La figura de la bruja refleja la historia de la discriminación de la
mujer. El experto de la comunicación Vicente Romano ha investigado su
origen y lo ha encontrado en la división inicial del trabajo y las
motivaciones económicas. Más tarde vendría la religión. Sin embargo, las
consecuencias de estos esquemas creados perviven hasta hoy.
Texto: Marta Iglesias.
Foto cedida por V.R.
La discriminación de
la mujer
E ste catedrático jubilado ha
publicado sus investigaciones en el libro Sociogénesis de las Brujas
(Editorial Popular). Para él, "La historia de las brujas es la historia
de la discriminación y subyugación de la mujer, la historia de la
misoginia, que se inició con el advenimiento del patriarcado, se
justificó mediante la mitología y se exacerbó con la invención del pacto
con el diablo por parte de la Iglesia".
-¿Qué desea
transmitir al lector con su libro?
-El propósito del libro es desmitificar valores y conceptos
asociados a las brujas, y sobre todo aclarar el origen de esta
discriminación contra la mujer. Espero que quien lo haya leído, lo
entienda en ese sentido.
-¿Qué se
identifica hoy con una bruja?
-La palabra bruja discrimina a la mujer, y se sigue aplicando a la
mujer que se supone que es mala. Aunque paralelamente la bruja es
también la mujer que embruja, que hechiza, algo loable y agradable.
-¿Considera
que la figura de la bruja se creó específicamente para discriminar a la
mujer?
-La bruja, tal como la hemos heredado nosotros en la cultura
judeocristiana, comienza antes de la Biblia: es la mujer que quiere
conocer, la mujer curiosa que muerde la manzana del conocimiento. Y Dios
"le castiga" por querer saber, por querer conocer. Eso está ahí, en la
tradición, pero lo significativo para mí es el momento en el que surgen
los doctores de la Santa Madre Iglesia en las Universidades europeas. En
esos momentos estos señores estaban muy celosos de quienes poseían el
conocimiento, y el saber entonces lo tenían las mujeres, las curanderas,
las herbarias, las hechiceras... ¿Quién iba a ayudar a las mujeres con
sus dolores sino otra mujer que conocía cómo aliviar los males de sus
compañeras? Las mujeres les hacen la competencia, son peligrosas y por
tanto hay que castigarlas. Lo que hacen es asociarlas al diablo y
entonces ya tenemos el lío armado. El diablo y la mujer son seres a los
que hay que erradicar incluso físicamente, y se comienza a quemar brujas
en toda Europa Central, mucho más que en España, donde a quien se
perseguía era a los herejes, los conversos.
-¿Podríamos
equiparar bruja y rebelde, la mujer que se opone a lo establecido?
-Pues claro. En nuestra sociedad, la mujer que se sale del papel que
la cultura le asigna -la casa, por simplificar mucho- pues es la mujer
rebelde, la que sale a la calle, la perversa, la disidente. Esa es la
mala, porque eso no se debe hacer de acuerdo con los cánones de nuestra
cultura. Por lo tanto, la bruja es la rebelde.
-Todo lo
que propone en el libro sugiere que se ha inventado a lo largo de los
siglos un esquema en el que se encaja a la mujer...
-Un esquema constreñido, impuesto a la mujer. La mujer está tan
capacitada como el hombre para cualquier cosa, excepto para parir, en
eso no podemos competir los hombres. Para desgracia de la mujer, todavía
tiene que demostrar que vale más que los hombres, sacando mejores notas
en la Universidad, siendo más eficaz en el trabajo. Se le ponen todas
las trabas habidas y por haber para empujarla a estar en casita, criando
hijos y atendiendo al marido.
"Las iglesias tienen miedo a perder su poder y eso les hace perseguir a
los que quieren conocer. Porque estas instituciones viven precisamente
del terror"
-Afirma en
su libro que la misoginia comenzó con la división inicial del trabajo, y
que tiene motivaciones económicas. ¿Cómo se relacionan ambos conceptos?
-Con el patriarcado y la propiedad privada empieza a minusvalorarse
el trabajo de la mujer o a no valorarse. Los hombres se colocan por
encima, establecen su primacía y desprecian el trabajo del adversario,
que en este caso es la mujer. Y eso se recoge en la mitología del área
mediterránea, donde la infravaloración de la mujer todavía persiste. Su
trabajo vale menos porque ella misma vale menos y porque se dedica al
interior del hogar, algo que se paga peor. Eso que aún hoy se vive se
remonta a aquellos tiempos en los que la mujer se desplaza más
lentamente y se valora la valentía, el arrojo, la aventura, la
virilidad... Esos son los valores que se colocan por encima del valor
del léxico, de la cría de los niños, de eso que los economistas llaman
reproducción. Cuando lo que la mujer hace es producir: vida,
alimentos... no reproducir.
-Incluso
la mujer tiene esa mentalidad de no valorar su trabajo...
-Claro, porque salir fuera de casa lo hacían las malas, las brujas,
y en el subconsciente persiste. Yo tengo tres hijas, y cuando ven que el
trabajo de casa mayoritariamente recae sobre ellas, pues se cuestionan
si han hecho bien en estudiar una carrera y trabajar fuera de casa,
porque trabajan doblemente. En esta sociedad persisten estas ideas que
son muy difíciles de erradicar. Habría que empezar a introducir nuevos
valores a los niños en las escuelas, pero si luego ven que los mayores
no hacen lo que les enseñan, que no se corresponde con la realidad pues
duro lo tenéis. De todos modos, no hay emancipación de la mujer, ni del
hombre, cada uno por su lado. O nos emancipamos todos o continuamos así.
No es la liberación del hombre a costa de la mujer o la de la mujer a
costa del hombre. O nos liberamos todos o seguimos en las mismas.
Perseguida por todos
Vicente
Romano indica en su libro que perseguir mujeres y acusarlas de brujas,
no era un hecho provocado por el miedo sobrenatural, sino algo muy
calculado. Por un lado eliminaban opositoras inteligentes al poder
establecido y por otro se enriquecían a su costa: "Una de las verdaderas
razones de los numerosos procesos de herejía y brujería era también el
hecho de que el dinero y los bienes de la víctima pasaban a la Iglesia.
En un proceso de brujas ganaban todos los que participaban: obispo,
escribano, escabinos, verdugos, delatores".
Así pues, la quema de brujas suponía el medio más rápido y seguro para
enriquecerse y las mujeres se convirtieron en objeto de persecución.
-Tal como
comentó anteriormente, las mujeres que ayudaban a parir, que curaban a
otras compañeras, que sabían de hierbas, que pensaban... eran
perseguidas. Hasta mediados del siglo XV eran superiores a los médicos
formados en universidades. ¿Uno de los motivos por los que se las
persiguió fue porque competían con ellos?
-Sí, claro de ahí viene el anatema contra las mujeres, la
persecución religiosa, la Bula de los Papas... Lo curioso es que estas
sabias, como se dice en el lenguaje popular, pues todavía están ahí en
los pueblos, en los campos, en las ciudades... Son los famosos
curanderos y curanderas.
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"Cuando la madre controlaba la
economía no existía la propiedad privada. Es lo que la
mitología asocia con el paraíso, algo que se terminó con el
patriarcado" |
-Indica en
su libro que las persecuciones de las comadronas y de las "mujeres
sabias" tienen que ver sobre todo con el hecho de que poseían saberes
que eran misteriosos para la Iglesia. ¿Se persigue lo que se teme?
-Se persigue lo que se desconoce, lo que se ignora, el conocimiento.
Las iglesias -no sólo la católica, sino los talibanes de hoy y la
Iglesia protestante- tienen miedo a perder su poder y eso les hace
perseguir a los disidentes. Y disidente es el que quiere conocer,
aclarar, el que quiere superar estas angustias, mientras que estas
instituciones viven precisamente del miedo, del terror. Personalmente no
conozco nada más terrorífico que la Iglesia Católica, infundiendo el
miedo al infierno -que este Papa ha vuelto a resucitar-, al pecado, al
castigo divino por toda la eternidad. Es el terror que nos meten desde
niños chiquititos, que yo viví en la escuela nacional católica de la
posguerra y creo que he superado, pero cuánta gente no lo ha conseguido
y ha vivido aterrorizada toda su existencia.
-Esta
aversión a las brujas no se da en todas las religiones, sin embargo a
las mujeres se las persigue en todo el mundo...
-Las mujeres se persiguen en el planeta desde que aparece el
patriarcado. Con él aparece la propiedad privada, entre otras cosas la
propiedad privada que supone la mujer, que pasa a tener padre, patrono.
El hombre quería saber quién era su hijo para dejarle la propiedad y eso
se garantiza con la exclusividad de la mujer. Entonces surge la sumisión
y la subyugación de la mujer. Por eso en la cultura se habla de
patrimonio y no de matrimonio. El patrimonio se refiere a las
propiedades y el matrimonio en cambio es algo que se ha devaluado a la
unión entre un hombre y una mujer. Pero la propiedad también lo es de la
madre. Cuando la madre controlaba la economía, no existía la propiedad
privada; es lo que la mitología asocia con el paraíso. Se identifica
paraíso con un sistema comunal, algo que se terminó cuando llegó el
patriarcado.
-De la
historia se deduce que hemos avanzado poco en conceptos...
-En conceptos y valores, muy poco. Persisten estos símbolos, estas
tradiciones, estos valores culturales. Aquí están y son difíciles de
erradicar. Los que me conocen saben que no soy muy machista, pero
también tengo algo de esto heredado. Yo lo justifico diciendo que nadie,
a lo largo de la historia de la humanidad, ha cedido gratuitamente sus
privilegios. Y en esta cultura ser hombre, macho, padre, es un
privilegio en relación con ser niña, madre. Y, por tanto, los hombres no
ceden gratuitamente los privilegios. Eso lo tenéis que arrancar
vosotras. La historia confirma que ninguna libertad se regala: se
conquista, ya sea con esfuerzo, trabajo o lucha. No hay otra manera. No
es que no lo merezcáis, es que nadie os lo va a regalar. Nosotros no
vamos a ceder gratuitamente nuestras comodidades.
-La
represión ideológica que viene ejerciéndose desde hace siglos sobre la
mujer, ¿le está impidiendo descubrir cómo piensa y siente realmente?
-Sí. Por eso se persigue el conocimiento, a la mujer que quiere
conocer. ¿Para qué quiere el conocimiento sino para dominar nuestro
entorno y conquistar campos más amplios de libertad, bienestar y
felicidad? ¿Para qué quiere conocer la mujer? Para ser más feliz, y al
ser más feliz se siente más libre dominando su entorno en vez de ser
ella la dominada.
"La bruja es la mujer que quiere
conocer, la mujer curiosa que muerde la manzana del conocimiento. Y Dios
"le castiga" por querer saber"
¿Es
importante que la mujer sea consciente de que la mayoría de lo que
piensa procede de condicionamientos sociales?
Claro. No es lo mismo pensar por una misma que saber que tus
pensamientos han sido creados mucho tiempo atrás. Yo tengo otro libro
que se llama "La formación de la mentalidad sumisa", donde explico
precisamente cómo se forman las opiniones y cómo se crean idiotas,
esclavos, a través de la escuela, la violencia, el entretenimiento y
demás...
-Hoy en
día, ¿algún sector sigue empeñado en mantener esos valores?
-Naturalmente las religiones, pero también la economía y quienes la
controlan. Si hacéis el trabajo por menos dinero, ¿qué más puede desear
el empresario? Porque además vosotras lo hacéis mejor y más barato.
-¿Sus hijas
le han influido a la hora de defender la causa de la mujer?
-Ellas se encargan de que tome conciencia de su situación (risas).
Cuando me extralimito, se encargan de llamarme la atención. Ellas
naturalmente son defensoras de sus derechos, porque ya me he encargado
yo de inculcárselos de pequeñas, y ahora de mayores me doy cuenta de que
me los piden. Las eduqué en la igualdad, pero esta sociedad es muy cruel
y ellas sufren, así que a veces me pregunto si habré hecho bien porque
las he formado para una sociedad igualitaria que aún no existe. Pero, en
fin, prefiero que sean libres a sumisas. § |