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AGOSTO 2007

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INSEGURIDAD NUCLEAR

¿Qué pasa si, ante un fenómeno natural, como fue este caso, una central salta por los aires? ¿Jugamos entonces a la ruleta rusa?

¿Qué pasa si, ante un fenómeno natural, como fue este caso, 
una central salta por los aires? ¿Jugamos entonces a la ruleta rusa?

 

A mediados del mes pasado, un terremoto sacudió Japón. Además de cientos de heridos y unos cuantos muertos (pocos para la intensidad de la sacudida) se dijo que podría haber dañado la que está considerada como la mayor central nuclear del mundo. No sé si se habrán fijado cómo se dan las noticias cuando sucede una de estas cosas. Por si acaso, vamos a hacer un repaso. Ahí va. Primer día: enormes titulares. Un terremoto provoca una fuga de agua radiactiva que se vierte al mar del Este. Según la empresa eléctrica propietaria de la central, la fuga no causará daños medioambientales. No existe ninguna amenaza para la población japonesa ni para su entorno natural. Más adelante se añade que el temblor resquebrajó el armazón de un reactor, en el que se abrieron dos brechas. También se desató un incendio. La conclusión es que los vertidos son leves y poco contaminantes. Los expertos consultados en la prensa declaran que no hay de qué preocuparse.
Segundo día: el gobierno japonés ordena el cierre de la planta. Su estructura parece haber resultado dañada. Se critica a la empresa por informar con excesiva lentitud. Una inspección revela que un buen número de tambores con residuos de baja intensidad cayeron al suelo y se estudia si han podido provocar otro vertido. La empresa reconoció que el terremoto provocó medio centenar de fallos, y que se desconocen las consecuencias finales de todas las fugas que se han producido. ¿Todavía no nos preocupamos o ya podemos empezar a mosquearnos un poquito?
Tercer día: La ONU interviene y pide a Tokio claridad. Tuberías rotas, grietas en los tanques de combustible, depósitos de deshechos radiactivos reventados. El agua vertida es al menos el doble de la reconocida el primer día. La empresa dice que la central es “un caos” y admite que su diseño no previó una sacudida de 6,8 en la escala Richter. Digamos que entrelíneas es evidente que la dimensión del accidente es más de lo que se dice.
Cuarto día: El tamaño de los titulares ya se ha reducido notablemente. Una pequeña nota al fondo de la página revela sin embargo algo bastante inquietante: hay otra fuga radiactiva en la central de marras. Por supuesto las cantidades vertidas son mínimas, no hay amenaza para el medio ambiente, la salud pública está garantizada, bla, bla, bla. El resto de la noticia es un refrito recordando a los afectados, la importancia del tema nuclear en Japón, etc., sin nueva información.
Quinto día: no hay noticias. De ahí en adelante, ya no sabemos más. ¿Quiere eso decir que ya se ha esfumado el problema? No. Quiere decir que ya ha perdido interés mediático y que nos quedaremos sin saber sus consecuencias. Chernóbil tampoco fue nada grave en su día, y ya ven. El caso es que estas noticias siempre tienen un tratamiento similar. Primero son nimiedades que por supuesto no suponen en ningún caso peligro para la población. Los “expertos” se encargan de asegurarlo. A medida que pasan los días aumenta la gravedad de los hechos, pero la información se va dosificando para que el ciudadano no se atragante. El hecho de contarlo desgranadamente, poco a poco, produce cierto efecto anestésico en la audiencia. De esa manera, cuando por fin se dice a las claras que la cosa ha sido un verdadero desastre, la mayoría de los ciudadanos están saturados y no son capaces de procesar la información. Porque, realmente ¿qué ha pasado aquí? ¿Cuál es la gravedad de los hechos? Japón es una “potencia sísmica”. Se estima que cada cinco minutos se produce un temblor, la gran mayoría de los cuales no tienen consecuencias. No está mal para un país diminuto con 55 reactores nucleares. Por lo que se ve, los organismos defensores de la energía atómica pujan para que este accidente se tome como un caso aislado, y de ninguna manera se cuestionen las ventajas de la energía nuclear. He ahí la eterna polémica. Los defensores dicen que es segura, y la realidad es que cada vez más países se están inclinando hacia ella como alternativa a los combustibles fósiles para combatir el cambio climático. Los detractores sacan a relucir el engorroso tema de los residuos y la seguridad. ¿Qué pasa si, ante un fenómeno natural, como fue este caso, una central salta por los aires? La empresa dice que esa intensidad no estaba prevista. ¿Jugamos entonces a la ruleta rusa? ¿Qué pasará si, como ya está anunciado, se recrudecen los desastres naturales? Las centrales nucleares están sobre la tierra, y la tierra de vez en cuando se mueve. No hay más que decir, ella manda. Y como decía un político español con fama de bruto, los experimentos, con gaseosa. Ya no habrá margen para rectificar. ¿Estamos seguros de que no hay otras opciones?
/CF

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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