egún el último boletín del Instituto
Nacional de Estadística (INE), el 20% de la población residente en
España está por debajo del umbral de la pobreza relativa. Esto quiere
decir que vive con ingresos mensuales inferiores a 523 euros. Ancianos y
niños son los más afectados. Sobre la pobreza que nos rodea nos habla
Jorge Nuño, del Área de Análisis Social y Desarrollo de Cáritas.
-¿Qué nos
quiere decir la cifra que indica que el 20% de los residentes en nuestro
país están por debajo del umbral de la pobreza?
-Pues que a pesar de que España lleva más de una década de
crecimiento económico, con noticias económicas positivas e incluso
reducciones en las cifras de desempleo, hay una parte muy importante de
la población -una de cada cinco personas-, que vive en situación
vulnerable o incluso de exclusión social.
-Precisamente, ¿no es una incongruencia que aumente el nivel de
bienestar y a su vez el nivel de pobreza?
-Lo que está aumentando son los indicadores económicos. Es decir,
España es un país más rico, pero la riqueza no se distribuye
adecuadamente ni crea el bienestar que podría. Esto se refrenda con otro
dato reciente que indica que España ya se sitúa entre los diez países
con más millonarios de todo el mundo; y los millonarios nuevos lo son
por especulación financiera e inmobiliaria, es decir, riqueza que no
genera un desarrollo socioeconómico: nuevas empresas y nuevos empleos.
Por tanto hay más dinero, pero también más pobreza.
-¿Qué otros
factores influyen en nuestro país para que haya estos índices de
pobreza?
-Decimos que la pobreza es multidimensional. Los ingresos, el acceso
a la vivienda, el desempleo, el fracaso escolar y la falta de acceso a
formaciones profesionales, el acceso a una adecuada atención sanitaria y
social son factores que se condicionan recíprocamente para que sectores
importantes de población se sitúen y permanezcan bajo el umbral de la
pobreza. A esto se añaden situaciones de discriminación laboral, como
ser mujer, pertenecer a una etnia o grupo social determinado, tener una
discapacidad, tener más de 45 años... que dificultan la normalización
social. Afrontamos además la nueva realidad de los trabajadores pobres,
personas cuyos sueldos no les permiten vivir con dignidad.
-¿Influye
en estas cifras la tasa de inmigración, o la pobreza afecta a todos los
españoles por igual?
-La pobreza afecta a todos por igual. La inmigración no influye en
este porcentaje, que se mantiene desde los últimos veinte años. Los
inmigrantes llegan con ganas de trabajar y trabajan, con lo cual no
siempre se sitúan en la franja de pobreza. Lo que sí es cierto es que la
precariedad en la que se encuentran sobre todo los inmigrantes
indocumentados, les aboca con frecuencia a la pobreza extrema.
-Según las
cifras del INE, los grupos más afectados son los ancianos -el 29,6% vive
en la pobreza- y los menores de dieciséis años -24,3%-. ¿Qué dice de
nuestra sociedad que desprotejamos a los grupos más vulnerables?
-España se sitúa, en cuanto a protección social, a ocho puntos por
debajo de la media europea. Si los países de la UE dedicaron en 2002 una
media del 28% del PIB a protección social, en España invertimos sólo un
20%, siendo además de los países con menor presión fiscal. Tomemos el
ejemplo de las pensiones, que mayoritariamente se sitúan bajo el umbral
de la pobreza... Lo cual nos muestra que España está lejos de ser un
país de referencia como sociedad del bienestar.
-¿Existen
políticas concretas desde el Gobierno para reducir directamente la tasa
de pobreza, o es un problema que se ignora?
-Sí hay políticas que quieren afrontar el reto de la pobreza. Desde
2001 existen los Planes Nacionales de Acción para la Inclusión Social y
en algunos casos también hay planes autonómicos. Sin embargo hasta la
fecha no son todo lo efectivos que deberían. No tienen ni objetivos
medibles (por ejemplo reducir la pobreza un 2%), ni presupuestos
específicos. Desde las ONG sociales demandamos mejoras a estos Planes.
-¿Cuál sería
para ti el primer paso y más importante a dar para iniciar esta lucha
contra la pobreza?
-El primer paso es poner a las personas en el centro de la agenda
política. Es decir, que la economía y la política estén al servicio de
las personas. Parece que las prioridades están subvertidas, las personas
están en función de la economía. Esto se refleja en las nuevas políticas
europeas, que desde 2005 dan preferencia al crecimiento económico, y en
segundo lugar al empleo, arrinconando las políticas de cohesión e
inclusión social. ∆