ENERO 2007
Sebastián Alvaro
Robando tiempo a la muerte
Hace años que siguiendo las indicaciones de
Kavafis, uno de sus poetas preferidos, inició su particular viaje a
Ítaca. Deseó con todas sus fuerzas que el camino fuese largo para poder
vivir el mayor número de aventuras, acumular experiencias y aprender de
todo y de todos. Se dejó llevar por su instinto, por su pasión hacia lo
desconocido, por la atracción que ejerce el riesgo y subió las Montañas
de la Mente. Desde allí, Sebastián Álvaro, padre de "Al Filo de lo
Imposible"
nos explica que la aventura es la única manera de robarle tiempo a la
muerte.
Texto:
Mariló Hidalgo. Fotos: Sebastián Álvaro
E ste
año Sebastián Álvaro ha recibido el Premio Nacional del Deporte por
contribuir a acercar la Ciencia y el Arte al hecho deportivo. También ha
ganado el IV Certamen del Libro Deportivo Marca con "Robando tiempo a la
muerte". Los documentales de "Al Filo" siguen recibiendo galardones
dentro y fuera de nuestro país. Y él está tan pancho, en su pequeño
despacho de TVE, con su vaquero y chupa de cuero gastada. Rodeado de
mapas y fotos de expediciones. Y a un ritmo frenético ultimando los
detalles de la próxima entrega de "Al Filo". Entra, sale, atiende al
teléfono, compromisos y entrevistas, confirma su asistencia a unas
jornadas sobre montaña... "Menos mal que sólo estoy aquí tres meses al
año. Este ritmo no va conmigo". El tiempo justo para plasmar el trabajo
hecho y dar forma a su siguiente aventura.
Cuando por fin le tienes delante y empieza a hablar, lo primero que te
llama la atención es su humildad. Lo siguiente, su capacidad para
llevarte de la mano rumbo a esas Montañas de la Mente que tan bien
conoce.
-¿Sintetiza
"Robando tiempo a la muerte" tu filosofía de vida?
-El título del libro creo que tiene que ver con la definición de lo
que es la aventura, y de alguna forma refleja también la filosofía de
"Al Filo". Estuve pensando la introducción durante mucho tiempo y creo
que al final resume lo que es para mí la aventura, precisamente en un
momento donde apenas quedan espacios de la Tierra por explorar. También
tiene que ver con algunos de mis héroes favoritos, sobre todo de algunos
de los grandes aventureros románticos de los siglos XIX y XX: Mallory,
Shackleton, Mummery. Personas que han marcado la aventura en general o
por lo menos los que más han influido en la línea que hemos seguido en
"Al Filo".
-En el
libro se entremezclan hazañas de esos míticos aventureros con las
expediciones más notables de "Al Filo". Y tú eres como un maestro de
ceremonias que une ambas cosas, como si el tiempo no existiera.
-Sí, pretende ser eso. Yo creo que somos herederos. Toda la aventura
en general de siglos pasados pero sobre todo la moderna, es de gente que
se sube en los hombros de los que fueron delante para llegar más lejos y
plantearse nuevos retos. Yo, que soy el padre de "Al Filo", sé muy bien
de dónde venimos, y procedemos de esa gente. Cuando nos planteamos
nuevos retos en el Himalaya, en los desiertos o en los polos, siempre he
echado la vista atrás para ver cómo lo hizo el que estuvo antes, qué
estilo tenía, con qué idea lo inició todo. Si nosotros llegamos lejos es
porque nos hemos apoyado en todos ellos.
"Hay una parte en los documentales
de "Al Filo" que tiene que ver con la esencia de la mejor
espiritualidad, con esa capacidad del ser humano de perseguir un sueño"
-Comentas
en el libro que una montaña tiene diferentes rutas y cada una de ellas
es una aventura distinta. ¿Qué diferencia marca el hecho de que seas tú
el primero en hacerlo, o que hayan sido otros y recorras un camino ya
trazado?
-En general, en los grandes retos, si otro ha pasado por allí no
puedes hablar ya de exploración. Pero en el caso del Polo Norte y Polo
Sur, si tú vas con las manos limpias, si acometes el reto limpiamente,
realmente hay muy pocas diferencias. Hoy se tienen más conocimientos,
por tanto el nivel de incertidumbre mental es inferior y eso te hace
plantearte cosas diferentes. Pero cuando estás en una montaña grande y
solo, caminas por el Polo solo, créeme que estás sintiendo lo mismo que
Shackleton o Mallory, cuando llegaron la primera vez.
-Y a ti,
¿qué te hace subir a la montaña una y otra vez?
-Creo que viene de la infancia. Desde niño siempre me atrajo subir a
sitios desde donde poder ver el horizonte y mirar hacia abajo. Luego
caminé por senderos, y cuando uno camina por senderos naturales siempre
acaba en una montaña. Primero una colina, luego montañas más grandes. A
medida que creces, esa curiosidad innata te hace subir a sitios más
altos, que en mi caso fueron los Pirineos y los Alpes. Y cuando pruebas
el olor de la altitud quedas preso de las sensaciones, de los
sentimientos. Es algo tan prodigioso que no te abandona nunca. Subir
montañas es de las cosas más sanas que existen. Tiene que ver con el
esfuerzo, con la fuerza física pero sobre todo con la cabeza. He
comprobado que caminando es cuando mejor funciona la mente. Otros
aventureros optaron por bajar a cuevas, echarse al mar, volar... Lo mío
es la montaña.
-En
una ocasión Bonatti dijo que haber subido la cumbre del Dru era como
"vivir en otro planeta, penetrar en otra dimensión, entrar en un estado
místico, interior..." ¿Con qué te conecta a ti la montaña?
-A mí me parece que hay un montón de cosas en la montaña que tienen
que ver con lo mejor que tenemos dentro de cada uno. Desde luego con el
espíritu, con nuestra alma sin lugar a dudas. Sobre todo amo los
paisajes de montaña solitarios. Que no quiere decir que en mi vida sea
un solitario, todo lo contrario. Pero necesito de vez en cuando estar a
solas, subir una montaña en la Antártida, en el Tien Shan o Karakorum.
Todas ellas tienen que ver con paisajes solemnes que de alguna forma
vienen a decirnos lo que hemos perdido y nos recuerdan que lo mejor de
nosotros mismos se descubre detrás de la soledad. Desgraciadamente hemos
domesticado a las montañas que tenemos cerca. Han perdido de alguna
forma ese papel relevante que tuvieron en el pasado que nos daba una
idea de lo que somos realmente. Eso es posible encontrarlo hoy en día en
los lugares alejados: Antártida, Himalaya, Karakorum.
-¿Crees que
existen diosas que habitan esas montañas?
-Soy bastante escéptico desde el punto de vista creyente. La idea
hinduista y budista de creer que los dioses habitan en las montañas, me
parece que se ajusta muy bien a lo que estábamos hablando de nuestros
ciclos naturales. Es muy natural pensar cuando uno ve esas montañas
rasgando las nubes o cuando uno está en la cumbre casi rozando el cielo,
que allí se encuentran los dioses que nos protegen cada día. Hay
montañas en el Nepal que son sagradas. Por ejemplo el Everest es la
Diosa Madre de la Tierra, el Cho Oyu es la Diosa Turquesa, el Annapurna
es la Diosa de la Abundancia, Fuente de Vida. El Nanga Parbat es la
Montaña del Destino. Desde ahí están velando por todos nosotros.
-En los
documentales de "Al Filo" siempre está presente esta parte de las
diosas, envolviendo todo lo que hacéis.
-Claro, es que las montañas son las Montañas de la Mente. Cuando uno
se pone a escalar -más si la montaña es grande- no se enfrenta sólo a
roca y hielo, sino a lo que ha generado esa montaña de leyenda o de
historia. Cuando uno sube una montaña, lleva en su mochila -aparte de
algún libro o algo de música-, todo el peso de esa montaña. Cuando uno
se enfrenta al Nanga Parbat está ante la Montaña Maldita durante siglos,
la que se ha cobrado más víctimas. Y eso no te lo puedes quitar de la
cabeza. Pero al mismo tiempo también llevas en tu mente a todos los
dioses de los nativos. Todo eso te acompaña y es lo que enriquece de
verdad una experiencia. Hay un apartado en "Al Filo" que tiene que ver
con la esencia de la mejor espiritualidad, con esa capacidad del ser
humano de perseguir un sueño.
"Cuando pruebas el olor de la altitud quedas preso de las
sensaciones, de los sentimientos. Es algo tan prodigioso que
no te abandona nunca" |
-Ese
ingrediente es también el que os diferencia de otro tipo de documentales
de aventura...
-Entiendo que debe ser así. Después de veinticinco años haciendo "Al
Filo", creo que soy capaz de explicar por qué. La gente que nos mostró
todo esto, los que lo hicieron antes, Mallory, el Duque de los Abruzzos,
nos enseñaron precisamente esta filosofía. De todos hemos aprendido la
idea que debe regir una expedición, el equipo, el tener el objetivo
claro, el saber cómo manejar un grupo y las cosas básicas. El saber
retirarte cuando la cosa no va bien, el saber asumir las derrotas, el
tener análisis autocrítico sobre todo lo que hacemos. Ser humilde en la
derrota es fácil, pero no lo es tanto en el éxito. Así que como hemos
tenido éxitos, yo creo que el mejor de todos es saber ser humildes
también cuando has vencido.
-Decías que
en estos veinticinco años una de las cosas de las que estabas más
orgulloso era de haber creado un equipo. ¿Cómo es el equipo de "Al
Filo"?
-"Al Filo" no es sólo Sebastián Alvaro, es sobre todo un equipo. Un
equipo muy pequeño que hemos ido afinando con el tiempo. Un grupo donde
cada uno sabe lo que tiene que hacer para poder acometer aventuras como
las que llevamos haciendo durante veinticinco años: ciento ochenta y
siete expediciones, doscientos treinta documentales y más de mil
quinientos especialistas. Este pequeño grupo formado por seis o siete
personas, fue sobre el que se pusieron las bases y en torno a él se han
ido formando anillos concéntricos, especialistas en espeleobuceo, vuelo
libre, escalada de grandes paredes, himalayismo, kayaks. Hemos ido
creciendo lentamente pero con un objetivo claro: acometer retos con
mayor madurez. "Al Filo" nunca quiso ser un grupo grande porque es más
difícil de manejar. No obstante, estos grupos de especialistas también
se relacionan entre sí. Hay gente que va a un programa de "espeleo" y
luego va a kayaks. Ese trasvase nos ha enriquecido mucho a todos. Por
ejemplo el rigor, el método, la preparación y el cuidado de los equipos
de buceo y vuelo lo hemos incorporado a los equipos de montaña, que
somos un poco más anárquicos. Y luego por otro lado ese espíritu de
improvisar que tenemos la gente de monte, lo hemos incorporado a esas
otras actividades.
-Cuando la
gente de tu equipo habla de "Sebas" no se sabe si hablan de un padre,
una madre o un jefe de expedición. ¿Cómo lo vives tú?
-No sé. Habría que preguntárselo a ellos. La gente que lleva conmigo
estos veinticinco años la verdad es que nos queremos como hermanos. Eso
nos hace que tengamos broncas y discrepancias que resolvemos con mucho
calor, vehemencia y tacos. Pero al mismo tiempo sabemos que hay límites
que no se pueden traspasar. Las nuevas generaciones -estamos trabajando
con chavales de veintitrés o veinticuatro años, la edad que tiene mi
hijo-, ya nos empiezan a ver de forma distinta. Una mezcla entre
admiración y al mismo tiempo "a estos se les ha pasado el arroz y ahora
nos toca a nosotros dar el salto". De todas formas siempre he pensado
que mi labor fundamental es cuidar de la gente. Nunca existió un rodaje
en el que por encima de la seguridad de mi gente hubiera nada. Ni la
cumbre, ni el volver a casa, ni una fecha determinada. Nada. Yo creo que
eso y cierta experiencia ha hecho que me respeten, cosa fundamental para
liderar un equipo, sea el que sea. Siempre he pensado que la disciplina
está muy bien y la autoridad también, pero no pueden ser las bases sobre
las que se asiente el liderazgo creíble. Tiene que ser un respeto y una
autoridad moral. Que sepan realmente que estás haciendo lo mejor por
ellos.
"Nunca existió un rodaje en el que por encima de la
seguridad de mi gente hubiera nada. Ni la cumbre, ni el
volver a casa, ni una fecha determinada. Creo que eso y
cierta experiencia ha hecho que me respeten, cosa
fundamental para liderar un equipo" |
-Has dicho
que en la montaña, las leyendas y las tragedias suelen obedecer a un
orden secreto que no tiene nada que ver con la estadística ni con las
matemáticas. ¿Cómo es ese orden?
-Me río porque precisamente con eso tenemos muchas discusiones
dentro del equipo. Te hablo de discusiones de calado filosófico. Dos de
mis grandes amigos y puntales básicos de "Al Filo", Javier Ortega -uno
de los guionistas del programa- y Eduardo Martínez de Pisón -geógrafo-
sostienen dos posturas discrepantes sobre esto. Una dice que Caos es el
que domina el universo, domina las montañas y las aventuras. Por tanto
ahí nosotros lo único que podemos hacer es aplicar la inteligencia y
algo de improvisación. Eso es lo que sostiene Javier Ortega. Eduardo
como científico dice que Caos es el orden que no vemos. Piensa que todo
el universo, las montañas, la aventura, están ordenadas y nosotros lo
que tenemos que descubrir es cuándo. Es decir, debemos intentar
averiguar el orden que hay detrás de las cosas. Esta es una forma de
enfrentarse a la vida más sesuda, científica e intelectual. Yo estoy en
medio de ambas. Intento compaginarlas y no llevar la contraria a ninguno
de los dos.
-Has dicho
en alguna ocasión que ninguna montaña conserva huellas de sus héroes. De
esa relación, ¿qué ha sido lo más íntimo que tú le has regalado a la
montaña y qué te ha dado ella a ti?
-La montaña no guarda huellas físicas pero como te decía estoy
convencido de que una montaña la hacen los pioneros que subieron antes.
A medida que la montaña se masifica el poso de esta gente se va
perdiendo. Hemos tenido la suerte de ir a sitios como la Antártida, que
nos han regalado momentos muy intensos de soledad que tienen que ver con
lo mejor que uno pueda ser. Eso yo lo he vivido allí. Caminar es el
mejor instrumento que tenemos, no sólo para la salud sino porque creo
que se piensa mejor mientras caminas y sin embargo hemos perdido esa
capacidad en las ciudades. Caminando por el desierto, por los senderos
del Himalaya he recibido los mejores regalos.
-¿Y tú qué
le has dado a ella?
-A muchos compañeros. Eso ha sido lo más duro para mí. ∆
ANT-ARKTOS: La
Antártida
Ya está en la parrilla de salida la
nueva entrega de documentales de "Al filo de lo Imposible". La
expedición a la Antártida realizada en noviembre de 2005 (Transantártica
2005) ha dado para mucho. Durante 63 días, Ramón Larramendi,
Juanma Viu e Ignacio Oficialdegui recorrieron más de 4.500
kilómetros sin apoyo mecánico ni asistencia externa, sin más
ayuda que el viento, como en su día lo hicieran Scott y sus
hombres, aguantando un frío extremo. Mientras se realizaba esta
hazaña, otros miembros del equipo -Carmen Portilla y José María
Castellví- buceaban y filmaban bajo iceberg gigantescos, la
variada fauna marina del continente antártico. En contra de lo
que se pueda pensar, la Antártida es el lugar del planeta donde
existe más vida. Otro equipo tierra adentro compuesto por Carlos
Tamayo, Esther Sabadell, Alex Txikon y el propio Sebastián
Álvaro, se puso como objetivo la ascensión de los montes Scott,
Mill, Shackleton y Wandell. Las fascinantes imágenes recogidas
junto con el bagaje y las experiencias del equipo de "Al Filo",
nos intentarán transportar al maravilloso continente helado,
bautizado por los griegos como Ant-Arktos. La Antártida con su
inmensidad blanca, su belleza, su silencio, sus secretos,
atraparon a Sebastián Álvaro que confiesa que una parte de él
quedó allí para siempre. ∆ |
|