-Además del
viaje de China a EEUU, en el que se centraron todos los medios de
comunicación, Hu Jintao visitó Arabia Saudí, Marruecos, Nigeria y Kenia.
¿Qué tienen en común todos estos países y que pretendía el presidente
chino negociar con ellos?
-El viaje a EEUU era muy importante para Hu. Ese encuentro cara a
cara con Bush fue muy buscado por la diplomacia china y cuidado hasta el
máximo detalle. En noviembre de 2002 Hu fue elegido secretario general
del PCCh y en marzo del año siguiente Jefe del Estado. Tres años es
mucho tiempo sin que se haya producido una cumbre bilateral. Con los
demás países, los objetivos eran diferentes. En todos los casos se
trataba de afirmar objetivos políticos, económicos y comerciales. China
aspira a incrementar su influencia política a través del desarrollo de
las relaciones bilaterales, concediendo una especial primacía al acceso
a recursos energéticos y materias primas, fomentando igualmente el
intercambio de inversiones.
-¿Cuál es
la verdadera razón por la que Hu Jintao visitó Microsoft y a Bill Gates,
anteponiendo esta parada a la del presidente de EEUU?
-Diría que dos, esencialmente. En primer lugar, expresar el
compromiso chino con la protección de la propiedad intelectual. Es un
frente de discusión muy importante con las multinacionales occidentales.
Renunciando al software libre y prometiendo a Microsoft que todas las
administraciones públicas chinas usarán productos originales, lanza un
mensaje de seriedad y confianza a estas empresas, en un momento en que
China apuesta de forma más decidida por desarrollar sus propias
tecnologías en numerosos campos, con el ánimo de proteger su propia
industria nacional y reducir su dependencia en este nivel. Por otra
parte, el mensaje a la comunidad empresarial incluye una petición de
influencia en la Administración Bush para mitigar su desconfianza hacia
China, tanto en el orden comercial, en especial en el área de la alta
tecnología, como en el político y demás. Los empresarios, ya sea de
Microsoft o de Boeing, son aliados predilectos de la estrategia china
para que EEUU no les etiquete obsesivamente como una amenaza.
-Esta es
además la segunda gira que China hace en África en dos años. ¿En qué se
basa la política que mantiene con el continente? ¿Qué recibimiento está
teniendo en esos países para los que invierte en infraestructuras
básicas, préstamos y ventajas financieras?
-Es la segunda gira de Hu por ese continente, pero continuamente
altos dirigentes del Estado y del Partido están visitando estos países,
con misiones muy diversas en las que influyen las consideraciones
citadas (acceso a recursos de interés) como también otras de naturaleza
política, a fin de establecer alianzas que reduzcan el peso
internacional de Taiwán o aseguren apoyos en materias delicadas como la
protección de los derechos humanos. La defensa de la no ingerencia en
los asuntos internos y la política de inversiones en políticas sociales
son bien acogidas en estos países, ofreciendo un modelo de cooperación
diferente al auspiciado por los empresarios y los gobiernos
occidentales.
-También
hay que añadir al mapa de las relaciones chinas su presencia cada vez
mayor en Suramérica. ¿Pretende asegurarse el abastecimiento energético y
de materias primas negociando con países que han descartado EEUU, UE y
Rusia?
-China necesita asegurar los suministros necesarios para su
desarrollo. Y, como gran consumidor global, ha entrado en la
competencia. En algunos casos, sus aspiraciones se ven favorecidas por
una política que es mejor recibida en muchas capitales que la
estadounidense. Todo ello se desarrolla en el marco de una competencia
estratégica soterrada de gran alcance.
-Países
como Marruecos -que espera el apoyo del gigante amarillo en la ONU para
el Sáhara- piden contraprestaciones políticas. En un futuro, ¿qué papel
cree que jugará China a nivel político, con intereses contrapuestos a
los otros miembros del Consejo de Seguridad, como ya está sucediendo en
la crisis de Irán?
-China va a tratar, por encima de todo, de defender sus intereses,
pero evitando llegar a la confrontación directa con los países
occidentales. Puede secundar a Rusia, pero no liderar ningún
pronunciamiento insurreccional en el Consejo de Seguridad. No ha llegado
aún el momento, ya que no dispone de las capacidades necesarias. Pero la
tendencia apunta, como ha demostrado en el encuentro con Bush, a que
China se comporte en el juego internacional como un actor con una visión
propia de los problemas y no siempre perjudicial, ya que participa de la
convicción de que la diplomacia, y no la guerra, es el camino a
privilegiar para resolver las crisis.
-En
resumen, ¿cuál sería para usted la estrategia diseñada por China y cuál
es el objetivo a conseguir?
-El principal objetivo es la modernización y el desarrollo del país.
A pesar de todo lo que ha crecido, a China le falta mucho, tiene
inmensos agujeros negros en su proceso interno. Para ello necesita un
ambiente internacional estable y el mundo de hoy parece estar lejos de
la estabilidad. La estrategia oficial consiste en fomentar el desarrollo
pacífico y el multilateralismo, pero las turbulencias del presente y las
amenazas que penden sobre el futuro pueden provocar grandes tensiones. Y
éstas no son ajenas, probablemente, a la necesidad de otros poderes
mundiales de contener y encorsetar la propia emergencia del gigante
oriental. La armonía que Hu Jintao predica para China no tiene fácil
acomodo en un mundo tan convulsionado. ∆