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ABRIL 2007

Meir Margalit
Pacifista israelí

Meir Margalit

Margalit era un soldado israelí. A los diecinueve años, tras una convalecencia por herida de guerra, cambia radicalmente su manera de pensar: de luchar contra el pueblo palestino, pasa a defender sus derechos. Hoy trabaja activamente en el Comité Israelí Contra las Demoliciones, un grupo de derechos humanos que trata de evitar que destruyan las casas que los palestinos construyen sin licencia en Israel.
Su ejemplo demuestra que en su país también hay sensibilidad a la causa palestina
./ Texto: Marta Iglesias. Fotos: Nan

A favor de los palestinos

Para un palestino, su casa es más que ladrillos y cemento. Es su universo, su mundo entero. Si tiran su casa, destruyen su familia. Ahí radica la importancia del Comité de Demolición y la labor de Meir Margalit, que intentan evitar que se tiren las casas que palestinos inocentes han construido sin licencia. Meir Margalit nos explica por qué el gobierno no les concede autorización para construir sus casas: "en Jerusalén a un palestino le resulta muy difícil conseguir la licencia, por motivos básicamente demográficos. Los palestinos son hoy por hoy una tercera parte de la ciudad, pero como su índice de natalidad es tan alto en comparación con el judío, todos los demógrafos prevén que en 2020 los palestinos llegarán a un número tan elevado que podrían decidir el próximo alcalde de la ciudad. La idea de que en la capital de Israel haya un alcalde palestino, llena al israelí de pánico. Por ese motivo se está llevando una política que tiene como objetivo tratar de 'convencer' al palestino, para que abandone la ciudad. O sea, se le hace la vida imposible para que llegue a la conclusión él solito de que tiene que irse, y una de esas medidas es no dejarle construir casas". Pero el palestino no se va. Su concepción del hogar es tan fuerte que levanta su casa, aún sin permiso gubernamental. Cuando se la quieren tirar, actúa el equipo de Margalit.

-Usted dio un cambio radical a su vida. De estar entrenando con el ejército israelí, pasó a defender a los palestinos en Israel. ¿Cómo fue de un extremo a otro?
-Este cambio se hubiese producido de una forma u otra con el paso del tiempo. Conociendo la realidad israelí, tarde o temprano hubiera llegado a donde estoy ahora. Pero uno de los hitos que tal vez hayan apresurado este proceso, es el hecho de que en la guerra del Yom Kippur fui herido en combate y como estaba solo, sin familia y estuve meses internado, tuve mucho tiempo para pensar, evaluar y entender que hay ideologías que tienen un precio muy alto y que no vale la pena pagarlo.
Pero ese cambio mental no fue inmediato, ese año todavía voté por la derecha. Me llevó un tiempo desvincularme de todo lo anterior porque mi familia, mi entorno, mis amigos, estaban a favor de la derecha y me resultó difícil posicionarme.

"Todo lo que Estados Unidos ha invertido en Israel es para poder usarnos como marionetas en el conflicto que ahora existe en Oriente Medio"

-¿Por qué motivo no llegan a los medios de comunicación voces críticas con Israel que partan del interior del país, como la suya?
-No hay censura, pero entiendo que nuestras voces son muy débiles. También es cierto que los medios de comunicación no se interesan demasiado por nuestras posturas. Quizás nuestro discurso no es lo suficientemente atractivo y por eso nos cuesta hacer oír nuestras voces, tanto en Israel como en otros países. Yo quiero mostrar la crítica desde una persona que por un lado quiere a su Estado, y por otro sufre con lo que está pasando. Mi intención no es atacar al Estado de Israel sino tratar de cambiarlo.

-¿En qué situaciones los judíos se sienten víctimas de la política llevada a cabo por el gobierno de Israel?
-Las víctimas claras en el conflicto son los palestinos y no nosotros. Pero a mí no me cabe duda de que todos somos víctimas que estamos 'pagando el pato' de una política expansionista que ha llevado adelante tanto la derecha como la policía israelí. Somos víctimas de nuestro propio gobierno, entre otras cosas porque los pueblos israelíes están pasando por un proceso de degeneración ética. Lo que está ahora en juego es la esencia moral del Estado de Israel, y sin esa base no tiene sentido seguir viviendo en él. Ya no quiero hablar de la sangre que se está derramando ni de cuánta gente ha muerto por vengar a alguien sin ningún sentido. De forma que estamos en un círculo vicioso del que todos nosotros somos víctimas.

-Israel se autodefine como un estado judío y democrático. ¿Por qué afirma que se contradicen estos dos conceptos?
-Porque si te defines como estado judío entonces la base de pertenencia es la religión, un elemento etnocrático. Mientras que si sólo es un país democrático la base de pertenencia es lo que se llama la ciudadanía, que es un concepto muy amplio que no distingue entre judíos, cristianos o musulmanes. Si tú quieres ser un país democrático entonces todos son iguales ante la ley, todos tienen la misma importancia. Pero si dices que somos un poder judío, los judíos son los privilegiados. Mientras haya un grupo privilegiado, ya sea el judío o la gente de ojos azules, entonces todo el resto pasa a ser ciudadano de segunda clase. Y no puede ser democracia. Yo trato de decir que Israel está en una encrucijada en la cual tiene que decidir qué es lo quiere ser. Actualmente hay una legislación democrática, pero en la práctica hay un pueblo privilegiado y un pueblo de segunda clase.

-¿El problema de Israel parte de la legislación o de la aplicación de la misma?
-El problema es la práctica, no la legislación. A nivel legislativo hay leyes dignas de alabanza, pero enseguida se ve que no llegan al pueblo. En algún lugar hay un desfase entre estas leyes y la práctica cotidiana. Mi teoría es que hay demasiados militares ocupando puestos civiles, de hecho muchos de los primeros ministros son generales que vienen del ejército. Ahí tienes el ejemplo de Sharon o muchos de los secretarios generales de los distintos ministerios y municipios. Esta es gente que un buen día se liberó del ejército pero no logró liberarse de la mentalidad militar. Tienen una cultura organizativa muy peculiar; para ellos el árabe será siempre el enemigo; piensan que la defensa del país es más importante que la ley, con lo cual se toman la licencia de hacer cosas contradictorias. A mí me gustaría un país más civil, no solamente en cuanto a las personas que están en puestos estratégicos, sino en la concepción de vida.

 

"Se está llevando a cabo una política para ‘convencer’ al palestino de que abandone la ciudad. Una de las medidas es no dejarles construir su casa, que para ellos representa su universo"

-Aquí nos preguntamos por qué el pueblo judío, que ha sido tan masacrado a lo largo de la historia, repite ese patrón con otro pueblo. ¿Por qué no existe esa sensibilidad hacia el sufrimiento ajeno?
-Esa es la pregunta que a mí no me permite dormir más de una noche. Reconozco que no tengo una respuesta convincente, todo lo que pueda decir es insuficiente. Tras más de dos mil años de sufrimiento y diáspora, en el cuarenta y cinco termina la guerra mundial y en el cuarenta y ocho se declara la independencia. De no ser nada pasamos a ser dueños de nuestro destino. En el sesenta y siete "ocupamos" los territorios y pasamos a ser dueños del destino de los palestinos. A mí me da la impresión de que no hubo suficiente tiempo para asimilar una nueva actitud hacia la vida, y como pasamos de un extremo a otro tal vez nos emborrachamos de poder. El paso fue tan brusco en un período tan corto, que hemos perdido un poco la cabeza y desde entonces estamos en una espiral de la que nos cuesta mucho salir.

-¿Qué sería de Israel sin el apoyo de Estados Unidos?
-Para mí, seguramente sería un paraíso. En los últimos cincuenta años, lo único que nos ha hecho Estados Unidos es daño. Todas las armas, las infraestructuras y todo lo que han invertido es simplemente para poder usarnos como marionetas en el conflicto que ahora existe, que no tiene nada que ver con nosotros. Otros dirán que gracias a los Estados Unidos conocimos la democracia occidental en el Medio Oriente. Yo estoy convencido de que en el cuarenta y ocho terminamos la etapa de mandato británico y empezó otro imperialismo más sutil que nos está dominando. ∆



Meir Margalit

Casas en pie

El Comité Israelí Contra las Demoliciones no escatima esfuerzos a la hora de evitar que destruyan la casa de un palestino. Lo mismo apelan a la Corte para tratar de congelar la orden legal de demolición, que se dirigen a fuentes diplomáticas, organizaciones de DDHH o periodistas para que les ayuden a presionar al gobierno de Israel. También intentan sensibilizar a los ciudadanos para que sean ellos los que reclamen. Pero cuando nada de esto ha dado resultado, los miembros del Comité Israelí Contra las Demoliciones pasan a la resistencia, a la desobediencia civil. Se personan en la casa palestina que va a ser demolida y se encierran, encadenándose dentro para evitar que los buldózer la tiren. "Aunque vienen palestinos a encerrarse con nosotros -indica Margalit-, no les dejamos. Preferimos que no estén porque, aunque a nosotros nos trata mal la policía, sabemos que volveremos a casa esa noche. En cambio, el palestino puede terminar en prisión o en el hospital". Si aún así tiran la casa, el Comité Israelí Contra las Demoliciones la reconstruye, lo que les supone actuar en contra de la ley.



   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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