MAYO 2007
EN MAYO, A LAS
URNAS
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Todo este guirigay es
una lucha única y exclusivamente por recuperar el poder. Los
ciudadanos son peones en este tablero. Pero también somos los que
podemos dar legitimidad o quitarla. |
M ayo
es el mes de las flores… y de las papeletas. Papeleta la que tenemos los
españoles. Un nuevo examen ante las urnas en el que deberemos demostrar
cómo andamos de madurez democrática, sea lo que sea lo que quiera decir
eso. Madurez democrática como la demostrada en las últimas elecciones
generales, cuando las urnas, antes que dar la victoria a unos o a otros,
castigaron con dureza a los mentirosos. Los españoles demostramos tener
juicio propio, al margen de la palabrería, de las campañas
propagandísticas, de las falacias oportunistas. Y eso en un momento
difícil en el que se aprovechó el dolor y la confusión para mentir con
la boca grande. Ahí crecimos.
Pero no basta
con demostrar una vez. La cita del 27 de mayo es una antesala de las
próximas generales. Será el momento de ver si el pueblo español se ha
dormido, de puro hastío por tanta crispación y tanta confrontación
gratuita, o demuestra una vez más a quién sirven los políticos y ante
quién deben rendir cuentas.
Será el
momento de enseñarles los dientes a los alentadores de un ambiente
político turbio como no lo conocíamos hasta ahora, para que dejemos
clara nuestra opinión sobre tanta crispación, sobre la desintegración de
España, sobre una forma de hacer política basada en el engaño por
sistema, en la mentira reiterada, en las acusaciones gratuitas, en la
propaganda sucia, en las bajezas y los insultos... y básicamente en la
falta de una alternativa. Ya son muchas voces las que reclaman un
partido de derechas real, y no el esperpento que tenemos, para
garantizar la oposición, la alternancia, el equilibrio. Así pues, será
el momento de decidir si permitimos impasibles que continúen las burlas,
o si ponemos a cada uno donde tiene que estar.
Cuando
tengamos un pie en el colegio electoral, recordemos todas las mentiras
urdidas en torno a los atentados del 11 de marzo, intencionadas y
perfectamente dirigidas. Recordemos el boicot manifiesto a un grupo de
comunicación, primera vez en nuestra historia democrática que asistimos
a un ataque tan explícito a la libertad de expresión, sin que haya
pasado absolutamente nada. Recordemos las aberraciones urbanísticas
perpetradas o programadas en diferentes zonas de la geografía española,
pasando por alto el más elemental sentido de la lógica, desoyendo todas
las voces, recalificando parajes protegidos, trampeando leyes y órdenes
judiciales. Recordemos que en las listas de algunos partidos hay nombres
de concejales implicados en casos de corrupción, a cuyo partido no le
tiembla la mano a la hora de incluirlos en las listas, claro indicativo
del respeto que tienen hacia el electorado. Será momento de preguntarse
cómo es posible que el sistema permita tales absurdos, manteniendo
listas cerradas que impiden a los ciudadanos elegir, más que a los ya
elegidos por el partido.
En cualquier
caso, el espectáculo es el de siempre. Todo este guirigay montado desde
que el PP perdió las últimas generales es una lucha única y
exclusivamente por recuperar el poder. Los ciudadanos son peones en este
tablero. Pero también somos los que podemos dar legitimidad o quitarla.
Ya sabemos
que en época electoral, la derecha pone en marcha una maquinaria
arrolladora: es el poder de las hormigas, puerta por puerta, jubilado
por jubilado, rascando los votos de uno en uno, resucitando a los
muertos si cabe, engordando censos, imprimiendo solicitudes falsas de
voto por correo –sin que pase nada, qué país más increíble-. La derecha
vota aunque haya que sacar a la calle a los entubados de la UCI y
ponerlos en el colegio electoral. La izquierda suele dormirse en los
laureles. Veremos qué ocurre. Veremos cuánta memoria tenemos. Veremos.
En cualquier
caso, será un examen que nos dará justamente lo que merezcamos. Ni más
ni menos. /C.F. |