Angulas a lo pobre
Ingredientes (como pá 4 personas):
500 grs. de palitos de cangrejo • 3 dientes de ajo • 1
guindilla • 2 cucharadas de aceite de oliva • Sal
Hoy
he ido a visitar a Ovidio, un conocido que hace terapia de parejas. Me
tocó esperar un rato, así que me dediqué a escuchar a los grupitos de
hombres de la sala:
-Pues mi mujer es un objeto sexual. Cada vez que me apetece hacerlo,
ella objeta.
-¿Has visto la última cámara fotográfica japonesa? Dicen que es tan
rápida que puedes pillar a una mujer con la boca cerrada.
Contaban el caso de un hombre que recibe una llamada telefónica...
“¿Diga?”
-Hola, ¿el señor Martínez?
-Sí, yo soy.
-Soy el comisario Gómez. Hemos detenido a un carterista que estaba
usando varias tarjetas de crédito a nombre de su esposa.
-Díganle que se las puede quedar.
-¿QUÉ?
-Es que gasta menos que mi mujer...
Bueno, nosotros a la cocina... Nos distraemos un rato bueno en
desmenuzar los palitos de cangrejo a tiras, dándole el tamaño que podría
tener una angula. Después me acerqué a un grupo de mujeres y no se
quedaban cortas:
-¿Sabes por qué los hombres tienen la conciencia limpia?
-Porque... ¿no la han usado nunca?
-Mi marido es un ángel.
-Pues qué suerte, el mío todavía está vivo.
Y algunas se daban consejos: “Si le das un pescado a un hombre, le
alimentarás un día. Pero si le enseñas a pescar, te librarás de él todos
los fines de semana”.
Una vez desmenuzado el cangrejo se sofríen en el aceite la guindilla y
los ajos hasta que se doren. Acto seguido se ponen los palitos
desmenuzados en la sartén y se les da un ligero rehogado,
rectificándolos de sal, teniendo cuidado de que no se doren, pues se
quedarían duros, quedando así listos para presentarlos. Y claro, también
había en la sala alguna pareja, y comprendías por qué estaban allí:
-Pepe, ¿verdad que soy un cielo? “Sí”.
-¿Verdad que no puedes vivir sin mí? “Sí”.
-¿Soy lo más importante de tu vida? “Sí”.
-¡Ay, Pepe!, cada día te quiero más por las cosas tan bonitas que me
dices.
Pues nada, buen provecho... ¡Cómo no!, la despedida va de la mano de
Ovidio. Me contó alguna “receta” que les da a los pacientes... Bien
pensado, el paciente debería ser él...
-Oiga, tengo un problema. Mi mujer tiene una manía rara: se dedica a
comprarse guantes. Tiene cientos, pero sigue comprando más todos los
días. Empieza a ser un problema, porque no imaginas el dinero que se
gasta. ¿Qué puedo hacer?
-Humm... cómprale un anillo de diamantes.
-Oiga, mi esposa conduce fatal. No sé qué hacer para que vaya con
cuidado.
-Humm... pues recuérdale que si tuviese un accidente, su edad aparecería
en los periódicos...
/ El Cuñao |