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JUNIO 2006

El poder invisible

Joaquín Estefanía
-Periodista, economista y escritor-

Joaquín Estefanía

 

 

 

 

 

"Asistimos a una globalización financiera excluyente que beneficia a los países más ricos y genera en el resto unos niveles de desigualdad brutales, nunca antes conocidos en la historia contemporánea"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"Estamos viviendo dentro de un sistema donde a nivel mundial la democracia cuantitativamente ha crecido mucho, pero ha perdido calidad"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"No creo en teorías de conspiración ni en tramas ocultas"

Texto: Mariló Hidalgo

Asegura haber ganado con los años... madurez. Una madurez que le permite escuchar sin prisa la realidad diaria y descifrar su lenguaje. Piensa y se atreve luego a escribirlo.
Fue director del diario El País, actualmente dirige la Escuela de Periodismo de la UAM/El País y acaba de publicar un libro con un sugerente título: "La mano invisible. El gobierno del mundo" (Aguilar)

El poder no se otorga, se conquista, y una vez que se posee, se oscurece. Muchos de los que ejercen el poder niegan tenerlo", son una especie de mano invisible. Estefanía hace una descripción de los nuevos poderes que dominan el mundo y añade una advertencia: "Todo poder genera resistencia"

-Acabas de publicar "La mano invisible. El gobierno del mundo" (Aguilar), ¿por qué ahora?
-He escrito varios libros sobre la globalización y sus efectos, y un día conversando con los responsables de la editorial Aguilar pensamos que sería interesante hacer un primer balance de estos años de globalización pero desde una perspectiva política, no económica como se había hecho hasta el momento. Y me surgió algo muy sugerente y es que desde que hemos entrado en esta época acelerada de globalización, la mayor parte de las decisiones que afectan a nuestra vida cotidiana se tomaban lejos de nosotros: en Bruselas, Frankfurt, Nueva York, y me puse a investigar para ver si esa sensación era auténtica. Si eso era así, estaba afectando al núcleo duro del sistema en el que vivimos, a la democracia. A medida que investigaba, esa idea se iba consolidando. Cada vez hay más decisiones que no dependen de los parlamentos nacionales donde se encuentran las personas que nosotros hemos elegido democráticamente, sino que se toman en segunda o tercera instancia. Y por otro lado que aquello a lo que nosotros llamábamos "poderes fácticos" -ejército, iglesia y banca-, se había movido mucho y los que funcionaban eran muy distintos. El único poder que no se discute nunca es el del dinero.

-¿Cómo definirías a este nuevo poder y quién lo ostenta?
-Este poder surge como consecuencia directa de la desigualdad. ¿Quién lo ostenta? Por un lado los que lo han tenido siempre: los estados y gobiernos, allí donde reside la soberanía de los ciudadanos. Pero ahora han aparecido otros nuevos que no han sido elegidos por nadie. En el libro hablo básicamente de tres pero podría incorporar más. Me refiero a los mercados, los medios de comunicación y a la opinión pública o sondeos. Los tres son capaces de lo mejor y de lo peor. En primer lugar los mercados son los reguladores de la vida económica, los guías de los hombres y sociedades que deben adaptarse a él para sobrevivir. Por ejemplo España que hace una generación era un país rural, gracias a los mercados se ha convertido en un país moderno, emergente, que aspira a ser uno de los siete más importantes del mundo en cuanto a nivel de bienestar. Pero por otro lado, estos mismos mercados convirtieron a México en un país arruinado en sólo cuarenta y ocho horas.

-En segundo lugar hablabas de los medios de comunicación.
-Pasa lo mismo que hablábamos antes. Cuando los politólogos analizan los medios de comunicación dicen que son esenciales no sólo para defender la libertad de expresión sino como contrapoder de los poderes clásicos. Lo que ocurre es que al final se acaban convirtiendo en otro poder fáctico. No hay que negar que siempre tuvieron mucho poder e influencia, por eso el poder político intentó servirse de la libertad de expresión. Lo nuevo es que fuera de todo control, los medios de comunicación se han "independizado" y han pasado a formar parte de grupos económicos con intereses diversos, no subordinados al poder político. ¿A qué intereses nos referimos? Pues por ejemplo, cuando se habla de periodismo de investigación y en el fondo se trata de la cacería mediática de una persona; o cuando se llevan a cabo campañas de opinión que responden a intereses mercantiles; o cuando se convierten a los medios en un instrumento del tráfico de influencias. Por último, otro nuevo poder sería el de los sondeos. Son un elemento práctico, pero en este siglo XXI hay tal obsesión por lo que estos dicen, que muchos de los poderes que gobiernan lo hacen pendientes de los sondeos, sin filtrarlos previamente o tomar cierta distancia de ellos.

-¿Cómo se puede disfrazar ese poder hoy hasta volverse invisible?
-Durante mucho tiempo cuando hablábamos de poder hacíamos alusión a una persona o una institución. Había un rostro, una marca o unas siglas. Hoy ese poder es más anónimo, más privado y a veces es difícil distinguir dónde está el verdadero poder, de las decisiones que se toman. Los que ejercen el poder niegan tenerlo. Lo ocultan, lo disfrazan, pero no lo sueltan. El término "mano invisible" es una especie de actualización de lo que descubrió hace casi dos siglos Adam Smith: una suma de intereses de varias personas que al unirse se convierten en interés general. Trasladado a este momento hablaríamos de: gobiernos, empresas, personas que funcionan mucho más en red, que se identifican entre sí menos que antes pero que están ahí y afectan a nuestras vidas cotidianamente. Te pongo un ejemplo. Cuando el Banco Europeo de Frankfurt sube un día los tipos de interés, sabemos que en breve nuestras hipotecas van a subir de precio.

-Como gran observador del panorama actual y haciendo un poco de futurólogo, ¿qué o quién tendrá más influencia en este siglo XXI?
-En primer lugar la propia opinión de los ciudadanos. En el libro reflejo el resultado de un sondeo que hizo un periódico británico hace poco a sus lectores. Les preguntó quiénes eran las personas que más influían en sus vidas. El resultado fue curioso. En primer lugar fue Tony Blair, que en aquellos momentos tenía mayoría absoluta en el Parlamento. El número dos era Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal de EE.UU. Y Bill Gates, el creador de Microsoft y Windows -algo así como el esperanto del siglo XXI-, fue el tercero. En estas listas cada vez aparecen menos políticos y más personas relacionadas con el mundo financiero y mediático. Creo que por ahí se están produciendo las principales transformaciones.

-Comentas que todo poder es una "conspiración permanente contra el débil". ¿Cómo puede defenderse de esto el ciudadano?
-El pesimismo es real, por eso es imprescindible crear organismos multilaterales que regulen y gobiernen la globalización. El mundo pasado aún no ha muerto y el nuevo todavía no ha surgido del todo. Estamos en una transición e incertidumbre donde aún no nos hemos creado los contrapoderes que nos hagan resistir a este tipo de cosas. A pesar de ello, los ciudadanos no están privados ni de iniciativas ni de autonomía para llevarlas a cabo. Hay muchas cosas que se pueden hacer. Por ejemplo sigue teniendo mucho valor el voto individual. Son necesarias las manifestaciones de una sociedad civil fuerte y despierta, que exija la creación y el fortalecimiento de las instituciones públicas para que en ellas resida verdaderamente el poder. Son necesarias instituciones multilaterales que sirvan para resolver conflictos relacionados con el poder y generados fuera de las fronteras del propio Estado. Es necesaria también la creación de un Consejo de Seguridad Económico que regule conflictos de esta índole, como el que acaba de producirse con la OPA de Endesa y E.ON, donde parece haber una especie de vacío legal.

-¿Crees que ese poder invisible contempla la posibilidad de crear un gobierno mundial?
-No, y además no sería bueno. Si existiera sería un gobierno dirigido por el más poderoso... ¿por Bush?

-¿Y qué me dices del famoso Club Bilderberg, según dicen uno de los mayores grupos de presión del planeta, capaz de influir en decisiones al más alto nivel?
-No creo en teorías de conspiración ni en tramas ocultas. Ese Club es privado y en él participan centenares de personas que se reúnen -creo que dos veces al año-, discuten y crean opinión, como un club más. Creo que es un foro interesante donde van los más influyentes de cada uno de los sectores.

-Después de escribir la última línea del libro, ¿cuáles fueron tus reflexiones?
-Pues que estamos viviendo dentro de un sistema donde a nivel mundial la democracia ha crecido mucho cuantitativamente pero ha perdido calidad. Y no hemos reflexionado suficientemente sobre todo ello. Por otro lado, la globalización que tiene ya tres lustros de vida no está saliendo tan bien como imaginaban los que creyeron en ella a principios de los 90. Asistimos a una globalización financiera excluyente que arregla la vida a los países más beneficiados y genera en una mayoría unos niveles de desigualdad brutales, como no se han conocido en la historia contemporánea. Está también la existencia de una sensación de impotencia política en el sentido de que parece que la economía es la que gobierna el mundo, mientras los gobiernos lo único que hacen es administrar lo que dice ésta. Ha tenido lugar un desplazamiento de poder desde los gobiernos a los mercados. Por último, estamos ante un cambio a corto plazo del actual mapa geopolítico del mundo -EE.UU., Europa y Japón-. Cambio que surge como consecuencia de la entrada en escena de países como China o India que en dos décadas -según los expertos-, pueden ponerse al mismo nivel o incluso superar a las potencias históricas.

-Llevas muchos años como periodista en primera línea. ¿Qué cosas crees haber ganado con el tiempo?
-Madurez. Si esta entrevista me la hubieses hecho hace veinticinco años seguramente que a la pregunta del Club Bilderberg te hubiera dicho que era lo más importante del mundo porque en aquel momento yo conocía lo que me rodeaba por lo que leía. Con el paso de los años he tenido ocasión de conocer a muchos de los protagonistas que acuden al Club Bilderberg. Conozco sus limitaciones, la metodología con la que discuten y trabajan, por eso sé objetivamente que eso no puede ser demasiado importante. Lo será para ellos, porque entre otras cosas es una reunión de egos para hacerse publicidad de ellos mismos. Pero las grandes directrices del poder tienen lugar en otros sitios. Como periodista he de reconocer que durante años estuve más preocupado de lo urgente que de lo importante. Afortunadamente, ahora que estoy en otra posición, me permito analizar con más profundidad el medio y largo plazo, que son las cosas que realmente me importan.

-¿Te autocensuras con frecuencia?
-Todos los días. Eso creo que lo hacemos todos, precisamente porque existen poderes y estos a veces actúan. En mi caso unas veces lo hago porque no tengo toda la libertad para decir lo que yo querría. Y otras porque todavía lo que tengo son intuiciones y no puedo demostrarlas.

-¿De qué es disidente Joaquín Estefanía?
-¡Esa sí que es una buena pregunta! Muchas veces pienso que este mundo en el que vivo no es mi mundo. Hay un poema de Kavafis que dice que hay gente que sigue defendiendo el desfiladero de las Termópilas cuando los persas ya pasaron por allí hace mucho tiempo. Pues yo tengo a veces esa sensación..., estar defendiendo cosas en las que creo, en medio de una realidad que me desborda todos los días.

-¿Te apasiona el trabajo que haces?
-Estoy enamorado de lo que hago. La única posibilidad de tener un trabajo de periodista, de analista como tengo yo, es integrando tu trabajo y tu ocio. Que todo lo que hagas tenga que ver. En este momento dirijo una Escuela de Periodismo que me sirve para conocer la opinión de una generación que para mí es muy importante, pero que seguramente conozco de forma sobrevenida porque ya no pertenezco a ella. El mundo del periodismo me sirve para conocer las cosas que están sucediendo diariamente y el mundo del análisis para reposar ese tipo de información. Tengo la sensación de que desde hace algún tiempo todo lo que hago en mi vida es muy coherente. ¡Ojalá tuviera lucidez para sacarle más provecho!

-Por último, dime una pregunta que te hagas con frecuencia.
-Me pregunto muchas veces, aunque te parezca insólito, por qué no existe Dios. Pienso que la vida sería un poco más fácil si existiese algo que nos trascendiese y amparase en los malos momentos. Creo que la respuesta es que no existe, aunque también te digo que no estoy convencido de casi nada en la vida. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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