AGOSTO 2007
INTERNACIONAL
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Nan
“Es el capital el que hasta
el momento presente ha movido la construcción de la Unión
Europea” |
Constitución Europea
al margen de los
ciudadanos
Los ciudadanos europeos consultados sobre una
Constitución para regir la UE se han manifestado mayoritariamente en
contra. Desde hace años, en los debates se pide a los dirigentes una
normativa más social para Europa. En busca de una unidad a toda costa,
acaba de relanzarse un nuevo Tratado Constitucional.
Carlos Taibo, profesor de Ciencia Política en la
Universidad Autónoma de Madrid, nos cuenta en qué consiste.
-¿Qué
tiene de novedoso este Tratado Constitucional que intentan relanzar?
-Creo que hay dos claves para entender este Tratado. En
primer lugar el designio de dar respuesta a aquellos países que eran más
hostiles a generar estructuras comunes dentro de la UE -estoy pensando
en singular en el Reino Unido-. Y en segundo término el propósito de no
dar en cambio respuesta a las demandas de cariz social y político que se
realizaron al calor del rechazo en determinados países del Tratado
Constitucional. Este nuevo minitratado no tiene ningún valor saludable,
no genera ningún progreso en materia de gestación de una Unión Europea
más sólida, ni satisface las numerosísimas y justificadas quejas que se
plantearon ante el Tratado Constitucional.
-Efectivamente, en los países donde se abrió un debate sobre el texto
constitucional, los ciudadanos votaron mayoritariamente en contra. Eso
hizo paralizar el resto de referendos programados. Continuar adelante
con este texto, ¿es una forma de ningunear la voz de las urnas?
-Yo creo que esto es lo fundamental. El dato básico para
entender lo que ha ocurrido últimamente es que los dirigentes de la
Unión Europea una vez más se han percatado de que deben esquivar el
ruido molesto de la ciudadanía, que deben eludir cualquier tipo de
consulta a la población porque corren entonces el riesgo de que la
ciudadanía discuta y disienta de aquello que se les propone. Y en este
sentido creo que es una estafa democrática el que de nuevo, al margen de
los ciudadanos y de su opinión, los dirigentes políticos -en su caso los
tecnócratas y burócratas de Bruselas- tomen las decisiones
correspondientes.
-¿Qué
modelo de Unión Europea es el que se quiere imponer una y otra vez?
-La construcción de la Unión Europea se ha visto lastrada
desde siempre por un proyecto fundamentalmente mercantil encaminado a
generar estructuras que permitan el libre movimiento de los capitales. Y
ese proyecto se ha visto acompañado de un designio de no generar
estructuras políticas de control. Digámoslo de otra manera: es el
capital el que hasta el momento presente ha movido la construcción de la
Unión Europea, con lo cual los ciudadanos, los grupos sociales de los
trabajadores por ejemplo, se han visto tradicionalmente disminuidos.
Creo que al respecto no está de más recordar lo que se ha dicho muchas
veces en relación con el Tratado Constitucional: la palabra mercado se
recogía 78 veces en él, aparecía en 27 oportunidades la expresión libre
competencia, pero el pleno empleo sólo aparecía recogido al principio,
en un texto de cariz fundamentalmente retórico y en una sola ocasión.
Creo que esto es un retrato cabal de lo que tenemos entre manos.
-¿Qué
harán en esta ocasión para conseguir convencer a la opinión pública del
resto de países?
-Opino que simplemente no van a intentar convencer a la
opinión pública. Saben que la práctica totalidad de los Parlamentos
disponen de mayorías cómodas de apoyo. Como ocurre entre nosotros, ya el
presidente Rodríguez Zapatero dejó bien claro que no convocaría ningún
tipo de referéndum más. Tal vez porque intuía que en la estela del
referéndum francés de 2005 un nuevo referéndum podía tener, si no un
resultado claramente diferente, sí al menos un efecto de discusión
pública que es lo que desean evitar por encima de todo.
-¿Cómo
estimular y desarrollar el concepto de ciudadanía europea?
-Creo que algo hemos progresado en comparación con 2005.
Mi impresión es que, al menos en una minoría activa, existe hoy un
discurso crítico sobre la Unión Europea que antes no había. Hoy se puede
hablar claro y decir que la Unión Europea no es ese dechado de
perfecciones que nos cuentan, algo que era mucho más difícil antes del
referéndum de 2005. Lo que ocurre entre nosotros es que la contestación
de la Unión Europea responde al designio de minorías muy activas, pero
no nos engañemos: la propia izquierda política y sindical parece al
margen de esto. Pese a que en el partido socialista sin duda hay
opiniones muy críticas con el viejo Tratado y con el minitratado de hoy,
nunca se expresan en público. En el mundo sindical la actitud de las
cúpulas de CCOO y UGT refleja una aceptación dramática de ese desorden
de cosas existente. Me parece que éste es un retrato cabal de lo que
sucede, no sólo entre nosotros sino en el conjunto de la Unión Europea.
Lo único que se puede hacer es aspirar a que esa izquierda social, que
sigue existiendo y que probablemente va a ir creciendo, mantenga la
llama de una discusión crítica sobre la Unión. § |