OCTUBRE
2007 |
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Pasó por el mundo de la política y demostró no tener apego al "sillón".
En el año 2000 presentó su dimisión como Ministro de Trabajo y Asuntos
Sociales al entonces presidente del Gobierno, José María Aznar. Fue una
dimisión coherente de la que confesó salir reforzado. A partir de ahí,
Manuel Pimentel se mete de lleno en el mundo empresarial aunque nunca
abandona su gran pasión: escribir. Actualmente capitanea una de las
editoriales más singulares del mercado español, Almuzara. Su objetivo,
convertir en realidad los sueños de los otros y además "poder llegar a
fin de mes". Editar es "una tarea bella y a la vez complicada que tiene
más de alquimia que de ciencia". Acaba de publicar "Manual del editor"
(Berenice).
Texto:
Mariló Hidalgo.
Foto: Almuzara
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Manuel Pimentel
Editor y escritor |
Alquimista de sueños
Un día pensó que ya que era
empresario por qué no dedicarse a su gran pasión, los libros. De ahí
nació la idea de Almuzara, una editorial con casi cuatro años de vida
que nació de la nada y hoy ha conseguido aunar calidad, títulos,
distribución y ventas. Un gran reto si tenemos en cuenta que "en este
mercado nacen cuatro editoriales por semana, de las cuales el 99% no
llegan al año de vida". ¿Cuál es tu secreto?, le pregunto. "Grandes
dosis de alquimia e intuición".
-El corazón de este
caballero andaluz siempre ha bombeado sangre de escritor. ¿Cómo puede
convivir la pluma de un literato con la mente de un editor?
-Nunca he dejado de escribir, pero confieso que en mi caso siempre
manda el editor. Un editor-escritor ha de amar los libros de los demás
por encima de los propios. Si no, no vales para editor. Por ello apenas
hablo de mis libros, saco el tiempo de donde puedo para escribir y
procuro que nunca interfiera con esto.
-¿Editar es tu gran aventura
o tu gran vocación?
-Quien llega aquí lo hace por vocación, porque es un mundo difícil y
complicado. Puedes tener talento, gustarte la empresa, pero es básico
que ames los libros. ¿Aventura? Sin duda ninguna. Desde el amor al libro
se pueden proyectar muchas facetas. Yo ya era escritor pero convertirse
en empresario-editor te puedo asegurar que es una aventura importante
según están hoy las cosas. La edición se parece mucho a la alquimia,
donde no existen las verdades absolutas. No sabes por qué un libro se
vende y otro no.
"He pasado por la política, sé de sus mieles y también
de sus hieles y tengo gran respeto a todos los que se
dedican a ella. Como en todo hay políticos excepcionales y
también mediocres"
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-¿En qué es distinta
Almuzara?
-Nacimos de la nada y teníamos claro que debíamos buscar un hueco
que no llenaran las grandes editoriales ya asentadas. Hemos creado
líneas y hecho colecciones totalmente nuevas. Sin apenas margen, ya que
hay mucha competencia, pero encontramos huecos para crecer y demanda
para satisfacer.
-"No hace falta, lector, que
se vista con traje de etiqueta. Póngase el mono de trabajo y prepárese a
ensuciarse con la grasa, el óxido y el humo que produce en su
funcionamiento el complejo, pero fascinante, mecanismo editorial" . Con
esta invitación comienzas "Manual del editor". ¿A dónde quieres conducir
al lector?
-He estado cuatro años dedicado a construir una editorial desde
abajo. Diseñando departamentos, enfoques, y en la bibliografía me
encontré libros de editores muy buenos, divertidos, pero que prestaban
más atención a lo que eran tendencias literarias, la vida de los autores
o la relación con los escritores. Entonces creí que había un hueco para
explicar las salas de máquinas del mundo editorial. Cómo funciona, cómo
se fijan los precios, cómo se distribuye, cuáles son sus secretos. En el
libro cuento una parte que he aprendido y otra que he investigado. El
resultado parece que está teniendo mucha aceptación dada la temática que
aborda.
-En esta tarea alquímica,
como tú la denominas, ¿qué papel juega la intuición?
-Un escritor exterioriza lo que lleva dentro y un editor es el que
debe intuir dónde hay madera, qué libro abre fronteras, cuál va a
conectar con el público. No es una ciencia exacta y por tanto se cometen
muchos errores. Lo que uno piensa a veces que es bueno y va a tener
aceptación luego pasa con la mayor de las indiferencias. La intuición
por ejemplo es única en el caso de la narrativa, que es el gran mercado.
Ahí una novela puede pasar sin pena ni gloria a vender más de cien mil
ejemplares. ¿Por qué? Eso es algo muy difícil de explicar.
-¿Cómo han sido tus primeros
"pinitos"?
-De todo un poco. En estos años he tenido grandes alegrías y grandes
fracasos. Lo importante es unir esa parte de intuición con el deseo de
sacar colecciones. En ese hueco, vamos a ir publicando títulos de forma
sistemática y ordenada para que el lector interesado acabe fidelizándose
con esas materias concretas.
-A la hora de que un libro
se venda o no, ¿qué influencia tiene la calidad del mismo y la promoción
que puedan hacer los medios de comunicación?
-Soy muy escéptico en el tema de la promoción. Veo todos los meses
grandes campañas publicitarias de libros de grandes editoriales y al
final unos se venden y otros no. Influye mucho la calidad del mismo y
cuando hablo de calidad no hablo de bueno o malo sino de que conecte o
no con el público. La sociedad tiene un alma colectiva, un estado de
ánimo y el libro que conecta con eso, tiene demanda.
-¿Cuál es tu sueño como
editor?
-El sueño de todo editor es publicar buenos libros en cuanto a
contenido, que aporten, que rompan, que estén en vanguardia y que además
se vendan. Todo junto es muy complicado. Es mentira eso que dicen de que
el editor sólo quiere libros que vendan. Si su objetivo fuera ese se
dedicaría a vender pizzas y ganaría más. Los editores de raza pueden
editar libros hermosos de contenido con los que a veces no ganan dinero.
-Almuzara va a editar en
árabe. ¿Un paso hacia delante en esa "alianza de civilizaciones"?
-Es un proyecto más modesto, menos grandilocuente. Es un paso
arriesgado como casi todo en esta profesión. El mundo árabe es rico y
muy grande. Empezaremos con Marruecos. Estamos maquetando un par de
libros y veremos cómo funciona el mercado. Detrás de este proyecto no
hay motivos políticos, ni ideológicos ni filantrópicos. El árabe nos
parece un idioma importante con gran tradición literaria, muy hermosa.
"El sueño de todo editor es publicar buenos libros en
cuanto a contenido, que aporten, que rompan, que estén en
vanguardia y que además se vendan"
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-En una ocasión comentaste
que el escribir te permitía jugar porque con los personajes creabas
debates que te obligaban a posicionarte en uno u otro lado. ¿Cuál ha
sido el último?
-Como editor y después de pensarlo mucho he decidido apostar por la
libertad de expresión y no defender ninguna línea ideológica concreta.
Estamos en una sociedad donde continuamente se le dice a la gente que se
posicione. A mí eso me parece aburridísimo porque yo tengo parte de unos
y de otros. En este sentido hemos apostado porque voces distintas
expresen libremente sus ideas. En nuestras colecciones hay escritores de
pensamiento radicalmente opuestos y es en el seno de las propias
colecciones donde tienen lugar los debates.
-Dicen que un político nunca
deja de serlo, ¿es también tu caso?
-Al que le ha gustado la política -y ése es mi caso- no puede evitar
seguirla. Estoy al tanto de todos los debates, escribo algún que otro
artículo en distintos medios de comunicación pero estoy inmunizado en lo
referente a la acción política. Participo en jornadas, conferencias,
artículos, pero de forma intelectual lejos del escenario y activismo
político.
-¿De verdad no te han
invitado a participar en ninguna iniciativa?
-No. Estoy alejado de todo ello. He pasado por la política, sé de
sus mieles y también de sus hieles y tengo gran respeto a todos los que
se dedican a ella. Como en todo hay políticos excepcionales y también
mediocres. Pero en fin, creo que son un reflejo de la sociedad que nos
ha tocado vivir.
-Hace poco el presidente del
Congreso Manuel Marín, presentaba sus disculpas a los ciudadanos por el
espectáculo tan lamentable que había tenido lugar este año en el
Parlamento. ¿Se está convirtiendo la política en un escenario?
-La política, desde que está presente en los medios de comunicación,
es en gran parte una representación. En un sistema donde los grupos
políticos han decidido el voto de antemano -como ocurre en nuestro país
hace años-, el debate parlamentario no tiene mayor sentido ya que todo
el mundo sabe a priori lo que va a votar. ¿A qué se dedican siete horas
de discurso? Ese debate en ningún momento va dirigido a los diputados
sino a los medios de comunicación. La política hoy y siempre, ha sido un
gran teatro. Actos que se hacen para el pueblo en un intento de
conseguir votos o justificar la propia presencia en el Parlamento. Con
la política pasa un poco como con los programas de televisión. Hay un
discurso que llevo oyendo desde pequeño: ¡qué mal está la política! ¡Qué
mal está la televisión! Siempre ha habido programas buenos y políticos
buenos... Eso responde al esquema de que cualquier tiempo pasado fue
mejor y eso no lo comparto. Hoy en día hay políticos tan buenos y tan
malos como hace veinte años. Es verdad que la política en gran parte es
espectáculo pero pasa en todos los países y difícilmente si viniera un
orador brillantísimo, de gran contenido, llamaría la atención. La
sociedad de hoy consume frases cortas, con impacto, para conseguir en un
instante la atención del público. Por eso el orador del siglo XXI es
distinto al del siglo XIX. §
Viaje literario
-En uno de tus últimos libros
-"El talento" (Ariel)- hablas de cómo descubrir los talentos que cada
uno de nosotros poseemos. ¿Has averiguado cuál es el tuyo?
-En este momento y como editor sería el poder descubrir el talento
de los demás. Me parece algo hermoso ser un buscador de talentos ajenos.
-En "La ruta de las
caravanas" (Planeta) recuperas la cultura de Al-Andalus como parte de
nuestra historia. ¿Qué lleva grabado en su interior un hijo de Al-Andalus?
-Andalucía es una tierra abierta, ésa es una de las cosas que más
gusta y con la que más me siento identificado. Aquí no excluimos, no
queremos separarnos de nada. Quien llega a esta tierra es recibido con
las manos abiertas, con generosidad. Es una cultura que busca el placer
en las pequeñas cosas. También es cierto que existe cierta dosis de
conformismo, de fatalismo en la vida, pero en el fondo existe una parte
hermosa de búsqueda de placer, de contagio. El día en que alguien se
sienta extraño en Andalucía, estaremos fracasando los andaluces.
-En "Peña Laja" (Planeta) te
adentras en los orígenes del ser humano -a través de la arqueología y la
genética- y aseguras que para conocer el futuro es necesario estudiar a
ese hombre primitivo.
-Nosotros somos pasado y futuro, no sólo presente. El pasado es el
que en cierta forma construye el futuro. Desde el principio de los
tiempos el hombre siempre ha sido una pieza más de la naturaleza, no el
centro. Si este concepto no cambia, el futuro será muy complicado en
este planeta. Cuando en la naturaleza una especie se hace más abundante
de lo que el medio le permite, aparecen epidemias, luchas por controlar
la población, y eso en cierta forma ya está pasando en el mundo. Es
necesario dar un giro para poder continuar. Por otro lado hay algo
genético en nuestra especie que nos obliga a buscar, investigar, a ir
más allá. En esa novela los personajes plantean un debate sobre los
límites éticos, morales, aportando opiniones sobre los últimos avances
genéticos.
-La Atlántida existió según
la tesis que desarrollas en "El librero de la Atlántida" (Almuzara).
-No es algo que haya descubierto yo, lo dicen fuentes clásicas,
griegas y egipcias. La Atlántida existió y aquel continente perdido tras
sumergirse bajo las aguas se encuentra precisamente aquí en el Valle del
Guadalquivir. Al-Andalus significa hijos de los atlántidas y creo que
esas voces siguen hablando dentro de nosotros. Nuestra sangre tiene
rastros de esa memoria genética. Aproveché esta historia para plantear
también un tema muy actual. Es ahora cuando la humanidad empieza a ser
consciente de cómo ha influido negativamente en el medio ambiente pero
también en cualquier momento puede ser la propia naturaleza quien -como
consecuencia-, aplique la ley del equilibrio.
-No puedes negar que
disfrutas con lo que haces...
-En esto respondo a mi espíritu hedonista. No sé hacer cosas que no
me produzcan placer... y la edición... me lo produce mucho. §