©Espen Rasmussen
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FEBRERO 2006
Multinacionales
Farmacéuticas
-MUERTES PATENTADAS-
Desde hace un año está vigente una nueva legislación mundial para
patentes relacionadas con los medicamentos, que impide la fabricación de
genéricos de los nuevos fármacos descubiertos. Aunque es pronto para
estadísticas, sí es seguro que el elevado precio de estas medicinas las
hará inaccesibles para millones de ciudadanos que morirán por falta de
acceso a los novedosos tratamientos. Texto:
Marta Iglesias
E n
el planeta mueren a diario 30.000 personas por enfermedades infecciosas
y debido a la falta de acceso a medicamentos esenciales. Al año esa
cifra se traduce en once millones de seres humanos muertos. Estos
cálculos son del presente, en el que los países en vías de desarrollo
pueden elaborar genéricos de medicamentos para el tratamiento del sida,
la malaria o tuberculosis. Pero cuando los enfermos del tercer mundo se
hagan resistentes a los actuales tratamientos y deban cambiarlos por uno
de nueva generación, se encontrarán con una gran dificultad: el elevado
precio que les cobrarán por ellos las compañías farmacéuticas. Ello se
debe a la nueva legislación que funciona desde el 1 de enero de 2005 y
que les impide fabricar nuevos genéricos.
©Juan Carlos Tomasi |
Sistema
de patentes
En principio debemos señalar que las ganancias de las industrias
farmacéuticas se basan en las patentes. Con ellas se impide que alguien
copie el medicamento y que todos los que puedan comprarlo tengan que
hacerlo al precio que establezca la susodicha farmacéutica. Sin
medicamentos protegidos por patentes, no hay negocio ni dinero.
Esa es la razón por la que los lobbies de esta industria presionan para
que permanezcan las patentes y por la que en el año 1994 se
establecieron los acuerdos ADPIC (Acuerdos del Derecho de la Propiedad
Intelectual relativos al Comercio) en el marco de la OMC. Estos acuerdos
firmados por todos los países miembros de esta organización debían
incluirse en sus legislaciones nacionales antes del 1 de enero de 2005.
Al incluir los ADPIC en sus leyes, esos gobiernos quedan obligados a no
elaborar genéricos procedentes de medicamentos nuevos durante veinte
años. En ese tiempo la farmacéutica que los elabora venderá sin
competencia su producto. ¿Qué supone esto? Javier Sancho, Responsable de
Prensa para temas médicos en Médicos sin Fronteras (MSF), nos pone un
ejemplo real que pasó con los antirretrovirales empleados en pacientes
con sida hace unos años: "Hace tres años el precio internacional medio
de compra de una terapia antirretroviral era de más de diez mil dólares
por paciente al año. Para un Ministerio de Salud de un país en
desarrollo era insostenible. Gracias a que India, Sudáfrica y otros
empezaron a producir genéricos de esos medicamentos, entraron en el
mercado y al competir con los de marca, el precio de éstos cayó en
picado. Esa misma terapia en sólo dos años la podías conseguir por menos
de 300 dólares por paciente y año. Imagina en ese abanico de descenso de
precios cuántos pacientes pudieron entrar para ser tratados, cuánta
gente se libró de la muerte por esa política de libre competencia de
medicamentos cualificados".
Haciendo un paralelismo lógico se prevé que el precio de los
medicamentos se dispararán al no haber competencia, los gobiernos de los
países del tercer mundo no podrán comprar cantidad suficiente para todos
sus enfermos y morirán millones de personas, si este sistema continúa
adelante. Sancho lo ratifica: "La intención del lobby de la industria
farmacéutica en los últimos años es que, a través de los tratados de
libre comercio y de la OMS, se vuelvan a implementar y se respeten las
leyes de patente en el mundo. De esta manera evitan que los medicamentos
genéricos nuevos no les hagan la competencia y se aseguran de mantener
unos privilegios por haber innovado el medicamento. Desde MSF creemos
que los privilegios que esta industria pide son excesivos y que tienen
una traducción en la muerte de mucha gente". El caso del sida es uno de
los más acuciantes. En la mayor parte de África sólo el 10% de los
enfermos tiene acceso a los medicamentos antisida, por ello la OMS
calcula que en los dos próximos años morirán allí por esta enfermedad
6,5 millones de personas. Evidentemente, el cálculo se incrementará si a
ese 10% que hoy tiene medicación les suben los precios de los nuevos
medicamentos. De hecho, los medicamentos de segunda generación resultan
ya hasta doce veces más caros que los fármacos de primera línea.
Cuando a estas industrias se les pide que abaraten los medicamentos para
que lleguen a países en desarrollo, su respuesta es que necesitan el
dinero para continuar investigando. Parecería lógico si no fuera porque
ellas gastan el doble en la promoción comercial de sus productos que en
la investigación de nuevas terapias. A lo que hay que añadir que el 80%
de las ventas de fármacos en el mundo tienen lugar en Norteamérica,
Europa Occidental y Japón. Por esa razón las farmacéuticas dedican más
del 90% del presupuesto a investigar productos para enfermedades del
primer mundo, dejando menos del 10% restante para enfermedades que
afectan a países en desarrollo.
La ley actual todavía no deja notar sus efectos porque los países que
fabrican genéricos pueden seguir haciéndolo -al ser medicamentos
anteriores a 2005-, pero no pueden reproducir aquellos que salgan a
partir de ese año. El problema urgente llegará en unos dos años, cuando
los pacientes en terapias para tratar sida, malaria, tuberculosis, la
enfermedad del sueño, chagas o cáncer se hagan resistentes a los
fármacos que toman y necesiten otros nuevos. Las ONG no tendrán
genéricos de los que abastecerse, los países en vías de desarrollo
tampoco. Tendrán que comprar a las farmacéuticas... salvo una excepción
contemplada en los acuerdos ADPIC.
Farmacéuticas y
política
El nuevo sistema de patentes contempla la suspensión de las mismas en
caso de una emergencia o ante un problema de salud pública. Si se diese
una de estas situaciones en un país, éste podría optar por producir una
versión genérica o por importar los medicamentos de un país que ya los
esté fabricando. En este último caso ambos gobiernos tendrían que emitir
una licencia obligatoria. Así dicho parece muy sencillo, pero las
presiones políticas son de tal calibre, que todavía nadie ha recurrido a
esta opción. Javier Sancho lo explica así: "Hasta la fecha, ningún país
se ha acogido a este derecho porque si lo hace recibiría presiones de
Estados Unidos u otro socio comercial, de modo que le impondrían
sanciones en otra cosa. Hacerlo por primera vez significaría crear un
precedente importante al cual todos los países en desarrollo se podrían
acoger". También mediante presiones es cómo se ha conseguido que los
diferentes países introdujeran la ley de patentes en sus propias
legislaciones. "Implementar la ley -aclara el Responsable de Prensa de
MSF- no era necesario, pero los países lo hicieron por una presión muy
fuerte a nivel político y por una presión muy fuerte del lobby de la
industria farmacéutica. Por ejemplo, Estados Unidos está negociando
tratados de libre comercio con países de América Latina. En esas
negociaciones les obligan a aceptar legislaciones de patentes -porque la
industria farmacéutica norteamericana está detrás, presionando- a cambio
de mayor apertura en la exportación de productos agrícolas, por ejemplo.
Es decir, se está utilizando la salud como moneda de cambio. Y desde MSF
siempre hemos dicho que nos parece que en una mesa de negociaciones
comercial tienen que negociarse bienes comerciales, pero que la salud no
puede negociarse. Es algo aberrante, porque es la gente la que lo
sufre". Al final llegamos a la triste conclusión de que la salud es una
mercancía y que son las farmacéuticas una de las industrias que más
mueve los hilos de la política mundial. De hecho, a principios de 2005
el British Medical Journal publicaba que la industria farmacéutica
norteamericana había pagado 1,7 millones de dólares, de los 17 que costó
la fastuosa ceremonia de inauguración de Bush. Lo cual confirma el
interés de esta industria en este político, ya que su partido se llevó
tres cuartos del total de las contribuciones electorales que dieron las
farmacéuticas, frente al cuarto restante que recibió Kerry. El Public
Citizan -grupo de información sin ánimo de lucro- aseguraba que el total
del dinero invertido por estas empresas en la elección fue de 230
millones de dólares.
Cuando los enfermos de SIDA se hagan resistentes a los
fármacos que ahora toman, tendrán que comprar los nuevos
tratamientos pagando los altos precios fijados por las
farmacéuticas |
Echando
una mirada atrás también pueden constatarse las maniobras de esta
industria. Por ejemplo, el mayor cártel europeo petroquímico
farmacéutico financió la toma de poder de Hitler hace setenta años. Y la
Segunda Guerra Mundial fue primordialmente una guerra por la conquista
de los recursos naturales de Europa del Este y Asia. Esto lo confirmó el
Tribunal de Guerra de Nüremberg (1946-1947), que declaró que esta guerra
no hubiera sido posible sin el cártel petroquímico I.G. Farben. La
sentencia indicó que la empresa debía dividirse -en las actuales Bayer,
BASF y Hoechst-, y algunos de sus directivos fueron sentenciados
acusados de comenzar una guerra en contra del Derecho Internacional, por
el asesinato masivo y la explotación y el saqueo de la propiedad pública
y privada de países extranjeros y otros crímenes contra la humanidad.
Eso forma parte de una historia no tan lejana. El presente se escribe
también con muertes, pero esta vez la guerra es más silenciosa y se
llama omisión. Impedir que las medicinas lleguen a todo el planeta,
produciendo millones de muertes, también es un delito. ∆ |