Vicente Verdú es un observador nato. Un especialista
en percibir los cambios dentro del ruido al que nuestra sociedad está sometida,
para luego invitarnos a reflexionar sobre todo ello. En su particular mundo nada
permanece estable. Todo cuanto escribe es resultado de un sinfín de preguntas
que buscan una respuesta lógica. Verdú es cambiante y entrevistarle es toda una
aventura. Acaba de publicar
"Yo y tú, objetos de lujo" (Debate), todo un
viaje por nuevos conceptos y valores. "Nos encontramos ante el comienzo de la
primera revolución cultural del siglo XXI"
"Creo que lo masculino y
femenino se irá borrando y en adelante aparecerá un espacio ilimitado
sin aranceles, como una especie de mundo sin fronteras
"
"La enseñanza que ahora se
imparte está dirigida a un mundo caducado y ésa es la mayor tragedia con
la que ahora nos encontramos en las escuelas y en la Universidad"
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Texto: Mariló Hidalgo
Foto: © LuIs Magán/ El País
-La primera parte del siglo XX creyó en la realización de
utopías para bien (y para mal) de la condición humana, pero el siglo XXI es
descreído, cínico y superficial". ¿Hacia dónde camina esta sociedad? ¿Qué
valores ha desterrado y cuáles defiende?
-Hemos llegado a una especie de saturación del individualismo y de la
recreación de esa época narcisista en la que nos dábamos gusto. Aunque en España
esta etapa aún no se ha superado, sí empiezan a existir muestras de hastío, de
tanta atención al yo, al cuerpo, a la abundancia de bienes y satisfacciones
personales. Se está comprobando que este tipo de cosas no producen la
satisfacción que se esperaba y ahí surge una necesidad de mantener relación con
los otros, pero sin demasiados conflictos que pongan en peligro nuestra
independencia. Yo creo que en este juego de superación del individuo y del paso
a la tribu, hay un nuevo panorama muy atractivo y novedoso en el campo de las
relaciones humanas.
-¿Es ahí donde aparece lo que tú denominas "sobjeto"?
-Sí, es un término que me surgió espontáneamente cuando vi que nuestras
vidas poco a poco se habían llegado a convertir en objetos, en una especie de
atributo con el que nos presentamos ante los demás. La cultura del consumo ha
creado un nuevo concepto de mundo donde se entrecruzan mentalidades, emociones,
personas y objetos. El resultado es un espacio donde crece cada vez más la
subjetividad del objeto y la objetividad del sujeto, ambos emitiendo y
recibiendo, intercambiándose información y construyendo lo que denomino sobjeto.
Mira, antes cuando nos querían vender algo se contentaban con mostrarnos las
propiedades prácticas. Ahora todo producto que se lanza al mercado, por muy
tecnológico que sea, de lo que menos te hablan es de sus características. En
cambio te dirán que está diseñado para seducirte, que es algo que te obedece o
te ayuda, debes descubrir su mundo interior, te sentirás atraído
irremediablemente por su sonido, su olor, su compañía... Es decir, la separación
hoy entre sujeto y objeto es cada vez más ilusoria. Y por contra, también
tratamos a las personas como hemos tratado hasta ahora a los objetos. Antes las
relaciones eran para toda la vida, ahora cuando hay conflictos, o una relación
presenta una "avería", la sustituimos. El cruce entre ambas cosas, sujeto y
objeto, crea ese híbrido que llamo sobjeto.
-Seguimos con palabras de acuñación propia. Comentas que el
"personismo" es la primera revolución cultural del siglo XXI. ¿En qué consiste?
-Es la respuesta que la sociedad del siglo XXI da al fracaso tanto del
colectivismo como del egocentrismo y narcisismo. El personismo es el rasgo que
define a este siglo que se presenta femenino, sensible y afectivo. La persona es
ante todo comunicación, es una especie de fino hilo que unido a otros hilos
construyen una trama. El personismo define a un nuevo tipo de hombre y de mujer
y a unas nuevas relaciones más interactivas, más interconectadas globalmente a
través de Internet, los móviles, las pantallas, los mensajes. Se inaugura una
nueva clase de conciencia del mundo y de la relación con los otros. Por eso
hablo de la primera revolución del siglo XXI.
-Comentas que los jóvenes de hoy no leen, pero que no por
ello piensan peor... ¿Cómo se canalizaría entonces el proceso de aprendizaje?
¿Cuál es tu propuesta?
-Creo que todo el mundo se encuentra ahora en la tesitura de cómo
transformar los modos de aprendizaje y por tanto, las relaciones entre
instructor y alumno. Todo esto que estamos diciendo de la interactividad que
está presente en los juegos y en el mundo de Internet y la realidad virtual, irá
desarrollándose también en los mundos de aprendizaje. Creo que la enseñanza ante
todo debe ser interactiva, lo que no significa que excluya la figura del monitor
y también debe ser aplicable al mundo en el que estamos. La enseñanza que ahora
se imparte está dirigida a un mundo caducado y ésa es la mayor tragedia con la
que ahora nos encontramos en las escuelas y en la Universidad.
-Eso explicaría la actual crisis educativa que estamos
arrastrando en nuestro país, así como las posturas tan enfrentadas que hacen
peligrar un consenso sobre el tema.
-Yo les veo muy antiguos. Son personajes sacados de épocas pasadas. Lo que
debaten en estos momentos son cuestiones de tipo documental incluso grotescas.
Tiene además un ingrediente trágico porque mientras ellos discuten, los alumnos,
los jóvenes de nuestro país están esperando a que se entienda su realidad global
y no hay modo. Por otro lado, creo que estamos en una época tan crítica que
llegará un momento en que esto estallará y desembocará en una abstención
terrible en las elecciones. Los políticos no parecen de este mundo. Antes, las
gentes embestían contra esto con una ideología revolucionaria, anarquista. Ahora
no se utilizan banderas y en vez de anarquía, existe indiferencia. No están de
acuerdo con algo y simplemente no lo consumen, y da igual que el producto sea
algo tangible como la alimentación o intangible como la enseñanza o la política.
-¿Crees que son más ignorantes los jóvenes de hoy?
-Eso no lo sabemos porque no tenemos parámetros adecuados para medirlo. La
idea de ignorancia que hoy se atribuye a los jóvenes es el resultado de
aplicarles un patrón que es el que aplicábamos con otro sistema de cultura. La
ignorancia de la que ahora se habla es "si no leen no saben de la vida". ¿Quién
sabe ahora más del mundo, del extranjero, de la relación con gentes diferentes
de otros lugares? Pues probablemente ellos hayan tenido más experiencia en
investigar esos mundos que nosotros. En mi opinión, nunca los jóvenes han estado
más espabilados.
-Entonces, ¿a qué hemos llamado cultura hasta este momento?
-Pues a un sistema coherente, muy fundamentado en la cultura de los libros y
como consecuencia un sistema que dio prioridad a la reflexión y a la profundidad
sobre la superficie. Esta idea podría valer para explicar las diferencias de
conocimiento entre nuestra generación de los libros y la generación de la
imagen. Ellos saben interpretar más en superficie, en extensividad, mientras que
nosotros hemos estado acostumbrados a leer e interpretar en vertical e
intensidad.
-Dices que la oposición masculino-femenino se va borrando y
nuestro siglo XXI será un siglo femenino
-Será un siglo femenino a la fuerza. Por lo que se ve, estamos penetrando en
un espacio que es mucho más sutil y complejo que el que ahora conocemos, ya que
se apoya en partituras que aún están por interpretar. Creo que lo masculino y
femenino se irá borrando y en adelante aparecerá un espacio ilimitado sin
aranceles, como una especie de mundo sin fronteras. Es como cuando en una casa
no abres las ventanas y hay un olor denso. Pues en nuestra sociedad pasa igual,
había un adensamiento, un olor a macho muy grande. Eso no quiere decir que ahora
todo se haya sustituido por lo femenino plenamente, pero sí existe una sensación
parecida a abrir las ventanas y sentir la entrada de aromas diferentes. El
resultado es que no huele de igual manera. Esa interpretación del nuevo olor
tiene que ver con una mayor presencia de las mujeres -como es obvio-, en
aspectos tan importantes como la enseñanza, la justicia y en todo lo relativo a
la toma de decisiones, sea en el campo que sea.
-Cambiamos de tema. Dices en el libro que la muerte poco a
poco ha ido desapareciendo de nuestra cultura. Apenas se menciona y se ha
convertido en algo casi aséptico. ¿Qué futuro le espera a una sociedad que mira
hacia otro lado, queriendo negar algo que forma parte de nuestra experiencia
vital?
-La muerte es una cuestión ambivalente. La sociedad de consumo no propaga la
historia de una vida posterior, aunque sí magnifica los ceremoniales funerarios.
Por otro lado, todo se desarrolla aquí y ahora, lo que obliga a vivir el
momento, a considerar a todo lo que te rodea como fugaz. Es como si se
estuviesen consumiendo sorbetes de muerte frecuentemente. Sorbetes que no acaban
cuajando en esa muerte reverencial pero que no cabe duda que te obligan a
plantear la fugacidad de todo cuanto vives. Se airea, se aparta, se intenta
ignorar y por otro lado se consumen pequeñas dosis todos los días, instantes que
no tienen continuidad.
-Después de todo este análisis, ¿cómo visualizas el nuevo
espacio que se abre ante nosotros?
-Soy optimista porque creo que las cosas tienen que empeorar mucho para
mejorar. Hay cosas que están muy mal e incluso irán a peor, pero pienso que hay
aspectos en los que no hay vuelta de hoja. Creo en la evolución.
-Una vez terminado el libro, ¿crees que es fiel reflejo de la
idea que lo originó?
-Bueno, a mí los libros no me sorprenden porque no los tengo pensados a
priori. Son como una especie de observación, investigación, reflexión, cargada
de diálogos donde el libro se va transformando. No existe un esquema sino una
idea fuerte que se va modificando en la medida en que avanzan las preguntas, las
observaciones, los diálogos. A lo mejor, alguien lee el borrador de uno de mis
libros dos meses antes de su publicación y cuando sale el libro no tiene nada
que ver con el que leyó.
-Es cierto, te he entrevistado en varias ocasiones sobre
distintos temas y luego he visto artículos tuyos en periódicos que eran una
especie de actualización de aquello que habíamos hablado.
-Supongo que pasará en todas las personas que escriben o pintan. Al final,
lo que uno hace es hablar de sí mismo, escribir su propia biografía traducida en
lo que sea. Una biografía que habla de inquietudes porque en el fondo te ves
ignorante de una cosa o tratas de resolverla; porque un hijo te dice algo que te
obliga a replantearte lo que pensabas hasta ese momento... Creo que cada uno se
va rodeando de una atmósfera en su vida y luego eso se va plasmando en todo
cuanto escribe o hace. ∆
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