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puntualiza sus posturas.
-"El apoyo
incondicional que están prestando las diferentes administraciones de
Valencia, la Diputación, Generalitat y el Estado está mucho más allá de
lo que es tolerable en un Estado aconfesional", dice vuestro comunicado
de prensa. ¿Por qué hay tan pocas voces que se levantan contra esta
evidencia? ¿O es que en el fondo los españoles están de acuerdo?
-No sé si están de acuerdo, y no lo sabríamos a menos que pudiéramos
hacer un referéndum al respecto. Los únicos datos precisos que tenemos
sobre la fidelidad de los españoles a la Iglesia como jerarquía es la
crucecita en la declaración del IRPF. Aunque hay muchos que se declaran
católicos en cuanto a referencia cultural, pero en lo que se refiere al
tipo de política que plantea el Vaticano y la Conferencia Episcopal
Española sólo un tercio de los españoles parecen apoyar esto. De momento
es el único dato fiable del que disponemos, mientras la Iglesia Católica
no se someta a los criterios democráticos que sigue cualquier partido
político o cualquier otra asociación.
-¿Sería
necesario un censo de católicos para saber realmente a cuántos españoles
representa esta organización, que es la Iglesia Católica?
-Esto es una vía posible, que se ha hecho en algunos países. El
sistema de financiación de las confesiones religiosas en Alemania se
hace a base de censos de protestantes, católicos... Sin embargo el
artículo 16.2 de la Constitución te exime de tener que declarar sobre tu
religión. Máxime cuando estamos en un país donde personas de más de
cincuenta años han vivido de cerca persecuciones religiosas. Aunque no
estoy muy a favor de los censos, sí creo que se debe establecer un
sistema de control democrático de expresión explícita de voluntades.
-La visita
a Valencia del Papa clausurará el Quinto Encuentro Mundial de las
Familias. ¿Qué diseño de familia es el que defiende esta institución?
-Pondré para ello un ejemplo. Un artículo de la Declaración
Universal de Derechos Humanos de 1948, afirma que la maternidad y la
infancia deben gozar de especial protección, tanto para los hijos
nacidos dentro del matrimonio como para los nacidos fuera. Sin embargo,
en un documento de los obispos españoles que figura en la página web de
la Conferencia Episcopal, se pedía ayuda para vivienda digna, educación,
sanidad y alimentación destinadas a los hijos nacidos dentro de la
familia tradicional, monogámica y estable. Esto quiere decir que estás
excluyendo de esa ayuda a todos los hijos de madres solteras, de padres
separados, y de uniones de hecho entre dos mujeres o dos hombres. Estás
excluyendo a un gran sector de la población y en esto los obispos
españoles están directamente enfrentados a la Declaración Universal de
los Derechos Humanos. Nosotros concebimos la familia como una unidad de
convivencia que puede adoptar múltiples formas, donde lo básico es el
buen entendimiento. No apartamos a nadie, mientras que el Foro de la
Familia de Valencia evidentemente sí excluye muchas formas de unidad de
convivencia que son hoy en día perfectamente asimilables a la noción de
familia.
-Hacéis
referencia en el manifiesto al anacronismo que supone el Estado Vaticano
y sus acuerdos con otros estados. ¿Por qué el Vaticano se permite
aconsejar a otro gobierno sobre política, cuando esa injerencia es
inadmisible por parte de otro país?
-Porque estamos en una situación especialísima. Estamos tratando con
la única religión del mundo que al mismo tiempo es un Estado. El Estado
Vaticano lo fundó Benito Mussolini en 1929, con lo cual es un Estado de
nacimiento fascista. Como nosotros tenemos un tratado internacional con
la Santa Sede o Estado Vaticano, legislativamente se pone a la misma
altura que la Constitución. Desde este punto de vista el poder de
chantaje que tiene el Estado Vaticano sobre los gobiernos que han
firmado un concordato de este tipo es tremendo. Pero es que este tipo de
contratos de un Estado con otro en materia de derechos fundamentales,
como sucede con la Iglesia católica, es algo único que no se da con
ningún otro Estado.
-¿Hasta qué
punto las opiniones de la Iglesia católica influyen en los españoles a
la hora de juzgar las políticas del gobierno?
-Evidentemente hay un grado de presión muy fuerte. La Iglesia
española polariza un gran sector de la derecha, de una sociedad
conservadora a la que la mueven un poquito por el miedo. Y eso pudo
verse en la cantidad de gente que se lanzó a la calle para protestar por
el matrimonio homosexual, esgrimiendo los mismos argumentos que cuando
se aprobó el matrimonio civil al principio de la transición democrática.
Yo tengo una familia y no veo que el matrimonio de dos homosexuales o
lesbianas la ponga en peligro en absoluto. Al contrario, creo que
consolida mi seguridad el hecho de que mi hijo crezca en una sociedad de
tolerancia. Pero hay un gran sector de la sociedad española que todavía
se mueve por esos miedos ancestrales. Y la Iglesia Católica tiene un
poder de difusión tremendo: tiene sus programas en las televisiones
públicas gracias al concordato, tienen toda una cadena de radio como es
la COPE en su poder, es accionista en periódicos de grandes tiradas.
Mueve muchos resortes en la opinión pública y con ello muchos miedos.
-¿Cuál
diríais que es la intención real del Vaticano al programar esta visita a
Valencia, cuando este Estado está claramente en contra de las políticas
llevadas por el ejecutivo español?
-Uno de los grandes proyectos de Juan Pablo II y del señor Ratzinger
(Benedicto XVI),
que llevan ya anunciando desde hace una veintena de años, es
recristianizar España. Siempre ha sido un baluarte de la Iglesia
Católica de mucho peso y ahora se está convirtiendo en un país
ampliamente secularizado. Así que se trata de reconquistar esta
fortaleza que siempre han tenido. ∆