Es el pensador crítico por excelencia. Lo demostró en la revista Les
Tempes Modernes, de la que fue director junto a Simone de Beauvoir, y
sigue ejerciendo en sus libros y en sus clases. El Premio Príncipe de
Asturias a la Concordia 2005 considera que "tenemos el reto de construir
una civilización nueva, basada en la solidaridad y el respeto a las
singularidades".
"La economía europea no se
puede construir en contra de lo social, como hacen en Norteamérica,
porque tenemos unas tradiciones humanistas de las que ellos carecen"
"Están utilizando la inmigración como un chivo expiatorio para esconder
los elementos de diferenciación dentro de la sociedad"
"Europa no existe, es un
mercado. No tiene consistencia política internacional"
"Desde hace unos quince años he
decidido luchar con mis ideas por la justicia" |
|
Texto: Marta Iglesias
Foto: Nan
Sami Naïr tiene cara de buena persona y habla
con tal énfasis, que la primera impresión que llega de él es que está empeñado
en cambiar el mundo a través de sus palabras. Pero para llegar hasta aquí, ha
tenido que abandonar varios puestos de responsabilidad que no le permitieron
modificar la política social como él pretendía y sí conocer mejor los entresijos
del poder. Se maneja con soltura en temas sociales, políticos y filosóficos, y
tiene una opinión reflexionada de antemano para cada tema. Gran conocedor de
Oriente Medio y el fenómeno de la inmigración, nos da su personal visión de qué
está pasando hoy en el mundo.
Oriente Medio y terrorismo
-Cuando pensamos en
Oriente Medio la palabra que nos viene a la mente es caos. ¿Es un estado
preconcebido? ¿Cree que interesa desde algún sector que exista ese desorden?
-Este caos no es un estado preestablecido, sino creado por varias razones y
por varias potencias. El problema radica en no reconocer los derechos del pueblo
palestino. Esa es la cuestión clave, el núcleo de todos los problemas, el nudo
fundamental en torno al que se desarrolla hoy el cáncer que está proliferando en
toda la región y todo el mundo. Porque tanto en Europa como en Estados Unidos,
la gente se define cada vez más en función de lo que pasa en Oriente Medio. Las
comunidades inmigrantes tienen una relación de identidad con esos palestinos
dominados, excluidos, marginados, humillados, despreciados, asesinados... Es
como una gran metástasis basada en una injusticia fundamental que el pueblo
árabe nunca va a aceptar. Lo que significa una situación de inseguridad
permanente para Israel, que sólo puede salir de esta situación mediante la paz,
basada en el reconocimiento del estado palestino, independiente y libre. Los
israelíes no quieren entrar en este marco porque tienen el apoyo de los Estados
Unidos, y los Estados Unidos no quieren una solución porque necesitan el caos en
la región para poder dominarla. Y todo porque aquí se encuentra el valor más
importante de la economía moderna: el petróleo. A través de él regulan en parte
el dólar y su disgregada economía, ya que fijan con sus aliados los precios de
la energía.
-Alguna vez le he
oído decir que si Estados Unidos se lo propusiera, en veinticuatro horas se
podría solucionar el conflicto palestino-israelí...
-Efectivamente creo que podría hacerlo, pero lo veo imposible porque su
interés actual está en el mundo moderno. El proyecto estratégico de los Estados
Unidos es dominar el mundo, y eso pasa por dominar Europa, Rusia, China, India,
el sistema mercantil a nivel mundial. Basta con ver su estrategia en los grandes
organismos internacionales, ya que controlan el FMI, la OMC, el BM. Desde aquí
controlan a todos sus posibles competidores. No creo que ahora vayan a cambiar
de estrategia, aunque sí podrían matizarla con la pérdida de poder de los neocon,
pero no cambiarla.
-¿Cuál considera
usted el origen del terrorismo?
-Para mí el terrorismo es el resultado de las desigualdades y de la pobreza,
pero también de la intervención de las potencias dominantes a nivel
internacional. El caso de Iraq es absolutamente esclarecedor, ya que se ve que
la invasión de este país ha provocado una guerra civil y el auge del terrorismo.
Se ha fortalecido el movimiento integrista, cuando Iraq era un país laico. El
terrorismo proviene de la pobreza, pero también de movimientos que utilizan esta
situación para instrumentalizar, para meter a gente totalmente desesperada en
una lógica de guerra que va, no en contra de los responsables, sino de las
poblaciones de los países desarrollados. Y eso es criminal. O sea, la
responsabilidad del terrorismo para mí es doble: la responsabilidad de los
países que hoy en día están difundiendo la injusticia a nivel internacional, y
la responsabilidad de los movimientos integristas que están utilizando la
desesperanza de la gente para conseguir sus propios objetivos.
-¿Qué
responsabilidad directa corresponde a la UE en ello?
-Europa no existe, es un mercado. No tiene consistencia política
internacional. Con ella hemos conseguido un Estado en el que hemos debilitado a
los estados naciones, a la vez que tenemos un Consejo Europeo totalmente débil
porque cuando se plantea un problema, los franceses no están de acuerdo con los
ingleses, los alemanes con los españoles, o los italianos con los polacos.
Porque Europa no puede tener un proyecto político si al mismo tiempo no tiene
claro lo que quiere hacer políticamente. ¿Qué queremos construir? Pues un vasto
mercado con seiscientos millones de consumidores, como ya hemos hecho. ¿Eso hace
que Europa exista a nivel internacional? No existe, con lo cual esta
construcción de Europa es un mito. Incluso en el presupuesto de la Unión Europea
hemos pasado del 1,17% del PIB europeo al 1% por ciento. Es menos que el
presupuesto de una gran región de Francia.
Inmigración y
desobediencia civil
-Ante un mundo
donde la gente es una mercancía e interesan sobre todo los beneficios, la
desobediencia civil que tuvo lugar en Francia en noviembre de 2005, ¿es una
salida legítima?
-Cuando se excluye una generación entera, evidentemente, hay que considerar
que esa gente puede rebelarse y hacer estallar el sistema. Aunque yo no legitimo
esa violencia -porque sólo es legítimo lo que se realiza al amparo de la ley-,
sí que trato de explicarla. El problema fundamental es que en Francia tenemos
una parte importante de la población excluida por ser hijos de extranjeros, no
tener el mismo color de piel, tener diferente capacitación, etc. Eso provoca
consecuencias terribles, incluso a nivel de identidad, ya que mucha gente cambia
su nombre árabe por otro francés. Esta voluntad de imponer, de destrozar, de
desvalorar totalmente al otro, es un totalitarismo cultural. Estas personas son
víctimas sociales del régimen económico de expulsión y marginación que tenemos
desde hace unos veinticinco años en Francia. Pero esto es algo que también va a
ocurrir en otros países.
-¿En qué consiste
esa economía que margina, cuáles son sus bases?
-Es un régimen que hace aumentar la precariedad de la gente, la debilidad
social y la inseguridad social; quita todo lo que puede asegurar una vida digna
y la capacidad de uno de planificar su proyecto. Prácticamente desde los años
ochenta hemos perdido esta dimensión social, pero la economía europea no se
puede construir en contra de lo social como hacen en Norteamérica. Es imposible
porque tenemos unas tradiciones humanistas de solidaridades que ellos no tienen.
-En España hay
mucha alarma ante la llegada de inmigrantes, incluso ciertos sectores políticos
generan miedo hacia este fenómeno. ¿Cómo se ve este hecho en Francia, donde el
setenta y cinco por ciento de sus habitantes tiene un antepasado extranjero?
-España es un nuevo país de inmigración y algunos grupos políticos manipulan
el tema, y no digo la derecha porque la gran mayoría de sus componentes no
comparten esas tesis. Aquí tenéis vuestros propios neoconservadores americanos
que han ocupado puestos de dirección importantes en este país como Ministerios y
la Jefatura de Gobierno, y que están utilizando la inmigración como una amenaza
para evitar que se planteen realmente los problemas económicos de este país.
Evidentemente están utilizando la inmigración como un chivo expiatorio para
esconder los elementos de diferenciación dentro de la sociedad. Y también
utilizan la inmigración porque no tienen nada que reprochar económicamente al
gobierno actual. Esto es muy peligroso. Nosotros lo hemos vivido con Le Pen en
Francia, y puede provocar daños culturales terribles en la sociedad, puede
radicalizar los conflictos entre los grupos humanos y sobre todo puede paralizar
la joven democracia española. Con lo cual se causaría un gran daño, no sólo a
los inmigrantes, sino al pueblo español.
-Respecto a su
experiencia en Francia, ¿qué nos queda por vivir en España?
-Considero que hasta la fecha los españoles han demostrado un sentido de la
solidaridad y de apertura cultural mucho más importante que varios de los otros
países, y sobre todo de aquellos que pretenden dar lecciones a España. Hablo en
especial y en particular de la pretensión que tuvo Sarkozy de dar lecciones al
gobierno español. Me parece irrisorio, absolutamente ilegítimo y condenable,
porque este señor no conoce la situación de este país.
-La inmigración,
¿borra la identidad de los pueblos o más bien hace que se entremezclen las
culturas?
-Todo depende de los medios puestos en marcha por la sociedad de acogida. Si
se favorece la movilidad social y la posibilidad de que los inmigrantes se
integren, se volverán ciudadanos españoles. Serán inmigrantes durante diez o
quince años pero sus hijos van a integrarse en el tejido global. En cambio si se
ponen en marcha políticas de apartheid, vais a tener grupos de inmigrantes
diferenciados, con todos los problemas que se pueden plantear en este caso.
Un nuevo reto: universalismo
-¿Qué le hace
pensar que está naciendo un nuevo universalismo -como en ocasiones ha
comentado-, más allá de religiones, de identidades?
-El nuevo universalismo me parece que está ocurriendo debido a la
mundialización y el encuentro concreto de la gente. Vivíamos en una civilización
en la que las naciones eran más o menos cerradas y la relación con el otro era
abstracta. Ahora hay un contacto directo con todo el mundo, basta con encender
la televisión o poner un pie en la calle para conocer extranjeros. Por primera
vez en la historia, estamos viviendo el universalismo concreto, como es el
inmigrante que me puedo encontrar en la calle y eso es algo absolutamente nuevo,
porque no ocurre únicamente en los países ricos sino en todas partes. Estamos en
un momento de importantísima tradición histórica, en el que tenemos el reto de
construir una civilización nueva, basada en la solidaridad y en el respeto a las
singularidades o abrir una nueva época de guerra, de destrucción.
Desgraciadamente, los países que quieren seguir dominando el mundo ya han
elegido esta vía. Nosotros tenemos que hacer todo para no caer en su trampa.
-Entonces, ¿dónde
queda el neoliberalismo que pretende homogeneizar todo?
-El neoliberalismo ha fracasado, como movimiento histórico ha terminado. Lo
vemos ahora en Europa, que está en crisis a causa del neoliberalismo. La gente
no quiere este sistema, quiere otra cosa. Estados Unidos tiene problemas
terribles en su país, y fuera de él. América Latina está rechazando este
sistema. El movimiento histórico liberal entró, no solamente en crisis, sino que
está en decadencia ahora.
Coherencia personal
-Sus palabras ante
cualquier tema siempre han sido muy claras y nunca se ha callado ante una
injusticia. Siempre que le oigo hablar me planteo si lo suyo es una lección de
honestidad o un suicidio profesional, sobre todo cuando era eurodiputado.
-Te agradezco que me plantees esta cuestión, porque desde hace unos quince
años he decidido luchar con mis ideas por la justicia. No quiero decir con ello
que tenga los criterios de la justicia y de la verdad, que me puedo equivocar
mucho. Pero tengo medios para expresar las cosas en las que creo: tengo una voz,
tengo una pluma y los medios de comunicación de Francia, España e Italia
escuchan lo que digo. Lo hago verdaderamente por honestidad, porque no tengo
nada que ganar en eso. Sé perfectamente que hay artículos que me van a crear
problemas, y algunos me han generado conflictos muy graves sobre todo a
principios de los noventa, cuando trabajaba muy próximo a la Presidencia de la
República Francesa. Es un problema de coherencia personal porque creo que, al
igual que sucede con el amor, cada uno debe vivir plenamente sus ideas, no tiene
que avanzar siempre disfrazado.
-¿Por qué dejó la
política?
-Precisamente porque implica muchos, muchos compromisos.
-¿Compromisos de
silencio?
-Muchos compromisos de silencio, una concepción falsa de la realidad y una
concepción de la 'razón de Estado' que no tiene nada que ver con la razón y todo
que ver con los intereses del Estado. Hay cosas que no he podido aguantar cuando
era delegado interministerial, y situaciones que me destrozaron
psicológicamente. No podía abogar por unas cosas, y saber que al mismo tiempo
detrás de la mesa se estaban tramando otras. Y eran los mismos con los que yo
trabajaba. Eso es una cosa increíble. ∆ |