Los centros del
cerebro femenino para el lenguaje y el oído tienen un 11% más de
neuronas que los hombres, y también es mayor el centro de la
memoria.
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En
origen todos hemos sido iguales. Puntualizo: hasta las ocho semanas de
gestación todos los fetos parecen tener un cerebro unisex que muchos
científicos consideran femenino. Al parecer, la naturaleza elige el
género femenino por defecto y dos de los nueve meses que hemos pasado en
el útero todos hemos tenido ese cerebro en concreto. Cuando llega esa
octava semana, se define el sexo del futuro bebé y con ello cambian los
planos de construcción, en caso de ser niño. Porque si el bebé es varón,
empezará a llegar gran cantidad de testosterona al feto, lo cual matará
neuronas que ya tenía en los centros de comunicación y paralelamente
hará crecer más neuronas en los centros sexuales y de agresión. De esta
manera, configurará un cerebro diferente, masculino. Mientras que si el
futuro bebé es niña, su cerebro seguirá creciendo como una continuación
de las ocho primeras semanas, desarrollando más conexiones en los
centros de comunicación y las áreas que procesan la emoción. Hugo Liaño,
jefe del servicio de neurología del Hospital Puerta de Hierro y autor
del libro Cerebro de hombre, cerebro de mujer lo explica diciendo que
"el influjo de la testosterona cuando el feto está formándose en el
útero materno hace mucho más que esclarecer las características sexuales
externas. En concreto, la testosterona potencia un cerebro masculino y
la ausencia de ésta lo feminiza".
Al final, ese hombre y esa mujer resultantes compartirán más del 99% del
código genético. Pero ese índice menor del 1% que les diferenciará será
determinante, aunque parezca pequeño, ya que ese porcentaje influye en
todos sus genes, comenzando por las neuronas.
Un cerebro para la comunicación
Físicamente, el cerebro de
una mujer es más pequeño que el de un hombre -incluso después de la
corrección por tamaño corporal-, y eso hizo pensar durante siglos que
las mujeres eran inferiores o menos inteligentes que sus congéneres
machos. Hoy ya se sabe que, pese al menor tamaño, todos poseen el mismo
número de células. Por tanto, en ellas las células están más apretadas.
Y además se distribuyen de forma diferente. Si nos atenemos a una
observación puramente física, veremos que en los centros del cerebro
para el lenguaje y el oído las mujeres tienen un 11% más de neuronas que
los hombres, y que también es mayor su hipocampo -el lugar donde se
forman la emoción y la memoria-. Además tienen más circuitos cerebrales
para el lenguaje y la observación de las emociones de los demás. Con
todo ello muchos investigadores explican que esa configuración del
cerebro femenino es lo que hace que las mujeres sean más dialogantes,
sepan leer con más facilidad las caras del interlocutor y recuerden
mejor los detalles que tienen que ver con el aspecto sentimental. Por
eso muchos deducen que el lenguaje y la conversación es muy importante
para las mujeres. La periodista Teresa Viejo recoge en su libro Hombres.
Modo de empleo, ejemplos de la capacidad comunicativa de las mujeres, al
afirmar que hablan mejor las lenguas extranjeras, que leen mejor y
comprenden antes lo leído, tienen más fluidez verbal utilizando más
frases subordinadas, mezclan varios temas en la misma conversación,
vocalizan mejor e incluyen sentimientos en sus disertaciones. Para
Louann Brizendine, doctora en Medicina y autora del libro El cerebro
femenino, este órgano tiene unas aptitudes únicas que ella resume en:
sobresaliente agilidad mental, involucración profunda en la amistad,
capacidad casi mágica para leer las caras y el tono de voz en cuanto a
emociones y estados de ánimo, y destreza para desactivar conflictos.
La diferencia, en el funcionamiento
Las mujeres procesan de
manera diferente la realidad. Esto se ha podido comprobar objetivamente
mediante la tomografía de emisión de positrones (PET) y las imágenes de
resonancia magnética funcional (IRMf), que permiten ver cómo funciona un
cerebro en vivo. Ante una conversación, por ejemplo, se ha comprobado
que las mujeres utilizan diversas áreas del cerebro, y que hombres y
mujeres resuelven los problemas con células diferentes del cerebro.
Estas pruebas también han demostrado que las mujeres poseen más
interconexión entre ambos hemisferios de sus cerebros. Las
investigaciones demuestran que los hombres tienen más lateralidad, es
decir, que utilizan uno de los dos hemisferios, como si cada uno de
ellos estuviese más especializado. Por su parte las mujeres utilizan los
dos hemisferios a la vez para razonar, e incluso las fibras nerviosas
que enlazan ambos hemisferios son más gruesas en las féminas. No se
trata de ser mas inteligente que sus congéneres machos, sino de que la
información se procesa de manera diferente.
Hasta las ocho
semanas de gestación todos los fetos parecen tener un cerebro unisex que
muchos científicos consideran femenino.
Por esta razón, en 2002 investigadores de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Pensilvania indicaron que los cerebros de las mujeres son
más pequeños pero poseen mayor capacidad de procesamiento. A todo ello
hay que añadir el ingrediente hormonal, ya que son las hormonas las que
pueden decidir qué le interesa hacer al cerebro. Así que como si se
tratase de un laboratorio químico sumamente preciso se entremezclan en
las mujeres unas u otras cantidades de estrógeno, progesterona,
testosterona, oxitocina, cortisol... dando lugar a unas preferencias u
otras, a un estado de ánimo u otro. Los cambios hormonales de una mujer
se producen no sólo en el feto, la niñez, la adolescencia o la madurez
sexual, sino que son enormes durante el embarazo, la lactancia y la
crianza. En la vejez también sufren grandes altibajos antes, durante y
después de la menopausia. Si sumamos a este proceso que los niveles de
hormonas femeninas sufren grandes cambios una vez al mes como
consecuencia de la menstruación, nos encontramos ante un tiovivo que
precisa mucho control personal.
Foto: J.M. López
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Las mujeres poseen más
interconexión entre ambos hemisferios cerebrales, utilizan los
dos a la vez para razonar e incluso las fibras nerviosas que los
enlazan son más gruesas.
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Aceptar y estimular las diferencias
El cerebro de un hombre y
de una mujer son diferentes. La desigualdad está en cómo funciona y se
procesa la información. Muchos investigadores aseguran que mientras
ellas son más multifuncionales y poseen visión de conjunto, ellos son
más lineales y apuestan por la especialización cerebral. Paralelamente,
las hormonas de las féminas viajan disparadas por su cuerpo, poniendo a
prueba sus estados de ánimo como una montaña rusa que muchas intentan
controlar mediante los fármacos. Pero el autoconocimiento del propio
cerebro y de cómo influyen en él las hormonas puede ayudar a a coger las
riendas de la vida y dirigirla. Por ejemplo, el que una mujer sepa que
el ciclo menstrual refresca y recarga ciertas partes del cerebro porque
el estrógeno actúa como fertilizante de las células, puede ser
aprovechado conscientemente. No en vano es real que durante las dos
semanas que el cuerpo produce esta hormona se incrementan en un 25% las
conexiones del hipocampo. Y consecuentemente, las mujeres se vuelven más
agudas en esas fechas. Vivimos en un mundo donde la balanza social se ha
inclinado hacia el lado masculino. Ese ha sido el modelo a seguir. En la
carrera por la igualdad la mujer ha adquirido en muchas ocasiones un
arquetipo viril que no se corresponde con lo que habita dentro de ella.
Eso ha provocado una desconexión con su propia naturaleza femenina.
Estos últimos descubrimientos sobre su cerebro dan la razón a lo que
algunas ya presentían. La mujer tiene ante sí la oportunidad de
experimentarse a sí misma de una forma renovada, fuera de los esquemas
sociales y culturales vividos hasta ahora. Fuera de la comparación con
un modelo que no es el suyo. Investigar conscientemente la diferencia,
sin esquemas, con valentía, sin pudor, es sin duda el gran desafío. Un
paso más hacia lo femenino. §