-¿Cómo se entiende que si la OMC propone la liberalización económica,
sólo los países en desarrollo se adecuen a estos parámetros? ¿Cuál
es entonces el verdadero objetivo de la OMC?
-La OMC se creó hace pocos años y es heredera de acuerdos
previos como el GAP -que estuvo vigente hasta los años 90-, por lo
que funciona todavía con muchos sistemas diseñados para proteger las
exportaciones o los productos de los países desarrollados. Con la
OMC se trata de crear un foro internacional del que formen parte
todos los estados, pero desde sus inicios hubo problemas con la
incorporación de países que ahora son grandes potencias y que
producen grandes bienes que exportan por todo el mundo, como China.
La OMC trata de fijar reglas, pero en muchas ocasiones hay una gran
incoherencia entre el discurso y la realidad. Por ejemplo, todos los
estados desarrollados defienden criterios aparentemente de
liberalización del comercio, pero cuando se trata de proteger los
bienes propios pues resulta que ahí no interesa la liberalización y
sigue habiendo subsidios y subvenciones. El objetivo es proteger sus
propios intereses económicos mediante medidas directas o indirectas
de carácter proteccionista, pero parece clara la tendencia hacia una
mayor liberalización.
-La UE promete ayuda al desarrollo y transformar
su política, y dos semanas más tarde defiende el proteccionismo y
las subvenciones agrícolas. ¿Hacia dónde cree que será su definición
futura, tan necesaria?
-En primer lugar hay que reconocer que la UE, incluso con todas
estas incoherencias, sigue siendo el principal donante mundial de
ayuda al desarrollo y de ayuda humanitaria, pero a la vez tiene
ciertas incoherencias. Muchas veces la política de cooperación para
el desarrollo trata de paliar los desequilibrios y las desigualdades
creadas por la política comercial. La UE sabe que debe ir eliminando
el proteccionismo que se plasma fundamentalmente en la política
agrícola común (PAC), lo que sucede es que no está dispuesta a
hacerlo del modo tan rápido que le piden los socios de la OMC. Pero
estamos ante una Europa de veinticinco miembros en la que Francia ya
no es el ombligo del mundo y donde incluso países como España,
Grecia o Italia -con grandes agriculturas- han tenido que ir
cediendo en sus posturas. Así que la UE sabe que debe ir
liberalizando más sus transacciones con los países del tercer mundo,
y siendo menos incoherente en las diferentes políticas. En mi
opinión eso es un proceso que va a tardar bastantes años. Los que
creíamos en una UE con pasos más rápidos, ahora con el fracaso del
tratado constitucional somos conscientes de que todo va a ir más
lento. Pero el camino de liberalizar más y de suprimir ciertas
subvenciones y subsidios agrícolas creo que es evidente.
-Efectivamente se anunció la eliminación de los
subsidios a la exportación agrícola para el 2013. ¿Es real esta
declaración o la afirmación tiene una doble lectura que los
inexpertos desconocemos?
-Puede ser, de hecho la UE aplica muchas veces lo que los
técnicos denominan "medidas de efecto equivalente". Es decir, a lo
mejor eliminan las subvenciones o favorecen la entrada de productos
del tercer mundo, pero luego imponen ciertas restricciones. Ahora
son muy típicas las trabas por motivos sanitarios, ecológicos o por
no respeto a las patentes, que al final acaban teniendo el mismo
efecto que las subvenciones. En este caso, Oxfam Internacional ha
realizado un estudio que concluye que los subsidios a la exportación
de la UE sólo suponen el 3,5% de las ayudas totales a la
agricultura. Y eso es lo que se prometió eliminar. Y en el caso de
los Estados Unidos, sus futuras reducciones en ayuda al algodón sólo
representan el 10% de la totalidad de las mismas. Es decir, que hay
otras formas de subvención indirecta que en realidad están
suponiendo subsidios a los agricultores de los países desarrollados.
Y eso es mucho más difícil de resolver en estos foros, porque son
temas que topan con una gran complejidad técnica.
-¿Qué más problemas pendientes se han aplazado
hasta el 2013?
-Como tema fundamental queda pendiente concretar cómo se
anularán o suprimirán las subvenciones a los productos agrícolas. Y
también coinciden en 2013 la eliminación de la política económica
común y compromisos similares en el seno de la OMC.
-Hay quien apunta que la OMC planea un paraíso
fiscal de dimensiones planetarias que puede llevar a un caos
incontrolable. ¿Comparte esta opinión? ¿Qué consecuencias viviríamos
en caso de llevar el capitalismo a tal extremo?
-No sería yo tan dramático, pero la tendencia de muchos estados
que hablan de liberalización sí es ésa. No pienso en intenciones
ocultas de ciertos países, pero existe el riesgo de que suceda eso y
ello sería muy perjudicial para los países empobrecidos.
Las consecuencias que viviríamos con un capitalismo llevado a ese
extremo serían la liberalización total de las transacciones
financieras, sin ningún control; el posible crecimiento de los
actuales paraísos fiscales, y menos posibilidades de recaudación a
través de un cierto control de las transacciones financieras. Desde
la perspectiva de los que trabajamos en cooperación para el
desarrollo, no sólo nos oponemos a eso sino que pensamos que hay que
buscar nuevos recursos para el desarrollo, que vengan de un cierto
gravamen de las transacciones financieras. Me refiero a la famosa
Tasa Tobin y otras iniciativas en la misma línea, que tratan de ser
conscientes de que existe el riesgo de una liberalización y un caos
fiscal absoluto, y tratan de imponer ciertos gravámenes a esas
transacciones. Pero es evidente que otros intentan continuar los
paraísos fiscales y la opacidad total de las transacciones
financieras. ∆