FEBRERO 2006
NO ES LA PUERTA DE ALCALA
|
El PP ha creado, continúa en ello, la más desquiciada situación
política desde que somos democracia. Su estrategia es clara,
utilizar todo lo que se tenga a mano para golpear al adversario. |
Militares desencajados y desubicados.
Ultras enardecidos y envalentonados. Obispos lánguidos, blandos y pegajosos,
añorando tiempos mejores donde su palabra iba a misa y su poder terrenal,
que no divino, no tenía oposición. Especímenes jurásicos que aún sueñan con
la resurrección de Franco y el retorno del nacional-catolicismo, tiempos
marcados por la represión de la que sus débiles espíritus se alimentaban y
con la que daban salida a sus más profundas miserias. Invocaciones a los
fantasmas de los miedos, ésos que amenazan con el paso atrás, con los
infiernos rojos de un comunismo que ya no existe ni en los libros, con el
enfrentamiento de las dos Españas, concepto anacrónico que sólo se saca
cuando interesa para asustar y condicionar así los ánimos y los deseos y
anhelos de libertades, de nuevos espacios donde escribir futuro y progreso.
No es la Puerta de Alcalá, no, es la consecuencia de un programa diseñado en
la FAES, creado por su ideólogo, Aznar, y desarrollado sin escrúpulos por la
"leal" oposición de este país, un país que aspira a ser ya otra cosa pero
que se lo ponen difícil.
El PP ha creado, continúa en ello, la más desquiciada situación política
desde que somos democracia. Su estrategia es clara, utilizar todo lo que se
tenga a mano para golpear al adversario.
Sin piedad, sin razón, sin motivos. Da igual dónde, cuándo y cómo. Hay que
acosar y acosar hasta conseguir sus propósitos, que no son otros que sembrar
el miedo, la confusión y la desconfianza entre los ciudadanos españoles,
esperando así ganarse su confianza y erigirse como salvadores de la patria,
de los valores eternos y de la dignidad histórica de este país.
Es la técnica más sucia, cobarde, rastrera e indigna que se puede usar. Es
la utilización de los recursos más humillantes que existen, y que demuestran
la bajeza moral, la falta de escrúpulos y el concepto que la cúpula popular
tiene del pueblo español, a quien considera imbécil e incapaz de sacar por
sí solo sus propias conclusiones.
Pero esa consideración es la que demostró cuando el pueblo español dijo "No"
a la participación en la guerra de Irak y Aznar y los suyos se pasaron ese
derecho ciudadano por el forro.
Esa es la verdadera imagen de estos individuos. Esa es su verdadera
conciencia, no la que ahora tratan de mostrar con sus enardecidas soflamas
patrióticas y sus alusiones permanentes al peligro que corre España.
El único peligro de España es su veneno, que les lleva a tomar decisiones
como la que luego se cobró la vida de muchos españoles al situarnos en el
punto de mira del terrorismo islámico, asunto por cierto que también
trataron de desviar hacia ETA, engañando una vez más al pueblo español.
Esa es su verdad, la mentira como método para no perder el poder. Esa es su
catadura moral.
Y, ahora, una vez más, lo siguen demostrando en su desenfrenada exhibición
de lo esperpéntico, en su cobarde intento de remover al ejército, de meter
miedo con los métodos que sólo los dictadores usan y usaron, porque quien
necesita apoyarse en las armas para imponer su "ley", su forma de pensar, es
el más infame de todos, y también el más débil y cobarde, porque la verdad
no es exclusiva de nadie, sino algo que todos juntos debemos buscar.
El gran y triste problema del PP es que aún siguen considerando, por
herencia genética, que España es su feudo y los españoles sus sirvientes,
pobres ignorantes a los que hay que conducir con mano dura y amenazas.
Pero no, eso ya no es así, y las amenazas con las que nos pretenden asustar
cada día son sólo intentos baldíos, últimos recursos ante su frustración e
incapacidad para ofrecer a los españoles nuevos y prometedores horizontes.
Nada ni nadie puede evitar que este país renazca definitivamente y rompa con
su oscuro pasado.
El futuro es ya, y es limpio y abierto. El pasado sólo nos muestra lo que no
debe volver, lo que no debe ocurrir más.
Que nadie se deje engañar ni amedrentar. Somos libres.
/MC |