-¿Por qué la antropóloga Maite Carranza decide escribir sobre brujas en pleno
siglo XXI?
-Me satisface lo de antropóloga porque es algo que siempre me quedó en la
recámara. Realicé esos estudios precisamente para viajar mucho y estudiar ese
tipo de fenómenos. Curiosamente mi tesina fin de carrera la hice sobre
demoniología, la figura del demonio en Cataluña. Ya en aquel entonces, me atraía
el imaginario popular, los seres fantásticos y malévolos. Pero la bruja no
formaba parte de ese cosmos sino que me atrajo posteriormente de una forma
diferente. Es algo que tiene que ver más con el hecho de ser mujeres de carne y
hueso, a quienes se les atribuyeron unos poderes sobrenaturales después de haber
sido víctimas del odio, la Inquisición y la intransigencia. Me atrajo su
ambigüedad: pueden ser peligrosas pero también son reconocidas como las grandes
beneficiarias de la mujer; ayudaban en cuestiones amorosas, en el parto,
embarazo, aborto. Eran sabias conocedoras de la naturaleza, con poderes y
conocimientos ancestrales que los hombres siempre rechazaron porque les parecían
banales.-¿Y cómo definirías tú a esa bruja?
-Muy buena pregunta... La bruja se ha construido a partir de los ojos que la
han mirado. Por eso en cada época los ojos han tenido una perspectiva diferente
y la han focalizado en base a la ideología dominante. La bruja aquí y ahora
ejerce una gran fascinación porque ha sobrevivido a los tiempos. Es misteriosa,
se supone que tiene poderes o dominio sobre aspectos del ser humano que los
demás no poseen: las energías, las fuerzas de la naturaleza o el control y
dominio de sí mismas. Hoy esto llama la atención especialmente a la gente joven
que ve en ellas un modelo posible. De ahí han salido esos personajes de cine, de
series de televisión que precisamente están potenciando esa imagen de la bruja
fascinante.
-Ahora la bruja puede parecer fascinante, pero en otras
épocas estas mujeres fueron asociadas con el demonio y murieron en la hoguera
por ello.
-Ellas estaban relacionadas con la naturaleza, con las fuerzas de la
naturaleza. Antes de escribir el libro hablé con algunas brujas Wicca -una
corriente que existe a nivel mundial-, y me explicaron el sentido de un ritual
que tiene su origen en la cultura celta. El macho cabrío que es quien posee la
cornamenta más espectacular, era para ellos el símbolo de la fertilidad y la
vida, era el Dios Astado; tal es así, que en rituales celtas había una ceremonia
donde el brujo se colocaba la cornamenta de macho cabrío para simbolizar al
Creador. A su lado aparecía una bruja madre: eran el Dios y la Diosa. El macho
cabrío, símbolo para ellos de la vida, la reproducción y el aspecto creador, fue
identificado como demonio por la Iglesia católica, siempre intolerante con
quienes no coincidían con su forma de adorar a la divinidad. Aún hoy, dentro de
nuestra cultura, el macho cabrío tiene connotaciones peyorativas frente a un
alce o un ciervo que son considerados hermosos.
"En el albor de los tiempos O, la
madre bruja, reinaba entre todas las tribus con la ayuda de la magia, imponiendo
paz a los guerreros, bendiciendo los frutos de la tierra y propiciando su unión
con el fuego, el agua y el aire... O era fértil y tuvo dos hijas muy bellas, Od
y Om, a quienes transmitió su saber. En sus hijas y sus tribus confluyen los dos
mitos en torno a sus respectivas naturalezas: las Omar, mortales, madres,
generosas y vinculadas con la naturaleza. Las Odish, inmortales, estériles,
sanguinarias y poderosas".
-¿De dónde surge la leyenda de O a partir de la cual se
desarrolla toda la historia?
-He estudiado los mitos de muchas culturas y lo más bonito es que todos
ellos se parecen entre sí -utilizan elementos antropomórficos relacionados con
la flora y fauna del lugar- y todos son distintos. En todos aparecen símbolos
relacionados con la naturaleza. En todos aparece el principio de la vida
asociado a la mujer, a la madre. Siempre hay una madre -a diferencia de la
religión judeocristiana donde curiosamente no aparece- que da la vida. De ahí
parto para luego situar a las dos tribus de brujas hermanas que también son una
constante en esos mitos, ya que bien y mal siempre están unidos. Parten de un
mismo tronco y luego se separan por disidencia, por aspirar a cosas diferentes
se bifurcan, pero no son corrientes tan opuestas sino que se complementan, se
funden... Todos tenemos una parte oscura y una parte pura que se entremezcla.
Podemos reconocer dentro de cada uno de nosotros esa tendencia a la ambición, al
poder, a la envidia, esa necesidad de poseer lo que no está permitido, y esas
cuestiones tan humanas son las que están representadas en esas dos tribus. Me
gusta la ambigüedad y creo que ahí reside parte de la emoción: la duda constante
sobre si hay tendencia a pertenecer a una tribu o a otra, cuando en realidad no
son tan diferentes. Hay más divergencias éticas y de convicción, que no de
naturaleza.
-Las protagonistas de tu libro son todas mujeres, ¿por qué?
-No fue algo que hiciese a propósito pero al meterme de lleno en el tema el
protagonismo lo tuvieron íntegramente ellas y no quise robárselo. Es una
historia de mujeres sabias que transmiten sus conocimientos y poderes a
escondidas de los hombres.
-Ambas tribus persiguen el poder del Cetro de oro. ¿A qué
poder se refiere?
-El poder siempre es un objetivo a conseguir porque quien lo posea tendrá
también el dominio. En esa lucha entre las dos facciones, quien dispone del
cetro elimina a las contrarias. A lo largo de la historia las brujas no han
tenido excesivo poder porque han estado relegadas a la sombra. Siempre se les ha
tenido miedo ya que el ocultismo despierta temor. Ellas poseían el conocimiento
y no hay que olvidar que la información es poder. Ellas conocían la psique
humana, sabían cómo modificarla, sabían trabajar con la mente, conocían filtros,
pócimas, estaban unidas a la naturaleza y conocían sus secretos, sabían escuchar
sus latidos. Hubo un tiempo en que estuvieron ligadas a la Corte, a los
políticos; se vieron rodeadas de gente muy importante y llegaron a manejar mucho
poder en la sombra. Como digo poseían un conocimiento que los demás no tenían y
aquello suponía una amenaza para el resto.
-También ejercían de comadronas y se dice que conocían el
secreto de los partos..
-Más que secreto tenían el conocimiento. Sabían palpar y determinar la
posición del feto pero sobre todo, conocían la psicología de la mujer. Por qué
de repente las contracciones se paraban, por qué un feto quedaba atascado,
cuándo una mujer se bloqueaba y por qué. Ellas ayudaban a la mujer a conseguir
el equilibrio mental, permanecían a su lado acompañando, acariciando, susurrando
canciones al oído, meciendo, mimando... Todo eso es pura psicología. No hablamos
aquí de fenómenos naturales sino de algo más profundo y misterioso.
-El libro comienza con el relato de una joven que descubre en
la actualidad que es una bruja. ¿Crees que toda mujer lleva oculta dentro de sí
a una bruja?
-Yo creo que sí, estoy convencida y te comento una fuente de inspiración que
me gustó mucho hace algunos años. Una psiquiatra que se llama Clarissa Pinkola,
escribió un tratado bastante polémico que se llamaba "Mujeres que corren con
lobos". Una reivindicación a la mujer salvaje, una mujer que lee en sus
instintos primigenios, femeninos; una mujer que vuelve a conectar con las
funciones que le habían sido vedadas a lo largo de la historia por la sociedad
patriarcal. Ella reivindicaba esa búsqueda y hacía un llamamiento a las mujeres
para que hiciesen caso de aquellos signos que les indicaban el camino a seguir
en cada momento y que la civilización había reprimido muy duramente. Señalaba
que todo lo que para la mujer es natural, la civilización se encargó de ponerle
el sello de maligno, de peligroso y eso llevó a la mujer a ocultar sus propios
instintos para poder sobrevivir. Esta misma esencia es la que reivindican las
brujas actuales: recuperar la sabiduría ancestral vinculada con la tierra y con
la capacidad de observar, de percibir; ver la realidad en lugar de mirar; saber
leer los signos que la naturaleza brinda y poder comprender lo que nuestro
instinto nos está ofreciendo... En definitiva, es el retorno de la mujer
salvaje.
-Detrás de la historia que cuentas en el libro, hay algo
profundo que te va calando detrás de cada línea, de cada descubrimiento de la
protagonista. Algo con lo que te vas identificando y te resulta familiar...
-Me alegra saber que he podido transmitir eso ya que era lo que intentaba.
En todas las civilizaciones hay un espacio reservado, oculto, que sólo la mujer
llega a desarrollar con facilidad. Me refiero a esa parte espiritual relacionada
con el entorno familiar: rituales de protección para que no entrase la
enfermedad, para que no fuesen atacados sus hijos por animales salvajes. Eran
las encargadas de las ofrendas, de los escudos de protección. Curiosamente todas
estas actividades le fueron luego usurpadas por los sacerdotes y ellas apartadas
e ignoradas.
-Hay antropólogas que hablan de sociedades matriarcales
primigenias e incluso de una religión en torno a la espiritualidad femenina y
las brujas.¿Qué hay de cierto en todo ello?
-Se habla de eso en muchas culturas pero a día de hoy no se ha demostrado
nunca que existieran. En principio todo esto fue una invención romántica. Hubo
un antropólogo que creó una serie de estadios para explicar la evolución humana
y hablaba de un estadio anterior al salvajismo que era la sociedad matriarcal.
Curiosamente todas las civilizaciones tienen alguna leyenda de la existencia de
algún lugar remoto donde mandaban las mujeres, como por ejemplo, el mito de las
amazonas. Pero nunca se ha demostrado -aunque me duela admitirlo-, que el poder
guerrero, político, administrativo y familiar hubiese residido en la mujer. Como
digo es algo romántico que fue pasando de unos escritores a otros.
-¿Se siente Maite Carranza una bruja?
-Mis hijos me dicen que sí aunque yo creo que me faltan los poderes. ¡Estoy
en ello! Pero sí, identifico cosas que me salen naturales como la intuición o
las corazonadas. Estoy disfrutando al escribir esta segunda parte donde me he
metido a explorar un territorio al margen de la brujería que me tiene cautivada:
las relaciones familiares entre mujeres, los conflictos intergeneracionales.
Estoy disfrutando del aspecto psicológico que mueve a una hija a perseguir a su
madre y al revés, qué esperan una de la otra, en qué momento hay ruptura, cómo
se pasa de la admiración al odio, por qué a través de la búsqueda se llega al
origen... En todo momento he querido hablar de brujas de verdad, mujeres que
conservan en la espiritualidad femenina un antiguo poder vinculado a la
naturaleza, la gestación y la vida. De ahí su fuerza. ∆