Los ciudadanos se
interesan cada vez menos por la política y registran bajos índices de
asociacionismo, según un estudio publicado por el CIS. Incluso tienen
cierta predisposición negativa a participar en cualquier agrupación. Los
datos ponen de manifiesto la falta de cultura democrática que vivimos en
España, según el periodista Xavier Caño.
-La baja participación de
los ciudadanos indica que están desencantados. ¿Qué lectura ha de hacer
la clase política?
-Desde la concepción más radical de democracia, la clase política no
tiene que existir porque con ello se equipara el ejercicio profesional
de la política con otras profesiones. ¿Qué sentido tiene que la
representación política sea una profesión? La representación política es
un servicio, es una característica del sistema democrático. Lo que sí
tienen que ser profesionales son ciertas dedicaciones como técnicos o
gestores. Lo que ocurre es que el sistema democrático no es un punto
final, sino de partida. Pero en la medida en que los Estados se retiran,
a raíz del 11-S y la amenaza terrorista, eso propicia un regreso al
despotismo ilustrado, al ‘todo para el pueblo pero sin el pueblo’. Eso
significa que al ciudadano cada día se le retira más su capacidad de
protagonismo en lo cotidiano y en la práctica.
-Muchos españoles no tienen
ninguna experiencia participativa. Los expertos aseguran que una mayor
participación se asocia a mayor tradición democrática, y que el el bajo
nivel cultural o económico influye en lo contrario. ¿En que caso está
España?
-Este país tiene muy poca cultura democrática. Puesto que no hay
educación política, no hay cultura política y es muy difícil que al
ciudadano se le ocurra participar. Yo siempre digo a los jóvenes que
tienen la tentación de pasar de política, que son estúpidos porque la
política nunca pasa de ellos. Determina si puedes comprarte un piso o
no, estudiar o no, planificar tu vida futura o endeudarte... Se trata de
defender lo que te interesa y esto se ha perdido, porque se ha dejado
todo en mano de los políticos. Cada vez más lo que está ocurriendo es
que el sistema democrático se reduce sólo al ritual electoral y cada
cuatro años se vota, con gran parafernalia y con un derroche enorme de
dinero. Y en cuanto has votado se olvidan de ti.
-¿Realmente existen canales
para que los ciudadanos puedan participar?
-No. Por nuestra peculiar situación histórica, hasta los años 90 en
España la gente sí que participó porque era consciente de que era
protagonista de la acción democrática y política. Pero hubo un hecho,
según mi opinión documentada, que propició el desestimar que los
ciudadanos se dedicaran a hacer política. Fue el referéndum para decidir
si permanecíamos o no en la OTAN. Felipe González estuvo a punto de
perderlo porque la plataforma ciudadana que animaba a votar contra la
OTAN estuvo a punto de lograr que ganara el ‘no’. Lo malo es que a
partir de ahí González se espantó y se dedicó durante el resto de su
mandato a desmovilizar sistemáticamente organizaciones y entidades que
hoy podrían haber sido el nervio, la estructura vertebral para que la
gente participara e hiciera política. Desde entonces ha habido una
desmovilización generalizada que además ha venido ayudada por la
eclosión del neoliberalismo.
-Entonces, ¿qué tipo de
democracia tenemos, si no hay participación ciudadana activa?
-Tenemos una democracia bastante oligárquica, en el sentido griego
de la palabra que es ‘el gobierno de una minoría que defiende sus
intereses’. Alrededor de los políticos se crean muchos intereses, y
además muchos de ellos no creen de verdad que la persona que más pueden
despreciar tiene un voto y este tiene el mismo valor que tú. Y por esa
misma razón es tan elector y elegible como tú. Los políticos tienen una
especie de sentido de la propiedad, algo que no se dice porque es
políticamente incorrecto pero que es la pura verdad. Hay un porcentaje
elevado de gentuza -no todos- que creen que son los propietarios, los
dueños del cortijo. Y por eso actúan como actúan. Al ciudadano se le
hace la pelota en ciertas épocas, del mismo modo que las marcas
comerciales hacen la pelota al consumidor.
-Ante esta saturación, ¿cómo
dar un paso adelante, encontrar una salida?
-Participar activamente en una ONG es un modo de hacer política,
diferente, más limpio porque no se busca el ocupar puestos de poder
institucionales sino cambiar la realidad. Las ONG no hacen política de
partidos o institucional, pero sí es política. ¿Hay algo más político
que defender a capa y espada la Declaración Internacional de los
Derechos Humanos? Creo que ése sería el camino, lo que pasa es que todo
está como Internet, muy desmenuzado, muy disperso. Si la gente tuviese
conciencia de su poder, como en las increíbles manifestaciones contra la
Guerra de Iraq, todo cambiaría. Ya lo dijo entonces Saramago: ‘Que Bush,
Blair y otros sepan que ha nacido una gran potencia. Ha nacido la
potencia de la opinión pública’. Luego no sucedió así, pero es algo para
reflexionar. §