ara
un palestino, su casa es más que ladrillos y cemento. Es su universo, su
mundo entero. Si tiran su casa, destruyen su familia. Ahí radica la
importancia del Comité de Demolición y la labor de Meir Margalit, que
intentan evitar que se tiren las casas que palestinos inocentes han
construido sin licencia. Meir Margalit nos explica por qué el gobierno
no les concede autorización para construir sus casas: "en Jerusalén a un
palestino le resulta muy difícil conseguir la licencia, por motivos
básicamente demográficos. Los palestinos son hoy por hoy una tercera
parte de la ciudad, pero como su índice de natalidad es tan alto en
comparación con el judío, todos los demógrafos prevén que en 2020 los
palestinos llegarán a un número tan elevado que podrían decidir el
próximo alcalde de la ciudad. La idea de que en la capital de Israel
haya un alcalde palestino, llena al israelí de pánico. Por ese motivo se
está llevando una política que tiene como objetivo tratar de 'convencer'
al palestino, para que abandone la ciudad. O sea, se le hace la vida
imposible para que llegue a la conclusión él solito de que tiene que
irse, y una de esas medidas es no dejarle construir casas". Pero el
palestino no se va. Su concepción del hogar es tan fuerte que levanta su
casa, aún sin permiso gubernamental. Cuando se la quieren tirar, actúa
el equipo de Margalit.
-Usted dio
un cambio radical a su vida. De estar entrenando con el ejército
israelí, pasó a defender a los palestinos en Israel. ¿Cómo fue de un
extremo a otro?
-Este cambio se hubiese producido de una forma u otra con el paso
del tiempo. Conociendo la realidad israelí, tarde o temprano hubiera
llegado a donde estoy ahora. Pero uno de los hitos que tal vez hayan
apresurado este proceso, es el hecho de que en la guerra del Yom Kippur
fui herido en combate y como estaba solo, sin familia y estuve meses
internado, tuve mucho tiempo para pensar, evaluar y entender que hay
ideologías que tienen un precio muy alto y que no vale la pena pagarlo.
Pero ese cambio mental no fue inmediato, ese año todavía voté por la
derecha. Me llevó un tiempo desvincularme de todo lo anterior porque mi
familia, mi entorno, mis amigos, estaban a favor de la derecha y me
resultó difícil posicionarme.
"Todo lo que Estados
Unidos ha invertido en Israel es para poder usarnos como
marionetas en el conflicto que ahora existe en Oriente
Medio" |
-¿Por qué
motivo no llegan a los medios de comunicación voces críticas con Israel
que partan del interior del país, como la suya?
-No hay censura, pero entiendo que nuestras voces son muy débiles.
También es cierto que los medios de comunicación no se interesan
demasiado por nuestras posturas. Quizás nuestro discurso no es lo
suficientemente atractivo y por eso nos cuesta hacer oír nuestras voces,
tanto en Israel como en otros países. Yo quiero mostrar la crítica desde
una persona que por un lado quiere a su Estado, y por otro sufre con lo
que está pasando. Mi intención no es atacar al Estado de Israel sino
tratar de cambiarlo.
-¿En qué
situaciones los judíos se sienten víctimas de la política llevada a cabo
por el gobierno de Israel?
-Las víctimas claras en el conflicto son los palestinos y no
nosotros. Pero a mí no me cabe duda de que todos somos víctimas que
estamos 'pagando el pato' de una política expansionista que ha llevado
adelante tanto la derecha como la policía israelí. Somos víctimas de
nuestro propio gobierno, entre otras cosas porque los pueblos israelíes
están pasando por un proceso de degeneración ética. Lo que está ahora en
juego es la esencia moral del Estado de Israel, y sin esa base no tiene
sentido seguir viviendo en él. Ya no quiero hablar de la sangre que se
está derramando ni de cuánta gente ha muerto por vengar a alguien sin
ningún sentido. De forma que estamos en un círculo vicioso del que todos
nosotros somos víctimas.
-Israel se
autodefine como un estado judío y democrático. ¿Por qué afirma que se
contradicen estos dos conceptos?
-Porque si te defines como estado judío entonces la base de
pertenencia es la religión, un elemento etnocrático. Mientras que si
sólo es un país democrático la base de pertenencia es lo que se llama la
ciudadanía, que es un concepto muy amplio que no distingue entre judíos,
cristianos o musulmanes. Si tú quieres ser un país democrático entonces
todos son iguales ante la ley, todos tienen la misma importancia. Pero
si dices que somos un poder judío, los judíos son los privilegiados.
Mientras haya un grupo privilegiado, ya sea el judío o la gente de ojos
azules, entonces todo el resto pasa a ser ciudadano de segunda clase. Y
no puede ser democracia. Yo trato de decir que Israel está en una
encrucijada en la cual tiene que decidir qué es lo quiere ser.
Actualmente hay una legislación democrática, pero en la práctica hay un
pueblo privilegiado y un pueblo de segunda clase.
-¿El
problema de Israel parte de la legislación o de la aplicación de la
misma?
-El problema es la práctica, no la legislación. A nivel legislativo
hay leyes dignas de alabanza, pero enseguida se ve que no llegan al
pueblo. En algún lugar hay un desfase entre estas leyes y la práctica
cotidiana. Mi teoría es que hay demasiados militares ocupando puestos
civiles, de hecho muchos de los primeros ministros son generales que
vienen del ejército. Ahí tienes el ejemplo de Sharon o muchos de los
secretarios generales de los distintos ministerios y municipios. Esta es
gente que un buen día se liberó del ejército pero no logró liberarse de
la mentalidad militar. Tienen una cultura organizativa muy peculiar;
para ellos el árabe será siempre el enemigo; piensan que la defensa del
país es más importante que la ley, con lo cual se toman la licencia de
hacer cosas contradictorias. A mí me gustaría un país más civil, no
solamente en cuanto a las personas que están en puestos estratégicos,
sino en la concepción de vida.
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"Se está llevando a
cabo una política para ‘convencer’ al palestino de que
abandone la ciudad. Una de las medidas es no dejarles
construir su casa, que para ellos representa su universo" |
-Aquí nos
preguntamos por qué el pueblo judío, que ha sido tan masacrado a lo
largo de la historia, repite ese patrón con otro pueblo. ¿Por qué no
existe esa sensibilidad hacia el sufrimiento ajeno?
-Esa es la pregunta que a mí no me permite dormir más de una noche.
Reconozco que no tengo una respuesta convincente, todo lo que pueda
decir es insuficiente. Tras más de dos mil años de sufrimiento y
diáspora, en el cuarenta y cinco termina la guerra mundial y en el
cuarenta y ocho se declara la independencia. De no ser nada pasamos a
ser dueños de nuestro destino. En el sesenta y siete "ocupamos" los
territorios y pasamos a ser dueños del destino de los palestinos. A mí
me da la impresión de que no hubo suficiente tiempo para asimilar una
nueva actitud hacia la vida, y como pasamos de un extremo a otro tal vez
nos emborrachamos de poder. El paso fue tan brusco en un período tan
corto, que hemos perdido un poco la cabeza y desde entonces estamos en
una espiral de la que nos cuesta mucho salir.
-¿Qué sería
de Israel sin el apoyo de Estados Unidos?
-Para mí, seguramente sería un paraíso. En los últimos cincuenta
años, lo único que nos ha hecho Estados Unidos es daño. Todas las armas,
las infraestructuras y todo lo que han invertido es simplemente para
poder usarnos como marionetas en el conflicto que ahora existe, que no
tiene nada que ver con nosotros. Otros dirán que gracias a los Estados
Unidos conocimos la democracia occidental en el Medio Oriente. Yo estoy
convencido de que en el cuarenta y ocho terminamos la etapa de mandato
británico y empezó otro imperialismo más sutil que nos está dominando. ∆
El Comité Israelí Contra las Demoliciones no
escatima esfuerzos a la hora de evitar que destruyan la casa de un
palestino. Lo mismo apelan a la Corte para tratar de congelar la orden
legal de demolición, que se dirigen a fuentes diplomáticas,
organizaciones de DDHH o periodistas para que les ayuden a presionar al
gobierno de Israel. También intentan sensibilizar a los ciudadanos para
que sean ellos los que reclamen. Pero cuando nada de esto ha dado
resultado, los miembros del Comité Israelí Contra las Demoliciones pasan
a la resistencia, a la desobediencia civil. Se personan en la casa
palestina que va a ser demolida y se encierran, encadenándose dentro
para evitar que los buldózer la tiren. "Aunque vienen palestinos a
encerrarse con nosotros -indica Margalit-, no les dejamos. Preferimos
que no estén porque, aunque a nosotros nos trata mal la policía, sabemos
que volveremos a casa esa noche. En cambio, el palestino puede terminar
en prisión o en el hospital". Si aún así tiran la casa, el Comité
Israelí Contra las Demoliciones la reconstruye, lo que les supone actuar
en contra de la ley.