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MAYO 2006
Protección de datos
El derecho a la
privacidad
Multitud de pequeñas gestiones de la vida cotidiana
requieren nuestros datos personales. Del papel pasan a un fichero
informático. Y a partir de ahí ¿sabemos a dónde van? Las nuevas
tecnologías hacen que la información se almacene con facilidad y pueda
viajar a gran velocidad. Con todas las consecuencias.
Texto: Carolina Fernández. Fotos: Fusión
H ablamos
de privacidad. Hablamos de nuestros datos personales. Hablamos de
nuestro nombre, apellidos, dirección postal o e-mail, DNI, fecha de
nacimiento, estado civil, NIF, número de la seguridad social, matrícula
del coche, e incluso nuestra fotografía, huellas dactilares. Y más allá,
nuestros gustos, religión, raza, tendencia sexual, afiliación política,
actividad sindical.
Hay que tener en cuenta que, según advierte la Agencia Española de
Protección de Datos (AGPD), son numerosísimas las ocasiones en las que
una persona facilita sus datos personales: "Cuando se abre una cuenta en
el banco, cuando se matricula en un curso de idiomas, cuando se apunta
al gimnasio, cuando solicita participar en un concurso, cuando reserva
un vuelo o un hotel, cuando pide hora para una consulta médica, cuando
busca trabajo, cada vez que efectúa un pago con su tarjeta de crédito,
cuando navega por Internet ... Son múltiples los rastros de datos que se
dejan a menudo en todas estas gestiones". La suma de todas estas
informaciones conforma nuestra identidad. De esta manera se podría tener
acceso a una gran cantidad de datos sobre nosotros y nuestro modo de
vida. Otro tipo de información, más comprometedora, sobre ideología,
creencias, religión, afiliación sindical, goza de una mayor protección.
En estos casos, no puede ser almacenada sin el consentimiento expreso.
Algo similar ocurre con los datos relativos a raza, salud y sexualidad.
Por regla general, el
ciudadano no se preocupa mucho por su privacidad hasta que
se siente perjudicado. "Es uno de los derechos fundamentales
de nueva generación, y hay muy poca conciencia sobre él".
Javier de la Riera,
abogado. |
Los ficheros más completos son por supuesto
los de las diferentes administraciones públicas. Fuera de este ámbito,
existen cientos de miles de pequeños ficheros en cada una de las
empresas que recogen datos de clientes, de pacientes, de empleados, etc.
Se trata de hoteles, gimnasios, clínicas, colegios, supermercados,
gestorías. En principio, cada empresa es responsable de asegurar que los
datos que posee no van a ser utilizados con una finalidad distinta para
la que fueron recogidos.
Porque ¿qué podría suceder si nuestros datos "viajan" sin nuestro
consentimiento? Algunas consecuencias las vive el ciudadano diariamente,
aunque no pasan de ser molestias que no causan un daño mayor. Se trata
por ejemplo de recibir en el buzón de nuestra casa una montaña de
correspondencia no solicitada, la mayoría promociones publicitarias,
comunicaciones que notifican la concesión de premios millonarios, o los
servicios no solicitados de una agencia matrimonial. Con algunas de las
empresas remitentes recordaremos haber tenido relación en algún momento.
Con otras no. Entonces nos preguntamos ¿cómo han conseguido nuestro
nombre y nuestra dirección? Una publicidad no deseada no siempre tiene
un origen ilegal. Hay fuentes accesibles al público, como las guías
telefónicas, de las que se pueden tomar datos sin el consentimiento de
los ciudadanos, aunque en el momento en el que se utilicen, se debería
informar al titular. Evidentemente esto no es lo habitual, así que el
interesado puede dirigirse a la empresa que ha enviado esa publicidad
para exigirle que no vuelva a utilizar sus datos personales. Todo legal
hasta el momento. En otros casos, sin embargo, las empresas recurren a
bases de datos clandestinas, o de empresas que se las ceden sin
consentimiento. En ese caso sí se trataría de una infracción de la ley,
y por tanto, denunciable.
Codiciada información
Desde el mismo momento en que un bebé nace se ponen en marcha los
contadores y empieza a circular información sobre él. Es posible que al
día siguiente sus padres reciban en la habitación del hospital la
oportuna felicitación de una entidad bancaria avispada y una cartilla de
ahorros recién abierta con el nombre y apellidos del recién nacido, que
todavía no ha tenido tiempo de ser inscrito en el Registro Civil. Su
vida escolar quedará reflejada, con todas las incidencias, en los
archivos de Educación. Su vida sanitaria entera se anota en los
registros sanitarios públicos y privados. Lo mismo sucede con su vida
social: si pertenece a un club, a una asociación, a una federación
deportiva. También sus hábitos de consumo: las películas que elige en el
video club, las compras que realiza a través de comercio electrónico,
cuándo alquila coche o pasa la noche en un hotel. Absolutamente
cualquier movimiento con trascendencia jurídica queda registrado. Si se
produjesen cruces de datos se establecerían perfiles de personas muy
ajustados a la realidad. La pregunta es ¿llegan a producirse estos
cruces? Para Javier de la Riera, abogado especializado en nuevas
tecnologías y derechos fundamentales, es relativamente sencillo. En las
fuentes accesibles al público hay poca información, pero el cruce de
datos entre entidades bancarias, financieras, aseguradoras, etc., aporta
una gran cantidad de datos, sin nombrar el desarrollo de las técnicas de
ingeniería de personalidad que usan ahora mismo las grandes empresas. Si
una financiera quisiera lanzar una campaña de publicidad para
promocionar créditos para personas con un determinado poder adquisitivo,
sólo tendría que consultar sobre hábitos de consumo. "El ciudadano debe
ser consciente de que tiene derecho a saber qué información tiene una
empresa sobre él y que puede cancelarla cuando considere que ya no es
necesaria", añade.
Nombre, apellidos, DNI, fecha de nacimiento,
estado civil, matrícula del coche... La suma de todos estos datos
conforma nuestra identidad. Conociéndolos se puede tener acceso a una
gran cantidad de información sobre nosotros y nuestro modo de vida.
Pero por
regla general, el ciudadano de a pie no se preocupa mucho por estos
temas hasta que le perjudican directamente, es decir, cuando una
financiera gira un recibo a una cuenta que ya había cancelado, o si se
le niega un crédito sin razón aparente. Cuando existe la sospecha de que
circula información no autorizada, surge la necesidad de defenderse. ¿A
qué puerta hay que llamar?
En España, la Ley Orgánica 15/1999 de Protección de Datos de Carácter
Personal (LOPD) regula el derecho fundamental a la protección de datos,
que incluye el derecho del titular a que se le informe de cuándo y por
qué se utilizan sus datos personales, el derecho a acceder a los mismos
y a modificarlos, tratarlos o impedir su utilización si así lo
considera. Esa misma ley establece que la Agencia Española de Protección
de Datos debe ser la encargada de velar por un derecho, por cierto,
recogido en la Constitución, que en su artículo 18 expone: Todos los
ciudadanos tenemos derecho a la intimidad personal y familiar, el honor
y la propia imagen. También la Constitución Europea reconoce el derecho
a la protección de datos. "Es uno de los derechos fundamentales de nueva
generación -explica Javier de la Riera-, y hay muy poca conciencia sobre
él. Hasta que no es vulnerado no surge la preocupación".
Es muy posible que determinadas empresas estén muy
interesadas en saber en qué paginas Web entramos, cuáles son
nuestros gustos a la hora de comprar, si practicamos o no
algún deporte, etc., para elaborar sus propios estudios de
mercado y ofrecernos el producto que necesitamos. |
Nuevas tecnologías
Internet nos ha cambiado la vida. La generalización del uso de nuevas
tecnologías en el ámbito doméstico ha supuesto un impresionante salto
cualitativo. Agiliza trámites y permite operaciones impensables hasta
hace pocos años. Cada vez más usuarios realizan operaciones utilizando
la Red, desde una compra hasta un trámite burocrático con la
administración, o reservar entradas para el teatro. También han avanzado
los medios de almacenamiento y de transmisión de datos, lo que facilita
enormemente el acceso a la información personal.
Cada una de estas operaciones supone un intercambio de datos que va
dejando un rastro de información en la red. Hollywood ha encontrado en
este tema un buen filón. Son numerosas las producciones en las que un
individuo es acorralado por un sistema que espía todos sus pasos.
Cualquier movimiento es información, y como tal, deja un rastro: desde
una llamada telefónica hasta el pago con tarjeta de crédito en una
gasolinera perdida en el desierto de Arizona. O una imagen fugaz captada
por una cámara de seguridad en una estación de tren abarrotada. La
persecución resulta implacable. Pero eso ocurre en el cine y es fruto de
la imaginación de un equipo de guionistas. La vida real es otra cosa.
¿No?
Pongamos que sí, que posiblemente nunca en nuestra vida haya alguien que
siga nuestros pasos por algún interés particular. Sin embargo sí es
posible que determinadas empresas estén muy interesadas en saber en qué
paginas web entramos, cuáles son nuestros gustos a la hora de comprar,
si practicamos o no algún deporte, etc., para elaborar sus propios
estudios de mercado y ofrecernos casualmente justo el producto que
encaja como un guante en nuestras necesidades y/o aficiones. De esta
manera, la mejora en la capacidad de comunicación que ha supuesto la
entrada de Internet en los hogares, tiene que combinarse con el derecho
de todos los ciudadanos a trazar una línea, es decir, ganamos en
progreso y calidad de vida, no podemos perder en privacidad. Se nos
viene a la cabeza el Gran Hermano descrito por George Orwell en su
novela 1984: "Es un futuro lejano, pero que podría llegar a suceder. Hay
que tener en cuenta que Internet es asequible al público cada vez en
mayor escala y la transmisión de información ahora es pasmosa. Antes
para conseguir cualquier dato había que saber dónde buscarlo. Ahora a
través de Internet se encuentra todo. Es bueno que eso suceda y que la
tecnología se desarrolle, pero tiene que compatibilizarse con los
derechos de la persona", explica Javier de la Riera.
Y este gran salto lo hemos dado en muy pocos años. Esta evolución la
refleja la legislación española. La LORTAD (Ley Orgánica Reguladora del
Tratamiento Automatizado de Datos) aparece en 1992, y la LOPD (Ley
Orgánica de Protección de Datos) la sustituye en 1999. Con menos de una
década de diferencia, ambas nacen bajo perspectivas distintas y en un
contexto muy diferente, ya que en pocos años el desarrollo tecnológico
se ha disparado. Lo explica Javier de la Riera: "En el 92 decíamos
'vamos a limitar la informática por si acaso hace que nuestros derechos
fundamentales sean vulnerados'. La perspectiva en 1999 es muy distinta:
no vamos a limitar la informática porque sin ella no avanzamos, pero
vamos a garantizar los derechos de los ciudadanos. No puede haber
ninguna acción que coarte el desarrollo tecnológico ni el tráfico lícito
de información, porque entonces estaríamos retrocediendo".
I nternet
nos ha cambiado la vida. La información está al alcance de todos, se
almacena con facilidad y se transmite a gran velocidad.
De momento,
las consecuencias visibles del mal uso de nuestros datos son molestas,
pero en la mayoría de los casos no afectan a nuestro modo de vida: ya
hemos hablado del correo postal no deseado y el spam que tenemos que
limpiar del ordenador. Pero los expertos advierten que en la medida en
que la información se acumule y se transmita libremente, pueden empezar
a tomarse decisiones a nuestro alrededor, que sí nos afectan, sin que
seamos conscientes de ello: no nos conceden un seguro, o no podemos
escolarizar a un niño con normalidad porque padece una determinada
enfermedad, o no nos dan un trabajo porque la empresa rechaza nuestro
currículo sin comprobar nuestras aptitudes. Y todo por la posibilidad de
disponer de información sobre nosotros. Las entidades financieras y las
aseguradoras se frotan las manos.
Muchos ciudadanos
reciben habitualmente en su correo postal o electrónico
correspondencia no solicitada: promociones publicitarias,
premios millonarios, etc. Si nunca hemos tenido contacto con
esas empresas ¿cómo han conseguido nuestro nombre y nuestra
dirección? |
La Agencia
Española de Protección de Datos hace hincapié en recordar los derechos
de los ciudadanos: "Toda persona tiene derecho a saber por qué y cómo
son tratados sus datos personales y decidir acerca del tratamiento".
Concretando un poco más, tenemos derecho a ser informados en el momento
de la recogida de los datos, derecho a consultar el registro general de
protección de datos, así como derecho de acceso a los ficheros, de
rectificación de nuestros datos, de cancelación y de oposición, salvo
que la ley disponga lo contrario, como sucede con los ficheros de la
administración pública o de la policía. "La mayoría de las personas no
saben que tienen derecho a la privacidad. Eso significa disponer del uso
de su información y poder decidir sobre ella -explica Javier de la
Riera-. Se trata de un derecho fundamental. El ciudadano tiene derecho a
no sufrir valoraciones automatizadas de su comportamiento y a ser
indemnizado cuando tiene un perjuicio".
Según el director de la AGPD, José Luis Piñar Mañas, en el año 2003
había inscritos en la AGPD unos doscientos mil ficheros; en estos
momentos superan ya los seiscientos sesenta mil. A finales del año 2002
había una media de doscientas operaciones al día en el registro general
de protección de datos; ahora está en torno a las mil. En el año 2005
hubo un total de mil ciento cincuenta y ocho expedientes de
investigación lo cual supuso un incremento notabilísimo con respecto a
años anteriores. "Estamos percibiendo que, sobre todo en los dos últimos
años, hay un mucho mayor y mejor conocimiento de la Agencia y del
derecho fundamental a la protección de datos por parte de los
ciudadanos", añade Piñar Mañas.
Falta nos va a hacer, a la vista de la velocidad de los cambios que se
han producido en muy pocos años. "Estamos hablando en el 2006. Si no se
toman medidas ahora no sabemos qué ocurrirá en el año 2026, con toda la
información al alcance de la mano, circulando en las bases de datos sin
ningún tipo de control. Es fundamental que el ciudadano sea consciente,
si no, el Gran Hermano de Orwell podría convertirse en una realidad". ∆
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Por ejemplo, el
Hospital de Leganés
A comienzos del 2005 saltaba a los medios de comunicación el
caso de las presuntas sedaciones irregulares a pacientes
terminales en el Hospital de Leganés (Madrid). Es uno de los
casos recientes más conocidos por la opinión pública, en el
que, independientemente de las implicaciones médicas, se
produce un delito relacionado con la protección de datos, ya
que el caso sale a la luz a raíz de la filtración de un
sobre con información médica sobre más de cuarenta
pacientes, así como sus números de historia clínica. "Es un
ejemplo de lo que sucede si no se aplica la LOPD: los datos
sanitarios pueden salir a la luz cuando convenga. En este
caso concreto, se ha parado la investigación de la AGPD
porque existe un delito de protección de datos, no una
infracción administrativa, y la vía penal es la más
adecuada". ∆ |
DNI Electrónico
Ha llegado. Por fin, después de años de trabajo y una
inversión millonaria que supera los 300 millones de euros,
los españoles tendremos DNI electrónico. Se parecerá a las
tarjetas bancarias, pero la mayor novedad es que incorpora
un chip capaz de almacenar toda la información de nuestro
carné, incluida foto, firma y huella; y dos certificaciones
digitales uno de autentificación y otro para la firma de
documentos. Pero el cambio más importante es que nos
permitirá identificarnos a la hora de firmar documentos
electrónicos, lo que agilizará muchísimo los trámites y dará
un fuerte impulso a la administración electrónica.
Según el Ministerio de Interior el nuevo DNI cumple con
"todas las garantías" de confidencialidad que establece la
normativa de protección de datos.
Para la Agencia de Protección de Datos, se trata de un
instrumento que puede incluso incrementar la seguridad.
Según explica su director, "es un instrumento adecuado para
el desarrollo de la sociedad de información y para mejorar y
facilitar las gestiones que lleven a cabo los ciudadanos". ∆ |
Ojo con los papeles
La privacidad de las personas no está sólo pendiente de los
ficheros de un ordenador. Aparte de los soportes
informáticos, también está el papel: nóminas, contratos
laborales, currículos. Las empresas españolas tienen de
plazo hasta el 2007 para adaptarse progresivamente a la
normativa y aplicar medidas que aseguren la privacidad de
los datos que guardan.
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Google. Toda la
información
En Estados Unidos, que a diferencia de Europa no tiene una
normativa que regule la protección de datos, la alarma ha
saltado recientemente debido a una nueva moda que se ha
bautizado como "googlear", esto es, consultar en el buscador
Google información sobre cualquier persona que pueda
interesarnos, y no sólo personajes famosos, algo más o menos
habitual, sino sobre nuestro jefe, sobre nuestros empleados,
sobre un vecino, o cualquier ciudadano anónimo que, sin
saberlo, puede estar siendo investigado por cualquiera.
Buscando un poco aparecen perfiles muy completos que
incluyen datos sobre el trabajo, los gustos, las aficiones y
la vida privada de otras personas, además de haberse
convertido en un filón para encontrar pareja.
En Europa, que sí cuenta con una legislación que se esfuerza
por contener el empuje de las nuevas tecnologías, parece que
todavía no ha estallado esa bomba. Sin embargo, si el
ciudadano no empieza a tomar conciencia de la importancia de
velar por su privacidad, sí podrían vivirse en un futuro
situaciones dantescas, que hoy nos parecen sacadas de una
película de ciencia ficción. ∆ |
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José Luis Piñar Mañas
Director de la Agencia Española
Protección de Datos.
"Se juega
con la identidad y con la dignidad de las personas"
D irige
desde hace un año la Agencia de Protección de Datos (AGDP).
Anteriormente le sucedieron en este puesto un fiscal y un magistrado. Y
ahora este madrileño de 46 años, catedrático de Derecho Administrativo,
se ha propuesto desterrar el desconocimiento ciudadano sobre la AGDP. La
protección de los datos personales y la defensa del derecho a la
intimidad son sus principales objetivos.
-¿Conocen
suficientemente los ciudadanos cuál es la labor de esta Agencia?
-Yo creo que se va conociendo cada vez más. En cualquier caso es una
institución relativamente reciente. Se creó a raíz de la Ley Orgánica
del año 92 por la cual se regulaban los tratamientos automatizados de
datos, de modo que tiene apenas doce años de existencia. En cualquier
caso en los últimos años se está produciendo un incremento de
actuaciones por parte de la Agencia, incremento en las consultas,
incremento de expedientes que se inician, informes que nos solicitan,
accesos a la página web. Aunque hay mucho por hacer todavía estamos
percibiendo que hay un mayor y mejor conocimiento de la Agencia y del
derecho fundamental a la protección de datos por parte de los
ciudadanos.
-Ahora
mismo muchas empresas están haciendo un esfuerzo por ajustarse a la ley
vigente. ¿En qué fase está ese proceso?
-En este momento tenemos por encima de los seiscientos sesenta mil
ficheros inscritos, y calculamos que este número de ficheros corresponde
en torno a unas cuatrocientas mil empresas. Si consideramos que hay más
de tres millones de empresas en España se podría llegar a la fácil, pero
equivocada conclusión de que sólo un 10% de las empresas en el mejor de
los casos cumple la ley, y que por tanto sólo un 10% de los datos están
protegidos. Esto no es así, porque las grandes empresas, las que
acumulan el volumen más importante de datos personales
-telecomunicaciones, seguros, marketing directo- así como las grandes
administraciones públicas del Estado, Comunidades Autónomas y grandes
ayuntamientos, todas están cumpliendo con la Ley de Protección de Datos,
salvo casos concretos de infracciones.
Yo me atrevería a decir que la inmensa mayoría de los datos personales
de los ciudadanos en España están siendo tratados de acuerdo a la ley.
Las asignaturas pendientes siguen siendo las PYMES y los profesionales,
en cuyo ámbito hay mucho camino por hacer.
"No se
puede ser extremadamente fundamentalista, porque en la sociedad actual
hay que facilitar datos pero hay que ser cautos"
-¿Por qué
debe el ciudadano preocuparse por este tema? ¿En qué le puede
perjudicar?
-Habría que distinguir varios aspectos. Hay mucha gente que
considera que recibir un correo electrónico o una publicidad no deseada,
o incorporar un dato a un fichero sin consentimiento, no es tan grave.
Los ciudadanos tienen que ser conscientes de que es relativamente
frecuente que alguien trate sus datos sin su consentimiento y eso
significa que están jugando con su identidad. Que alguien juegue con mi
identidad sin yo saberlo puede afectar a mi dignidad, porque van a estar
definiendo qué es lo que me gusta o me deja de gustar, qué es lo que
tengo que recibir o dejar de recibir; van a estar dando una imagen
equivocada de mi persona, van a estar mandando datos a ficheros de
morosidad que no son exactos, van a estar cambiando mi contrato de
telecomunicaciones sin mi consentimiento. Ese tratamiento de los datos
puede llegar a ser tremendamente grave, porque se juega con la identidad
y con la dignidad de las personas.
-La
expansión de las nuevas tecnologías ha disparado las posibilidades de
transmisión de la información. ¿Cómo es posible controlar este tema?
-En efecto, todo el tema de la protección de datos surge cuando se
generalizan las nuevas tecnologías, que en estos momentos son
imprescindibles para el desarrollo de cualquier sociedad democrática.
Tampoco se trata de poner puertas al campo y evitar el desarrollo de
Internet, esto sería descabellado, pero hay que tener muy en cuenta que
las nuevas tecnologías suponen también un riesgo para los derechos, para
la privacidad y para la entidad de las personas, porque permiten manejar
miles o millones de datos personales de un modo muy sencillo, muy
económico y muy eficiente. ¿Qué es lo que puede hacer el ciudadano?
Adoptar medidas de seguridad, poner un antivirus. As va a producir un
primer freno. No obstante estas medidas no son eficaces 100%. En caso
necesario se puede presentar la correspondiente denuncia ante la Agencia
para que ésta sea la que adopte las medidas oportunas, que incluso
pueden llevar a la clausura, la cancelación o bloqueo del tratamiento de
datos personales que se esté llevando a cabo.
"La privacidad es
esencial en cualquier sociedad, y mucho más en el siglo XXI" |
-En su vida
personal cotidiana ¿cómo vela el director de la AGPD por la privacidad
de sus datos?
-Yo intento velar por mis datos personales como debería hacerlo todo
ciudadano. Partiendo de la base, y hay que ser realistas, de que en
estos momentos mis datos y los de la inmensa mayoría de los ciudadanos,
van a ser utilizados de un modo ilegal, porque cuando alguien recibe un
correo electrónico o una publicidad no deseada es que alguien ha
utilizado mal sus datos personales. ¿Qué medidas hay que adoptar? Pues
ser muy cautelosos, no dar más datos de los necesarios y por supuesto
tener instaladas aplicaciones de seguridad en el ordenador. No se puede
ser extremadamente fundamentalista, porque en la sociedad actual hay que
facilitar datos, pero hay que ser cautos para que el uso de esos datos
personales sea acorde con la ley.
-¿Qué
sentido le da usted a lo que es la privacidad, como concepto, como
valor?
-La privacidad es esencial en cualquier sociedad, y mucho más en el
siglo XXI. Situaciones como las que describe George Orwell en su novela
Mil novecientos ochenta y cuatro no son ciencia-ficción, sino que son muy posibles. En estos
momentos a través de tecnologías muy sofisticadas es posible obtener
información de millones de personas, por eso hay que ser enormemente
precavido por la defensa y tutela de nuestra privacidad y nuestra
intimidad. Poco a poco, cuando se vaya generalizando la cultura de la
protección de datos, iremos cayendo en la cuenta de que no es una carga
para las empresas, sino que es lo normal en una sociedad democrática. ∆ |
FUSION OPINA
En
1948 George Orwell publicó Mil novecientos ochenta y cuatro, novela de
ficción que, entre otras cosas, acuñó el término de Gran Hermano, en
referencia a la omnipresencia de un estado totalitario, que vigila
permanentemente a los ciudadanos y los obliga a cumplir las leyes
mediante el miedo y el castigo. A partir de entonces, han sido muchos
los que han querido ver un paralelismo con lo que sucede en nuestra
sociedad. Posiblemente hoy no podamos hablar de un único estado
vigilante, salvo en algún caso concreto, pero sí de un sistema ideado
para que la información pueda circular a gran velocidad, pueda
archivarse en grandes cantidades, pueda intercambiarse sin apenas dejar
rastro. Los avances tecnológicos han sido espectaculares en muy pocos
años, posiblemente han ido mucho más allá de lo que Orwell pudo en su
día imaginar, y están, además, al alcance de toda la población. La
generalización del uso de Internet ha abierto las puertas de la libre
circulación de información.
En medio de esta vorágine está el ciudadano, que debe empezar a tomar
consciencia de un nuevo concepto: la privacidad, como un derecho
fundamental.
Hoy asoma el comienzo de lo que en el futuro, con el boom tecnológico
que ya estamos viviendo, se convertirá previsiblemente en un grave
problema. Por eso, es momento de tomar medidas globales. Antes de que
nos desborde. ∆ |
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