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Foto: Daniel
Ménguez |
MAYO 2007
Las dos caras de India
En India viven aproximadamente 1.100 millones de personas. Apenas 300
millones de ellas se han beneficiado de alguna manera del boom que ha
experimentado su economía, gracias a las nuevas tecnologías. Los 800
millones restantes viven en la más absoluta miseria. Ambas realidades
conviven cada vez con más fragilidad en un mismo espacio.
¿Hasta cuándo?
Texto: Mariló Hidalgo
India superpotencia
D icen
que pronto se convertirá en la nueva China y podrá competir en 2020 con
las grandes superpotencias del mundo, por detrás de EEUU y el gigante
asiático. ¿Cómo ha sido posible este milagro? El desarrollo de este
extenso país de 3.268.000 km que cuenta con cerca de 1.100 millones de
habitantes se ha realizado lentamente, sin ruido y sin aparecer en los
medios de comunicación. India es un país con muy pocos recursos
naturales, excepto uno: el cerebro de sus ciudadanos. Después de dejar
atrás su pasado colonial y convertirse en una de las mayores democracias
del mundo, en los años 90 da un golpe de timón que será clave en su
trayectoria. Primero hace girar vertiginosamente su economía hacia el
neoliberalismo hasta convertirse en su niña mimada y ejemplo a seguir. A
finales de los noventa realiza varios ensayos nucleares desafiando a la
comunidad internacional. Ambos hechos dan a entender al mundo que nace
una nueva India que quiere participar en el nuevo orden mundial y
desarrollar un papel estratégico importante en la zona. Para ello cuenta
con el apoyo de EEUU, que ve en este país un perfecto aliado para frenar
las ambiciones de China.
El
crecimiento ha estado protagonizado por las inversiones
privadas en los sectores de nuevas tecnologías |
India
comienza así su despegue económico. Un crecimiento protagonizado por
inversiones privadas que se han centrado en sectores económicos punta
como la industria de programas y aplicaciones informáticas, en las
nuevas tecnologías de la información y comunicación -las famosas
centrales de llamadas-, la industria farmacéutica -especialmente
genéricos-, tabaquera, y la industria del automóvil. ¿Qué es lo que
atrae a los inversores? Principalmente, una mano de obra barata,
motivada, medianamente cualificada y que además habla inglés. Hay que
tener en cuenta que India posee una pirámide de edad muy joven, con un
54% de población menor de 25 años y un potencial laboral de 420 millones
de trabajadores que se estima que para 2025 llegue a los 800 millones.
El periodista del Centro de Colaboraciones Solidarias, Carlos Miguélez
añade además que "India posee la población universitaria más
especializada del mundo en las áreas técnicas, científicas, matemáticas
y de ingenierías. Basta con estudiar las cifras de los alumnos indios en
las universidades occidentales más prestigiosas: 80.000 estudiantes en
EEUU, 20.000 en Australia y más de 18.000 en Inglaterra. Los países
occidentales procuran ofrecerles todo tipo de facilidades con la
esperanza de que se adapten a la cultura del país y pongan su
inteligencia y sus capacidades al servicio de las grandes empresas.
Durante años existió una ‘fuga de cerebros’ pero hoy la situación ha
cambiado. Cada vez son más los estudiantes que vuelven a su país después
de terminar sus estudios porque encuentran trabajo en las compañías
extranjeras allí asentadas. Esto sin duda ha acelerado la industria y ha
generado un crecimiento económico espectacular". De ahí que numerosas
multinacionales se hayan sentido atraídas y hayan instalado allí sus
empresas: Siemens, Dupont, General Electric, Intel, Microsoft, IBM,
Merck, Abbot, Novartis, entre otras. El índice Sensex de la Bolsa india
mantiene desde hace tiempo un crecimiento constante. La venta de casas,
coches, teléfonos móviles crece, pero ¿quién tiene acceso a estos
bienes? Las estadísticas señalan que sólo unos cincuenta millones de
indios tienen capacidad suficiente para adquirir estos bienes y
servicios. Esta élite está preparada intelectualmente, domina el inglés
y conoce perfectamente la cultura occidental. Por debajo de ellos
existen unos doscientos cincuenta millones de personas de clase media
que, aunque no tienen mucha capacidad adquisitiva, sí hacen grandes
esfuerzos para no quedarse atrás en esta carrera consumista.
Llama la atención el nivel de suicidios entre la
población rural. Las cosechas no les dan para pagar los préstamos
solicitados a los bancos.
¿En qué
escenario se desarrolla todo esto? La ciudad de Bangalore, sede de la
revolución informática y tecnológica que ha transformado al país, nos
puede servir como ejemplo. Es la cuarta ciudad más importante y se
considera como el Sillicon Valley de India ya que en ella se concentran
más de 1.200 empresas tecnológicas. En sus calles se agolpan centros
comerciales, concesionarios de coches de lujo, bares, restaurantes y
cafeterías que se abren nuevas cada semana. Apartamentos y oficinas de
diseño futurista y cinco millones de vehículos atascados en sus calles
contemplan la estampa.
Junto a todo
este lujo y glamour el visitante se encuentra también con una de las
zonas más pobres de la Tierra. Fuentes oficiales calculan que existen
unos 450 barrios marginales y unos 250 barrios aislados no legalizados.
Bajo sus casetas prefabricadas e hileras de tendejones improvisados se
hacinan aproximadamente el 13% de los habitantes de esta ciudad, en la
que más de cien mil niños de la calle deambulan sin rumbo por Bangalore.
Foto: Daniel
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"Aunque el sistema
de castas está abolido por la Constitución, en la práctica sigue
vigente"
(Ana Sancho, Cáritas) |
"Los animales tienen tierras, nosotros no"
"Cuando uno
ve situaciones injustas y además en estas dimensiones, la primera
sensación que experimenta es la de quedarse sin palabras para describir
todo aquello", comenta un voluntario de una ONG después de trabajar en
una de las zonas más pobres de India.
La mayor
parte de la población en este país vive al margen del boom económico. De
los 1.100 millones de habitantes de India, 800 viven en la miseria, son
analfabetos y malviven gracias a la agricultura de subsistencia. El 75%
de la población vive en el medio rural, un entorno difícil ya que el
agua que necesitan para las cosechas viene directamente del Ganges o el
Indo, cuencas compartidas y en conflicto con Pakistán y Bangladesh. De
ahí que la distribución del caudal obligue a reducir las cosechas, lo
que provoca importantes desequilibrios en los mercados. Si a ello
añadimos las inclemencias de la naturaleza que afectan a una zona
importante de India, veremos que salir adelante aquí es una tarea
difícil. Así nos lo cuenta Ana Sancho, de Cáritas, responsable del área
de Asia: "Nuestros proyectos ahora se concentran en la zona de Rajasthan
y Maharashtra y van dirigidos a grupos vulnerables, principalmente
indígenas. Estas gentes se encuentran en zonas de gran sequía, donde
azota el monzón que se lleva los cultivos. Nosotros les ayudamos a crear
infraestructuras para la conservación del agua. Son todos proyectos
sostenibles. Les ayudamos a construir canales y tanques para embalsar
agua del monzón que luego pueden distribuir dosificadamente, prolongando
las cosechas el mayor tiempo posible. Esto favorece sus ingresos, que
ayudan a reducir poco a poco el endeudamiento que adquieren con los
bancos. Estas personas viven de las cosechas, pero bajo estas
condiciones extremas no les da ni para su propio consumo. Al final si
consiguen algo más lo venden a bajo precio, no el suficiente para pagar
el préstamo que antes han solicitado a los bancos. En estos últimos años
nos ha llamado la atención el nivel de suicidios entre esta gente por el
grado de endeudamiento con los bancos. Poco a poco estamos ayudando a
romper este círculo, pero hace falta mucha ayuda". ¿Y esto se soporta
con resignación? "Aunque el sistema de castas está abolido por la
Constitución -prosigue Ana Sancho- en la práctica sigue vigente. Es una
especie de inercia que les conduce a la resignación". La realidad es que
las mayores injusticias se siguen cometiendo con las castas inferiores
-los "dalits" o intocables-, indígenas y pequeños agricultores que están
obligados a trabajar en condiciones infrahumanas, a soportar maltrato y
violencia de las castas superiores. No tienen acceso a la propiedad de
la tierra ni pueden extraer agua del mismo pozo que el resto porque sólo
con tocarla la vuelven impura. "En las comunidades rurales donde
trabajamos -señala la responsable de Cáritas- son pacíficos y viven con
resignación". No ocurre lo mismo en otros lugares donde los "dalits" o
intocables están empezando a luchar por su dignidad. En Mumbai (antigua
Bombay) hay por ejemplo 50.000 hombres dedicados a la basura. Un trabajo
ideal para quien no tiene nada que perder porque está en lo más bajo de
la cadena. Aquí hace un tiempo que unieron sus fuerzas para reclamar más
salario y uniformes: van prácticamente desnudos, descalzos y están
metidos hasta la cintura entre gigantescas montañas de basura. Con el
poco dinero conseguido y gracias a la buena administración de las
mujeres, han empezado a conseguir ciertas dosis de independencia, algo
de tierra, cabras… y sobre todo el poder seguir poco a poco con este
movimiento que ha despertado.
Foto: Daniel
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"¿Cómo será el despertar de las masas
indias, a las que durante siglos se les han negado los derechos
más elementales? ¿Cuál será la respuesta de los más
privilegiados?" (Hernán
Zin. Periodista)
Los conceptos de tiempo, de vida y de
muerte aquí tienen otro sentido que choca con la mentalidad
occidental. |
Progreso versus espíritu
Los
contrastes, la miseria, la grandeza, los olores y colores de India no
dejan a nadie indiferente. Y es que nos encontramos en un país donde
conviven los extremos, sensación que recoge todo aquel que visita estas
tierras. Nadie se queda indiferente. Dicen que en India se encuentran
respuestas y son muchos los que aseguran que si te dejas impregnar por
todo cuanto te rodea, tu viaje "exterior" pasa a convertirse en un viaje
hacia dentro de ti mismo. La mayor parte de la población carece de lo
más elemental. Cada día que amanece empieza desde la nada y se construye
en cada momento, por tanto cada pequeño detalle se agradece a la vida.
Los indios son muy curiosos, dirigen sus penetrantes y enormes ojos
negros a todo cuanto se mueve a su alrededor. Es gente muy comunicativa,
les encanta reunirse, y observan y hablan sobre lo que hacen. Miran con
la cabeza alta al visitante y con limpieza mantienen la mirada. Sin
miedo, sin vergüenza. Los conceptos del tiempo, de la vida y de la
muerte… aquí adquiere otro significado que choca frontalmente con los
esquemas y las estructuras de la mentalidad occidental.
En contraste
y como pudimos leer en algunas pancartas del Foro Social Mundial
celebrado en Mumbai en 2004: "¡Bienvenidos al lado equivocado del
capitalismo!", la otra religión. Los valores que en este otro lado se
defienden son el "progreso", el "desarrollo", la "tecnología", el
"consumo", la "modernidad". Valores que están anidando entre la
población y producen un enorme vacío, soledad y precariedad en unas
vidas que intentan aparentar seguridad.
Una encuesta realizada recientemente por la BBC a ciudadanos indios
recogía -entre otras cuestiones- un dato para la reflexión: uno de cada
dos entrevistados tenía la apreciación de que en India no se tomaba la
religión en serio. Y dos de cada cinco admitían que la población joven
había perdido el contacto con la tradición.
Dicen que la espiritualidad de India puede ayudar a encajar el
desarrollo tan vertiginoso que está experimentando el país. Otros
señalan que nos encontramos encima de una bomba de relojería que
estallará en cualquier momento. Un coloso con los pies de barro.
Clave 2020
Todos los
pronósticos apuntan a que India tendrá categoría de superpotencia en
2020. ¿Será así de fácil?
Un sector
mayoritario llama la atención sobre la enorme deficiencia que tiene
India en infraestructuras. Es muy difícil avanzar si no se tienen
carreteras, aeropuertos, energía eléctrica… garantizadas. A ello habría
que añadir la profunda crisis hídrica, de difícil solución. El
periodista del Centro de Colaboraciones Solidarias, Carlos Miguélez
advierte que existen grandes desigualdades que en un momento determinado
"podrían encender radicalismos. Las infraestructuras son deficientes por
el insuficiente gasto del Gobierno para esos fines –una séptima parte de
lo que invierte el gobierno chino-. Sin embargo, ¿podríamos esperar más
de los gobernantes de India? Hace poco más de medio siglo era una
colonia inglesa y hoy es una democracia consolidada, una locomotora con
un crecimiento sostenido del 8% anual. Formarse no puede suponer una
pérdida para el país de origen si éste es capaz de acogerte con sus
conocimientos".
Hay un apunte
interesante en la citada encuesta de la BBC: aunque muchos indios creen
que en breve su país pueda convertirse en esa anunciada superpotencia,
no están seguros de que eso revierta en un crecimiento económico del que
disfruten sus ciudadanos.
El periodista
Hernán Zin no se atreve a hacer predicciones a largo plazo pero sí lanza
unas reflexiones: "¿Cómo será el despertar de las masas indias a las que
durante siglos se les han negado los derechos elementales? ¿Cuál será la
respuesta de los estratos sociales privilegiados? En algunos barrios de
chabolas de Mumbai -por ejemplo- la violencia ha crecido
exponencialmente, y en muchas zonas de India se están creando barrios
privados, protegidos por medidas de seguridad, para los más ricos. Esto
podría generar tensiones sociales si no se realiza una distribución
efectiva y a conciencia de la riqueza. Este es el auténtico de-safío que
India tiene por delante". |
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Daniel Ménguez |
Microcréditos,
la revolución bancaria
Cuando a
Muhammad Yunus, el inventor de los microcréditos, le preguntan sobre el
fallo del sistema económico, su respuesta es siempre la misma: las
instituciones económicas y los gobiernos no se toman el problema de la
pobreza en serio. No se puede eliminar esta lacra aferrándose a viejas
estructuras, hay que poner en práctica nuevas soluciones. Así que este
economista de Bangladesh que estudió en Estados Unidos puso a funcionar
en India un sistema revolucionario: unos créditos de pequeña cuantía que
se dan a los pobres, partiendo de que el dinero será devuelto por
iniciativa propia. No hay necesidad de garantía y se cobra un bajo
interés. Sólo pueden acceder los pobres que no poseen propiedades, a los
que se incentiva para poner en marcha una actividad que exija poca
inversión inicial. Se potencia fundamentalmente a las mujeres, las
mejores clientes. Es lo que se conoce como el Grameen Bank, que tiene
más de mil sucursales y dos millones de usuarios. Desde que comenzó su
funcionamiento en los ochenta ha prestado casi 4.000 millones de dólares
y sacado de la pobreza a miles de personas. La realidad es que la
devolución de los préstamos supera el 95% y no se aceptan donaciones. El
sistema se alimenta por sí mismo, demostrando la teoría de Yunus: "La
pobreza no la crea la gente pobre, la crea el sistema".
Buenos
días, ¿en qué puedo ayudarle?
Pasarse doce
o catorce horas diarias repitiendo las mismas frases prefabricadas a
clientes sin rostro, es un trabajo monótono que exige mucha paciencia, y
los indios han demostrado que la tienen. Eso unido al dominio del inglés
ha hecho que más de 350.000 indios estén recibiendo y contestando
llamadas de servicios de atención al cliente de grandes multinacionales
con sede en otros países. El negocio de los call centers (centros de
atención telefónica) es un símbolo más del cambio rápido que ha
experimentado el país. Desde unas modernas oficinas equipadas con lo
último en tecnología, se hacinan miles de estudiantes universitarios que
pasan toda la noche aquí encerrados –para acoplarse al horario de EEUU-,
adoptando identidades, estilos, actitudes y acentos norteamericanos para
contestar con la mayor familiaridad posible a las dudas y consultas que
les realizan a miles de kilómetros de distancia. Se les exige ser
amables, simpáticos y hasta un poco agresivos si es que se trata de
captar clientes. Su trabajo es monitorizado por inspectores de control
de calidad que estudian el tono de voz, los errores, los resultados e
incluso intervienen si algún cliente se extralimita. A cambio reciben un
sueldo que apenas llega a los 200$ mensuales. Un dinero que sus padres
no ganarían nunca pero que es menos de lo que se paga en EEUU por ese
mismo trabajo.
La
farmacia de los países pobres
Respetando
los Acuerdos de Propiedad Intelectual y apoyándose en la Declaración de
Doha, que antepone la salud pública a cualquier interés comercial, India
produce gran cantidad de genéricos. La propia ley de patentes del país
se encarga de establecer qué medicamento ha de gozar de monopolio en el
mercado y cuál no, abriendo la puerta a su producción genérica. De esta
manera pueden ofrecer fármacos más baratos y más accesibles, pero con
similar calidad avalada por los prestigiosos laboratorios indios. El
resultado está a la vista. Gracias a la entrada de India en la
producción de genéricos para el Sida se logró bajar los precios de estos
medicamentos -de más de 10.000 € por paciente y año, a poco más de 130-,
logrando con ello salvar miles de vidas. Sus industrias farmacéuticas
abastecen a la mitad de los medicamentos que distribuye Unicef, a las
ONG médicas, venden el 95% de los antirretrovirales que utilizan Lesotho
o Zimbabue, e incluso el programa de Bush para el Sida compra en el
país. Debido a las pérdidas que supone esto para el sector farmacéutico,
la multinacional suiza Novartis ha interpuesto una demanda a la sección
de la ley india que permite aplicar con restricciones la concesión de
las patentes. Todos los países en desarrollo cruzan los dedos para que
pierdan, porque si no se pondría en riesgo la vida de millones de
personas que sólo pueden tratarse con los genéricos indios.
Foto:
Daniel Ménguez |
Sin
mujeres no hay futuro
Los
indicadores económicos confirman que India pronto se convertirá en una
superpotencia, pero este futuro tan halagüeño puede verse truncado.
El asesinato
y feticidio de niñas en este país asciende a 50 millones de
"desaparecidas" durante el siglo XX, según datos de UNICEF. En los
últimos veinte años casi diez millones han perdido la vida, lo que ha
provocado un declive de población femenina en el 80% de los distritos
del país. Este hecho considerado ya de emergencia nacional, se produce
principalmente en las zonas más desarrolladas y educadas del país. Un
país donde la mujer es un problema y una carga debido al peso de la
tradición.
Por esa razón
una familia prefiere invertir en la educación de un varón, ya que la
niña a una determinada edad se casa y se marcha a vivir con la otra
familia. Mientras que el hombre hereda y se queda en la casa a cuidar de
sus padres. En el caso de la mujer hay que añadir además el coste que
genera la dote -práctica prohibida pero mantenida-, donde los padres
pagan en efectivo y bienes a la familia del varón.
En las zonas
más desarrolladas se practica el aborto. En el medio rural, como no
tienen manera de conocer el sexo con antelación, son asesinadas al nacer
ahogándolas en arena, con tabaco, colgándolas por los pies o
abandonándolas en la noche. La situación es tan grave que el gobierno ha
creado una red de orfanatos en todo el país y de cunas por las calles de
las grandes ciudades, para recoger a esas niñas no deseadas y librarlas
así de la muerte segura.
India aprueba
en economía y suspende en derechos humanos. Avanza en tecnología pero
cierra las puertas de su futuro. Porque una sociedad que prescinde de la
mujer y se asienta sobre individuos centrados en sí mismos, cuya
interdependencia se reduce a lazos económicos y de mercado, es una
sociedad que no puede avanzar.
Los mayores
cambios en el planeta se están produciendo en aquellos lugares donde la
mujer ha recuperado su papel. Es piedra angular no sólo porque tiene en
sus manos el poder de dar vida sino porque es quien teje lazos, crea
red, busca equilibrio, genera solidaridad. Y todo ello lo realiza de una
manera integradora. Dando la mano a quien quiera seguirla. Porque el
futuro contempla a hombres y mujeres trabajando juntos. Excluir a la
mujer es romper el equilibrio, es negar la evolución, es abocarse al
caos. |
Hernán Zin
Viaje al interior
Lo dejó
todo y se marchó tres años a India para estar al lado de los más
desfavorecidos. Puso en marcha un ambicioso proyecto de ayuda a los
niños de la calle. Ha escrito libros, artículos y reportajes para
distintos medios de comunicación y ha realizado documentales con las
duras experiencias vividas. Nadie mejor que el periodista y escritor
Hernán Zin para hablarnos de la India por dentro.
-Puedes
explicarnos cómo pueden convivir en un mismo espacio ese grupo de
población tan cualificado y preparado, al lado de esos 350 millones de
pobres?
-Recuerdo una
escena que presencié cuando vivía en Calcuta. Un residente del barrio de
Tollygunge, vestido de blanco impoluto y con una raqueta de tenis en la
mano salía de su casa y pasaba delicadamente por encima de varios
indigentes que dormían en la acera envueltos en raídas mantas, rodeados
de los bártulos con los que intentaban llevar una vida lo más digna
posible a pesar de todo: cazos para cocinar, baúles de metal con sus
escasas pertenencias. Tras superar a esta gente, entre la que se
encontraban ancianos, mujeres y niños, el hombre se subió al coche
Ambassador en el que su chofer seguramente lo llevaría al club de tenis.
En pocos
lugares del mundo la riqueza y la pobreza han convivido de forma tan
próxima, casi solapándose, como en la India. Ciertas premisas culturales
y religiosas hacen que este encuentro sea aceptado por ambas partes con
cierta naturalidad. En ciudades como Calcuta, que desde su fundación por
Job Charnok recibe flujos de campesinos hambrientos y miles de personas
desesperadas, han poblado las aceras de los barrios más adinerados.
El desembarco
de la globalización en el subcontinente, a principios de los años 90,
abrió los horizontes de la clase media, permitiéndole prosperar
rápidamente, cambiando en buena medida sus valores, acercando al país a
la forma que predomina en Occidente de comprender la vida.
Por ahora,
esta prosperidad ha tenido muy escaso impacto en la vida de los más
pobres. Habrá que esperar a ver cómo reaccionarán las capas más
postergadas de la sociedad india cuando ese mismo mensaje de la
globalización las alcance. Veremos si este proceso de transformación
cultural hará que las relaciones entre ricos y pobres se vuelvan tensas,
violentas, como sucede en América Latina y en gran parte de las urbes
africanas.
"Existe un
gran orgullo de ser indio. Algo que se palpa en cada
instante, en cada calle, en cada mercado, más allá de la
diversidad étnica y religiosa" |
-¿Cuál
crees que ha sido la clave de este boom económico?
-Más allá de
los estereotipos, la India cuenta entre sus activos con una
extraordinaria cultura del trabajo, que hoy la convierte en una sociedad
sumamente competitiva. También la alta estima y ponderación que se tiene
en este país por el pensamiento científico -en especial por las
matemáticas, la ingeniería, la informática-, la ha convertido en una
potencia a nivel mundial en estos ámbitos, que ya no sólo exporta mentes
privilegiadas sino que permite que se desarrollen en su propio país. Por
otra parte, posee un factor cuantitativo innegable: masas de jóvenes,
cada día mejor cualificadas, dispuestas a luchar con ahínco por
prosperar.
Otro activo
importante, a diferencia de África, es que los colonizadores británicos
dejaron tras su paso una eficiente red de transporte ferroviario y unas
instituciones públicas bien articuladas. En esa parte del mundo no sólo
se dedicaron al expolio de las materias sino que desarrollaron
estructuras que son hoy las que permiten a la India orientar sus
potenciales hacia el extranjero.
La influencia
de la diáspora india, que en su mayoría no ha cortado lazos con sus
parientes en el subcontinente, también ha servido de puente y estímulo
entre la India y el resto del mundo. A diferencia de otras comunidades,
los indios que residen en el exterior suelen mantenerse ligados a su
lugar de origen.
El cuarto
elemento fundamental para el progreso de la India pasa por el movimiento
masivo de recursos intelectuales y financieros de Occidente a Oriente.
Si continúa la actual tendencia, es de esperar que el continente
asiático se transforme en el epicentro del poder económico en la segunda
mitad del siglo XXI.
Por último,
creo importante señalar como una ventaja competitiva de la India su
marcado nacionalismo. Existe un gran orgullo de ser indio. Algo que se
palpa a cada instante, en cada calle, en cada mercado, más allá de la
diversidad étnica y religiosa. Por eso la India supo abrirse al mundo en
los años noventa -paradójicamente, por la decisión de los partidos más
conservadores-, pero sin destruir sus fuentes autóctonas de empleo. Al
contrario, potenciándolas, a diferencia de lo que sucedió en la misma
década en América Latina, donde las élites gobernantes parecen no tener
ese mismo espíritu de orgullo nacional.
-Tú que has
estado en contacto con los más desfavorecidos, ¿cómo viven ellos esta
situación?
-Nunca he
estado de acuerdo con el estereotipo de la "resignación" de los indios.
Al contrario, poca gente he visto trabajar con más empeño y pujanza que
los campesinos pobres de Bengala Occidental o Gujarat, que los
conductores de cyclerickshaws de Chennai, o que los coolies (portadores)
en los mercados y las estaciones de tren en Nueva Delhi. Jornadas
interminables, sueldos míseros, explotación, desprecio. Todo por sacar
adelante a sus familias.
Sí existe un
alto grado de "aceptación" de la realidad social, que no es cuestionada
en sus estructuras, en su injusta distribución de la renta y de las
posibilidades de progreso. Debido a la influencia de la globalización es
de esperar que esto cambie en un futuro próximo. Algunos movimientos
sociales están despertando ya en la India, exigiendo lo que les
corresponde.
Todo
dependerá de la respuesta que tengan estas legítimas demandas de
justicia social. Pueden derivar en una cultura del resentimiento y la
rabia como en otros lugares pobres del mundo. Resulta erróneo considerar
que la violencia es ajena a la sociedad india. Otro estereotipo del que
debemos despojarnos es el de la concepción gandhiana de la realidad en
el subcontinente. Ese fue un movimiento puntual en el tiempo, que poca o
nula influencia tiene en la realidad actual. La India está en
ebullición. Y su futuro es incierto.
"La prosperidad ha tenido escaso
impacto en la vida de los más pobres"
-¿Qué
influencia ha ejercido y ejerce su tradición espiritual?
-Durante los
años que viví en la India no fui testigo de esa espiritualidad de la que
tanto se habla y que parece ser más bien un producto de marketing. Salvo
algunas excepciones, la religión en la India es meramente devocional,
mecánica, como en casi todo el mundo. Una miríada de deidades a las que
se les pide fuerza, inspiración o milagros. Resulta importante destacar
que el hinduismo carece de un cuerpo de doctrina moral. Más bien se
trata de una serie de leyendas y tradiciones que cada uno interpreta
libremente, a diferencia del islam o del cristianismo, que también están
presentes, aunque en menor medida, en esta sociedad.
La supuesta
"espiritualidad" desarrollada por los arios a su llegada al
subcontinente, en sincronía con las tradiciones aborígenes, ha servido
para mantener y legitimar una estructural social vertical, jerárquica, y
no para fomentar verdaderos valores espirituales como la empatía hacia
el sufrimiento ajeno y la solidaridad.
De todos
modos, el desembarco de la globalización está poniendo en cuestión esta
visión de la vida que en buena medida ha contribuido a la injusticia y
la opresión, principalmente a través del sistema de castas.
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FUSION OPINA
Llega hasta nosotros esa imagen de India
espiritual, pobre, resignada con lo que le ha tocado vivir. Una
India que observa al mundo a través la mirada profunda de millones
de ojos negros que, sin nada que llevarse a la boca, contemplan con
conformismo y una sonrisa todo cuanto acontece en su entorno.
En paralelo nace otra India que, apoyándose
en las nuevas tecnologías y gracias al neoliberalismo, se convierte
en todo un modelo económico a seguir. Un modelo que beneficia a una
minoría y que lanza a este país al ranking de las superpotencias.
A medida que India crece económicamente
aumenta el malestar entre sus ciudadanos. Según aumenta la tasa de
PIB, los agricultores cargados de deudas se suicidan por miles. Los
informes de hambruna y desnutrición llegan desde todos los rincones
del país.
India está reproduciendo en estos momentos
el mismo desequilibrio que se registra a nivel planetario fruto del
actual sistema económico. Un sistema que incrementa las
desigualdades sociales. Un sistema con pies de barro que desprecia
precisamente a la fuerza en la que se apoya: el capital humano.
Las víctimas que aquí se cuentan por
millones no pueden más y gritan. Unen sus voces dispuestas a
destruir todo cuanto les aprisiona porque ser pobre no quiere decir
ser débil. Los "nadie" –que existen en todos los lugares del
planeta- están tomando la palabra y en el caso de India, el círculo
de violencia ha empezado en distintas zonas del país. No tienen nada
que perder porque carecen de todo. No tienen miedo. La imagen de la
India resignada se cae. El cambio ha empezado. ¿Pasará lo mismo en
China? ¿Quién será el siguiente? |
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