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El mar, cuna de la vida y base para el
desarrollo humano, ha ido poco a poco padeciendo

JULIO 2007

 

los efectos de una actividad humana descontrolada. Sobrepesca,
vertido de residuos, explotación, destrucción del fondo marino. El equilibrio se ha roto. Tiburones, medusas, especies abisales han abandonado sus hábitats y llegan a nuestras costas en una lucha por la supervivencia. Los científicos nos advierten que esto sólo es el principio.
/ Texto: Mariló Hidalgo


Foto: © John Hyde / Greenpeace

Todos los astrobiólogos del mundo tienen puestos los ojos en el lago Vostok de la Antártida. Aquí podrían encontrarse reductos de vida de hace miles de años.


Antes que la vida, existía el mar


Sin él las noches serían polares, los días un infierno y la vida imposible sobre la faz de la tierra. El mar ya estaba desde el principio. Era. Surgió hace 4.000 millones de años y permitió el nacimiento de la vida. Desde entonces alberga infinitas formas de existencia -muchas de ellas desconocidas-, y proporciona alimento, materias primas y energía, esenciales para el desarrollo de la raza humana.
El mar ocupa las tres cuartas partes de la superficie terrestre. Podríamos decir que sobre él se encuentran los pilares de la tierra. Representa el 97% del agua existente en el planeta, mientras que el agua dulce apenas llega al 3%.
Antes de que el tiempo diera lugar a los días y las noches, el mar inició un movimiento que desde entonces no ha cesado y que se conoce como ciclo del agua. Empieza en el mar, se evapora a la atmósfera y luego regresa en forma de lluvia. Una parte es aprovechada por el hombre, otra se filtra de nuevo en la tierra y otra es depositada en forma de nieve que termina en los ríos que van a parar a la mar... Una danza perfectamente armónica que alimenta a toda la vida del planeta.
Pero, ¿qué conocemos del mar? Realmente, muy poco nos asegura José Luis García Varas, responsable del Programa Marino de WWF/Adena. “El hombre conoce mejor la superficie de Venus -gracias a la sonda espacial Magallanes-que el fondo marino. Y eso ha sido así por varias causas. Los océanos son opacos, la luz penetra sólo unas decenas de metros y nuestros ojos son incapaces de ver en su interior. Por ello el hombre ha tendido a ignorarlo. Por otro lado, a pesar de que la vida nació en el fondo del mar, es un medio hostil para el hombre, por lo que nunca mostró un interés excesivo, más allá de la obtención de recursos -pescado, fundamentalmente-. Nos encontramos ante un campo de investigación que es muy caro y donde los resultados no tienen una aplicación inmediata para el hombre. Pero conocer cómo funcionan los océanos es clave para mantener la vida en el planeta”.
Es curioso que al tiempo que el hombre ponía el primer pie en la luna, Auguste Piccard -físico suizo- y Don Walsh -miembro de la Marina de EEUU-, llegaban hasta los 11.263 metros de profundidad de la fosa Mariana, dentro de un batiscafo capaz de soportar las 1.100 atmósferas de presión. Desde entonces más de una docena de  seres humanos han caminado sobre la luna, pero ninguno ha vuelto al lecho del mar. “La exploración oceanográfica tiene poco más de 150 años -aclara José Luis García- y el avance en sus descubrimientos ha estado muy ligado al desarrollo tecnológico. A día de hoy, desconocemos mucho de sus profundidades, de sus habitantes y de su funcionamiento”. Parece que ha resultado más excitante el espacio sideral que las profundidades marinas y en cambio no parecen ser tan diferentes. Por poner un ejemplo, la forma de vida que parece haberse descubierto en un meteorito de Marte es similar a la encontrada alrededor de las chimeneas hidrotermales próximas a las Islas Galápagos. Lugar donde se cree que se originó la vida en nuestro planeta. Y más sorprendente aún es el caso del lago Vostok, situado a más de cuatro kilómetros de profundidad, bajo los hielos de la Antártida. En ese lugar todos los astrobiólogos del mundo han puesto sus ojos porque ahí abajo, en ese reducto “protegido” e incomunicado, podrían encontrarse indicios de vida de hace miles de años. Y aún más. El ambiente que rodea al lago es similar al existente en Europa, satélite de Júpiter. Con ello, el espacio y el fondo del mar parecen entrar de nuevo en conexión.
Los que se han dejado seducir y han viajado a las profundidades, hablan de un mundo de misterio y aventura que te atrapa desde el primer día. Un mundo del que sin duda quieres conocer más.
Un mundo oscuro -la luz penetra tan sólo unos 200 metros-, rodeado de silencio, donde se experimenta esa dulce sensación de ingravidez, de libertad. Donde observas cómo tu cuerpo se desliza suavemente en medio de un paraíso de vida y vegetación hasta el momento desconocidas. Donde sientes los pausados latidos del corazón y compruebas que la medida del tiempo aquí, es distinta. Todo parece responder a otro ritmo del que pronto se pasa a formar parte. Aseguran que ésta es la llamada del origen.
En este universo líquido, como no podía ser de otra forma, existen agujeros negros, puertas dimensionales, vidas inteligentes, hábitats que pertenecen a un nivel de evolución superior al que conocemos. Todo un universo del que apenas hemos descubierto una mínima parte. §


Foto: © Greenpeace / Vasquez

El mar está exhausto. El 25% de las especies explotadas comercialmente están al borde de la extinción.

 


Las siete amenazas


Hace miles de años que el mar es para el hombre fuente de alimento y energía, importante vía de comunicación, espacio de recreo y cómo no, fuente de inspiración. Existe en tal cantidad, que al hombre nunca se le pasó por la cabeza el pensar que esto podría acabarse algún día. “La mitad del oxígeno que respiramos -recuerda Greenpeace- proviene de los océanos. A cambio los humanos los estamos ahogando. Contaminándolos con petróleo y otros productos químicos, provocando su calentamiento global o agotando sus recursos pesqueros. La contaminación en estos momentos es tan grave que ha llegado a zonas casi vírgenes como el Océano Ártico. Por ello Greenpeace considera que es hora de hacer frente a esta situación y actuar”.
De la misma forma que se habla de los siete mares del mundo, expertos señalan siete peligros que acechan al medio marino.
Cada vez se arman barcos de mayor calado. El transporte por mar ha ido en aumento estos últimos años y con ello también los índices de contaminación por hidrocarburos. En ello, los superpetroleros se llevan la palma y aunque existen medidas de control a nivel internacional, también hay Estados que no tienen inconveniente en vender el derecho a utilizar sus banderas -banderas de conveniencia- con lo cual, los desaprensivos consiguen saltarse los protocolos y la legislación establecida. Recordemos el caso español del Prestige.
El hombre ha convertido al mar en una gran cloaca, ya que a él van a parar todos los desechos orgánicos e inorgánicos que en su conjunto suponen el 10% de la contaminación marina. Más grave aún son los vertidos de fuentes terrestres que se caracterizan por su toxicidad, persistencia y acumulación en la cadena trófica ya que representan el 70% de dicha contaminación. El mar siempre ha actuado como sumidero de carbono y ha frenado en cierta forma los efectos del cambio climático pero, ¿hasta cuándo?.
Otra de las grandes amenazas del momento sin duda es la sobreexplotación pesquera. El mar está exhausto. El 25% de las especies explotadas comercialmente están al borde de la extinción. El atún rojo, la anchoa, el bacalao son algunos de estos tristes protagonistas. El saqueo es continuo, como nos explica Greenpeace: “La pesca moderna está dominada por buques pesqueros industrializados que están muy por encima de la capacidad de los océanos para restituir la cantidad de pescado capturada. Buques gigantescos que usan la última tecnología disponible para la localización del pescado son capaces de encontrar los bancos de peces de forma rápida y eficaz. Estos barcos disponen además de plantas de procesado y empaquetado a bordo, sistemas de refrigeración, plantas de procesado de harina de pescado, y potentes motores capaces de arrastrar enormes artes de pesca. Simplemente: el pescado no tiene escapatoria. Los daños derivados de la sobrepesca no terminan en las especies objetivo de la actividad pesquera, ni en aquellas que son capturadas de forma accidental como mamíferos marinos o aves. La sobrepesca está afectando cada vez más a los ecosistemas marinos de los que estas especies forman parte. Los científicos están alertando sobre el hecho de que esto tendrá como resultado cambios profundos en nuestros océanos, quizás provocando cambios irreversibles”. Greenpeace empieza una campaña a partir del mes de julio a través de su buque insignia el Rainbow Warrior, donde denunciará las amenazas oceánicas y pedirá la creación de reservas marinas.
La explotación minera del fondo marino en busca de petróleo y gas es otra de las grandes amenazas. La presión de las grandes superpotencias está poniendo en peligro santuarios de vida como pueden ser los Polos, zonas vírgenes de nuestro planeta.

La urbanización masiva y descontrolada afecta gravemente al litoral sedimentario, cuya expresión más visible es la alarmante desaparición de playas.

“La atracción que ejercen las costas sobre el hombre viene de muy antiguo -recuerda Greenpeace-. La franja marina más rica, productiva y diversa es la más cercana a la costa. Esta riqueza ha sido aprovechada por el ser humano desde tiempos inmemoriales para desarrollar su modo de vida. Pero el mal uso realizado por el hombre, ha puesto nuestras costas en una situación de amenaza y destrucción. La ocupación física del litoral se ha resuelto con la urbanización masiva y descontrolada de la franja costera, a la que hay que sumar la alarmante proliferación de instalaciones portuarias como puertos deportivos y comerciales, que han sembrado este espacio de espigones, muelles y diques de abrigo, desdibujando el perfil de la costa y alterando irreversiblemente la dinámica litoral. Una de las consecuencias más directas de esta alteración es la erosión costera, que afecta gravemente al litoral sedimentario y cuya expresión más visible es la alarmante desaparición de las playas. A esta erosión hay que sumar los graves impactos sobre los hábitats costeros y sobre los sistemas ecológicos relacionados”.
La séptima amenaza sería la consecuencia de todas las anteriores, fruto de la mano del hombre. Nos referimos a los efectos del cambio climático. Al calentarse la Tierra sube el nivel del mar, lo que afectará a la vida de millones y millones de personas que viven en las zonas costeras. También alterará a las corrientes oceánicas que influirán en la pesca y en la vida.
Esta cadena de amenazas ya está en marcha. Sus efectos, también. §


Foto: Josep-María Gili

“La invasión de medusas se debe a la falta de depredadores y la abundancia de alimento, junto a un ligero aumento de la temperatura”

 


El mar reacciona


En nuestras costas están empezando a pasar cosas extrañas desde hace algún tiempo. Todo parece tener un hilo en común. El hombre ha transgredido los límites y el mar, la vida que en él habita, responde para poder sobrevivir. Invasión de mejillones cebra y de la almeja asiática en el río Ebro. Invasión del alga camalote en el Guadiana. La plaga de la denominada alga asesina en el fondo del Mediterráneo. Las medusas, tiburones, los calamares gigantes, cetáceos varados, aparición de nuevas especies abisales... Todo ello indica que algo está ocurriendo dentro del mar. ¿Qué lectura debemos hacer de todo esto?

¡Alerta! Medusas

Un año más decenas de playas españolas se encuentran en alerta por invasión de medusas. Han empezado a llegar las primeras, antes incluso que el pasado año. Hay que tomar medidas, por lo que el Ministerio de Medio Ambiente acaba de poner en marcha una campaña, en coordinación con el resto de Administraciones públicas, que tiene como objetivo contribuir a un uso más seguro de las playas para el baño y prevenir y combatir los efectos negativos de la proliferación de medusas. Pero, ¿por qué medusas y por qué ahora? El biólogo marino Sergio Rossi que trabaja en el Instituto de Ciencias del Mar-CSIC y el Instituto de Ciencias y Tecnologías Ambientales-UAB, se ha metido de lleno en el tema y ha escrito -junto con el periodista Toni Polo-, Medusa (Plaza & Janes). Esto es lo que nos cuenta sobre el tema.

-¿Qué te motivó a escribir este libro y por qué elegiste el formato de novela?
-El objetivo final era explicar una historia relacionada con un problema grave y de actualidad: cómo se están transformando los mares a lo largo y ancho del planeta, y cuál es nuestra parte de responsabilidad en tales cambios. Toni y yo también buscábamos denunciar la gran presión que está sufriendo en estos momentos parte de la ciencia, que se ve abocada a resultados rápidos -y a veces muy poco reflexivos y poco amplios de mira- para satisfacer a una sociedad quizás demasiado acelerada. Respecto al formato, es el que a más público iba a llegar, e iba a permitirnos utilizar muchos recursos en una trama dinámica y muy realista.

-En el libro hablas de 2012 como el año en que un organismo viscoso cubre los océanos de todo el mundo, la pesca desaparece, los barcos mercantes no pueden zarpar y el turismo huye de las costas. ¿Hace falta esperar tanto para llegar donde señalas?
-De hecho estas situaciones ya se están dando. El libro está basado en problemas de este estilo que ya han sido registrados a nivel local en varias partes del planeta: Mar Menor, Bahía de San Francisco, fiordos Noruegos o Mar Negro. Se ha magnificado y acentuado el posible colapso en estas industrias -tráfico marítimo, pesca y turismo- que ya se están viendo afectadas en muchos lugares.

“Esta es una adaptación de la naturaleza a la nueva situación que nosotros estamos propiciando”

-La invasión de medusas ha pasado de ser algo esporádico a ser periódico. ¿A qué es debido?
-Un estudio de hace unos quince años explicaba que, aquí en el Mediterráneo, las largas series temporales de observación en diferentes lugares pronosticaba invasiones de medusas cada once años. La principal causa era la sequía, que provocaba una falta de agua dulce que retendría al plancton gelatinoso mar adentro al no crearse las deseadas plumas de agua dulce de los ríos. La escasez de lluvias es, por tanto, un factor importante para entender por qué llegan hasta la costa. El mayor número se debe, sobre todo, a la falta de depredadores -atunes, tortugas- y a la abundancia de alimento, combinada con un ligero aumento de la temperatura.

-Las medusas son un síntoma de alarma pero algunos expertos señalan que sólo es el principio. ¿Qué plagas podrían acompañarnos en breve?
-Los ecosistemas parecen estar banalizándose en muchos lugares del planeta. Es muy difícil predecir qué vendrá después, pero lo que sí es posible observar ya ahora es que nuestro entorno se está transformando, evolucionando hacia unos derroteros que sólo parecen llevarnos hacia un mundo menos diverso y menos complejo.

-¿Existen medidas para evitar todo esto?
-Sí, desde luego. Empezando por entender que parte de nuestros hábitos y del consumo al que estamos acostumbrados no están bien dirigidos. Hemos de cambiar la mentalidad en muchas cosas, como por ejemplo no hacer una explotación de caladeros de pesca tan irracional y agresiva, que acaba por desequilibrar los ecosistemas. Sin embargo: ¿a quién no le gusta comer rape o atún?

-A la llegada de medusas hay que añadir la visita y colonización de tiburones en nuestras costas. ¿Cómo han llegado hasta aquí?
-Muchas especies llegan porque encuentran alimento y las condiciones de vida ideales. En otras ocasiones se debe, aparte de estos factores, a un aumento de temperatura en las aguas. Es curioso que los científicos estemos muy preocupados por las causas del famoso cambio climático, pero que aparentemente seamos pocos los que nos ocupamos de los efectos, cómo en estos momentos están afectando a los ecosistemas del mundo entero.

 

“Es curioso que los científicos estemos muy preocupados por las causas del famoso cambio climático, pero que aparentemente seamos pocos los que nos preocupamos por los efectos”

 

-En estos últimos tiempos estamos conociendo otro tipo de invasiones más silenciosas pero preocupantes, que están alterando nuestro ecosistema. Nos referimos por ejemplo al mejillón cebra (Ebro), la almeja asiática, el alga camalote (Guadiana) o la denominada alga asesina (Mediterráneo). ¿Cómo ha influido la mano del hombre en esta alteración?
-El libro se basa en este tipo de “vectorización” o difusión de especies invasoras o alienígenas en diferentes partes del mundo. Las medusas se expanden de forma fulminante gracias a las aguas de balance de los barcos de mercancías que cruzan los océanos y mares de punta a punta en un continuo ir y venir. Somos responsables directos de estas invasiones, la mayoría de las veces de forma por completo involuntaria. Como he comentado antes, los ecosistemas se transforman, pero no es la naturaleza la que ha de preocuparnos -seguirá funcionando miles de millones de años “a pesar” de una especie tan insignificante y efímera como la nuestra-sino nosotros mismos, cómo enfrentaremos los posibles problemas que en un futuro nos pueden hacer la vida quizás no tan agradable.

-Hasta ahora ha sido el hombre el que ha sobreexplotado el mar, lo ha contaminado, ha extraído energía y todo ello lo ha hecho sin equilibrio y sin límite. ¿No serían estas “invasiones” una manera de respuesta del mar a todo ello?
-Un autor alemán, Frank Schatzing, ha publicado un libro genial llamado “El quinto día”, en el que el mar, sencillamente harto de nosotros, intenta -con muchísimo éxito- exterminarnos para que se pueda continuar viviendo en el planeta sin grandes sobresaltos. Recomiendo sus casi mil páginas de lectura. No creo que sea una respuesta del mar a nuestra inmensa estupidez, sino más bien una adaptación de la naturaleza a la nueva situación que nosotros estamos propiciando. Porque hay que pensar una cosa: las medusas están muy “contentas” de tener menos depredadores, más alimento y más calorcito para campar a sus anchas gracias a nosotros...

Ejemplar de Regalecus Glesnes aparecido en la costa asturiana. Este pez oceánico vive en las profundidades superiores a los 1.250 metros.

Foto: CEPESMA

“A medida que existe una mayor presión pesquera se localizan más calamares gigantes, capturados en artes de pesca”

 

 Tiburones, cetáceos varados, calamares gigantes...

en nuestra costa

Algunos tiburones han abandonado las aguas exóticas donde vivían y se han trasladado al Mediterráneo, un mar cada vez más caliente. Se calcula que al menos cuarenta especies -de las 88 catalogadas- viven cerca de nuestras costas.
En el norte de nuestro país el pasado año quedaron varados un gran número de cetáceos en las playas. Sólo en aguas asturianas aparecieron muertos en diez días, once ejemplares de calderón común (ballenas de tamaño medio). También siguen apareciendo calamares gigantes y cada vez se encuentran con más especies “raras” procedentes de los fondos abisales. En Luarca (Asturias) tiene el cuartel general CEPESMA, la Coordinadora para el Estudio y Protección de las Especies Marinas. Ellos son los responsables del rescate y salvamento de los ejemplares marinos que llegan hasta nuestras costas. En estos momentos poseen la mayor exposición del mundo de calamares gigantes, con los ejemplares mejor conservados. Hablamos con Luis Laria, director de CEPESMA y gran enamorado del mar.

-¿En qué condiciones llegan los cetáceos y por qué aumenta el número de varamientos cada año?
-Nosotros somos los responsables de varamientos en el Principado de Asturias. Cada año llegan entre ochenta y noventa cetáceos a nuestras costas. Son susceptible de estudio el 90%, el resto llega en muy malas condiciones. La mayoría de ellos -pequeños y medianos- quedan atrapados en las artes de pesca. A mayor actividad pesquera, más mortandad. Luego hay otros factores: longevidad, enfermedades que afectan al sistema nervioso o a la dermis. Pero el pasado año ocurrió algo anómalo. Normalmente tenemos una población estable de calderón común -ballenas piloto-, pero en 2006 detectamos un incremento importante de población en esta zona y esto influyó en el número de muertes. Creemos que fue una migración alimentaria asociada a una situación anómala de las corrientes marinas. Del Atlántico vinieron al Cantábrico.

-¿Y en el caso de los calamares gigantes que siguen apareciendo con regularidad?
-Están en la misma situación. A medida que existe una mayor presión pesquera se localizan más calamares gigantes -capturados en artes de pesca-. Estos son los casos más comunes. Hace un tiempo aparecieron muertos nueve ejemplares en dos años  a causa de prospecciones geológicas que se hicieron en la zona y que crearon ondas sísmicas expansivas que les afectaron letalmente. Tenemos controlada una población estable de calamares gigantes en el Cantábrico.

“Tardamos en ver los problemas que están surgiendo en el mar porque son procesos lentos”

-He leído que también estabais estudiando ciertas mutaciones aparecidas en algunos mariscos.
-En efecto, hemos encontrado varios crustáceos con alteraciones anatómicas peculiares pero no tenemos aún resultados ni podemos sacar conclusiones. Lo que sí es cierto es que el mar es una gran cloaca. Ha sido y lo seguirá siendo. Se vierten todas las inmundicias que genera el ser humano: metales pesados, productos químicos, residuos radiactivos... A sólo 400 millas de la costa española existe uno de los mayores cementerios radiactivos del mundo. Con residuos que pueden tener una latencia de 250.000 años y éste es un problema que tendremos que asumir en el futuro. El mar a pesar de ser tan inmenso no es omnipotente. Tiene una fortaleza pero no puede asumir todo lo que se le está echando. Desde la actividad que desarrollamos en el CEPESMA hemos comprobado los cambios acontecidos en los últimos años con la aparición de especies que vienen de otros lugares y de muchas irregularidades en el mar. El cambio climático es real y es ya, no se trata de una expresión.

-Unas alteraciones se ven y otras no, ¿se trata de una revolución silenciosa?
-Efectivamente. En el mar los problemas tardamos en verlos porque son lentos. En la tierra podemos experimentar unas variaciones de temperatura a lo largo del día y no pasa nada. En el océano un grado de temperatura a 1.500 metros de profundidad, produciría un desastre ambiental impresionante que afectaría directamente al continente que estuviese más cercano.

-Por último y en términos de porcentaje, ¿qué conocemos y qué ignoramos del mar?
-Conocemos sólo un 2%, el resto es todavía un secreto. §

 

 

Un universo desconocido

 

Por José Luis García, de WWF/Adena.


Foto: Image courtesy of NOAA

“Se estima que pueden existir más de cien millones de especies marinas. Y cada día se descubren otras nuevas”.
(J.L. García WWF/ Adena).

La gente tiene habitualmente una idea de fondos marinos monótonos, sin apenas biodiversidad y poblados de forma escasa por extraños peces. Sin embargo, los fondos son todo menos monótonos. Podemos encontrar tantos hábitats diferentes como en las selvas amazónicas. En 1960, se llegaron a recolectar con un trineo epibentónico más de 25.000 individuos de 365 especies diferentes en una hora de arrastre a 4.500 metros de profundidad en la llanura abisal cercana a las Bermudas.
Se estima que pueden existir más de 100 millones de especies marinas. En los océanos se puede encontrar desde el mayor animal que ha vivido jamás en la Tierra, la ballena azul, hasta la más pequeña de las bacterias que vive a más de 10.000 metros de profundidad. ¡Y cada día se descubren nuevas especies!
Gran parte de los océanos se encuentran en la oscuridad, con temperaturas en torno a 4,5 ºC, factores que hacen que los procesos biológicos se ralenticen. Así por ejemplo, encontramos especies como el pez reloj anaranjado, que alcanza la madurez sexual a los 35 años de edad y del que se sabe que puede llegar a tener hasta 80 años de vida. Este período de vida tan largo los hace especialmente sensibles a la actividad pesquera. Se ha comprobado que las pesquerías de pez reloj anaranjado -en algunas montañas submarinas de Nueva Zelanda- se han agotado en apenas cinco años debido a la imposibilidad para mantener sus tasas de reproducción y crecimiento. Un ejemplo parecido lo tenemos en los corales blancos de profundidad. Al igual que los corales tropicales, forman ecosistemas llenos de biodiversidad y muy importantes para la cría de especies de interés comercial. Estos corales viven en ausencia de luz -entre 250 y 800 metros de profundidad- y tienen también un crecimiento muy lento, apenas cuatro milímetros al año. Aún así han podido formar grandes arrecifes, como los encontrados en Noruega que llegan a tener hasta 8.000 años de antigüedad. No obstante todas estas maravillas pueden ser destruidas por la pesca de arrastre de profundidad en apenas una hora de actividad. Y el daño es irreversible, ya que estos ecosistemas son irrecuperables.
Pero este universo aún contiene más sorpresas. Dicen que las mayores cordilleras no están en tierra firme, sino en el fondo del mar, y es cierto. La dorsal mesooceánica del Atlántico por ejemplo, es una cadena de volcanes que recorre el Atlántico de norte a sur a una distancia equidistante entre el continente americano y Europa /África. También está la dorsal del Pacífico. Su papel es fundamental para el Planeta ya que desde las dorsales se forman las placas tectónicas que empujan a los continentes (deriva continental).

Arrecifes como los de Noruega, de 8.000 años de antigüedad, pueden ser destruidos
en apenas una hora por la pesca de arrastre de profundidad.

En torno a las dorsales también encontramos vulcanismos que dan lugar a fuentes hidrotermales frías y calientes que permiten el crecimiento de bacterias quimiosintéticas -obtienen la energía necesaria para la vida gracias a la oxidación de los sulfuros-; base a su vez, de una increíble diversidad de gusanos tubícolas de hasta dos metros de longitud, almejas gigantes, mejillones, cangrejos, anémonas, etc.
Estos fondos abisales también están salpicados por montañas submarinas, que son antiguos volcanes extinguidos. Se calculan que existen en el Pacífico entre 10.000 y 1.000.000, y en torno a 810 en el Atlántico Norte. Su exploración ha comenzado apenas hace diez años, dejándonos asombrados por su biodiversidad. Estos accidentes orográficos en medio de las planicies abisales provocan afloramientos de aguas profundas que fertilizan la superficie y conforman sustratos para una rica variedad de comunidades biológicas. Las comunidades pelágicas sobre estos montes revelan diferencias cualitativas y/o cuantitativas al compararlas con las aguas cercanas. La gran abundancia de biomasa de organismos planctónicos constituye una base importante para la dieta de peces, calamares, tortugas o cetáceos y otros depredadores superiores como tiburones, rayas, atún y pez espada. WWF/Adena ha pedido la protección de algunas montañas submarinas presentes en nuestros mares, como el Banco de Galicia o los montes submarinos de Alborán.
El océano no sólo ha sido el lugar donde se inició la vida en la Tierra, sin él ésta no podría continuar. Aún desconocemos mucho de sus profundidades, de sus habitantes y de su funcionamiento. Un apasionante mundo por descubrir. §

 

 

Antártida: guardián de secretos

 

En la región más fría y desértica de la tierra se encuentra la Antártida. Científicos del siglo XIX pensaron que a una profundidad superior a 600 metros -donde no llega la luz del sol- la vida apenas podía existir, pero la sorpresa fue comprobar que a mayor profundidad y en aguas gélidas, se encontraba el mayor paraíso de vida conocido, clave para el equilibrio planetario. La Antártida es una especie de biblioteca de la vida ya que en sus entrañas se encuentran documentos climáticos de hace millones de años. Por ello es objetivo de científicos de todo el mundo. Para ellos es una especie de laboratorio gigante donde pueden estudiarse “in situ” todos los procesos que intervienen en la dinámica global de la hidrosfera, la geosfera y la atmósfera. Toda la información se encuentra “protegida” dentro de sus treinta millones de kilómetros cúbicos de hielo. Todo esto ha hecho que el continente blanco sea considerado Patrimonio Natural Mundial y un lugar privilegiado para la ciencia. Desde 1961 el Tratado Antártico establece que este área sólo deberá usarse con fines pacíficos “favoreciendo la libertad de investigación científica y la cooperación internacional”. Hoy en día está “habitado” por más de un millar de científicos y militares -que sólo pueden acudir en tareas científicas o de mantenimiento-, albergados en las más de cien estaciones de investigación pertenecientes a veinte países distintos. España posee allí dos estaciones científicas -Juan Carlos I y Gabriel de Castilla- y dos navíos científicos -Hespérides y Las Palmas-. §

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Somos mar

 

El agua sirvió de cuna para la vida. Dicen que ahí surgió esa primera célula madre de la que luego partimos el resto de seres vivos de este planeta. Ese primer ente unicelular, pasó a ser pluricelular con un sistema circulatorio que no estaba formado por sangre sino por agua de mar. Las transformaciones del medio, especialmente la desecación, hicieron que esa criatura tuviese que salir a tierra firme para poder sobrevivir, llevándose consigo una porción de mar en su interior. A lo largo de miles de años, esas células se han seguido reproduciendo y transmitiendo toda la información a través del ADN. Generación tras generación hasta llegar al ser que somos hoy: una criatura con un 75% de agua en el interior de su cuerpo, la misma proporción que existe en el planeta. Pero hay más. La composición de la sangre humana  es prácticamente la misma que la del agua del mar. Por nuestras venas circula un fluido salado que combina sodio, potasio y calcio, como en el océano. Nuestras lágrimas, el sudor, la orina, todo, es salado. Lo mismo ocurre con los líquidos vitales del resto de animales y plantas del planeta. Todo tiene la misma composición. Somos agua de mar organizada en células. Vidas que llevan impreso en su interior el sonido del origen del que un día partieron: un mar oscuro, profundo y silencioso. Una melodía que nunca ha dejado de sonar.
Por eso el hombre siempre se ha sentido atraído y fascinado por los océanos. Ha querido surcarlos para vivir mil aventuras. Ha penetrado en sus profundidades buscando el porqué de su existencia. O ha disfrutado en sus aguas como un niño.
Esa sintonía, esa llamada del origen invita a bucear, a meterse dentro para poder escuchar un mensaje: nacimos del mar y volveremos al mar... un lugar del que posiblemente no hayamos salido nunca. Y con esa visión de gota dentro de un inmenso océano, miraremos de nuevo al mundo y veremos que todo forma parte de un único circuito en el que todo fluye desde el principio. Sólo nos queda por descubrir una cosa: la auténtica naturaleza del mar. ¿Qué o quién es en realidad? La respuesta posiblemente esté dentro de nosotros. §

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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