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FEBRERO 2006

Nuevos cambios sociales

VICENTE VERDU
-Periodista-

Vicente Verdú

Vicente Verdú es un observador nato. Un especialista en percibir los cambios dentro del ruido al que nuestra sociedad está sometida, para luego invitarnos a reflexionar sobre todo ello. En su particular mundo nada permanece estable. Todo cuanto escribe es resultado de un sinfín de preguntas que buscan una respuesta lógica. Verdú es cambiante y entrevistarle es toda una aventura. Acaba de publicar "Yo y tú, objetos de lujo" (Debate), todo un viaje por nuevos conceptos y valores. "Nos encontramos ante el comienzo de la primera revolución cultural del siglo XXI"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"Creo que lo masculino y femenino se irá borrando y en adelante aparecerá un espacio ilimitado sin aranceles, como una especie de mundo sin fronteras "

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"La enseñanza que ahora se imparte está dirigida a un mundo caducado y ésa es la mayor tragedia con la que ahora nos encontramos en las escuelas y en la Universidad"

Texto: Mariló Hidalgo
Foto: 
© LuIs Magán/ El País

-La primera parte del siglo XX creyó en la realización de utopías para bien (y para mal) de la condición humana, pero el siglo XXI es descreído, cínico y superficial". ¿Hacia dónde camina esta sociedad? ¿Qué valores ha desterrado y cuáles defiende?
-Hemos llegado a una especie de saturación del individualismo y de la recreación de esa época narcisista en la que nos dábamos gusto. Aunque en España esta etapa aún no se ha superado, sí empiezan a existir muestras de hastío, de tanta atención al yo, al cuerpo, a la abundancia de bienes y satisfacciones personales. Se está comprobando que este tipo de cosas no producen la satisfacción que se esperaba y ahí surge una necesidad de mantener relación con los otros, pero sin demasiados conflictos que pongan en peligro nuestra independencia. Yo creo que en este juego de superación del individuo y del paso a la tribu, hay un nuevo panorama muy atractivo y novedoso en el campo de las relaciones humanas.

-¿Es ahí donde aparece lo que tú denominas "sobjeto"?
-Sí, es un término que me surgió espontáneamente cuando vi que nuestras vidas poco a poco se habían llegado a convertir en objetos, en una especie de atributo con el que nos presentamos ante los demás. La cultura del consumo ha creado un nuevo concepto de mundo donde se entrecruzan mentalidades, emociones, personas y objetos. El resultado es un espacio donde crece cada vez más la subjetividad del objeto y la objetividad del sujeto, ambos emitiendo y recibiendo, intercambiándose información y construyendo lo que denomino sobjeto. Mira, antes cuando nos querían vender algo se contentaban con mostrarnos las propiedades prácticas. Ahora todo producto que se lanza al mercado, por muy tecnológico que sea, de lo que menos te hablan es de sus características. En cambio te dirán que está diseñado para seducirte, que es algo que te obedece o te ayuda, debes descubrir su mundo interior, te sentirás atraído irremediablemente por su sonido, su olor, su compañía... Es decir, la separación hoy entre sujeto y objeto es cada vez más ilusoria. Y por contra, también tratamos a las personas como hemos tratado hasta ahora a los objetos. Antes las relaciones eran para toda la vida, ahora cuando hay conflictos, o una relación presenta una "avería", la sustituimos. El cruce entre ambas cosas, sujeto y objeto, crea ese híbrido que llamo sobjeto.

-Seguimos con palabras de acuñación propia. Comentas que el "personismo" es la primera revolución cultural del siglo XXI. ¿En qué consiste?
-Es la respuesta que la sociedad del siglo XXI da al fracaso tanto del colectivismo como del egocentrismo y narcisismo. El personismo es el rasgo que define a este siglo que se presenta femenino, sensible y afectivo. La persona es ante todo comunicación, es una especie de fino hilo que unido a otros hilos construyen una trama. El personismo define a un nuevo tipo de hombre y de mujer y a unas nuevas relaciones más interactivas, más interconectadas globalmente a través de Internet, los móviles, las pantallas, los mensajes. Se inaugura una nueva clase de conciencia del mundo y de la relación con los otros. Por eso hablo de la primera revolución del siglo XXI.

-Comentas que los jóvenes de hoy no leen, pero que no por ello piensan peor... ¿Cómo se canalizaría entonces el proceso de aprendizaje? ¿Cuál es tu propuesta?
-Creo que todo el mundo se encuentra ahora en la tesitura de cómo transformar los modos de aprendizaje y por tanto, las relaciones entre instructor y alumno. Todo esto que estamos diciendo de la interactividad que está presente en los juegos y en el mundo de Internet y la realidad virtual, irá desarrollándose también en los mundos de aprendizaje. Creo que la enseñanza ante todo debe ser interactiva, lo que no significa que excluya la figura del monitor y también debe ser aplicable al mundo en el que estamos. La enseñanza que ahora se imparte está dirigida a un mundo caducado y ésa es la mayor tragedia con la que ahora nos encontramos en las escuelas y en la Universidad.

-Eso explicaría la actual crisis educativa que estamos arrastrando en nuestro país, así como las posturas tan enfrentadas que hacen peligrar un consenso sobre el tema.
-Yo les veo muy antiguos. Son personajes sacados de épocas pasadas. Lo que debaten en estos momentos son cuestiones de tipo documental incluso grotescas. Tiene además un ingrediente trágico porque mientras ellos discuten, los alumnos, los jóvenes de nuestro país están esperando a que se entienda su realidad global y no hay modo. Por otro lado, creo que estamos en una época tan crítica que llegará un momento en que esto estallará y desembocará en una abstención terrible en las elecciones. Los políticos no parecen de este mundo. Antes, las gentes embestían contra esto con una ideología revolucionaria, anarquista. Ahora no se utilizan banderas y en vez de anarquía, existe indiferencia. No están de acuerdo con algo y simplemente no lo consumen, y da igual que el producto sea algo tangible como la alimentación o intangible como la enseñanza o la política.

-¿Crees que son más ignorantes los jóvenes de hoy?
-Eso no lo sabemos porque no tenemos parámetros adecuados para medirlo. La idea de ignorancia que hoy se atribuye a los jóvenes es el resultado de aplicarles un patrón que es el que aplicábamos con otro sistema de cultura. La ignorancia de la que ahora se habla es "si no leen no saben de la vida". ¿Quién sabe ahora más del mundo, del extranjero, de la relación con gentes diferentes de otros lugares? Pues probablemente ellos hayan tenido más experiencia en investigar esos mundos que nosotros. En mi opinión, nunca los jóvenes han estado más espabilados.

-Entonces, ¿a qué hemos llamado cultura hasta este momento?
-Pues a un sistema coherente, muy fundamentado en la cultura de los libros y como consecuencia un sistema que dio prioridad a la reflexión y a la profundidad sobre la superficie. Esta idea podría valer para explicar las diferencias de conocimiento entre nuestra generación de los libros y la generación de la imagen. Ellos saben interpretar más en superficie, en extensividad, mientras que nosotros hemos estado acostumbrados a leer e interpretar en vertical e intensidad.

-Dices que la oposición masculino-femenino se va borrando y nuestro siglo XXI será un siglo femenino
-Será un siglo femenino a la fuerza. Por lo que se ve, estamos penetrando en un espacio que es mucho más sutil y complejo que el que ahora conocemos, ya que se apoya en partituras que aún están por interpretar. Creo que lo masculino y femenino se irá borrando y en adelante aparecerá un espacio ilimitado sin aranceles, como una especie de mundo sin fronteras. Es como cuando en una casa no abres las ventanas y hay un olor denso. Pues en nuestra sociedad pasa igual, había un adensamiento, un olor a macho muy grande. Eso no quiere decir que ahora todo se haya sustituido por lo femenino plenamente, pero sí existe una sensación parecida a abrir las ventanas y sentir la entrada de aromas diferentes. El resultado es que no huele de igual manera. Esa interpretación del nuevo olor tiene que ver con una mayor presencia de las mujeres -como es obvio-, en aspectos tan importantes como la enseñanza, la justicia y en todo lo relativo a la toma de decisiones, sea en el campo que sea.

-Cambiamos de tema. Dices en el libro que la muerte poco a poco ha ido desapareciendo de nuestra cultura. Apenas se menciona y se ha convertido en algo casi aséptico. ¿Qué futuro le espera a una sociedad que mira hacia otro lado, queriendo negar algo que forma parte de nuestra experiencia vital?
-La muerte es una cuestión ambivalente. La sociedad de consumo no propaga la historia de una vida posterior, aunque sí magnifica los ceremoniales funerarios. Por otro lado, todo se desarrolla aquí y ahora, lo que obliga a vivir el momento, a considerar a todo lo que te rodea como fugaz. Es como si se estuviesen consumiendo sorbetes de muerte frecuentemente. Sorbetes que no acaban cuajando en esa muerte reverencial pero que no cabe duda que te obligan a plantear la fugacidad de todo cuanto vives. Se airea, se aparta, se intenta ignorar y por otro lado se consumen pequeñas dosis todos los días, instantes que no tienen continuidad.

-Después de todo este análisis, ¿cómo visualizas el nuevo espacio que se abre ante nosotros?
-Soy optimista porque creo que las cosas tienen que empeorar mucho para mejorar. Hay cosas que están muy mal e incluso irán a peor, pero pienso que hay aspectos en los que no hay vuelta de hoja. Creo en la evolución.

-Una vez terminado el libro, ¿crees que es fiel reflejo de la idea que lo originó?
-Bueno, a mí los libros no me sorprenden porque no los tengo pensados a priori. Son como una especie de observación, investigación, reflexión, cargada de diálogos donde el libro se va transformando. No existe un esquema sino una idea fuerte que se va modificando en la medida en que avanzan las preguntas, las observaciones, los diálogos. A lo mejor, alguien lee el borrador de uno de mis libros dos meses antes de su publicación y cuando sale el libro no tiene nada que ver con el que leyó.

-Es cierto, te he entrevistado en varias ocasiones sobre distintos temas y luego he visto artículos tuyos en periódicos que eran una especie de actualización de aquello que habíamos hablado.
-Supongo que pasará en todas las personas que escriben o pintan. Al final, lo que uno hace es hablar de sí mismo, escribir su propia biografía traducida en lo que sea. Una biografía que habla de inquietudes porque en el fondo te ves ignorante de una cosa o tratas de resolverla; porque un hijo te dice algo que te obliga a replantearte lo que pensabas hasta ese momento... Creo que cada uno se va rodeando de una atmósfera en su vida y luego eso se va plasmando en todo cuanto escribe o hace. ∆

   

   
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