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AGOSTO 2007

Paraísos en peligro
Foto: Pin

Durante el pasado año se realizaron, según la Organización Mundial del Turismo, 842 millones de desplazamientos, lo que supuso un crecimiento del turismo mundial del 4,5% Este aumento ha sido de tal magnitud y en tan poco tiempo que ha causado importantes impactos en muchos de los paraísos naturales del planeta.
¿Puede ser el turismo respetuoso con el medio ambiente? ¿Cuáles son las mayores amenazas? ¿Se puede invertir esta tendencia? Estos son algunos de los paraísos en peligro. Mañana pueden ser más.
Texto: Mariló Hidalgo

El turismo de masas, junto con los efectos cada vez más palpables del cambio climático, se han convertido en las dos grandes amenazas de los espacios naturales del planeta.
Foto: Daniel Ménguez

 

Paraísos en peligro

 

 


Viajar, ¿por qué?


Ha llegado el verano y con ello las esperadas vacaciones. Un tiempo ideal para desconectar del ritmo de trabajo y dar a nuestro cuerpo y nuestra mente un merecido descanso.

Para unos, después de tanto estrés acumulado, sólo con sentir la sensación de dolce far niente que dicen los italianos, o lo que es lo mismo el arte de no hacer nada y ser feliz, es suficiente. Ir a la playa, exponer los cuerpos al sol, pasear, sentarse en una terraza, forma parte de un ritual veraniego que no cambiarían por nada.
Otros buscan ese lugar donde perderse en medio de la naturaleza, aislados del mundanal ruido. Coger el coche y aprovechar para conocer otros rincones del país y sus gentes; es otra opción.
Pero para muchos descansar lleva aparejado otro ingrediente: la necesidad de aventura. Y para ello nada mejor que salir fuera de nuestras fronteras, viajar, conocer otros lugares, culturas y meterse de lleno en lo desconocido. Según la Organización Mundial del Turismo (OMT) durante 2006 se desplazaron 842 millones de personas en el mundo, lo que supuso un crecimiento del turismo mundial de 4,5% respecto a otros años. Las cifras del Barómetro OMT indican que este año puede consolidarse esta evolución y convertirse en el cuarto año de crecimiento sostenido.
¿De dónde surge esa necesidad de viajar, de salir fuera de las fronteras conocidas? Para unos se trata de una necesidad innata. Otros hablan de curiosidad por conocer y vivir cosas nuevas. Quizá todo esté relacionado con lo que el investigador J.R. Anderson denomina “Factor Ulises”. Un elemento presente en nuestro ADN en virtud del cual las personas sienten una profunda necesidad de explorar y de conocer lo que hay más allá de su horizonte conocido. “Como dice Kipling -autor del ‘Libro de la Selva’-, hay dos tipos de personas -explica Sebastián Alvaro, director de Al Filo de lo Imposible-, los que se quedan en casa y los que salen. Yo siempre he pertenecido al segundo grupo. ¿Por qué? Creo que hay un componente genético que tiene que ver con la curiosidad intrínseca del ser humano que te hace ir en busca de lo desconocido. Eso despierta en el hombre la capacidad de soñar y perseguir sueños e implica dos cosas: imaginación y tenacidad. Este ha sido sin duda el motor de nuestra civilización. Ese es el impulso que movió al hombre a realizar los primeros viajes; a Galileo a mirar por el telescopio y ver la luna; a los griegos a creer que había un lugar helado en el Sur para contraponer al Norte, y a medir la circunferencia terrestre con suma precisión, sólo basándose en la observación. Creo que forma parte de nuestra naturaleza”.


Foto: Alf

Existe un elemento en nuestro ADN en virtud del cual sentimos una profunda necesidad de explorar y descubrir lo que hay más allá de lo conocido.

 


Turismo y medio ambiente
¿Irreconciliables?


Esa necesidad de exploración es clave a la hora de explicar las razones de los viajes turísticos aunque luego, en la práctica acaben siendo otra cosa muy distinta. Cada año millones de personas se desplazan a lugares cada vez más remotos gracias al desarrollo de los medios de transporte. El turismo internacional es, según la OMT, el primer sector de exportaciones del mundo y un factor importante en la balanza de pagos de muchos países. Genera empleo y proporciona nuevas oportunidades a las regiones menos desarrolladas. El crecimiento experimentado en este sector ha sido de tal magnitud y en tan poco tiempo, que ha provocado importantes impactos en los lugares de destino, algunos de ellos irreversibles. Se ha comprobado que el denominado turismo de masas altera el uso de los recursos naturales, llegando en ocasiones a la sobreexplotación. Urbanización desmedida en zonas naturales, problemas en la gestión de residuos y basuras, contaminación atmosférica y del agua, destrucción de monumentos históricos, etc. son otras de esas nefastas consecuencias.
Este turismo desmedido junto con los efectos cada vez más palpables del cambio climático, se han convertido en las dos grandes amenazas de los espacios naturales del planeta. Tal es así que la revista Forbes publicó recientemente una lista de paraísos en peligro de extinción que recomienda consultar antes de emprender un viaje. Parajes como las famosas islas Galápagos, el valle de Katmandú en Nepal, Luxor en Egipto, el parque nacional del Glaciar de Montana o el de los Everglades en Florida, están ya sometidos a algún tipo de restricción por parte de los gobiernos con el fin de intentar frenar el deterioro progresivo que sufren.
Por su parte, el Worldwatch Institute en su informe anual sobre “La situación del Mundo”, alerta de que la sobreexplotación turística que han sufrido determinados destinos,  les han provocado daños irreparables. En el caso de las Islas Galápagos, los más de 120.000 visitantes han sido los responsables de las complicaciones que sufren en estos momentos algunas tortugas, iguanas y leones marinos. Los turistas han dejado allí gérmenes que han afectado a estos animales. La Gran Barrera de Coral Australiana aparece también mencionada en este informe por dos razones. Los arrecifes son uno de los mayores atractivos naturales de este país. Por allí han pasado millones de turistas que han tenido la oportunidad de bucear junto al coral o contemplarlos cómodamente desde los cruceros con casco de cristal. Estas prácticas, unidas al calentamiento del océano, están acabando con el típico color rojo de los corales. “Cuando aumenta la temperatura, las algas encargadas de proporcionar el color mueren. De seguir este proceso un gran número de colonias pueden extinguirse”, aseguran en el informe un grupo de expertos.
Los hielos del Glaciar de Montana han comenzado a derretirse y se espera que en veinte años no quede un solo glaciar en este parque. Lo mismo está ocurriendo con las nieves perpetuas del Kilimanjaro en Tanzania. El blanco que ha coronado el techo de África desde hace 11.000 años está desapareciendo a un ritmo acelerado. Aseguran los científicos que en quince años no existirá. En el Himalaya las cosas parecen ir por el mismo camino. Los habitantes del valle de Katmandú en Nepal o en el Tíbet han visto con asombro cómo los turistas se han multiplicado. En los primeros diez meses de 2006 -según datos del informe “La situación del Mundo”-, sólo el Tíbet recibió a 2,25 millones de turistas, un 30% más que el año anterior. Por esta razón la zona ha experimentado un boom en la construcción para satisfacer las demandas de aquellos que quieren visitar el techo del mundo. Un lugar cada vez más concurrido, gracias también a la puesta en marcha del espectacular “Tren del Cielo” que une Pekín con el Tíbet. El trazado con mayor altitud del mundo -llega hasta los 5.072 metros- recorre espectaculares paisajes a lo largo del altiplano tibetano. Su construcción levantó las críticas de los grupos ecologistas que denunciaban que su itinerario afectaba gravemente el frágil ecosistema del lugar. Cuestión que fue desmentida por el gobierno chino.
El turismo también ha influido notablemente en Nepal, una de las naciones menos desarrolladas del mundo. La construcción de establecimientos hoteleros, carreteras y un aeropuerto internacional en Katmandú, han dado un empujón a la economía del lugar.

“Cuando uno acaba con los recursos naturales que le permiten vivir está cavando su propia fosa”. (Sebastián Álvaro) 

“El turismo tiene efectos positivos, no se puede negar”, reflexiona el periodista Christian Sellés. “Se crea empleo, las poblaciones locales se ven beneficiadas con los ingresos generados, se favorece el intercambio cultural... pero en lo referente al medio ambiente, tiene demasiados efectos negativos: se destruyen paisajes para la construcción de infraestructuras y edificios, se alteran ecosistemas y se aceleran los efectos del cambio climático por las emisiones de dióxido de carbono procedente del tráfico aéreo. Son demasiados los ejemplos que se pueden poner del daño que ocasiona el turismo al medio ambiente. Lamentablemente, la economía prima sobre la persona y, en este caso, sobre el planeta en el que vivimos. Los manglares, la cuenca amazónica, el Everest... hay destinos turísticos masificados que no pueden absorber ese volumen de visitas, pero los distintos gobiernos parecen no ser conscientes”. ¿Puede invertirse esta tendencia negativa? ¿Son compatibles turismo y medio ambiente?, nos preguntamos.
“Tiene que ser posible y además es el único camino, asegura Sebastián Álvaro. Debe de servirnos como experiencia la cantidad de errores que hemos cometido aquí mismo, en nuestro país. Cuando uno acaba con los recursos naturales que le permiten vivir, lo que está haciendo es cavar su propia fosa. En España ha pasado en la zona del Levante y al parecer es el camino que llevan algunas montañas de Nepal. Es lícito que exista un turismo, pero debería de ser respetuoso con el medio ambiente”.
Aumentar las inversiones en políticas preventivas y de protección de las áreas naturales y derivar la construcción de hoteles a áreas más alejadas, podrían ser algunas de las soluciones. Pero si en algo coinciden todos los expertos es en la necesidad de un cambio de mentalidad.
“Podemos encontrar ya casos de prácticas turísticas que demuestran que el turismo puede ser realmente un motor de desarrollo económico y una herramienta útil para luchar contra la pobreza, comenta el periodista Joan Miquel Gomis, Cofundador y vicepresidente de Turismo Justo. Para ello es necesario establecer unas reglas de juego, compatibles con las del mercado, que contemplen criterios éticos, explícitos o implícitos, como la responsabilidad social y la sostenibilidad. Hablamos de turismo justo, una vía hacia una globalización probablemente irreversible pero que sin duda puede y debe ser también más justa”.

 


Foto: Pin

“Se llama turismo responsable a aquel que mantiene un equilibrio entre intereses económicos, sociales y ecológicos. Un modelo aplicable a cualquier lugar”. (Christian Sellés)


Otra forma de viajar


Las cifras indican que el 80% de los turistas que circulan por el mundo pertenecen sólo a veinte países. La mayoría tiene muy en cuenta aquello del cambio de moneda y parece elegir un lugar de destino normalmente más pobre que el suyo. ¿Por qué? Según las agencias, para disfrutar determinados “lujos” que de normal no estarían a su alcance.
Hay una parte de la industria turística que se ha especializado en vender sueños a bajo precio. Para ello no dudan en crear “paraísos artificiales” que relajen al turista, le traten bien y le saquen todo el dinero posible. Así se ha generado un turismo de masas que allá por donde va -como Atila-, no deja crecer de nuevo la hierba. Esto ha hecho que poblaciones rurales hayan abandonado su forma de vida, las artesanías típicas se hayan transformado en productoras de souvenirs y el folclore haya perdido su autenticidad y se haya degradado hasta convertirse en un espectáculo a gusto del visitante.
¿Qué aprendes en una experiencia de este tipo? Además de fotos, película de vídeo y souvenirs de la zona, ¿qué te traes? ¿Dónde han quedado las personas?
Cada año son más los que no quieren pasar sus vacaciones dentro del esquema del turismo de masas. No están interesados en sentirse privilegiados en medio de la miseria, ni en visitar los lugares típicos del circuito, aunque no por ello quieren renunciar a conocer y experimentar mil y una aventuras. En este contexto es donde el denominado Turismo Justo ha empezado a competir con el tradicional, siendo cada vez más demandado a nivel internacional.
Se llama Turismo Justo o sostenible a “una forma de turismo que mantiene un equilibrio entre intereses económicos, sociales y ecológicos. Un modelo que sí debería ser aplicable a cualquier lugar”, asegura Christian Sellés. En algunos países ya se han puesto en marcha experiencias del llamado turismo alternativo, autogestionado por las propias comunidades de la zona con unos resultados         realmente positivos. “En efecto, las propias comunidades locales son las que articulan su propia oferta turística, desde la base y estableciendo de antemano criterios de sostenibilidad económica, ambiental y social en sus iniciativas. Criterios que deben conciliar los intereses privados y públicos en la medida en que los primeros se fijan más en el corto o medio plazo y los segundos deben tener la visión puesta en el bien colectivo a largo plazo. En los lugares donde los órganos de participación ciudadana son más limitados o inexistentes, este tipo de proyectos están ayudando a fomentar el espíritu de cooperación colectiva que la actividad turística permite impulsar”, concluye Gomis.
Los turistas que demandan esta forma de viajar y conocer, son personas que huyen de las sensaciones estandarizadas a golpe de talonario que se ofertan en la mayoría de las agencias. Ajenas por lo general, a la cultura y características de la zona.
Los que se deciden por esta alternativa tienen a su alcance la posibilidad de convivir con otras gentes y costumbres. De integrarse de lleno en las comunidades donde son recibidos y de conocer de cerca la situación y los problemas que allí se viven. En estos lugares el viajero deja de ser un simple turista y conoce de primera mano los proyectos que, gracias a su contribución y la de otros, van a realizarse en el lugar:       creación de escuelas, reforestación de bosques, construcción de cooperativas, orfanatos, mejora en infraestructuras, etc.
Las propuestas abarcan distintas opciones: ecoturismo, agroturismo, turismo solidario, safaris. Los alojamientos también: estancias en familia, pequeños establecimientos, cooperativas, hoteles, establecimientos familiares. Por cierto, estos originales destinos no se encuentran en ningún catálogo de agencia de viaje convencional. §

 


Turismo responsable: 30 propuestas


Tal como están las cosas, parece una utopía que el turismo pueda ayudar a poblaciones pobres sin perjudicar el medio ambiente en el que se apoya. Gracias a la organización Turismo Justo no sólo es posible sino real. Todas y cada una de las opciones que a continuación proponemos son las sugerencias que esta organización recoge en el libro Turismo Responsable. 30 propuestas de viaje (Editorial Alhena Media). Su renombre nos asegura que eligiendo cualquiera de esos destinos, escaparemos de las rutas masificadas, adentrándonos en el viaje más auténtico y haciendo que nuestro dinero se quede en la gente del lugar, que nos tratarán como un invitado y no como el invasor que parece ser el turista de hoy. Si el destino elegido apoya el turismo rural comunitario nuestra labor habrá sido completa, ya que en este turismo de pequeño formato la población local se organiza para darnos un buen servicio a través de sus estructuras organizativas.

Porque, ¿quién no desea conocer el África más virgen yendo a Camerún o alojarse en casas de familias de acogida en Gambia? Seguramente se caerá tu estereotipo sobre África si eliges como destino Mozambique y el lujoso complejo Guludo Base Camp, construido bajo criterios de sostenibilidad con el medio ambiente y política de turismo justo. De hecho, se ha formado a los habitantes locales para trabajar en el establecimiento y todos los empleados, salvo el cocinero, son de allí. Por eso este lugar obtuvo en 2006 el premio de Turismo Responsable en la categoría de Mejor Proyecto para la Reducción de la Pobreza. Si nos decidimos por América, tenemos a nuestro favor que la lengua nos permitirá integrarnos más fácilmente con sus comunidades. En este caso, abandonaremos los trillados caminos del turismo de lujo diseñado para evadirse y caminaremos por la senda del aventurero que desea fundirse con el entorno. Para ello, ¿qué tal turismo campesino en los valles calchaquíes de Salta, en Argentina? ¿O quizás descubrir la desconocida Belice? Como el Turismo Justo abre un amplio abanico de posibilidades, también se pueden conocer las rutas turísticas de siempre con otro enfoque. Por ejemplo, ¿te apetece acercarte a Cusco y el legendario Machu Picchu peruano descubriendo realmente la cultura de la región, la naturaleza y la comida típica local? De mano del Centro Bartolomé de las Casas es posible hacerlo. Ellos se encargan de gestionarte el alojamiento, llevarte a comunidades campesinas andinas y conocer el auténtico arte textil de la zona o el sistema de organización comunal que allí emplean para labores colectivas como la siembra y la cosecha.

 

Hay turismo de pequeño formato en el que la población local
se organiza para darnos un buen servicio
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De un salto nos vamos a Asia y Oceanía. En Kerala (India) podemos viajar descubriendo a sus gentes. Incluso los alojamientos son poco convencionales: desde casas en los árboles con las comodidades básicas a hogares flotantes.
Incluso hay posibilidades de un viaje diferente en Europa, como embarcarse para estudiar los cetáceos del Mediterráneo a bordo de un antiguo velero noruego. Animales, mar y conocer a la tripulación -eminentemente científicos- es lo que ofrece este viaje. Una manera única de aprender, mientras se pierden las exigencias del mundo moderno en este espacio reducido y dotado de las comodidades justas. Otra de las opciones europeas es trabajar en el Centro de Recuperación del Lobo Ibérico en Portugal o dormir en los árboles al pie de una playa virgen en Turquía.
Es otra manera de hacer turismo, que también exige otra actitud por nuestra parte, basada en el respeto al entorno, las costumbres y los pueblos que visitamos, donde no todas las cosas están en venta. Un turismo que también nos pone a prueba, a la vez que nos devuelve el auténtico sentido del viaje: conocer e intercambiar. §

Campo base, Everest.
Foto: Sebastián Alvaro

“Cuando llegas al campo base, prácticamente montas la tienda encima de un estercolero. Estás rodeado de más de quinientas personas. Eso no tiene nada que ver con la montaña”. (Sebastián Álvaro)

 


Everest a tu alcance


Cuando el alpinista Reinhold Messner consiguió en 1980 subir por primera vez en solitario y sin oxígeno el Everest (8.848 metros), comentó que en aquella montaña estaba presente y vivo el espíritu de aquellos primeros aventureros que antes que él, lo habían intentado y habían perdido su vida por un sueño: “Su espíritu está aquí. Lo percibo claramente”, comentó. La necesidad de descubrir nuevos espacios es lo que en el fondo parece motivar a todos estos aventureros.
Después han sido muchos los que han seguido soñando con la Diosa Madre de la Tierra, pero muy pocos los que se han entregado sin condiciones a ese pulso donde la Sagrada Diosa evalúa al aspirante y decide si es digno o no de sentarse en el trono más alto del planeta.
Sebastián Álvaro habla con tristeza sobre la situación que actualmente se vive en el Everest: “Las gentes que ahora van a caminar por el Himalaya lo hacen atraídos por aquellas montañas y los testimonios de aquellos aventureros que realizaron las primeras ascensiones. Van buscando eso y resulta que ya no existe. Aquella fascinación y misterio se ha cambiado por codicia y dinero, y eso ha hecho que se pierda la magia y la capacidad de imaginar otros mundos”.
Bajo el eslogan “Everest a tu alcance” catálogos de viaje y páginas de Internet te dicen que tú puedes ser uno de los pocos elegidos que hacen cumbre en la montaña más alta del planeta. “La mayor parte de los turistas quieren llegar con los viajes organizados a la cima, pagando algo más que con falta de aliento, cansancio, frío en la zona de la muerte.
Gracias a la ayuda de los sherpas y los guías de montaña, con el camino preparado por cientos de porteadores, muchos consiguen subir a la cumbre. La montaña más alta del mundo se ha convertido en un bien comercial, incluso los muertos son utilizados como reclamo en la industria del turismo global”, reflexionaba Messner a través de una carta.
La degradación que se ha alcanzado en el Everest con el circo de las expediciones comerciales viene acompañada por la degradación física del medio. En todos estos años de expediciones de Al Filo de lo Imposible, Sebastián Álvaro comenta que el lugar donde más se ha notado la degradación ambiental ha sido en la montaña más alta del planeta.”Y eso tiene que ver con una determinada política llevada a cabo por los gobiernos de Nepal y de China que han propiciado las denominadas expediciones comerciales guiadas. La codicia ha hecho que la esencia del Everest haya cambiado radicalmente. Allí se tiran medicinas -sobre todo en la parte del glaciar de la cara Sur- y cuando de allí surge el agua, ésta sale contaminada, convirtiéndose en origen y foco de muchas de las enfermedades que afectan a las expediciones. Luego está también la contaminación de basura y visual. Cuando llegas a un campo base, prácticamente montas la tienda encima de un auténtico estercolero y eso no tiene nada que ver con la montaña. Cuando han empezado estos procesos de degradación, hemos procurado buscar otros objetivos en las expediciones de Al Filo. Ir a un campo base lleno de basura y con quinientas personas alrededor no es algo que apetezca ”, sostiene. Pero esto no ocurre sólo en los primeros campamentos. A más altura en la cara Sur, existe todo un vertedero: botellas vacías de oxígeno, plásticos, ropa, tiendas abandonadas, equipos de escalada, latas de combustible, baterías y todo tipo de basura y desechos orgánicos. Y aunque de vez en cuando organizan expediciones de recogida, el ritmo de producción de desperdicios supera al de limpieza. “Apuntaría un tercer tipo de contaminación a mi entender más dañina -añade Sebastián Álvaro-, y es el haber cambiado la imagen del Everest. De ser la montaña más alta de la Tierra ha pasado a convertirse en un circo de vanidades donde cualquiera con dinero, porteadores, oxígeno y cuerdas fijas, puede llegar arriba. Han cambiado la esencia de un lugar que mantenía incólume el misterio, la fascinación y lo sagrado, y lo han transformado en vulgar. Los chinos han autorizado la construcción de una carretera hasta el campo base del Everest a 5.200 metros”.

Se ha empezado a construir una autopista que llegará hasta el campo base del Everest.
Luego se construirá allí un hotel.

En efecto, el pasado mes de junio empezaron las obras de esta autopista de montaña que tiene como objetivo “facilitar el camino de quienes porten la antorcha olímpica”, pero sobre todo convertirse en la vía principal de llegada de turistas y montañeros al Everest.
Este proyecto da paso a un segundo aún más ambicioso: la construcción de un hotel en el Valle de Rongbuk, en el campo base Norte de la Gran Montaña. “Muchas fueron las voces que se alzaron en su contra -recuerda Christian Sellés-, sobre todo montañeros que veían como la montaña más alta del mundo podía convertirse, aún más, en un destino turístico convencional. Ahora, esta atrocidad contra la naturaleza va a convertirse en realidad. Se ha sacrificado la montaña, la naturaleza, su magnificencia, por el mero turismo”.
Aquel que consigue llegar a la cumbre gracias al dinero, el esfuerzo y el riesgo de otros, bajará sin nada en sus manos porque sólo quien deja una parte de sí mismo en  el seno de la Diosa Madre de la Tierra, recoge un poco de su esencia y la incorpora a su espíritu soñador, dice la leyenda. Y eso es lo que algunos, muy pocos, dicen haber experimentado.
“Hay una frase del pensador David Thoreau que dice ‘Al mismo tiempo que ansiamos explorar y comprenderlo todo, necesitamos que todo siga misterioso e insondable”, recuerda el director de Al Filo. “Se han perdido las enseñanzas de buena parte de los aventureros románticos que nos enseñaron de una forma determinada lo que debe ser la realidad del viaje y nuestra capacidad de vivir en armonía con la naturaleza. Cuando decimos que la Tierra está en peligro la realidad es que los que estamos en peligro somos nosotros, la especie humana. Ella seguirá girando otros miles de millones de años. El día que terminemos de contaminar las aguas; cuando la atmósfera sea irrespirable, seguramente la especie humana estará en vías de extinción o habrá desaparecido”. §

 

FUSION OPINA

Esa curiosidad innata que nos hace preguntarnos por todo. Esa necesidad de subir a lo más alto, llegar a lo más lejos, descubrir nuevos espacios, es algo que está presente en nuestras vidas desde que nacemos. Forma parte de nuestra naturaleza, de nuestros genes. Es lo que nos hace sentir que estamos vivos.
Cada cual tiene que elegir su propia aventura y para ello no hace falta recorrer miles de kilómetros porque la auténtica aventura nace en la mente. En nuestra imaginación, en nuestros sueños, como una necesidad de hacer real, posible eso que a primera vista parece irrealizable. Cuando esa idea coge fuerza, aterriza y se plasma en el plano puramente físico. Ahí empezamos a recorrer un camino fuera de la rutina y del tiempo. Un espacio donde vamos a conocer nuestros propios límites para romperlos, descubrir nuestras capacidades, sentir el valor, el sacrificio, el riesgo, el amor a la vida. Recorrer este camino nos hace sentirnos creadores porque esta idea nació en algún lugar dentro de nosotros y hemos sido capaces de hacerla posible. Y libres, porque en este mundo los límites sólo los marcamos nosotros, no existen.
La publicidad, la cultura de lo fácil, del consumo y del dinero vende paraísos y aventuras a bajo coste. Esto ha convertido en vulgar a muchos lugares antes sagrados y al alcance de unos pocos. La masificación también ha provocado graves impactos ambientales en la naturaleza. Ni lo uno ni lo otro tiene nada que ver con la aventura ni con el auténtico viaje. Sólo quien entrega algo de sí, puede luego recoger lo que está al otro lado. Quien vive esta aventura, luego quiere otra, y otra. Es una necesidad que cada vez te lleva más adentro, más profundo, a un lugar del que ya no quieres salir. Un espacio que ya no es físico. §

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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