Te
imaginas subirte a tu coche, arrancarlo, empezar a conducir y no saber a
donde vas?, absurdo ¿no? Pues así viven muchas personas. |
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AGOSTO 2007
CONVERSACIONES CON MARTA
Capítulo I: MARTA
POR ELENA G. GOMEZ
Tengo
17 años y me considero una chica sencilla, inteligente, alegre, pero no
encajo con muchas de las etiquetas que se colocan a la inmensa mayoría
de los jóvenes de mi edad.
No me gusta el botellón, los desmadres, el ligar con cualquiera. No
tengo adicción a Internet, ni a la consola, ni al móvil. Yo quiero algo
más que aspirar a tener un buen puesto de trabajo, o a formar la familia
ideal, y éste es mi problema.
Trato de no preocuparme y me digo a mí misma que aún soy muy joven, que
no tengo prisa, que tengo muchos años para hacer cosas, pero en el fondo
de mí hay una voz que no se calla, una voz que me dice “Marta, no te
duermas”. “Marta, no hagas lo que hace todo el mundo porque sí”. Algunas
veces trato de tapar o de distraer esta voz, porque es incómoda y me
hace sentir inquieta, pero sé que no lo consigo. Tampoco tengo muy claro
que realmente lo quiera conseguir.
Y empecé a preguntarme si sería un bicho raro, también pensé que a lo
mejor lo que sucedía era que los demás habían experimentado la misma
sensación pero habían sido capaces de ahogarla con otras cosas. De
cualquier manera no entiendo por qué en el instituto nunca nadie nos
habló de esa voz dentro, de esa necesidad que en ocasiones es más
intensa que cualquier necesidad física.
Un día, cuando estaba sola en mi habitación, sumida en mis pensamientos
y soliloquios, llegó mi tía a casa. Mi tía vive lejos de mí y la veo
poco, pero a pesar de ello me siento muy unida a ella, tal vez porque
soy consciente de que es distinta al resto de las personas que conozco,
ella es coherente a sus ideas y nunca critica a los demás, sencillamente
se mueve por otra escala de valores, tiene otra forma de entender la
vida, y de la misma forma que ella no dice a los demás lo que tienen que
hacer, tampoco permite que nadie juzgue su vida.
Aquel día, cuando subió a mi habitación para darme un beso y me preguntó
qué tal estaba, le dije…
“Tía, yo no sé si estoy un poco loca pero siento que tengo una voz
dentro de mí que me habla, ¿sabes lo que te digo ? Es una voz, pero no
es exactamente una voz como la tuya o la mía, es algo que está dentro de
mí, que me inquieta, que me hace pararme ante las cosas y hacerme
preguntas. Y no sé por qué me pasan estas cosas…”
“Ni estás loca -me dijo-, ni te pasa nada raro, todos tenemos esa “voz”
como tú dices, lo único que ocurre es que la mayoría de las personas
prefieren taparla, pero los que no lo hacen, los que optan por
escucharla, hacen que sus vidas sean más profundas, más intensas. Me
alegra mucho que me compartas todo esto, sobre todo porque eso significa
que empiezas a ser consciente de que Marta es algo más que una chica de
17 años”.
“Es importante que entiendas que lo que te voy a decir -continuó
explicándome-, son sencillamente mis ideas, mi forma de entender la vida
y lo que yo experimento. Puede que te sirva todo, una parte o nada, eso
depende de ti.
Como te decía, tú no sólo eres Marta, Marta es una parte de ti, y esa
voz que sientes dentro eres tú, un tú que está más adentro. Es, por
decirlo de alguna forma, como si Marta fuese el coche y tú el conductor.
Al principio, cuando aprendes a conducir, te pasas un tiempo conociendo
el coche, aprendiendo su funcionamiento, y sobre todo intentando
dominarlo. Pero una cosa es el coche (Marta) y otra el conductor (Tú).
Sería un comportamiento muy estúpido pensar que por el simple hecho de
tener un coche ya lo dominas, en realidad si hablas con cualquier buen
conductor te dirá que nunca se sabe lo suficiente, que nunca se puede
bajar la guardia, que cada vez que te subes al coche tienes que ser
consciente de los peligros y no distraerte con nada.
También debes cuidar el coche (Marta), debes darle la gasolina adecuada,
cambiar los neumáticos cuando se gasten, el aceite cuando se ensucie,
etc., de la misma forma que debes darle a tu cuerpo (Marta) los cuidados
que se merece si quieres que te lleve bien por la vida. Pero una cosa
son los cuidados del vehículo y otra los objetivos del conductor.
Porque, ¿te imaginas subirte a tu coche, arrancarlo, empezar a conducir
y no saber a dónde vas? Absurdo, ¿no? Pues así viven muchas personas.
Por eso lo primero que tienes que hacer es diferenciar a Marta de Ti, lo
segundo es buscar un viaje que realizar, es decir, trazar un destino. Y
los destinos de tu YO no son lugares, como sería el caso de un
conductor, sino objetivos, objetivos dentro, metas con uno mismo, no con
el exterior.
Después deberías pensar en las personas que te acompañan en tu viaje,
lógicamente tendrás que rodearte de personas que tengan sueños parecidos
a los tuyos, metas más o menos similares, porque así podréis compartir
las dificultades, los sueños, e intercambiar las enseñanzas.
Y por último están todas aquellas cosas inesperadas que se presentan en
el viaje de la vida. Ante ellas lo más inteligente es no verlas como
“desgracias”, como dice la gente, sino como oportunidades para aprender
cosas nuevas, para poner a prueba el control sobre uno mismo, para sacar
de dentro cosas que, te puedo asegurar, desconoces.
Porque la vida es, en sí misma, un viaje, un viaje por un espacio para
aprender, superarnos y descubrir”.
Cuando mi tía terminó de hablar le pregunté: ¿Pero ¿no me hablas nada de
la felicidad?”
“Bueno -me dijo-, eso podemos hablarlo en la próxima ocasión ¿te
parece?...”
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