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MAYO 2006

Protección de datos
El derecho a la privacidad

La Agencia Española de Protección de Datos recuerda: "Toda persona tiene derecho a saber por qué y cómo son tratados sus datos personales y decidir acerca del tratamiento"

Multitud de pequeñas gestiones de la vida cotidiana requieren nuestros datos personales. Del papel pasan a un fichero informático. Y a partir de ahí ¿sabemos a dónde van? Las nuevas tecnologías hacen que la información se almacene con facilidad y pueda viajar a gran velocidad. Con todas las consecuencias.
Texto: Carolina Fernández. Fotos: Fusión

Hablamos de privacidad. Hablamos de nuestros datos personales. Hablamos de nuestro nombre, apellidos, dirección postal o e-mail, DNI, fecha de nacimiento, estado civil, NIF, número de la seguridad social, matrícula del coche, e incluso nuestra fotografía, huellas dactilares. Y más allá, nuestros gustos, religión, raza, tendencia sexual, afiliación política, actividad sindical.
Hay que tener en cuenta que, según advierte la Agencia Española de Protección de Datos (AGPD), son numerosísimas las ocasiones en las que una persona facilita sus datos personales: "Cuando se abre una cuenta en el banco, cuando se matricula en un curso de idiomas, cuando se apunta al gimnasio, cuando solicita participar en un concurso, cuando reserva un vuelo o un hotel, cuando pide hora para una consulta médica, cuando busca trabajo, cada vez que efectúa un pago con su tarjeta de crédito, cuando navega por Internet ... Son múltiples los rastros de datos que se dejan a menudo en todas estas gestiones". La suma de todas estas informaciones conforma nuestra identidad. De esta manera se podría tener acceso a una gran cantidad de datos sobre nosotros y nuestro modo de vida. Otro tipo de información, más comprometedora, sobre ideología, creencias, religión, afiliación sindical, goza de una mayor protección. En estos casos, no puede ser almacenada sin el consentimiento expreso. Algo similar ocurre con los datos relativos a raza, salud y sexualidad.

 

Por regla general, el ciudadano no se preocupa mucho por su privacidad hasta que se siente perjudicado. "Es uno de los derechos fundamentales de nueva generación, y hay muy poca conciencia sobre él".

Javier de la Riera, abogado.

Los ficheros más completos son por supuesto los de las diferentes administraciones públicas. Fuera de este ámbito, existen cientos de miles de pequeños ficheros en cada una de las empresas que recogen datos de clientes, de pacientes, de empleados, etc. Se trata de hoteles, gimnasios, clínicas, colegios, supermercados, gestorías. En principio, cada empresa es responsable de asegurar que los datos que posee no van a ser utilizados con una finalidad distinta para la que fueron recogidos.
Porque ¿qué podría suceder si nuestros datos "viajan" sin nuestro consentimiento? Algunas consecuencias las vive el ciudadano diariamente, aunque no pasan de ser molestias que no causan un daño mayor. Se trata por ejemplo de recibir en el buzón de nuestra casa una montaña de correspondencia no solicitada, la mayoría promociones publicitarias, comunicaciones que notifican la concesión de premios millonarios, o los servicios no solicitados de una agencia matrimonial. Con algunas de las empresas remitentes recordaremos haber tenido relación en algún momento. Con otras no. Entonces nos preguntamos ¿cómo han conseguido nuestro nombre y nuestra dirección? Una publicidad no deseada no siempre tiene un origen ilegal. Hay fuentes accesibles al público, como las guías telefónicas, de las que se pueden tomar datos sin el consentimiento de los ciudadanos, aunque en el momento en el que se utilicen, se debería informar al titular. Evidentemente esto no es lo habitual, así que el interesado puede dirigirse a la empresa que ha enviado esa publicidad para exigirle que no vuelva a utilizar sus datos personales. Todo legal hasta el momento. En otros casos, sin embargo, las empresas recurren a bases de datos clandestinas, o de empresas que se las ceden sin consentimiento. En ese caso sí se trataría de una infracción de la ley, y por tanto, denunciable.

 Codiciada información
Desde el mismo momento en que un bebé nace se ponen en marcha los contadores y empieza a circular información sobre él. Es posible que al día siguiente sus padres reciban en la habitación del hospital la oportuna felicitación de una entidad bancaria avispada y una cartilla de ahorros recién abierta con el nombre y apellidos del recién nacido, que todavía no ha tenido tiempo de ser inscrito en el Registro Civil. Su vida escolar quedará reflejada, con todas las incidencias, en los archivos de Educación. Su vida sanitaria entera se anota en los registros sanitarios públicos y privados. Lo mismo sucede con su vida social: si pertenece a un club, a una asociación, a una federación deportiva. También sus hábitos de consumo: las películas que elige en el video club, las compras que realiza a través de comercio electrónico, cuándo alquila coche o pasa la noche en un hotel. Absolutamente cualquier movimiento con trascendencia jurídica queda registrado. Si se produjesen cruces de datos se establecerían perfiles de personas muy ajustados a la realidad. La pregunta es ¿llegan a producirse estos cruces? Para Javier de la Riera, abogado especializado en nuevas tecnologías y derechos fundamentales, es relativamente sencillo. En las fuentes accesibles al público hay poca información, pero el cruce de datos entre entidades bancarias, financieras, aseguradoras, etc., aporta una gran cantidad de datos, sin nombrar el desarrollo de las técnicas de ingeniería de personalidad que usan ahora mismo las grandes empresas. Si una financiera quisiera lanzar una campaña de publicidad para promocionar créditos para personas con un determinado poder adquisitivo, sólo tendría que consultar sobre hábitos de consumo. "El ciudadano debe ser consciente de que tiene derecho a saber qué información tiene una empresa sobre él y que puede cancelarla cuando considere que ya no es necesaria", añade.

Nombre, apellidos, DNI, fecha de nacimiento, estado civil, matrícula del coche... La suma de todos estos datos conforma nuestra identidad. Conociéndolos se puede tener acceso a una gran cantidad de información sobre nosotros y nuestro modo de vida.

Pero por regla general, el ciudadano de a pie no se preocupa mucho por estos temas hasta que le perjudican directamente, es decir, cuando una financiera gira un recibo a una cuenta que ya había cancelado, o si se le niega un crédito sin razón aparente. Cuando existe la sospecha de que circula información no autorizada, surge la necesidad de defenderse. ¿A qué puerta hay que llamar?
En España, la Ley Orgánica 15/1999 de Protección de Datos de Carácter Personal (LOPD) regula el derecho fundamental a la protección de datos, que incluye el derecho del titular a que se le informe de cuándo y por qué se utilizan sus datos personales, el derecho a acceder a los mismos y a modificarlos, tratarlos o impedir su utilización si así lo considera. Esa misma ley establece que la Agencia Española de Protección de Datos debe ser la encargada de velar por un derecho, por cierto, recogido en la Constitución, que en su artículo 18 expone: Todos los ciudadanos tenemos derecho a la intimidad personal y familiar, el honor y la propia imagen. También la Constitución Europea reconoce el derecho a la protección de datos. "Es uno de los derechos fundamentales de nueva generación -explica Javier de la Riera-, y hay muy poca conciencia sobre él. Hasta que no es vulnerado no surge la preocupación".



Es muy posible que determinadas empresas estén muy interesadas en saber en qué paginas Web entramos, cuáles son nuestros gustos a la hora de comprar, si practicamos o no algún deporte, etc., para elaborar sus propios estudios de mercado y ofrecernos el producto que necesitamos.

 Nuevas tecnologías
Internet nos ha cambiado la vida. La generalización del uso de nuevas tecnologías en el ámbito doméstico ha supuesto un impresionante salto cualitativo. Agiliza trámites y permite operaciones impensables hasta hace pocos años. Cada vez más usuarios realizan operaciones utilizando la Red, desde una compra hasta un trámite burocrático con la administración, o reservar entradas para el teatro. También han avanzado los medios de almacenamiento y de transmisión de datos, lo que facilita enormemente el acceso a la información personal.
Cada una de estas operaciones supone un intercambio de datos que va dejando un rastro de información en la red. Hollywood ha encontrado en este tema un buen filón. Son numerosas las producciones en las que un individuo es acorralado por un sistema que espía todos sus pasos. Cualquier movimiento es información, y como tal, deja un rastro: desde una llamada telefónica hasta el pago con tarjeta de crédito en una gasolinera perdida en el desierto de Arizona. O una imagen fugaz captada por una cámara de seguridad en una estación de tren abarrotada. La persecución resulta implacable. Pero eso ocurre en el cine y es fruto de la imaginación de un equipo de guionistas. La vida real es otra cosa. ¿No?
Pongamos que sí, que posiblemente nunca en nuestra vida haya alguien que siga nuestros pasos por algún interés particular. Sin embargo sí es posible que determinadas empresas estén muy interesadas en saber en qué paginas web entramos, cuáles son nuestros gustos a la hora de comprar, si practicamos o no algún deporte, etc., para elaborar sus propios estudios de mercado y ofrecernos casualmente justo el producto que encaja como un guante en nuestras necesidades y/o aficiones. De esta manera, la mejora en la capacidad de comunicación que ha supuesto la entrada de Internet en los hogares, tiene que combinarse con el derecho de todos los ciudadanos a trazar una línea, es decir, ganamos en progreso y calidad de vida, no podemos perder en privacidad. Se nos viene a la cabeza el Gran Hermano descrito por George Orwell en su novela 1984: "Es un futuro lejano, pero que podría llegar a suceder. Hay que tener en cuenta que Internet es asequible al público cada vez en mayor escala y la transmisión de información ahora es pasmosa. Antes para conseguir cualquier dato había que saber dónde buscarlo. Ahora a través de Internet se encuentra todo. Es bueno que eso suceda y que la tecnología se desarrolle, pero tiene que compatibilizarse con los derechos de la persona", explica Javier de la Riera.
Y este gran salto lo hemos dado en muy pocos años. Esta evolución la refleja la legislación española. La LORTAD (Ley Orgánica Reguladora del Tratamiento Automatizado de Datos) aparece en 1992, y la LOPD (Ley Orgánica de Protección de Datos) la sustituye en 1999. Con menos de una década de diferencia, ambas nacen bajo perspectivas distintas y en un contexto muy diferente, ya que en pocos años el desarrollo tecnológico se ha disparado. Lo explica Javier de la Riera: "En el 92 decíamos 'vamos a limitar la informática por si acaso hace que nuestros derechos fundamentales sean vulnerados'. La perspectiva en 1999 es muy distinta: no vamos a limitar la informática porque sin ella no avanzamos, pero vamos a garantizar los derechos de los ciudadanos. No puede haber ninguna acción que coarte el desarrollo tecnológico ni el tráfico lícito de información, porque entonces estaríamos retrocediendo".

Internet nos ha cambiado la vida. La información está al alcance de todos, se almacena con facilidad y se transmite a gran velocidad.

De momento, las consecuencias visibles del mal uso de nuestros datos son molestas, pero en la mayoría de los casos no afectan a nuestro modo de vida: ya hemos hablado del correo postal no deseado y el spam que tenemos que limpiar del ordenador. Pero los expertos advierten que en la medida en que la información se acumule y se transmita libremente, pueden empezar a tomarse decisiones a nuestro alrededor, que sí nos afectan, sin que seamos conscientes de ello: no nos conceden un seguro, o no podemos escolarizar a un niño con normalidad porque padece una determinada enfermedad, o no nos dan un trabajo porque la empresa rechaza nuestro currículo sin comprobar nuestras aptitudes. Y todo por la posibilidad de disponer de información sobre nosotros. Las entidades financieras y las aseguradoras se frotan las manos.



Muchos ciudadanos reciben habitualmente en su correo postal o electrónico correspondencia no solicitada: promociones publicitarias, premios millonarios, etc. Si nunca hemos tenido contacto con esas empresas ¿cómo han conseguido nuestro nombre y nuestra dirección?

La Agencia Española de Protección de Datos hace hincapié en recordar los derechos de los ciudadanos: "Toda persona tiene derecho a saber por qué y cómo son tratados sus datos personales y decidir acerca del tratamiento". Concretando un poco más, tenemos derecho a ser informados en el momento de la recogida de los datos, derecho a consultar el registro general de protección de datos, así como derecho de acceso a los ficheros, de rectificación de nuestros datos, de cancelación y de oposición, salvo que la ley disponga lo contrario, como sucede con los ficheros de la administración pública o de la policía. "La mayoría de las personas no saben que tienen derecho a la privacidad. Eso significa disponer del uso de su información y poder decidir sobre ella -explica Javier de la Riera-. Se trata de un derecho fundamental. El ciudadano tiene derecho a no sufrir valoraciones automatizadas de su comportamiento y a ser indemnizado cuando tiene un perjuicio".
Según el director de la AGPD, José Luis Piñar Mañas, en el año 2003 había inscritos en la AGPD unos doscientos mil ficheros; en estos momentos superan ya los seiscientos sesenta mil. A finales del año 2002 había una media de doscientas operaciones al día en el registro general de protección de datos; ahora está en torno a las mil. En el año 2005 hubo un total de mil ciento cincuenta y ocho expedientes de investigación lo cual supuso un incremento notabilísimo con respecto a años anteriores. "Estamos percibiendo que, sobre todo en los dos últimos años, hay un mucho mayor y mejor conocimiento de la Agencia y del derecho fundamental a la protección de datos por parte de los ciudadanos", añade Piñar Mañas.
Falta nos va a hacer, a la vista de la velocidad de los cambios que se han producido en muy pocos años. "Estamos hablando en el 2006. Si no se toman medidas ahora no sabemos qué ocurrirá en el año 2026, con toda la información al alcance de la mano, circulando en las bases de datos sin ningún tipo de control. Es fundamental que el ciudadano sea consciente, si no, el Gran Hermano de Orwell podría convertirse en una realidad". ∆

Por ejemplo, el Hospital de Leganés
A comienzos del 2005 saltaba a los medios de comunicación el caso de las presuntas sedaciones irregulares a pacientes terminales en el Hospital de Leganés (Madrid). Es uno de los casos recientes más conocidos por la opinión pública, en el que, independientemente de las implicaciones médicas, se produce un delito relacionado con la protección de datos, ya que el caso sale a la luz a raíz de la filtración de un sobre con información médica sobre más de cuarenta pacientes, así como sus números de historia clínica. "Es un ejemplo de lo que sucede si no se aplica la LOPD: los datos sanitarios pueden salir a la luz cuando convenga. En este caso concreto, se ha parado la investigación de la AGPD porque existe un delito de protección de datos, no una infracción administrativa, y la vía penal es la más adecuada". ∆

 

DNI Electrónico
Ha llegado. Por fin, después de años de trabajo y una inversión millonaria que supera los 300 millones de euros, los españoles tendremos DNI electrónico. Se parecerá a las tarjetas bancarias, pero la mayor novedad es que incorpora un chip capaz de almacenar toda la información de nuestro carné, incluida foto, firma y huella; y dos certificaciones digitales uno de autentificación y otro para la firma de documentos. Pero el cambio más importante es que nos permitirá identificarnos a la hora de firmar documentos electrónicos, lo que agilizará muchísimo los trámites y dará un fuerte impulso a la administración electrónica.
Según el Ministerio de Interior el nuevo DNI cumple con "todas las garantías" de confidencialidad que establece la normativa de protección de datos.
Para la Agencia de Protección de Datos, se trata de un instrumento que puede incluso incrementar la seguridad. Según explica su director, "es un instrumento adecuado para el desarrollo de la sociedad de información y para mejorar y facilitar las gestiones que lleven a cabo los ciudadanos". ∆

 

Ojo con los papeles
La privacidad de las personas no está sólo pendiente de los ficheros de un ordenador. Aparte de los soportes informáticos, también está el papel: nóminas, contratos laborales, currículos. Las empresas españolas tienen de plazo hasta el 2007 para adaptarse progresivamente a la normativa y aplicar medidas que aseguren la privacidad de los datos que guardan.

 

Google. Toda la información
En Estados Unidos, que a diferencia de Europa no tiene una normativa que regule la protección de datos, la alarma ha saltado recientemente debido a una nueva moda que se ha bautizado como "googlear", esto es, consultar en el buscador Google información sobre cualquier persona que pueda interesarnos, y no sólo personajes famosos, algo más o menos habitual, sino sobre nuestro jefe, sobre nuestros empleados, sobre un vecino, o cualquier ciudadano anónimo que, sin saberlo, puede estar siendo investigado por cualquiera. Buscando un poco aparecen perfiles muy completos que incluyen datos sobre el trabajo, los gustos, las aficiones y la vida privada de otras personas, además de haberse convertido en un filón para encontrar pareja.
En Europa, que sí cuenta con una legislación que se esfuerza por contener el empuje de las nuevas tecnologías, parece que todavía no ha estallado esa bomba. Sin embargo, si el ciudadano no empieza a tomar conciencia de la importancia de velar por su privacidad, sí podrían vivirse en un futuro situaciones dantescas, que hoy nos parecen sacadas de una película de ciencia ficción. ∆

 

 José Luis Piñar Mañas
Director de la Agencia Española Protección de Datos.

"Se juega con la identidad y con la dignidad de las personas"

Dirige desde hace un año la Agencia de Protección de Datos (AGDP). Anteriormente le sucedieron en este puesto un fiscal y un magistrado. Y ahora este madrileño de 46 años, catedrático de Derecho Administrativo, se ha propuesto desterrar el desconocimiento ciudadano sobre la AGDP. La protección de los datos personales y la defensa del derecho a la intimidad son sus principales objetivos.

"La inmensa mayoría de los datos personales de los ciudadanos en España están siendo tratados de acuerdo a la ley. Las asignaturas pendientes siguen siendo las PYMES y los profesionales"

-¿Conocen suficientemente los ciudadanos cuál es la labor de esta Agencia?
-Yo creo que se va conociendo cada vez más. En cualquier caso es una institución relativamente reciente. Se creó a raíz de la Ley Orgánica del año 92 por la cual se regulaban los tratamientos automatizados de datos, de modo que tiene apenas doce años de existencia. En cualquier caso en los últimos años se está produciendo un incremento de actuaciones por parte de la Agencia, incremento en las consultas, incremento de expedientes que se inician, informes que nos solicitan, accesos a la página web. Aunque hay mucho por hacer todavía estamos percibiendo que hay un mayor y mejor conocimiento de la Agencia y del derecho fundamental a la protección de datos por parte de los ciudadanos.

-Ahora mismo muchas empresas están haciendo un esfuerzo por ajustarse a la ley vigente. ¿En qué fase está ese proceso?
-En este momento tenemos por encima de los seiscientos sesenta mil ficheros inscritos, y calculamos que este número de ficheros corresponde en torno a unas cuatrocientas mil empresas. Si consideramos que hay más de tres millones de empresas en España se podría llegar a la fácil, pero equivocada conclusión de que sólo un 10% de las empresas en el mejor de los casos cumple la ley, y que por tanto sólo un 10% de los datos están protegidos. Esto no es así, porque las grandes empresas, las que acumulan el volumen más importante de datos personales -telecomunicaciones, seguros, marketing directo- así como las grandes administraciones públicas del Estado, Comunidades Autónomas y grandes ayuntamientos, todas están cumpliendo con la Ley de Protección de Datos, salvo casos concretos de infracciones.
Yo me atrevería a decir que la inmensa mayoría de los datos personales de los ciudadanos en España están siendo tratados de acuerdo a la ley. Las asignaturas pendientes siguen siendo las PYMES y los profesionales, en cuyo ámbito hay mucho camino por hacer.

"No se puede ser extremadamente fundamentalista, porque en la sociedad actual hay que facilitar datos pero hay que ser cautos"

-¿Por qué debe el ciudadano preocuparse por este tema? ¿En qué le puede perjudicar?
-Habría que distinguir varios aspectos. Hay mucha gente que considera que recibir un correo electrónico o una publicidad no deseada, o incorporar un dato a un fichero sin consentimiento, no es tan grave. Los ciudadanos tienen que ser conscientes de que es relativamente frecuente que alguien trate sus datos sin su consentimiento y eso significa que están jugando con su identidad. Que alguien juegue con mi identidad sin yo saberlo puede afectar a mi dignidad, porque van a estar definiendo qué es lo que me gusta o me deja de gustar, qué es lo que tengo que recibir o dejar de recibir; van a estar dando una imagen equivocada de mi persona, van a estar mandando datos a ficheros de morosidad que no son exactos, van a estar cambiando mi contrato de telecomunicaciones sin mi consentimiento. Ese tratamiento de los datos puede llegar a ser tremendamente grave, porque se juega con la identidad y con la dignidad de las personas.

-La expansión de las nuevas tecnologías ha disparado las posibilidades de transmisión de la información. ¿Cómo es posible controlar este tema?
-En efecto, todo el tema de la protección de datos surge cuando se generalizan las nuevas tecnologías, que en estos momentos son imprescindibles para el desarrollo de cualquier sociedad democrática. Tampoco se trata de poner puertas al campo y evitar el desarrollo de Internet, esto sería descabellado, pero hay que tener muy en cuenta que las nuevas tecnologías suponen también un riesgo para los derechos, para la privacidad y para la entidad de las personas, porque permiten manejar miles o millones de datos personales de un modo muy sencillo, muy económico y muy eficiente. ¿Qué es lo que puede hacer el ciudadano? Adoptar medidas de seguridad, poner un antivirus. As va a producir un primer freno. No obstante estas medidas no son eficaces 100%. En caso necesario se puede presentar la correspondiente denuncia ante la Agencia para que ésta sea la que adopte las medidas oportunas, que incluso pueden llevar a la clausura, la cancelación o bloqueo del tratamiento de datos personales que se esté llevando a cabo.

"La privacidad es esencial en cualquier sociedad, y mucho más en el siglo XXI"

-En su vida personal cotidiana ¿cómo vela el director de la AGPD por la privacidad de sus datos?
-Yo intento velar por mis datos personales como debería hacerlo todo ciudadano. Partiendo de la base, y hay que ser realistas, de que en estos momentos mis datos y los de la inmensa mayoría de los ciudadanos, van a ser utilizados de un modo ilegal, porque cuando alguien recibe un correo electrónico o una publicidad no deseada es que alguien ha utilizado mal sus datos personales. ¿Qué medidas hay que adoptar? Pues ser muy cautelosos, no dar más datos de los necesarios y por supuesto tener instaladas aplicaciones de seguridad en el ordenador. No se puede ser extremadamente fundamentalista, porque en la sociedad actual hay que facilitar datos, pero hay que ser cautos para que el uso de esos datos personales sea acorde con la ley.

-¿Qué sentido le da usted a lo que es la privacidad, como concepto, como valor?
-La privacidad es esencial en cualquier sociedad, y mucho más en el siglo XXI. Situaciones como las que describe George Orwell en su novela Mil novecientos ochenta y cuatro no son ciencia-ficción, sino que son muy posibles. En estos momentos a través de tecnologías muy sofisticadas es posible obtener información de millones de personas, por eso hay que ser enormemente precavido por la defensa y tutela de nuestra privacidad y nuestra intimidad. Poco a poco, cuando se vaya generalizando la cultura de la protección de datos, iremos cayendo en la cuenta de que no es una carga para las empresas, sino que es lo normal en una sociedad democrática. ∆

 

 FUSION OPINA

En 1948 George Orwell publicó Mil novecientos ochenta y cuatro, novela de ficción que, entre otras cosas, acuñó el término de Gran Hermano, en referencia a la omnipresencia de un estado totalitario, que vigila permanentemente a los ciudadanos y los obliga a cumplir las leyes mediante el miedo y el castigo. A partir de entonces, han sido muchos los que han querido ver un paralelismo con lo que sucede en nuestra sociedad. Posiblemente hoy no podamos hablar de un único estado vigilante, salvo en algún caso concreto, pero sí de un sistema ideado para que la información pueda circular a gran velocidad, pueda archivarse en grandes cantidades, pueda intercambiarse sin apenas dejar rastro. Los avances tecnológicos han sido espectaculares en muy pocos años, posiblemente han ido mucho más allá de lo que Orwell pudo en su día imaginar, y están, además, al alcance de toda la población. La generalización del uso de Internet ha abierto las puertas de la libre circulación de información.
En medio de esta vorágine está el ciudadano, que debe empezar a tomar consciencia de un nuevo concepto: la privacidad, como un derecho fundamental.
Hoy asoma el comienzo de lo que en el futuro, con el boom tecnológico que ya estamos viviendo, se convertirá previsiblemente en un grave problema. Por eso, es momento de tomar medidas globales. Antes de que nos desborde. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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