura pasaste por el mundo de la
literatura. ¿Cómo fue la transición?
-Empecé escribiendo porque sentía una necesidad de expresión. Sentía dentro
una zozobra interior que no sabía que era, así que cogía un papel y escribía. Me di
cuenta de que aquella necesidad era imperiosa. Empezaron a publicarme cosinas, gané
algún concurso de literatura y empecé a sentirme bien, pero enseguida empecé a notar
una carencia. Por aquella época tuve un problema de salud muy importante. Me decía a mí
misma: "Si salgo bien me parece que voy a pintar, porque es una asignatura
pendiente". Y en vez de pensar en lo mal que estaba empecé a pensar en salir, y a
los dos meses de la operación, y tras la convalecencia, empecé a pintar y estudiar
solfeo y piano.
-La enfermedad hace que uno aprenda muchas cosas sobre sí
mismo.
-En cierto modo la enfermedad es un reto. Tienes que optar bien por inclinarte o
bien por defenderte. Yo opté por eso. Aprendes porque mides tus capacidades y vas viendo
tus límites y te conoces. Yo no tuve acceso a estudios de niña por problemas
económicos, mi padre estaba enfermo y tenía poca paga. Y cuando empecé a pintar lo hice
por necesidad y por hambre de cultura.
-¿Que es lo que necesita una mujer para ser luchadora?
-Yo creo que intentar conocerse a sí misma lo primero. Tienes que saber cómo
eres, quién eres, lo que necesitas para estar bien contigo misma. Tienes que pensar en
cómo puedes colmar todos los interrogantes o llegar hasta ahí. La voluntad, el coraje y
el esfuerzo, son necesarios en todo lo que puedas hacer en la vida.
-Confiar en ti misma te supuso esfuerzo.
-El cambio
fue evolutivo, constante y continuado. Vas viendo que en el espacio en que te mueves te
falta algo. Siempre me sentí sola por dentro, aunque estuviera con más gente, porque lo
que yo ansiaba no lo veía en nadie. Hablaba con las amigas y ninguna tenía inquietudes.
En mi casa materna me educaron para ser ama de casa, para atender al marido. Ser buena
hija era acatar todo eso, y yo como quería serlo vivía como me mandaban, pero sentía de
otra forma. Hay que situarse en un pueblo en donde la cultura no se vive y yo pensaba que
tenía que haber algo más. Si me sometía a las condiciones y a las personas de mi
entorno, llegaría un día en que dejaría de quererlos porque obligaban a estancarme. Por
aquel entonces ejercía de modista, y cuando dejé de coser para pintar mi madre no lo
entendió.
-Si tuvieras que hacer una valoración de lo vivido...
-Creo que lo que más valoro es la fuerza de voluntad, el amor propio. Porque la
gente muy inteligente si no tiene amor propio no va más allá. El amor propio es una
fuerza muy grande. Decir yo quiero, y lo intento.
|