FEBRERO 2007
¿A
que juegan todos?
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La democracia
en España está en el nivel más bajo, sucio y degenerado de su corta
existencia.
Siendo así, pretender acabar con ETA es un absurdo sueño infantil. |
Asistimos
una vez más a la representación de uno de los numerosos capítulos de la
tragicomedia que se está representando en España desde hace ya demasiado
tiempo.
Su título es también confuso, porque la confusión que reina en el guión
pone difícil acertar con un título apropiado, pero tiene que ver con
ETA, los partidos políticos, la Iglesia, los medios de comunicación y,
ahora, las asociaciones de víctimas del terrorismo.
Todo ello mezclado en un extraño y explosivo cóctel que deja un amargo
sabor en las bocas y en las mentes de los que no formamos parte de todo
ese montaje, de los que no entendemos nada de lo que ocurre, de los que
sólo pedimos claridad, transparencia, limpieza y sentido común, que no
es poco en estos tiempos que corren.
Tal vez por ello, los que no somos "expertos" en asuntos políticos,
creemos que las cosas más complicadas se pueden resolver de las formas
más sencillas. Me explico. Si en este país hay un problema de
terrorismo, que lo hay, y si en este país hay una mayoría de ciudadanos
que están en contra del terrorismo, que parece ser que la hay, entonces
sólo queda que esa mayoría se una contra la minoría.
Claro que aquí topamos con el eterno problema que convierte lo sencillo
en complicado, la unidad. La unidad es la asignatura pendiente de esta
humanidad.
Todos hablan de ella pero todos ponen condiciones insalvables. Todos la
pregonan pero nadie está dispuesto a sacrificar sus particulares puntos
de vista por un bien común y generalizado.
Si existe unidad existen soluciones. Si no existe unidad existe el caldo
de cultivo ideal para que surjan los carroñeros que se alimentan de los
restos de las batallas.
Y en este país no existe unidad, luego existe un grave problema, que no
es el terrorismo, porque éste tiene otros orígenes, pero que se mueve
por la desunidad como pez en el agua.
Y lo que existe es enfrentamiento entre los partidos, entre las
asociaciones de víctimas, entre el gobierno y la Iglesia, entre los
medios de comunicación y entre éstos y los partidos a los que sirven o a
los que no sirven.
Con este panorama, ETA se debe estar frotando las manos, es más, sabe
que puede jugar sus cartas a gusto, incluso quedarse con el personal,
con recochineo incluido, tal como acaba de hacer ahora con su atentado y
su comunicado posterior.
Es tan pertinaz el virus de la desunidad que tal parece que también ha
entrado en el hasta ahora inseparable tándem Batasuna-ETA. Debe ser la
primera vez en muchos años que vemos a Otegui confuso y despistado ante
un atentado de ETA.
Ante este panorama, surgen varias preguntas obligadas a quien
corresponda, preguntas que parecen ser de respuesta lógica y evidente,
pero no, no nos engañemos. Si así fuera también sería evidente la
actitud de los diferentes implicados en este culebrón.
Pregunto... ¿Interesa a todos la desaparición de ETA?
Pregunto... ¿Quién gobierna o maneja ETA ahora mismo?
Pregunto... ¿Le interesa al PP más acabar con ETA o socavar los
cimientos del Gobierno para hacerse con el poder?
Pregunto... ¿Hace ETA puñetero caso a Batasuna?
Pregunto... ¿Qué intereses políticos defienden o persiguen las
asociaciones de víctimas?
Pregunto... ¿Por qué se pone en duda la honestidad de Zapatero en este
proceso, independientemente de que sus movimientos sean más o menos
improvisados?
Pregunto... ¿Por qué no se le apoya como se apoyó siempre a todos los
presidentes anteriores y como él mismo hizo con Aznar cuando era jefe de
la oposición?
En fin, son preguntas que flotan en el ambiente, preguntas consecuencia
de observar el desarrollo de la tragicomedia que se representa y que
muchas veces, demasiadas, nos obligan a elaborar nuestras propias
respuestas, pero éstas seguro que no coinciden con las que nos dirían
los implicados, si es que tienen el valor y la dignidad suficiente para
darlas.
Es lamentable y triste todo lo que vemos, oímos y observamos cada día de
los responsables políticos de los partidos en cuestión, en especial del
PP.
Su política de acoso y derribo no tiene escrúpulos ni medida. Su
desprecio por las normas éticas del "juego" político es sencillamente
repugnante.
La democracia en España está en el nivel más bajo, sucio y degenerado de
su corta existencia. Siendo así, pretender acabar con ETA es un absurdo
sueño infantil.
Mientras que políticos y ciudadanos de toda clase y condición no
comprendan y asuman que por encima de los intereses personales o
partidistas está la unidad y el bien común de ese ente abstracto al que
denominamos España, nada habrá que hacer, tan sólo perdernos en
descalificaciones, mentiras, trampas, corrupciones y decepciones de los
sufridos ciudadanos que, además, suelen ser las víctimas inocentes de
las bombas del terrorismo, que se encuentra muy a gusto en medio de
tanta confusión y enfrentamiento.
Parece mentira, pero el ser humano no ha avanzado nada desde las
cavernas, porque aún no ha comprendido que se evoluciona cogidos de la
mano, no apuñalándose por la espalda.
Recogemos lo que sembramos. Vivimos lo que creamos.
Pero la auténtica unidad es la medicina que cura muchos males. /
MAC |