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"Taj Mahal"
Foto: Daniel Ménguez

MAYO 2007

 

 

 

 

 

 Las dos caras de India

 

En India viven aproximadamente 1.100 millones de personas. Apenas 300 millones de ellas se han beneficiado de alguna manera del boom que ha experimentado su economía, gracias a las nuevas tecnologías. Los 800 millones restantes viven en la más absoluta miseria. Ambas realidades conviven cada vez con más fragilidad en un mismo espacio.

¿Hasta cuándo?

 

Texto: Mariló Hidalgo

 

 

India superpotencia

Dicen que pronto se convertirá en la nueva China y podrá competir en 2020 con las grandes superpotencias del mundo, por detrás de EEUU y el gigante asiático. ¿Cómo ha sido posible este milagro? El desarrollo de este extenso país de 3.268.000 km que cuenta con cerca de 1.100 millones de habitantes se ha realizado lentamente, sin ruido y sin aparecer en los medios de comunicación. India es un país con muy pocos recursos naturales, excepto uno: el cerebro de sus ciudadanos. Después de dejar atrás su pasado colonial y convertirse en una de las mayores democracias del mundo, en los años 90 da un golpe de timón que será clave en su trayectoria. Primero hace girar vertiginosamente su economía hacia el neoliberalismo hasta convertirse en su niña mimada y ejemplo a seguir. A finales de los noventa realiza varios ensayos nucleares desafiando a la comunidad internacional. Ambos hechos dan a entender al mundo que nace una nueva India que quiere participar en el nuevo orden mundial y desarrollar un papel estratégico importante en la zona. Para ello cuenta con el apoyo de EEUU, que ve en este país un perfecto aliado para frenar las ambiciones de China.

El crecimiento ha estado protagonizado por las inversiones privadas en los sectores de nuevas tecnologías

India comienza así su despegue económico. Un crecimiento protagonizado por inversiones privadas que se han centrado en sectores económicos punta como la industria de programas y aplicaciones informáticas, en las nuevas tecnologías de la información y comunicación -las famosas centrales de llamadas-, la industria farmacéutica -especialmente genéricos-, tabaquera, y la industria del automóvil. ¿Qué es lo que atrae a los inversores? Principalmente, una mano de obra barata, motivada, medianamente cualificada y que además habla inglés. Hay que tener en cuenta que India posee una pirámide de edad muy joven, con un 54% de población menor de 25 años y un potencial laboral de 420 millones de trabajadores que se estima que para 2025 llegue a los 800 millones. El periodista del Centro de Colaboraciones Solidarias, Carlos Miguélez añade además que "India posee la población universitaria más especializada del mundo en las áreas técnicas, científicas, matemáticas y de ingenierías. Basta con estudiar las cifras de los alumnos indios en las universidades occidentales más prestigiosas: 80.000 estudiantes en EEUU, 20.000 en Australia y más de 18.000 en Inglaterra. Los países occidentales procuran ofrecerles todo tipo de facilidades con la esperanza de que se adapten a la cultura del país y pongan su inteligencia y sus capacidades al servicio de las grandes empresas. Durante años existió una ‘fuga de cerebros’ pero hoy la situación ha cambiado. Cada vez son más los estudiantes que vuelven a su país después de terminar sus estudios porque encuentran trabajo en las compañías extranjeras allí asentadas. Esto sin duda ha acelerado la industria y ha generado un crecimiento económico espectacular". De ahí que numerosas multinacionales se hayan sentido atraídas y hayan instalado allí sus empresas: Siemens, Dupont, General Electric, Intel, Microsoft, IBM, Merck, Abbot, Novartis, entre otras. El índice Sensex de la Bolsa india mantiene desde hace tiempo un crecimiento constante. La venta de casas, coches, teléfonos móviles crece, pero ¿quién tiene acceso a estos bienes? Las estadísticas señalan que sólo unos cincuenta millones de indios tienen capacidad suficiente para adquirir estos bienes y servicios. Esta élite está preparada intelectualmente, domina el inglés y conoce perfectamente la cultura occidental. Por debajo de ellos existen unos doscientos cincuenta millones de personas de clase media que, aunque no tienen mucha capacidad adquisitiva, sí hacen grandes esfuerzos para no quedarse atrás en esta carrera consumista.

 

Llama la atención el nivel de suicidios entre la población rural. Las cosechas no les dan para pagar los préstamos solicitados a los bancos.

 

¿En qué escenario se desarrolla todo esto? La ciudad de Bangalore, sede de la revolución informática y tecnológica que ha transformado al país, nos puede servir como ejemplo. Es la cuarta ciudad más importante y se considera como el Sillicon Valley de India ya que en ella se concentran más de 1.200 empresas tecnológicas. En sus calles se agolpan centros comerciales, concesionarios de coches de lujo, bares, restaurantes y cafeterías que se abren nuevas cada semana. Apartamentos y oficinas de diseño futurista y cinco millones de vehículos atascados en sus calles contemplan la estampa.

Junto a todo este lujo y glamour el visitante se encuentra también con una de las zonas más pobres de la Tierra. Fuentes oficiales calculan que existen unos 450 barrios marginales y unos 250 barrios aislados no legalizados. Bajo sus casetas prefabricadas e hileras de tendejones improvisados se hacinan aproximadamente el 13% de los habitantes de esta ciudad, en la que más de cien mil niños de la calle deambulan sin rumbo por Bangalore.


Foto: Daniel Ménguez

"Aunque el sistema de castas está abolido por la Constitución, en la práctica sigue vigente"
(Ana Sancho, Cáritas)

 

"Los animales tienen tierras, nosotros no"

"Cuando uno ve situaciones injustas y además en estas dimensiones, la primera sensación que experimenta es la de quedarse sin palabras para describir todo aquello", comenta un voluntario de una ONG después de trabajar en una de las zonas más pobres de India.

La mayor parte de la población en este país vive al margen del boom económico. De los 1.100 millones de habitantes de India, 800 viven en la miseria, son analfabetos y malviven gracias a la agricultura de subsistencia. El 75% de la población vive en el medio rural, un entorno difícil ya que el agua que necesitan para las cosechas viene directamente del Ganges o el Indo, cuencas compartidas y en conflicto con Pakistán y Bangladesh. De ahí que la distribución del caudal obligue a reducir las cosechas, lo que provoca importantes desequilibrios en los mercados. Si a ello añadimos las inclemencias de la naturaleza que afectan a una zona importante de India, veremos que salir adelante aquí es una tarea difícil. Así nos lo cuenta Ana Sancho, de Cáritas, responsable del área de Asia: "Nuestros proyectos ahora se concentran en la zona de Rajasthan y Maharashtra y van dirigidos a grupos vulnerables, principalmente indígenas. Estas gentes se encuentran en zonas de gran sequía, donde azota el monzón que se lleva los cultivos. Nosotros les ayudamos a crear infraestructuras para la conservación del agua. Son todos proyectos sostenibles. Les ayudamos a construir canales y tanques para embalsar agua del monzón que luego pueden distribuir dosificadamente, prolongando las cosechas el mayor tiempo posible. Esto favorece sus ingresos, que ayudan a reducir poco a poco el endeudamiento que adquieren con los bancos. Estas personas viven de las cosechas, pero bajo estas condiciones extremas no les da ni para su propio consumo. Al final si consiguen algo más lo venden a bajo precio, no el suficiente para pagar el préstamo que antes han solicitado a los bancos. En estos últimos años nos ha llamado la atención el nivel de suicidios entre esta gente por el grado de endeudamiento con los bancos. Poco a poco estamos ayudando a romper este círculo, pero hace falta mucha ayuda". ¿Y esto se soporta con resignación? "Aunque el sistema de castas está abolido por la Constitución -prosigue Ana Sancho- en la práctica sigue vigente. Es una especie de inercia que les conduce a la resignación". La realidad es que las mayores injusticias se siguen cometiendo con las castas inferiores -los "dalits" o intocables-, indígenas y pequeños agricultores que están obligados a trabajar en condiciones infrahumanas, a soportar maltrato y violencia de las castas superiores. No tienen acceso a la propiedad de la tierra ni pueden extraer agua del mismo pozo que el resto porque sólo con tocarla la vuelven impura. "En las comunidades rurales donde trabajamos -señala la responsable de Cáritas- son pacíficos y viven con resignación". No ocurre lo mismo en otros lugares donde los "dalits" o intocables están empezando a luchar por su dignidad. En Mumbai (antigua Bombay) hay por ejemplo 50.000 hombres dedicados a la basura. Un trabajo ideal para quien no tiene nada que perder porque está en lo más bajo de la cadena. Aquí hace un tiempo que unieron sus fuerzas para reclamar más salario y uniformes: van prácticamente desnudos, descalzos y están metidos hasta la cintura entre gigantescas montañas de basura. Con el poco dinero conseguido y gracias a la buena administración de las mujeres, han empezado a conseguir ciertas dosis de independencia, algo de tierra, cabras… y sobre todo el poder seguir poco a poco con este movimiento que ha despertado.


Foto: Daniel Ménguez

"¿Cómo será el despertar de las masas indias, a las que durante siglos se les han negado los derechos más elementales? ¿Cuál será la respuesta de los más privilegiados?"  (Hernán Zin. Periodista)

 

Los conceptos de tiempo, de vida y de muerte aquí tienen otro sentido que choca con la mentalidad occidental.

 

Progreso versus espíritu

Los contrastes, la miseria, la grandeza, los olores y colores de India no dejan a nadie indiferente. Y es que nos encontramos en un país donde conviven los extremos, sensación que recoge todo aquel que visita estas tierras. Nadie se queda indiferente. Dicen que en India se encuentran respuestas y son muchos los que aseguran que si te dejas impregnar por todo cuanto te rodea, tu viaje "exterior" pasa a convertirse en un viaje hacia dentro de ti mismo. La mayor parte de la población carece de lo más elemental. Cada día que amanece empieza desde la nada y se construye en cada momento, por tanto cada pequeño detalle se agradece a la vida. Los indios son muy curiosos, dirigen sus penetrantes y enormes ojos negros a todo cuanto se mueve a su alrededor. Es gente muy comunicativa, les encanta reunirse, y observan y hablan sobre lo que hacen. Miran con la cabeza alta al visitante y con limpieza mantienen la mirada. Sin miedo, sin vergüenza. Los conceptos del tiempo, de la vida y de la muerte… aquí adquiere otro significado que choca frontalmente con los esquemas y las estructuras de la mentalidad occidental.

En contraste y como pudimos leer en algunas pancartas del Foro Social Mundial celebrado en Mumbai en 2004: "¡Bienvenidos al lado equivocado del capitalismo!", la otra religión. Los valores que en este otro lado se defienden son el "progreso", el "desarrollo", la "tecnología", el "consumo", la "modernidad". Valores que están anidando entre la población y producen un enorme vacío, soledad y precariedad en unas vidas que intentan aparentar seguridad.
Una encuesta realizada recientemente por la BBC a ciudadanos indios recogía -entre otras cuestiones- un dato para la reflexión: uno de cada dos entrevistados tenía la apreciación de que en India no se tomaba la religión en serio. Y dos de cada cinco admitían que la población joven había perdido el contacto con la tradición.
Dicen que la espiritualidad de India puede ayudar a encajar el desarrollo tan vertiginoso que está experimentando el país. Otros señalan que nos encontramos encima de una bomba de relojería que estallará en cualquier momento. Un coloso con los pies de barro.

 

Clave 2020

Todos los pronósticos apuntan a que India tendrá categoría de superpotencia en 2020. ¿Será así de fácil?

Un sector mayoritario llama la atención sobre la enorme deficiencia que tiene India en infraestructuras. Es muy difícil avanzar si no se tienen carreteras, aeropuertos, energía eléctrica… garantizadas. A ello habría que añadir la profunda crisis hídrica, de difícil solución. El periodista del Centro de Colaboraciones Solidarias, Carlos Miguélez advierte que existen grandes desigualdades que en un momento determinado "podrían encender radicalismos. Las infraestructuras son deficientes por el insuficiente gasto del Gobierno para esos fines –una séptima parte de lo que invierte el gobierno chino-. Sin embargo, ¿podríamos esperar más de los gobernantes de India? Hace poco más de medio siglo era una colonia inglesa y hoy es una democracia consolidada, una locomotora con un crecimiento sostenido del 8% anual. Formarse no puede suponer una pérdida para el país de origen si éste es capaz de acogerte con sus conocimientos".

Hay un apunte interesante en la citada encuesta de la BBC: aunque muchos indios creen que en breve su país pueda convertirse en esa anunciada superpotencia, no están seguros de que eso revierta en un crecimiento económico del que disfruten sus ciudadanos.

El periodista Hernán Zin no se atreve a hacer predicciones a largo plazo pero sí lanza unas reflexiones: "¿Cómo será el despertar de las masas indias a las que durante siglos se les han negado los derechos elementales? ¿Cuál será la respuesta de los estratos sociales privilegiados? En algunos barrios de chabolas de Mumbai -por ejemplo- la violencia ha crecido exponencialmente, y en muchas zonas de India se están creando barrios privados, protegidos por medidas de seguridad, para los más ricos. Esto podría generar tensiones sociales si no se realiza una distribución efectiva y a conciencia de la riqueza. Este es el auténtico de-safío que India tiene por delante".

 


Foto: Daniel Ménguez

 

 Microcréditos, la revolución bancaria

Cuando a Muhammad Yunus, el inventor de los microcréditos, le preguntan sobre el fallo del sistema económico, su respuesta es siempre la misma: las instituciones económicas y los gobiernos no se toman el problema de la pobreza en serio. No se puede eliminar esta lacra aferrándose a viejas estructuras, hay que poner en práctica nuevas soluciones. Así que este economista de Bangladesh que estudió en Estados Unidos puso a funcionar en India un sistema revolucionario: unos créditos de pequeña cuantía que se dan a los pobres, partiendo de que el dinero será devuelto por iniciativa propia. No hay necesidad de garantía y se cobra un bajo interés. Sólo pueden acceder los pobres que no poseen propiedades, a los que se incentiva para poner en marcha una actividad que exija poca inversión inicial. Se potencia fundamentalmente a las mujeres, las mejores clientes. Es lo que se conoce como el Grameen Bank, que tiene más de mil sucursales y dos millones de usuarios. Desde que comenzó su funcionamiento en los ochenta ha prestado casi 4.000 millones de dólares y sacado de la pobreza a miles de personas. La realidad es que la devolución de los préstamos supera el 95% y no se aceptan donaciones. El sistema se alimenta por sí mismo, demostrando la teoría de Yunus: "La pobreza no la crea la gente pobre, la crea el sistema".

 

 

 Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?

Pasarse doce o catorce horas diarias repitiendo las mismas frases prefabricadas a clientes sin rostro, es un trabajo monótono que exige mucha paciencia, y los indios han demostrado que la tienen. Eso unido al dominio del inglés ha hecho que más de 350.000 indios estén recibiendo y contestando llamadas de servicios de atención al cliente de grandes multinacionales con sede en otros países. El negocio de los call centers (centros de atención telefónica) es un símbolo más del cambio rápido que ha experimentado el país. Desde unas modernas oficinas equipadas con lo último en tecnología, se hacinan miles de estudiantes universitarios que pasan toda la noche aquí encerrados –para acoplarse al horario de EEUU-, adoptando identidades, estilos, actitudes y acentos norteamericanos para contestar con la mayor familiaridad posible a las dudas y consultas que les realizan a miles de kilómetros de distancia. Se les exige ser amables, simpáticos y hasta un poco agresivos si es que se trata de captar clientes. Su trabajo es monitorizado por inspectores de control de calidad que estudian el tono de voz, los errores, los resultados e incluso intervienen si algún cliente se extralimita. A cambio reciben un sueldo que apenas llega a los 200$ mensuales. Un dinero que sus padres no ganarían nunca pero que es menos de lo que se paga en EEUU por ese mismo trabajo.

 

 

 La farmacia de los países pobres

Respetando los Acuerdos de Propiedad Intelectual y apoyándose en la Declaración de Doha, que antepone la salud pública a cualquier interés comercial, India produce gran cantidad de genéricos. La propia ley de patentes del país se encarga de establecer qué medicamento ha de gozar de monopolio en el mercado y cuál no, abriendo la puerta a su producción genérica. De esta manera pueden ofrecer fármacos más baratos y más accesibles, pero con similar calidad avalada por los prestigiosos laboratorios indios. El resultado está a la vista. Gracias a la entrada de India en la producción de genéricos para el Sida se logró bajar los precios de estos medicamentos -de más de 10.000 € por paciente y año, a poco más de 130-, logrando con ello salvar miles de vidas. Sus industrias farmacéuticas abastecen a la mitad de los medicamentos que distribuye Unicef, a las ONG médicas, venden el 95% de los antirretrovirales que utilizan Lesotho o Zimbabue, e incluso el programa de Bush para el Sida compra en el país. Debido a las pérdidas que supone esto para el sector farmacéutico, la multinacional suiza Novartis ha interpuesto una demanda a la sección de la ley india que permite aplicar con restricciones la concesión de las patentes. Todos los países en desarrollo cruzan los dedos para que pierdan, porque si no se pondría en riesgo la vida de millones de personas que sólo pueden tratarse con los genéricos indios.

 

 


Foto: Daniel Ménguez

 Sin mujeres no hay futuro

Los indicadores económicos confirman que India pronto se convertirá en una superpotencia, pero este futuro tan halagüeño puede verse truncado.

El asesinato y feticidio de niñas en este país asciende a 50 millones de "desaparecidas" durante el siglo XX, según datos de UNICEF. En los últimos veinte años casi diez millones han perdido la vida, lo que ha provocado un declive de población femenina en el 80% de los distritos del país. Este hecho considerado ya de emergencia nacional, se produce principalmente en las zonas más desarrolladas y educadas del país. Un país donde la mujer es un problema y una carga debido al peso de la tradición.

Por esa razón una familia prefiere invertir en la educación de un varón, ya que la niña a una determinada edad se casa y se marcha a vivir con la otra familia. Mientras que el hombre hereda y se queda en la casa a cuidar de sus padres. En el caso de la mujer hay que añadir además el coste que genera la dote -práctica prohibida pero mantenida-, donde los padres pagan en efectivo y bienes a la familia del varón.

En las zonas más desarrolladas se practica el aborto. En el medio rural, como no tienen manera de conocer el sexo con antelación, son asesinadas al nacer ahogándolas en arena, con tabaco, colgándolas por los pies o abandonándolas en la noche. La situación es tan grave que el gobierno ha creado una red de orfanatos en todo el país y de cunas por las calles de las grandes ciudades, para recoger a esas niñas no deseadas y librarlas así de la muerte segura.

India aprueba en economía y suspende en derechos humanos. Avanza en tecnología pero cierra las puertas de su futuro. Porque una sociedad que prescinde de la mujer y se asienta sobre individuos centrados en sí mismos, cuya interdependencia se reduce a lazos económicos y de mercado, es una sociedad que no puede avanzar.

Los mayores cambios en el planeta se están produciendo en aquellos lugares donde la mujer ha recuperado su papel. Es piedra angular no sólo porque tiene en sus manos el poder de dar vida sino porque es quien teje lazos, crea red, busca equilibrio, genera solidaridad. Y todo ello lo realiza de una manera integradora. Dando la mano a quien quiera seguirla. Porque el futuro contempla a hombres y mujeres trabajando juntos. Excluir a la mujer es romper el equilibrio, es negar la evolución, es abocarse al caos.

 

Hernán Zin

 Viaje al interior

Lo dejó todo y se marchó tres años a India para estar al lado de los más desfavorecidos. Puso en marcha un ambicioso proyecto de ayuda a los niños de la calle. Ha escrito libros, artículos y reportajes para distintos medios de comunicación y ha realizado documentales con las duras experiencias vividas. Nadie mejor que el periodista y escritor Hernán Zin para hablarnos de la India por dentro.

-Puedes explicarnos cómo pueden convivir en un mismo espacio ese grupo de población tan cualificado y preparado, al lado de esos 350 millones de pobres?

-Recuerdo una escena que presencié cuando vivía en Calcuta. Un residente del barrio de Tollygunge, vestido de blanco impoluto y con una raqueta de tenis en la mano salía de su casa y pasaba delicadamente por encima de varios indigentes que dormían en la acera envueltos en raídas mantas, rodeados de los bártulos con los que intentaban llevar una vida lo más digna posible a pesar de todo: cazos para cocinar, baúles de metal con sus escasas pertenencias. Tras superar a esta gente, entre la que se encontraban ancianos, mujeres y niños, el hombre se subió al coche Ambassador en el que su chofer seguramente lo llevaría al club de tenis.

En pocos lugares del mundo la riqueza y la pobreza han convivido de forma tan próxima, casi solapándose, como en la India. Ciertas premisas culturales y religiosas hacen que este encuentro sea aceptado por ambas partes con cierta naturalidad. En ciudades como Calcuta, que desde su fundación por Job Charnok recibe flujos de campesinos hambrientos y miles de personas desesperadas, han poblado las aceras de los barrios más adinerados.

El desembarco de la globalización en el subcontinente, a principios de los años 90, abrió los horizontes de la clase media, permitiéndole prosperar rápidamente, cambiando en buena medida sus valores, acercando al país a la forma que predomina en Occidente de comprender la vida.

Por ahora, esta prosperidad ha tenido muy escaso impacto en la vida de los más pobres. Habrá que esperar a ver cómo reaccionarán las capas más postergadas de la sociedad india cuando ese mismo mensaje de la globalización las alcance. Veremos si este proceso de transformación cultural hará que las relaciones entre ricos y pobres se vuelvan tensas, violentas, como sucede en América Latina y en gran parte de las urbes africanas.

"Existe un gran orgullo de ser indio. Algo que se palpa en cada instante, en cada calle, en cada mercado, más allá de la diversidad étnica y religiosa"

-¿Cuál crees que ha sido la clave de este boom económico?

-Más allá de los estereotipos, la India cuenta entre sus activos con una extraordinaria cultura del trabajo, que hoy la convierte en una sociedad sumamente competitiva. También la alta estima y ponderación que se tiene en este país por el pensamiento científico -en especial por las matemáticas, la ingeniería, la informática-, la ha convertido en una potencia a nivel mundial en estos ámbitos, que ya no sólo exporta mentes privilegiadas sino que permite que se desarrollen en su propio país. Por otra parte, posee un factor cuantitativo innegable: masas de jóvenes, cada día mejor cualificadas, dispuestas a luchar con ahínco por prosperar.

Otro activo importante, a diferencia de África, es que los colonizadores británicos dejaron tras su paso una eficiente red de transporte ferroviario y unas instituciones públicas bien articuladas. En esa parte del mundo no sólo se dedicaron al expolio de las materias sino que desarrollaron estructuras que son hoy las que permiten a la India orientar sus potenciales hacia el extranjero.

La influencia de la diáspora india, que en su mayoría no ha cortado lazos con sus parientes en el subcontinente, también ha servido de puente y estímulo entre la India y el resto del mundo. A diferencia de otras comunidades, los indios que residen en el exterior suelen mantenerse ligados a su lugar de origen.

El cuarto elemento fundamental para el progreso de la India pasa por el movimiento masivo de recursos intelectuales y financieros de Occidente a Oriente. Si continúa la actual tendencia, es de esperar que el continente asiático se transforme en el epicentro del poder económico en la segunda mitad del siglo XXI.

Por último, creo importante señalar como una ventaja competitiva de la India su marcado nacionalismo. Existe un gran orgullo de ser indio. Algo que se palpa a cada instante, en cada calle, en cada mercado, más allá de la diversidad étnica y religiosa. Por eso la India supo abrirse al mundo en los años noventa -paradójicamente, por la decisión de los partidos más conservadores-, pero sin destruir sus fuentes autóctonas de empleo. Al contrario, potenciándolas, a diferencia de lo que sucedió en la misma década en América Latina, donde las élites gobernantes parecen no tener ese mismo espíritu de orgullo nacional.

-Tú que has estado en contacto con los más desfavorecidos, ¿cómo viven ellos esta situación?

-Nunca he estado de acuerdo con el estereotipo de la "resignación" de los indios. Al contrario, poca gente he visto trabajar con más empeño y pujanza que los campesinos pobres de Bengala Occidental o Gujarat, que los conductores de cyclerickshaws de Chennai, o que los coolies (portadores) en los mercados y las estaciones de tren en Nueva Delhi. Jornadas interminables, sueldos míseros, explotación, desprecio. Todo por sacar adelante a sus familias.

Sí existe un alto grado de "aceptación" de la realidad social, que no es cuestionada en sus estructuras, en su injusta distribución de la renta y de las posibilidades de progreso. Debido a la influencia de la globalización es de esperar que esto cambie en un futuro próximo. Algunos movimientos sociales están despertando ya en la India, exigiendo lo que les corresponde.

Todo dependerá de la respuesta que tengan estas legítimas demandas de justicia social. Pueden derivar en una cultura del resentimiento y la rabia como en otros lugares pobres del mundo. Resulta erróneo considerar que la violencia es ajena a la sociedad india. Otro estereotipo del que debemos despojarnos es el de la concepción gandhiana de la realidad en el subcontinente. Ese fue un movimiento puntual en el tiempo, que poca o nula influencia tiene en la realidad actual. La India está en ebullición. Y su futuro es incierto.

 

"La prosperidad ha tenido escaso impacto en la vida de los más pobres"

 

-¿Qué influencia ha ejercido y ejerce su tradición espiritual?

-Durante los años que viví en la India no fui testigo de esa espiritualidad de la que tanto se habla y que parece ser más bien un producto de marketing. Salvo algunas excepciones, la religión en la India es meramente devocional, mecánica, como en casi todo el mundo. Una miríada de deidades a las que se les pide fuerza, inspiración o milagros. Resulta importante destacar que el hinduismo carece de un cuerpo de doctrina moral. Más bien se trata de una serie de leyendas y tradiciones que cada uno interpreta libremente, a diferencia del islam o del cristianismo, que también están presentes, aunque en menor medida, en esta sociedad.

La supuesta "espiritualidad" desarrollada por los arios a su llegada al subcontinente, en sincronía con las tradiciones aborígenes, ha servido para mantener y legitimar una estructural social vertical, jerárquica, y no para fomentar verdaderos valores espirituales como la empatía hacia el sufrimiento ajeno y la solidaridad.

De todos modos, el desembarco de la globalización está poniendo en cuestión esta visión de la vida que en buena medida ha contribuido a la injusticia y la opresión, principalmente a través del sistema de castas.

 

 FUSION OPINA

Llega hasta nosotros esa imagen de India espiritual, pobre, resignada con lo que le ha tocado vivir. Una India que observa al mundo a través la mirada profunda de millones de ojos negros que, sin nada que llevarse a la boca, contemplan con conformismo y una sonrisa todo cuanto acontece en su entorno.

En paralelo nace otra India que, apoyándose en las nuevas tecnologías y gracias al neoliberalismo, se convierte en todo un modelo económico a seguir. Un modelo que beneficia a una minoría y que lanza a este país al ranking de las superpotencias.

A medida que India crece económicamente aumenta el malestar entre sus ciudadanos. Según aumenta la tasa de PIB, los agricultores cargados de deudas se suicidan por miles. Los informes de hambruna y desnutrición llegan desde todos los rincones del país.

India está reproduciendo en estos momentos el mismo desequilibrio que se registra a nivel planetario fruto del actual sistema económico. Un sistema que incrementa las desigualdades sociales. Un sistema con pies de barro que desprecia precisamente a la fuerza en la que se apoya: el capital humano.

Las víctimas que aquí se cuentan por millones no pueden más y gritan. Unen sus voces dispuestas a destruir todo cuanto les aprisiona porque ser pobre no quiere decir ser débil. Los "nadie" –que existen en todos los lugares del planeta- están tomando la palabra y en el caso de India, el círculo de violencia ha empezado en distintas zonas del país. No tienen nada que perder porque carecen de todo. No tienen miedo. La imagen de la India resignada se cae. El cambio ha empezado. ¿Pasará lo mismo en China? ¿Quién será el siguiente?

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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