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Como sabemos, hombres y mujeres estamos educados de forma tan distinta que suele ser muy difícil, sino imposible, entender la forma de pensar, de mirar, de hablar o de amar.

OCTUBRE 2005

LA HORA
VIOLETA

EL PLACER DE LA MIRADA
POR ISABEL MENENDEZ

Para quienes amamos el cine, éste es una fábrica de sueños que nos permite soñarnos a través de la vida de otras personas, de otros lugares, incluso de otros mundos. Es lo que se denomina el placer de la mirada o escopofilia, un placer basado en la satisfacción vicaria: a través de lo que vemos en la pantalla, podemos vivir, aunque sea durante minutos, proyectos soñados y nunca alcanzados. El psicoanálisis explica que esa satisfacción vicaria ayuda a reafirmar el ego, mediante las estructuras de fascinación que el relato cinematográfico construye. Por su parte, las teorías feministas han añadido algo más: el cine clásico responde a un esquema androcéntrico, es decir a una óptica de varón.
La importancia de lo simbólico en el cine la explicaba Laura Mulvey en 1989 ("Visual pleasure and narrative cinema"). Las mujeres aparecen como objetivos de la mirada del "otro", jugando con una interpretación culturalmente hegemónica y apoyada en la diferencia sexual. Lo que Mulvey quería decir es que, cuando las mujeres salen en el cine, su presencia no es únicamente una parte del argumento, sino que están ahí como objetos para ser mirados (y por tanto "consumidos") por los varones que, mediante el placer de la mirada, son capaces de reafirmar su identidad masculina a través de la construcción de las mujeres como un objeto de deseo erótico. Muchos textos han explorado la teoría avanzada por Mulvey y han concluido que el cine es una fábrica de sueños pensada para una mirada masculina. Eso ayuda a que ellos puedan identificarse con los héroes y por tanto construir su identidad. Por su parte, las mujeres carecen de modelos a los que desear o imitar.
Sin embargo, hay películas que construyen otras formas de mirar, ofreciendo una identidad femenina distinta que aquélla objeto de deseo, abandonando el valor estereotipado que el cine convencional ha reservado para las mujeres. Aunque son casi siempre directoras las que dedican su talento a una mirada no androcéntrica, a veces nos sorprende algún varón con ópticas cercanas a esas perspectivas críticas. Fue el caso de Benito Zambrano y su célebre y premiadísima "Solas", ahora llevada al teatro en un montaje excelente con Lola Herrera en el papel principal. Mucho se ha dicho sobre el feminismo de Zambrano. Su mirada no se parece a otras que, si bien tienen una indudable capacidad estética, están muy lejos de romper estereotipos, como las películas de Almodóvar, donde no se transgrede ningún rol. En "Solas", el director sevillano logró reflejar con auténtica maestría la soledad de las mujeres, el drama de la violencia dentro del hogar, la precariedad del empleo femenino y las relaciones que unos y otras establecen entre sí, poniéndose en la piel de una mujer de tal forma que sorprende su capacidad de empatía. Como sabemos, hombres y mujeres estamos educados de forma tan distinta que suele ser muy difícil, sino imposible, entender la forma de pensar, de mirar, de hablar o de amar.
En su última película se podría pensar que no tiene nada concreto que decir a las mujeres: "Havana Blues" es una historia de músicos cubanos (varones) y su búsqueda del éxito; un excelente relato sobre la amistad, el compromiso, el amor que queda después de la pasión y quizá también sobre la renuncia. Pero hay algo más. De nuevo, Benito Zambrano utiliza una mirada de mujer. Una mirada que, por primera vez en mi experiencia como espectadora, ha dibujado a los varones como objeto de deseo. Ha sido capaz de fotografiar y encuadrar a los protagonistas masculinos de la forma más ardiente y sensual que hubiera elegido una mujer si deseara obtener un efecto erótico en la audiencia. Pensaba que yo estaba especialmente sensible ese día en el cine pero la coincidencia con la opinión de otras mujeres me ha demostrado que es una virtud del filme. La mirada de Zambrano, en esta ocasión, ha sido tan carnalmente femenina que algunas salimos del cine con las mejillas encendidas y un pálpito especial. Recomendable y apto para todas las edades: sólo hay que dejarse llevar. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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