"El sentido crítico
de la audiencia se fomenta sencillamente interpretando que los
espectadores son al menos tan inteligentes como uno"
"Todos los programas de entretenimiento son una horterada espantosa, que
se basan en la falta de respeto y el cotilleo más infumable. La
audiencia no se lo merece"
"En algunas cadenas, los informativos se parecen cada vez más a un
programa truculento de sucesos, contando estupideces que no interesan a
nadie"
"Los responsables de que la televisión sea cada vez más estúpida son los
que deciden qué se emite en cada cadena, no la audiencia"
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Lo queramos o no, siempre
le recordaremos vestido de traje en el plató de CQC, destilando
ingenio. Hoy podemos seguir disfrutando de sus dotes periodísticas
en Antena 3 gracias al programa matinal Ruedo Ibérico. El tiempo no
ha hecho más que aumentar su ironía y perspicacia para las noticias
diarias. |
Texto: Marta
Iglesias /
Fotos: Rafael Bravo
L lega
puntual a la ciudad donde más tarde ofrecerá una conferencia junto a Tonino.
Pese al calor y al viaje, renuncia a la siesta y se sienta acompañado de un café
y sus inseparables cigarrillos dispuesto a contestar una batería de preguntas. A
simple vista, en Juanjo de la Iglesia se mezclan irremediablemente dos palabras:
ironía y caballerosidad. Posee una mente ágil e inquisitiva que encuentra las
contradicciones de la realidad a un ritmo vertiginoso. Pero a su vez su
capacidad de respeto al interlocutor y su sincera atención le convierten en un
gran conversador.
-¿Siguen existiendo periodistas con ética propia
o ésta ha sido sustituida por el criterio del grupo empresarial en el que
trabajan?
-Cada vez pasa más eso último a lo que te refieres. No sé si es porque cada
vez tienen más fuerza los medios, o porque tienen menos empuje las personas. Hay
gente que milita en su medio, y es una cosa que no la entiendo. Comprendo que
como profesionales tengamos que hacer el trabajo lo mejor que podamos, aunque a
veces hay que hacerlo con una mano en la nariz e igual de bien. Pero es que hay
gente que es militante y encima hace gala de ello, y a mí eso me alarma. No es
la mayoría, pero cuanto más se va subiendo en el escalafón, en el organigrama de
los medios, más te encuentras con ejemplares así.
-Para usted CQC fue
la demostración de que se pueden hacer productos que funcionen sin tener que
tomar al público por tonto. ¿Sigue alguien interesado en "educar al país en la
imbecilidad", como una vez declaró?
-Sí, el convertir al público en acrítico es una constante. Para bien o para
mal, la televisión educa. Y los responsables de que la televisión sea cada vez
más mema, más vacía, más estúpida, menos crítica -aunque no es así en su
totalidad-, son los que deciden qué se emite en cada momento en cada cadena, no
la audiencia. Eso que se dice de que hay telebasura porque el público la pide,
eso es mentira, y a mí no me importa decirlo con todas las letras. Es la
televisión la que ha educado a la audiencia en eso porque conviene por muchas
razones. Por un lado, hay a quien le conviene que la gente sea estúpida porque
es más fácil contar con un público que no va a distinguir lo bueno de lo malo,
que con un público que sea crítico. Por otro, es mucho más fácil hacer tonterías
que hacer las cosas bien.
-Si se ha
demostrado que los programas interesantes funcionan y que hay buenos
profesionales para llevarlos a cabo, ¿por qué insistir en el corazón y los
culebrones, como sigue sucediendo?
-Porque es muy fácil de hacer, y porque conviene que la gente piense en esas
cosas. Luego hay un tercer problema que es 'lo siento, me estoy arruinando. O
meto un programa de corazón o tengo que cerrar'. Pero eso pasa muy pocas veces.
Normalmente lo que la gente quiere es forrarse y sabe que lo logra arrojando
carnaza al público para que la consuma, a cuatro patas si es posible. Es mucho
más fácil hacer cualquier abominación de éstas del corazón, que un buen magazine.
El tío más tonto del mundo hace ese programa bien con garantías de éxito sólo
siguiendo cuatro reglas: haga usted llorar a la gente, haga usted que el público
se escandalice, ponga en ridículo a alguien y falte al respeto a alguna persona.
-¿Cómo fomentar el
sentido crítico de la audiencia?
-Sencillamente interpretando que los espectadores son al menos tan
inteligentes como uno. El público no es imbécil, no hay que tratarle con
paternalismo como si no entendiera nada, porque la gente entiende muchísimas más
cosas de las que creen los directores de estos programas.
-¿Por qué los
informativos son uniformes en todas las cadenas?
-Más que uniformes, lo que yo creo es que los informativos de televisión en
algunas cadenas cada vez se parecen más a un programa truculento de sucesos,
contando estupideces que no interesan a nadie. Y luego opino que deberían
prescindir de esos enfoques pedagógicos que cuentan al lector lo que quiere
leer, regalándole el oído. Es mucho más importante que el lector lea las
noticias desde el punto de vista del medio y sepa dónde se ubica el medio, a que
le den la información como a él le gusta: machacada y bien mezclada con azúcar
para que se la trague, porque probablemente sea mentira. Así el lector cree que
está abundando en sus convicciones y en lo que está abundando es en las
convicciones del propietario del periódico que pertenece a un grupo de presión.
-Decía Rosa Montero
en una de sus columnas, que "el sectarismo político es un veneno que acabará
matándonos". ¿Qué responsabilidad tienen los medios de comunicación en
transmitir datos veraces y no caer en el juego político que hoy confunde a
menudo la información?
-En este país el único sectarismo que veo -quitando los partidos que no
mencionaré de extremas izquierdas y folclóricos de tal- está en el PP. El PSOE
se está equivocando mucho y creo que no está trabajando como debería, pero no es
justo hablar de sectarismo político en general. Lo hay en el PP, donde se
acumula el rencor y esto provoca muchas cosas que nunca habían ocurrido. Ni
después de perder unas elecciones en una situación tremebunda como le sucedió a
Adolfo Suárez; ni cuando se fue Felipe González, que tuvo un acoso de los medios
impresionante y podía estar rencorosillo. No creo que un personaje como Zaplana
o Acebes hayan existido antes en este país. No me parece razonable lo que están
haciendo desde la directiva del Partido Popular, que no desde el Partido
Popular: inventarse un enfrentamiento que no existe entre regiones, por motivos
pintorescos como el idioma, la lengua, el estatuto. La gente no comparte ese
enfrentamiento, ni los conservadores ni los progresistas. Se están inventando
una guerra para hacerse con el poder, cosa que no había visto nunca. El
electorado conservador de este país tiene un partido que no se corresponde con
lo que han votado, ni siquiera con el sentimiento de la gente conservadora. Y
esa especie de ofensiva derechosa y militante que se está propagando por algunos
medios creo que es muy peligrosa.
-La cantidad de
televisiones existentes hoy, ¿están trayendo más calidad y ampliando la variedad
de lo ya existente?
-No, con el aumento de televisiones privadas hemos ido a peor. Yo, que tenía
dieciséis años cuando murió Franco y he vivido la televisión del franquismo,
pensaba que cuando hubiera televisiones privadas habría más competencia y sería
mejor. Pero ha sucedido lo contrario y no sé la razón. Tú coges una parrilla de
televisión del año setenta y dos y, con toda la censura, ahí estaba Jaime de
Armiñán en TVE produciendo unos programas extraordinarios. Había cuatro
programas de música a la semana a horarios normales, había programas de
divulgación de ciencia a horarios normales. No como el pobre Punset y su
programa Redes, que lo emiten sobre las dos de la mañana, o sea unas horas
completamente infectas.
-Le gusta apostar
por programas diferentes y arriesgados, ¿qué echa de menos en TV hoy y cómo lo
cubriría?
-Echo de menos todo tipo de programas bien hechos y en un horario asequible
a todo el mundo. No entiendo por qué apenas hay programas de música en
televisión que sean en directo. Por que se emplea el 99,9% de los programas de
sociedad a hablar de las muertes y enfermedades de las folclóricas y no a
entrevistar al director de la orquesta nacional. Se dice que a la gente no le
gusta, ¡mentira! La gente disfrutaría mucho más escuchando música clásica, rock
and roll o pop que averiguando las inclinaciones sexuales de Encarna Sánchez en
su testamento. Estoy seguro que se disfruta más ante un cuadro de Van Gogh que
viendo Tómbola. Así que echo de menos que se hagan las cosas bien porque todos
los programas de entretenimiento son una horterada espantosa, que se basan en la
falta de respeto y el cotilleo más infumable. La audiencia no se lo merece, y
menos la de la televisión pública. ∆ |