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ENERO 2008

Ventana Nacional
A VUELTAS CON EL ABORTO

Al tema no se le encuentra solución. Y no se le encuentra solución quizá porque no la hay, quizá porque nada está bien o está mal, quizá porque cada mujer es diferente, cada caso es un mundo, cada historia tiene una lectura distinta.

Si hay un tema que saque a pasear todas las hipocresías juntas, ése es el aborto. Y otra vez lo tenemos sobre la mesa. Hace unas semanas saltaba la noticia de presuntos abortos irregulares en clínicas privadas, que además ya habían sido investigadas con anterioridad. Los que somos desconfiados por hobby, no podemos evitar que se nos cruce un pensamiento malévolo: que curioso que se destape el pastel con las elecciones a la vuelta de la esquina. Pero ése es otro tema. El caso es que ahí lo tenemos otra vez. Si hay o no un delito en esos casos, ya se verá, pero lo que está claro es que han venido muy bien para refrescar temores, sacar a pasear fantasmas y echar leña al fuego gratuitamente. Lo que algunos sectores quieren vender es puro miedo, de hecho, en estos días se ha vuelto a refrescar, como siempre se hace, interesadamente, la imagen terrorífica del bebé despedazado en el vientre de su madre y succionado mediante un aspirador; también las trituradoras de fetos, al estilo de las picadoras de las carnicerías. Quién no va a escandalizarse ante algo así. Golpes de efecto para polarizar a la opinión pública. Y siempre el mismo argumento: si con lo que tenemos ya se practican en España abortos espeluznantes –y ahí nos nombran esas clínicas, aunque gocen todavía de la presunción de inocencia-, ¿qué no pasará si se abre la mano y se permite que las mujeres aborten alegremente? El argumento resulta francamente rastrero, pero todavía logra resultados suculentos.
Porque, sí, aunque parezca prehistórico, ésa debe ser la idea de muchos: las mujeres, si las dejaran, abortarían un día sí y otro también. Todavía hay sectores recalcitrantemente retorcidos que deben pensar que las mujeres no tienen otra cosa mejor en que emplear el tiempo. Parece imposible que vayan a entender que para una mujer el aborto es la última de las opciones, y si la acaba eligiendo es porque era la menos mala de todas las posibles. Así que háganse una idea. Es un mal trago que no tiene nada de esa frivolidad libertina que le quieren endosar.
Y volviendo a lo político, además de todo eso, el aborto es un tema engorroso para el gobierno y suculento para parte de la oposición. En un principio el Partido Socialista iba encarrilado hacia una ley de plazos, o al menos a retomar el tema para darle un empujón final que lo regulase de una vez, haciendo especial hincapié en la educación y la prevención. Pero el alto coste político de una escaramuza con los sectores conservadores, por un tema que tantas furias levanta, les ha hecho dar un paso atrás y medir las palabras. Flaco favor le hacen a una sociedad que necesita madurar.
En fin, como el tema no tiene trazas de llegar a nada, de vez en cuando parece que hay necesidad de organizar una buena polémica en lo político y en lo social, a ver si en una de éstas avanzamos un poco. Y si no avanzamos, al menos estamos entretenidos consumiendo carnaza pre electoral. El tema no se agota. No se agota porque no se le encuentra solución. Y no se le encuentra solución quizá porque no la hay, quizá porque nada está bien o está mal, quizá porque cada mujer es diferente, cada caso es un mundo, cada historia tiene una lectura distinta. Quizá por eso no somos capaces de sacarnos de la chistera una ley con apartados suficientes como para contentar la moral de todos. A lo mejor, porque es un tema que se debería tratar desde cierta distancia de la moral, sea la que sea, que siempre tiñe y enturbia y confunde las realidades. A lo mejor así nos dejábamos de hipocresías, de condenar y de señalar con el dedo. De eso sabe la Iglesia Católica, que por un lado se llena la boca con proclamas en defensa de la vida, y por otro, por poner un ejemplo cotidiano, mantiene la irresponsable prohibición del preservativo, una medida sencillita que en un continente arrasado por el sida, como Africa, salvaría millones de vidas. Millones de vidas mucho menos importantes, parece ser, que el aborto elegido y meditado de una mujer occidental.
Qué diferente sería todo si parieran los hombres.
/C.F.

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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