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ABRIL 2007

Refugiados climáticos

Foto: UNHCR/ S.Hopper, 2003

Todo ocurre en silencio. Tras esta apariencia relativamente estable y de bienestar del mundo en el que vivimos, veinticinco millones de seres humanos se ven obligados a abandonar sus hogares, su cultura y forma de vida a causa del cambio climático. Para ellos es una realidad de la que no pueden escapar. Sólo pueden huir hacia delante. En silencio... Texto: Mariló Hidalgo

 

 

 Una realidad probada

El Director ejecutivo del Programa del Ambiente de Naciones Unidas declaraba el 2 de febrero de 2007 que esta fecha sería recordada como el día en que la actitud global sobre el cambio climático pasaría del debate a la acción. Se acababa de presentar ante la opinión pública el último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), un estudio en el que han colaborado más de tres mil científicos de todo el mundo que aporta datos y pruebas de que "el calentamiento global del clima es inequívoco" y de sus consecuencias. El informe indica que en los últimos cien años se han producido específicamente los siguientes cambios:
- Aumento de la temperatura terrestre de 0,74ºC, mientras que en el Ártico el incremento ha sido el doble de la media global.

 

Recientes investigaciones de la NASA aseguran que incluso si parásemos todas las emisiones ahora, experimentaríamos un incremento adicional de la temperatura de 0,6ºC, debido a las grandes cantidades emitidas ya a la atmósfera y a la inercia de los océanos.

- El hielo del Ártico ha retrocedido un 3% por década, mientras que las cubiertas de hielo en Groenlandia y la Antártida han contribuido al aumento del nivel del mar con 0,41 mm. por año durante 1993-2003.
- Aumento de la sequía en el centro y sur de África, Mediterráneo y zonas del sur de Asia, y en general en los trópicos y subtrópicos, y un incremento de precipitaciones en las zonas orientales del norte y sur de América, norte de Europa, y norte y centro de Asia.
- Incremento en frecuencia e intensidad de los eventos climáticos extremos, incluyendo inundaciones, olas de calor y huracanes tropicales, en particular incremento de la velocidad del viento y las lluvias asociadas.
El informe del IPCC, el informe Stern publicado unos meses antes y el documental de Al Gore -"Una verdad incómoda" que está recorriendo el mundo-, están consiguiendo concienciar a gobiernos y ciudadanos sobre un problema que venían denunciando científicos y ecologistas desde hacía mucho tiempo. Es ahora cuando se habla de la obligación de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y de plazos para llevarlo a cabo, a pesar de que el Protocolo de Kyoto ya lo ponía encima de la mesa en 1997. Lamentablemente, tener más conciencia sobre el problema no corrige lo que ya ha ocurrido. Las concentraciones de CO2 se han acelerado en el período de 1995-2005, en 1,9 partículas por millón cada año y estamos viviendo las consecuencias de ello. Recientes investigaciones de la NASA aseguran que incluso si parásemos todas las emisiones ahora, experimentaríamos un incremento adicional de la temperatura de 0,6º C, debido a las grandes cantidades emitidas ya a la atmósfera y a la inercia de los océanos.
El cambio ambiental global ya está afectando directamente a la supervivencia de la especie humana. "Los efectos de la contaminación -según informa la Universidad de Naciones Unidas (UNU) en un comunicado- podrían obligar a cincuenta millones de personas a exiliarse de sus lugares de origen de aquí al año 2010". La ONU advierte que esta gran amenaza se encuentra en un proceso desbordante y que afectará a todo el planeta. ∆

"Hemos comprobado que las emergencias por hambruna en África se han multiplicado por tres desde los años 80"
Foto: UNHCR/ H. Caux

 Exodo humano sin precedentes

Hasta ahora hablar de refugiados era hablar de personas que habían abandonado sus tierras por culpa de guerras o persecuciones políticas, religiosas o sociales.
Los efectos del tsunami y del huracán Katrina, provocaron el desplazamiento de una enorme masa de población que se quedó sin nada de la noche a la mañana y necesitaba urgentemente ayuda. Se empezó a hablar de refugiados ambientales o climáticos. La ONU estima que en la actualidad más del 60% de las emigraciones que se producen en el planeta son a causa de los huracanes, inundaciones, sequías, etc. Los refugiados se multiplican y empieza a hablarse por primera vez de la desaparición de algunos países por la elevación de las aguas. El Instituto de Medio Ambiente y Seguridad Ciudadana calcula que el número actual de refugiados ambientales se acerca a veinticinco millones. La ONU estima que a finales del presente siglo pueden llegar a ser ciento cincuenta millones, sin embargo actualmente no hay ningún organismo que les atienda puesto que ACNUR sólo se encarga de refugiados por causas políticas, religiosas o sociales.
Intermón Oxfam lleva años trabajando en varias de las zonas afectadas por el cambio climático. Isabel Kreisler, coordinadora del Movimiento Clima dentro de dicha ONG, nos explica las distintas razones de este éxodo de población. "Cuando hablamos de refugiados climáticos no nos estamos refiriendo sólo a personas que en un momento puntual y por un acontecimiento meteorológico desastroso se quedan sin casa o lo pierden todo. El cambio climático a lo largo de los años ha hecho desaparecer hábitats en los que se podía desarrollar la actividad humana. Esto tiene lugar de manera progresiva a lo largo de años: expansión de desiertos, desecación de lagos o pozos de agua, propagación de enfermedades infecciosas antes acotadas a regiones concretas, etc. Existen por tanto refugiados visibles -fruto de catástrofes puntuales extremas- e invisibles, consecuencia de crisis larvadas en el tiempo que al final generan impactos muy serios". Impactos que repercuten mucho más en los países pobres sin recursos ya que el deterioro ecológico deriva en hambrunas, plagas o conflictos armados que a su vez empeoran el medio ambiente. Kreisler avisa de que todo esto ya está ocurriendo en la zona del Sahel en África. "Hicimos un estudio hace poco en el apartado alimentario y comprobamos que el número medio de emergencias por hambrunas en África se había multiplicado por tres desde los años 80. Esto no se ve de un día para otro, es la consecuencia de veinte años de cambio climático. No hablamos por tanto de una amenaza de futuro: es un problema real que plantea un reto sin precedentes para la seguridad alimentaria en muchas zonas del planeta".
Confirmando sus palabras, la Federación Internacional de la Cruz Roja y Media Luna Roja trabajó en más de 350 desastres durante el 2005, atendiendo a más de 8,5 millones de personas. ∆

 Zonas calientes del planeta

El éxodo ha empezado. Organismos internacionales y ONG nos hablan de la existencia de puntos calientes en el planeta.
África es el caso más sangrante. La cuarta reserva más grande de agua dulce, el lago Chad -frontera con Níger, Nigeria, Camerún y Chad- se ha secado prácticamente. Casi veintidós millones de personas viven en la cuenca del lago y 300.000 vivían directamente de lo que extraían. Muchos se han visto obligados a cambiar la pesca por la agricultura o ganadería, pero al escasear el agua se encuentran al borde de la supervivencia. Níger por ejemplo ya no tiene acceso al lago. La sequía, las hambrunas y epidemias afectan no sólo al citado país sino también a Mauritania, Mali, Chad y Somalia. El éxodo hacia campamentos de refugiados a cientos de kilómetros de distancia, es incesante.
El desierto de Gobi en China avanza cada año 10.000 km2 y es ya una seria amenaza para tres zonas: Mongolia, Ningxia y Gansu. Esto obliga a un desplazamiento continuo de población. Expertos chinos señalan que sólo en la provincia de Gansu 4.000 aldeas pueden ser abandonadas por sus pobladores.

La cuarta reserva más grande de agua dulce
de África, prácticamente se ha secado.

Las zonas heladas del planeta también están en peligro. La pérdida de hielo debido al flujo de los glaciares ha aumentado de 50km3 por año en 1996 a 150km3 anuales en 2005. Alaska se inunda. Groenlandia se derrite. Sus gentes no tienen qué pescar o qué cazar. Comunidades indígenas han comenzado un éxodo progresivo. En quince años deberán abandonar definitivamente los territorios que ya se están hundiendo.
Después de dos años del tsunami que azotó Indonesia, causando la muerte a 230.000 personas, y dejando tras de sí a más de 1,8 millones de desplazados, hoy más de 25.000 familias afectadas siguen esperando por tierras y casas. Aunque se realizó el mayor esfuerzo humanitario de toda la historia, gracias a la generosidad internacional y a la respuesta del gobierno indonesio, miles de personas quedaron al margen. Intermón Oxfam, que ha estado trabajando desde el principio en la zona, asegura que se han construido sólo un tercio de las 128.000 casas que se necesitan. Aún existen muchos 'sin tierra' que viven en barracones a la espera de un hogar. Esta ONG asegura que "Aceh está haciendo un esfuerzo enorme para la reconstrucción tras el tsunami pero la falta de una política clara para los 'sin tierra' está suponiendo niveles altos de incertidumbre y retraso en la ayuda. Existe el riesgo de que personas acaben viviendo en barrios de chabolas en el futuro a pesar de la solidaridad internacional y del dinero donado". Queda mucho por hacer en zonas como ésta que son noticia cada poco a causa de las catástrofes. El pasado mes de febrero Indonesia volvió a sufrir inundaciones que provocaron el desplazamiento de unas 190.000 personas después de que sus hogares hubiesen quedado dos metros bajo el agua.
Bangladesh es otra zona especialmente vulnerable. Casi 150 millones de personas viven en un pequeño territorio, cerca de los ríos, en un delta enorme situado apenas unos metros por encima del nivel del mar que sufre el deshielo del Himalaya y las infiltraciones del agua salina. Aquí un ligero aumento de la temperatura, un ínfimo cambio climático, tiene un impacto letal para una población que no tiene donde ir.
Seguimos con las inundaciones pero cambiamos de zona. Científicos ingleses aseguran que el sureste del Reino Unido se está hundiendo, así como la romántica Venecia y Holanda. Para evitarlo llevan realizando desde hace tiempo inversiones millonarias. El Reino Unido ha puesto en marcha un proyecto de barreras artificiales para evitar que el río Támesis se desborde. Venecia trabaja para contrarrestar la subida del Adriático, que en ocasiones inunda su plaza principal. Holanda mantiene una lucha durante siglos contra el mar, para ello construyó una enorme red de diques y bombas de agua. Ahora que está casi terminado está estudiando la posibilidad de romper algunos diques para restar fuerza al agua y así poder reconducirla hacia lugares menos poblados.

Tuvalu será la primera nación del mundo que desaparecerá como consecuencia del cambio climático.

Dentro de esta pesadilla de tierras inundadas se encuentran los denominados Estados-isla, archipiélagos del Pacífico donde millones de personas van a perder su hogar, cultura y soberanía por la subida del nivel del mar. Uno de los Estados más pequeños del mundo, Tuvalu, en Oceanía, es un ejemplo. Sus más de 12.000 habitantes deben abandonar las tierras por la alarmante subida del nivel del mar que ya afecta a las aguas potables y a la producción de alimentos. Desde 2001 se preparan para hacerlo de una forma escalonada. Han firmado un acuerdo con Nueva Zelanda que acepta un contingente de 75 evacuados al año. El agua empieza a manar por todos los sitios y llega casi al centro de las islas, saltando los muros de contención. Se calcula que será la primera nación del mundo que desaparecerá como consecuencia del cambio climático.
Varias comunidades del Pacífico han tenido que ser reubicadas en zonas más altas, ya que las playas poco a poco van desapareciendo bajo las aguas y los campos de donde extraen sus alimentos se inundan. Los expertos insisten en que esto sólo es el principio de lo anunciado. ∆

Cruz Roja pionera

Hacía años que los científicos venían alertando sobre el cambio climático y sus consecuencias, anunciando que sería uno de los mayores problemas del siglo XXI. Cruz Roja se hizo eco de ello, considerando que sin duda iba a influir en el trabajo que venían desempeñando en todo el mundo. Pusieron manos a la obra y en 2002 crearon el Centro sobre el Clima y preparación para desastres de la Cruz Roja/Media Luna Roja, más conocido como Centro sobre el Clima, actualmente con sede en La Haya. En 2003 elaboraron un estudio para determinar la repercusión futura de los cambios climáticos en la frecuencia y gravedad de los desastres, y las consecuencias para la preparación y respuesta humanitaria. La falta de certidumbre científica que había en aquel momento no era excusa para no actuar, pensaron.
Desde entonces el Centro sobre el Clima trabaja para explicar de una forma práctica las consecuencias del cambio climático y elabora programas de reducción del riesgo de desastres. Cuenta para ello con la colaboración de científicos que investigan el clima y de responsables políticos que fomentan programas de investigación y proponen políticas dirigidas a reforzar la resistencia de la población vulnerable.
Aunque el concepto de refugiados ambientales no es de nuevo cuño -estaba ya definido en 1940-, Cruz Roja Internacional en su Informe sobre Desastres Mundiales 2001, alertaba de que 25 millones de personas (casi el 60% de refugiados existentes en el mundo en aquel momento) podían ser catalogados como refugiados ambientales.

 

"Quienes tienen escasez de comida y agua, y no pueden desplazarse a países que parecen maravillosos van a adoptar medidas desesperadas para lograr sus objetivos" (Crispin Ticket, ex-embajador británico ante NU)
Foto: UNHCR/ H. Caux


 Consecuencias a nivel planetario. ¿Estamos preparados?

Hasta aquí hemos hablado de los millones de refugiados y desplazados como consecuencia del cambio climático. Pero detrás de los números hay personas con caras y nombres. ¿Por qué los llaman invisibles? ¿Dónde están? ¿Qué se piensa hacer con ellos?
Es curioso que a pesar de estar considerados como uno de los principales problemas del siglo XXI, los refugiados climáticos todavía no disponen de un estatuto especial. Esta nueva categoría, que supera a los refugiados por las guerras, aún no es considerada en los acuerdos internacionales para los refugiados. "Deberían incrementar el nivel de apoyo a estas personas, al igual que se hace con los desplazados por una catástrofe natural repentina", señalaba Janos Bogardi, director del Instituto Universitario de Naciones Unidas para el Medioambiente y la Seguridad Humana. Y es que los desplazados como consecuencia de catástrofes, guerras u otras formas de violencia, se benefician de ayudas financieras, alimentarias y sanitarias, mientras que los millones de desplazados por degradación progresiva del medio ambiente reciben muy poca ayuda. ¿No es hora ya de contemplar a estos millones de personas y definir qué tratamiento y ayuda deben recibir? ¿Qué organización debería encargarse de ellos?
A esta ingente marea humana podemos encontrarla en campos de refugiados donde viven durante años en lamentables condiciones; al lado de las ONG construyendo nuevos asentamientos en otros territorios; recorriendo cientos de kilómetros hasta llegar al país más próximo donde esperan empezar una vida nueva; pagando a las mafias para que les lleven a un lugar donde ganarse la vida. Otros esperan tras un muro, una verja, la oportunidad de "saltar" a la tierra prometida...

Los desplazados como consecuencia de catástrofes, guerras y otras formas de violencia se benefician de ayudas de las que carecen los millones de desplazados por degradación medioambiental.

"Esta situación ha empezado a ser muy delicada. Las zonas afectadas son las más pobres del planeta y los vecinos países de acogida no disponen de infraestructuras ni recursos económicos suficientes para asumir este éxodo", advierte Isabel Kreisler desde Intermón Oxfam. "Los movimientos de población siempre se han producido de forma escalonada y paralelamente al crecimiento económico de un país. Tenemos por ejemplo los casos de Holanda y Bangladesh que comparten el mismo problema con la subida del nivel del mar pero con distinto resultado. Mientras el primer país dispone de unos recursos que le han permitido construir diques y desplazar a su población de forma ordenada y progresiva, Bangladesh no tiene ni una cosa ni otra. Y debido a la densidad de su población, cualquier alteración sería una auténtica bomba de relojería. No se trata sólo de reducir emisiones de CO2 sino de que la comunidad internacional dé respuesta a los problemas que ya existen encima de la mesa. Y para ello no se están movilizando recursos, no tenemos fondos de adaptación, ni capacidad de inversión en infraestructuras, redes sociales que permitan desplazamientos de forma ordenada. No hay una mínima cobertura sanitaria que pueda hacer frente a posibles epidemias como la del dengue que ahora está sacudiendo a Sudamérica. Los países ricos deberían de colaborar en la gestión de estos flujos migratorios. Nos enfrentamos a un problema que se presenta de forma simultánea en distintos lugares del planeta y con distintas manifestaciones. No estamos preparados ni financiera ni físicamente y no podemos decir que no estuviésemos avisados", concluye Kreisler.
Hace unos años el periódico The Observer publicó un informe -elaborado por el Pentágono y ocultado por el ministerio de Defensa de EEUU- que advertía a la administración Bush que el cambio climático podría convertirse en una catástrofe global en los próximos años. Hablaba por ejemplo de que el acceso al agua será el mayor campo de batalla. Que una "caída significativa" en la capacidad del planeta para mantener a la población actual comenzará ya a ser aparente en los próximos quince años. Que áreas ricas como EEUU y Europa se convertirán en "fuertes virtuales" para impedir la entrada a millones de inmigrantes forzosos tras haber perdido sus tierras por estar sumergidas bajo el agua o por no poder cultivarlas. Que oleadas de pateras se convertirán en un grave problema. Que Europa se enfrentará a enormes luchas internas cuando lidie con el elevado número de inmigrantes llegados a las costas. Y que el Sur de Europa se encontrará sitiado por inmigrantes provenientes de las zonas más afectadas de África. Estas y otras previsiones se recogían en el famoso informe en el que también se advertía de que el cambio climático "debería ser llevado más allá del debate científico al concepto de emergencia de seguridad nacional de EEUU".
Después de tres años el aviso volvía a repetirse en febrero de 2007. En esta ocasión las palabras eran pronunciadas por el ex Embajador británico ante Naciones Unidas, Crispin Ticket. Aprovechando la 'Conferencia sobre Cambio Climático: impacto en la Seguridad Global' advertía que "aquellos que tienen escasez de comida, agua y que no pueden desplazarse a países donde parece que todo es maravilloso van a ser personas que van a adoptar medidas desesperadas para tratar de conseguir sus objetivos. Debemos aceptar que la violencia entre comunidades, y entre las naciones podría incrementarse". Ruanda y Darfur nos pueden servir de referentes a la hora de ver cómo la sequía y superpoblación, unidas a la falta de recursos, contribuyen a alimentar conflictos sangrientos. ∆

Deuda ecológica

Los países pobres son los que más sufren las consecuencias del cambio climático y son los que menos han contribuido a este nivel de contaminación. ¿Es justo?
Contrastando con el concepto de deuda financiera, existe una nueva corriente de pensamiento que analiza también el intercambio desigual entre Norte y Sur, pero en términos medioambientales y de sostenibilidad planetaria asociados al actual modelo de producción industrial, consumismo, residuos y emisión de gases de efecto invernadero por parte del Norte. Este ideario habla de la necesidad moral y económica de que el Norte repare las consecuencias nefastas que dicho modelo tiene sobre las poblaciones del Sur. Es decir, que asuma la deuda ecológica con estos países. ¿Cómo? Aunque la deuda ecológica no se puede cuantificar en dinero porque la naturaleza no tiene precio, los defensores de la idea -cada vez con más adeptos- ponen encima de la mesa varias propuestas: condonación de la deuda externa, ayudas económicas, transferencia de tecnologías sustentables y apropiadas, etc. El debate está servido.

 El caso de España

España no es una excepción. Desde WWF/Adena advierten que el aumento del carácter extremo de nuestro clima se unirá con olas de calor, sequías, lluvias torrenciales, etc. más frecuentes de lo normal, y aumentará el riesgo para la población. Vamos a sufrir un aumento notable de la sequía ya permanente en las cuencas del Júcar y Segura que afectará seguidamente a las del Tajo, Guadiana y Guadalquivir, llegando a la del Ebro hacia el 2050. En la zona del Mediterráneo, habrá un aumento de la temperatura unido a una deforestación masiva que ya está produciendo sequías muy largas intercaladas con inundaciones torrenciales.

Refugiados climáticos
La mar negra. © Angel Marcos 2006
 

España será país de refugiados ambientales, ya que los mayores problemas del calentamiento global ocurrirán en la zona subsahariana"

(Antonio Ruiz de Elvira,
Catedrático de Física)

José Antonio López, jefe del Servicio de Climatología del Instituto Nacional de Meteorología, asegura que "ninguna región del mundo se librará del cambio climático pero los efectos serán diferentes en cada una. Concretamente en nuestro país las variaciones se harán más visibles en verano, con severas olas de calor, similares a las de 2003 que podrían repetirse cada cinco años". El Ministerio de Medio Ambiente presentó en febrero pasado una batería de medidas para luchar contra el cambio climático. Esta estrategia pretende convertirse en texto de referencia para las políticas de cambio climático que posteriormente desarrollen las Comunidades Autónomas y Municipios. "A lo largo del siglo XXI -anuncia el Instituto Nacional de Meteorología- los incrementos de temperatura previstos para nuestro país son el doble de lo que recientemente Naciones Unidas ha estimado para la temperatura media del planeta".

Para el Catedrático de Física de la Universidad de Alcalá de Henares, Antonio Ruíz de Elvira, "en las zonas de interés para España, en el sur del Sahara, el Sahel, se producirá una disminución sustancial de la lluvia y un aumento de la desertificación, de manera que unos 100 millones de personas se verán obligadas a emigrar. España será país de refugiados ambientales ya que los mayores problemas del calentamiento global ocurrirán en la zona subsahariana".
No existen datos. Tampoco se tiene muy clara la relación entre esas masivas llegadas de cayucos y pateras a nuestro país con los efectos del cambio climático: sequías, hambrunas, inundaciones. Responsables de ONGs nos confiesan que todo esto ha pillado por sorpresa tanto a instituciones como a organizaciones no gubernamentales. "Estamos llegando tarde. Hay más conciencia ciudadana pero faltan herramientas. Hace tan sólo unos meses que la ONU publicó un informe sobre la dimensión de este problema".
En nuestro país miles de inmigrantes se hacinan en los centros de internamiento para extranjeros (CIE) a la espera de un expediente de expulsión o devolución. Existen también campos de detención en aeropuertos, puertos y ciudades europeas. Europa intenta "blindar" sus fronteras. ¿Hasta cuándo? La naturaleza ha puesto en funcionamiento su propio reloj. ∆

La venganza de Gaia

El famoso científico ambiental James Lovelock que en 1979 lanzó la hipótesis Gaia -según la cual el planeta se comporta como un organismo vivo, capaz de autorregularse y reaccionar ante los cambios que le afectan, acaba de publicar en España "La venganza de la Tierra". El libro no da a conocer nada que antes no haya publicado ya el IPCC, según explica su autor.
Partiendo de la idea de que la Tierra es un organismo vivo, el científico advierte que en estos momentos se encuentra enferma en "estado terminal" e intentar combatir esto con energías renovables es "como tratar a un enfermo grave con medicinas alternativas". Sugiere que los gobiernos deberían dirigir sus esfuerzos a cuestiones prácticas, en cómo adaptarse a este cambio climático que está aquí. La situación es más urgente y peligrosa de lo que se está planteando. "Nosotros somos los responsables de su situación y nosotros vamos a sufrir las consecuencias. Tal vez lo más triste sea que Gaia perderá tanto o más que nosotros. No sólo la vida salvaje y ecosistemas enteros serán extintos, ocurre además que en la civilización humana el planeta tiene un recurso precioso. No somos meramente una enfermedad; somos, por medio de nuestra inteligencia y comunicación, el sistema nervioso del planeta. Deberíamos ser el corazón y la mente de la Tierra, no su perturbación. Entonces, seamos valientes y paremos de pensar sólo en los derechos y necesidades de la humanidad y asumamos que nosotros herimos a la Tierra y debemos hacer las paces con Gaia.
Precisamos hacer eso mientras seamos lo bastante fuertes para negociar, y no una horda corrupta liderada por brutales señores de la guerra. Somos parte de ella y ella es nuestro hogar".


"La venganza de la Tierra", de James Lovelock. Editorial Planeta.

Para más información: www.rebelion.org www.unesco.org/unuor/unuespwww.greenpeace.org/espana www.wwf.es www.intermonoxfam.org www.cruzroja.eswww.mma.es/oecc/index.htm

 

 FUSION OPINA

En el círculo de la vida, en su incesante movimiento, la Tierra es el eje, el punto donde todo confluye y la vida se alimenta. La mano del hombre ha hecho que este equilibrio se rompa y esto no es algo que haya ocurrido de la noche a la mañana. Ni tampoco es algo nuevo que nunca antes se hubiese denunciado. Ahora, como dice el documental, es "una verdad incómoda".
En un intento de ir más allá, de unir causas y efectos, en Fusión decidimos abordar en profundidad el tema de los refugiados climáticos. La idea nos parecía interesante sobre todo para concienciar sobre algo que estaba ocurriendo y no era conocido por la opinión pública.
El camino recorrido hasta plasmar cada una de estas líneas no ha sido nada fácil. No existen estudios sobre el tema, ni cifras y en cambio dicen que los refugiados climáticos son "la gran amenaza del siglo XXI". Supimos por ejemplo que aunque existe un organismo internacional de ayuda al refugiado, ACNUR, éste se encarga sólo de los refugiados por guerras, razones políticas, sociales o religiosas. Los refugiados climáticos no son su responsabilidad aunque en ocasiones de catástrofes sí han brindado su ayuda. No están recogidos como tales en ningún estatuto y no existe ningún organismo responsable de su situación. Su número es difícil de calcular ya que a los miles de refugiados por una catástrofe -tsunami, Katrina- habría que sumar la cantidad de personas que se ven obligadas a dejar sus hogares por la sequía, inundación, hambre. Un goteo silencioso, incesante de seres humanos que no aparecen reflejados en ningún sitio. Eso nos dio fuerzas para seguir adelante a pesar de tanta dificultad. Era como si cada letra escrita pusiera rostro a tantos millones de invisibles que están deambulando por el planeta. Las ONG's nos ayudaron a situar los puntos calientes del planeta, ya que las ayudas humanitarias se habían incrementado y la mayoría de las causas estaban relacionadas con el cambio climático. Algunos expresaban su impotencia: "el problema es de tal magnitud que ni tenemos suficientes herramientas para trabajar, ni se puede solucionar a corto plazo. Creo que hemos llegado tarde". No podemos evitar lo que ya está hecho, pero sí podemos trabajar juntos para intentar aminorar o mejorar algunos de los efectos del cambio climático y como consecuencia ayudar a las gentes que más lo están sufriendo. Es una cuestión de justicia. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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