"La Iglesia española es una jerarquía
cada vez más reaccionaria, que funciona movida por el miedo a la
pérdida, a la huída de fieles"
"Parece mentira que el pueblo
judío no haya aprendido nada de tantos años de persecución en propia
carne para que luego haga lo mismo con otros pueblos"
"Bush es el típico ejemplo de
fundamentalismo. Orgulloso de haber sido bendecido por Dios. Rodeado de
otros fundamentalistas que son los neocon. Responsable de salvar al
mundo y con derecho a mirar con arrogancia al resto de los mortales.
Incluso ha elevado el dinero a la categoría de Dios"
"La religión es una reacción
del hombre cuando se plantea cuestiones relacionadas con el sentido de
la vida. Es algo que está presente en todas las cultura" |
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Texto: Mariló Hidalgo
Foto: Nan
Desde el principio de los tiempos el hombre no ha dejado de preguntarse sobre
el sentido de la vida, sobre el más allá. Los últimos descubrimientos
científicos incluso hablan de la existencia de una parte en nuestro cerebro
"preparada" para percibir "la presencia de Dios" o de lo que podríamos llamar
espiritualidad.
El filósofo Javier Sádaba se adentra con su último libro "De Dios a la nada" en
una cuestión controvertida, la esencia espiritual del ser humano y el papel de
las religiones. ¿Qué necesidades tiene el hombre? ¿Qué le ofrece la religión?
¿Cómo se vislumbra el futuro en este nuevo milenio? Sádaba nos invita a un viaje
hacia dentro.
-¿La historia de las religiones es un espejo para conocer la
historia del hombre?
-Sin duda. Conocer las distintas religiones en el espacio y en el tiempo es la
mejor manera de conocer la raíz del ser humano.
-¿Por qué se identifica el "hombre espiritual" con el "hombre
religioso"? ¿Es que sólo a través de la religión el hombre puede encontrar
respuesta al sentido de su vida?
-Uno puede conocer al ser humano a través de muchas perspectivas -ciencia, arte,
filosofía-, pero hay una especialmente adecuada que es la religión, porque ha
sido el vehículo más importante de los deseos del hombre, donde han quedado
recogidas sus expectativas. La religión es una reacción del hombre cuando se
plantea cuestiones relacionadas con el sentido de la vida. Es algo que está
presente en todas las culturas y es difícil encontrar a alguien que no tenga
sentido religioso, sea el que sea. Luego podemos encontrar unas religiones que
son más espirituales y otras más materiales. En cualquier caso religión y
espiritualidad aunque no son lo mismo, sí han ido de la mano en todo este
tiempo.
-En el libro dices que habrá un momento donde las religiones
desaparezcan como consecuencia de que la humanidad dé un paso hacia la madurez.
-El primer y gran mazazo que reciben las religiones tuvo lugar durante la
Ilustración. Ahí la religión se convirtió en una especie de compromiso personal
con Dios, fuera de la imposición de las instituciones que decían hablar en
nombre de Dios. Se gritaba aquello de ¡queremos saber por nosotros mismos!, ¡no
nos hacen falta andadores, ni corsés!, ¡no nos hacen falta piedras firmes en las
que recostarnos! Después de este primer paso, la religión volvió a recuperar
posiciones por un motivo fundamental: porque mientras el ser humano se pregunte
por qué estamos aquí o qué sentido tiene la vida, aparecerá eso que llamamos
religión. Otra cosa distinta será la dirección que esto pueda tomar.
-¿Hacia dónde nos encaminamos en este cruce de milenios?
-Si echo una mirada al futuro, yo diría que hay dos posturas u opciones bien
definidas. La primera sería el dejarnos en manos de monoteísmos feroces, poderes
ocultos, esa especie de magia que está por encima del ser humano y es capaz de
reducirlo a sombra, prácticamente a la nada. La otra sería una especie de
mística natural que nos obligaría a enfrentarnos al mundo, a moderar nuestros
deseos con voluntad y a encarar la vida con una actitud humilde de quien no sabe
nada de lo que hay más allá de los límites espaciotemporales. Es decir, "estamos
aquí, vamos a sacarle jugo a esto, vamos a medirnos y a aprender de todo lo que
existe y veámonos como una isla rodeada de todo un océano por descubrir".
-Comentas que el Taoísmo podría ser una manera de interpretar
la espiritualidad sin tener que echar mano de religiones.
-No soy partidario de orientalismos facilones pero creo que sería bueno para
Oriente y Occidente, una fusión cultural mucho más fuerte que la que ha existido
hasta ahora. A nosotros nos hace falta mucha serenidad oriental y a ellos les
puede venir bien unas dosis de racionalidad. Esa fusión sería excelente y por
eso me inclino hacia el Taoísmo, porque creo que contiene las dos líneas. Una
más mística -que me interesa menos-, y otra que habla de sentirnos parte de un
Universo vivo. Habla de modular nuestra vida con ese ritmo, de pensar en el bien
de los demás. Contempla una sexualidad liberadora, controlada por el propio ser
humano y enfocada a descubrir más vida. No utiliza palabras como reprimir o
castidad. Por ejemplo habla de la contención de la eyaculación pero no lo mira
como un sacrificio sino como rejuvenecimiento, inmortalidad o poder cumplir con
más mujeres.
-¿Por qué el sexo y su control ha sido el plato fuerte de
casi todas las religiones?
-Hay varias razones, pero creo que hay una fundamental. Las religiones al mirar
al más allá, a lo más elevado, han extinguido mucho al ser humano. Han
considerado que tiene una parte noble que es el alma, el espíritu, y otra que es
el cuerpo, la parte animal, que es lo que dificulta elevarse a lo más sublime, a
lo divino. Por eso se habla de dominar los deseos, y como el centro de éstos es
el sexo, de ahí la persecución. También el sexo es lo que más se rebela contra
los códigos morales, lo que más apela a la libertad humana, también por eso se
ha visto como algo negativo.
-¿Cómo en pleno siglo XXI un pueblo puede seguir echando mano
de la religión para seguir presentándose al mundo como el pueblo elegido y desde
ahí justificar todos sus actos? Me refiero por ejemplo, a Israel.
-En una de las partes del libro hablo del monoteísmo hebreo -muy radical y
fundamentalista, por cierto-, que es también padre del monoteísmo cristiano que
origina nuestra cultura. Considerarse como un grupo elegido que puede mirar al
resto del mundo por encima del hombro; con derechos que están por encima de los
derechos humanos; y recibido todo ello de manos de un dios que les tiene como
"prenda", me parece un horror que está teniendo consecuencias muy graves. Parece
mentira que no hayan aprendido nada de tantos años de persecución en propia
carne para que luego hagan lo mismo con otros pueblos.
-¿A qué crees que es debido el actual rebrote de los
fundamentalismos?
-Lo que conocemos como fundamentalismo nace en EEUU a finales del siglo XIX y
surge como consecuencia del miedo a la Modernidad. Es decir, ante cualquier tipo
de avance sea científico, de la inteligencia humana, de la libertad... siempre
hay alguien que teme y se agarra a los orígenes puros, a la letra, y desprecia
lo que supondría un cambio. Y ahora está ocurriendo algo así por ejemplo, en el
fundamentalismo islámico donde todo está en Alá y el resto desaparece. El que
reconoce a Alá y cumple sus mandatos se salva, y la verdad absoluta está escrita
en el cielo y en el Corán. Si a esta religión monolítica le añadimos la delicada
situación política que vive el pueblo árabe después de esos intentos fracasados
por salir del dominio colonial, por conseguir la unificación de un estado árabe
y las tortas que muchas veces han recibido desde fuera, podemos entender cómo la
religión ha sido el recurso más fácil para mantenerse en pie. Pero si miramos a
Occidente, vemos que está pasando lo mismo. Bush es el típico ejemplo de
fundamentalismo. Un fundamentalismo cristiano, metodista en este caso, orgulloso
de haber sido bendecido por Dios. Rodeado a su vez por fundamentalistas que son
los neocon, que se han adjudicado la labor de salvar al mundo y eso le permite
mirar con arrogancia al resto de los mortales. Incluso han elevado a la
categoría de Dios al fundamentalismo en torno al dinero. Todo esto junto explica
el panorama que tenemos.
-La Iglesia es la institución española que más desconfianza
genera para una mayoría de jóvenes españoles -según reflejan las encuestas-. No
obstante y según estos mismos datos, ellos siguen buscando respuestas a las
preguntas de quiénes somos y de dónde venimos. ¿Qué te sugiere esto?
-Por un lado está el hecho de que la Iglesia española es una jerarquía cada vez
más reaccionaria, incluso si la comparamos con tiempos de Tarancón. Es una
estructura jerárquica que funciona movida por el miedo a la pérdida, a la huída
de fieles. Para contestarte a la pregunta me voy a remitir a un observatorio
privilegiado que tengo: mis alumnos. Mi cátedra es de Ética pero doy clases de
Filosofía de la Religión porque es asignatura obligatoria. Pues bien, los
alumnos llegan aquí con desinterés por el tema porque por un lado lo tienen
asociado con manifestaciones políticas de la derecha; y por otro, muestran
asombro cuando la Iglesia lanza mensajes contra el condón, contra los avances de
las nuevas biotecnologías. Bien, pues a pesar de que esto es real, de que en
efecto existe una jerarquía represora -a juicio de personas bastante paganas en
sus costumbres como ocurre cada vez más en España-, sin embargo estos jóvenes se
dan cuenta de que cuando se acercan a las respuestas que han dado los seres
humanos a la religión, están entrando en ellos mismos también. Al final no
hablamos de sacerdotes, ni de filósofos; hablamos de temas profundos, de lo más
profundo que tiene el ser humano.
-Parece que se impone una comunicación sin "intermediarios".
-Por supuesto, pero como les digo a mis alumnos -y valdría para todos- lo
primero que hay que hacer es conocer, leer. La lectura es lo que coloca a cada
uno ante sí mismo. Las grandes estructuras religiosas que actúan como mediadoras
se están acabando, como ha ocurrido con el cristianismo y el gran reto del amor.
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