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CUMBRE DE LA ONU

NOVIEMBRE 2005

CUMBRE DE LA ONU
- Papel mojado -

La pasada Cumbre de la ONU debería haber lanzado la mayor reforma de la historia de Naciones Unidas y reforzado los Objetivos del Milenio para la reducción de la pobreza y el hambre. Pero los miembros más poderosos han bloqueado cualquier cambio y han eliminado de la agenda las necesidades más urgentes del planeta. Texto: Marta Iglesias/ Fotos: ONU

Más de cien jefes de Estado y más de 70 primeros ministros se dieron cita a mediados de septiembre en Nueva York para la mayor cumbre de la Historia, que pretendía conmemorar el 60 aniversario de la creación de la ONU. Para cuando todas las personalidades llegaron el 14 de septiembre a Naciones Unidas, los ciudadanos del mundo entero sabían que aquello no llegaría a ningún acuerdo, vistos los preliminares.
Entre todos los temas a tratar en la agenda, cada país tenía sus prioridades con lo que parecía que no habría acuerdo en temas determinantes: mientras que EEUU buscaba la reforma administrativa de la ONU para evitar nuevos casos de fraude, Japón quería hacerse con un puesto permanente en el Consejo de Seguridad amenazando si no con reducir sus aportaciones a la ONU. Los países del Tercer Mundo se lamentaban de que en el texto no se proponían opciones nuevas para cuestiones como la cancelación de la deuda externa o la eliminación de las trabas al comercio internacional. Por su parte, Europa era ambiciosa en sus objetivos, quería un compromiso más fuerte con los países en desarrollo y una gran reforma de la institución. Aunque estos países aportan el 50% de las donaciones que sustentan la ONU, su división interna hizo que no pudiese funcionar como aglutinador de las diferentes propuestas.
Mientras los mandatarios mundiales centraban sus esfuerzos en estos puntos, la opinión pública mundial esperaba con los dedos cruzados que tomase relevancia en la agenda el tema más importante para el planeta al completo, si nos basamos en el número de muertes causadas por ello: los llamados Objetivos del Milenio, cuya finalidad es acabar con el hambre y la pobreza en el mundo, y la Creación de un nuevo Consejo de Derechos Humanos. Sin embargo, los países más poderosos estaban más preocupados en bloquear cualquier intento de reforma del Consejo de Seguridad o en definir un concepto de terrorismo.

Sabotaje en las negociaciones
Uno de los países que impidió la evolución de esta cumbre hacia acuerdos de desarrollo fue EEUU, a tenor de su evolución en los meses previos. El país no contaba con embajador ante la ONU y las negociaciones se sucedían entre el resto de países hasta concretarse en un borrador de 40 páginas dedicadas a la situación social del planeta, fruto del consenso casi alcanzado entre el resto de países. Pero Bush tenía una idea concreta de quién quería que representara los intereses de su país ante la ONU, John Bolton, un representante de los neoconservadores, la línea dura de la diplomacia estadounidense y un político convencido de la inutilidad de la ONU como garante de la seguridad. Hasta ese momento había sido subsecretario de Estado para el control armamentístico y la seguridad internacional en el Gobierno de Bush hijo, desde donde ha desplegado una línea dura contra Irán y Corea del Norte. Su historial se completa con acusaciones de malos tratos y agresividad hacia sus subordinados. Por todas estas razones su nombramiento había sido rechazado repetidamente ante el Senado, así que el presidente aprovechó su prerrogativa y nombró a Bolton por decreto cuando el Legislativo estaba de vacaciones. Aunque EEUU había estado ausente seis meses de la negociación de la ONU, su embajador no perdió el tiempo y en cuanto se incorporó se puso manos a la obra. Su intención era plantear 750 enmiendas, manteniendo la línea política de la Casa Blanca: evitar promesas de ayuda al desarrollo, rechazo a tomar medidas contra el cambio climático y más acción en el frente antiterrorista, los derechos humanos y contra las armas de destrucción masiva. Entre las enmiendas deseaba evitar las referencias directas al Tribunal Penal Internacional, al que EEUU no reconoce autoridad alguna, y simplificar el texto de sus 40 páginas iniciales a tres. También se deseaba tachar toda referencia a "desarme" nuclear y "respeto por la naturaleza", así como anular el compromiso de que los países ricos aportarían a la asistencia exterior por los menos el 0,7% de su PIB. Las propuestas echaban por tierra las negociaciones realizadas por los diferentes países durante los meses de trabajo.

"En la cumbre hay dos posturas condenables: la falta de liderazgo de EEUU y Reino Unido, y el bloqueo de países como Rusia, China, Venezuela o Cuba, que impidieron avanzar en temas de derechos humanos"

Yolanda Román, Responsable de Política Exterior de Amnistía Internacional resume así las posiciones adoptadas por los países: "En la cumbre en concreto y en general ante la necesaria reforma del sistema de Naciones Unidas digamos que hay dos posturas condenables o muy criticables: por una parte la falta de liderazgo de EEUU y del Reino Unido que no han adoptado el papel que les correspondía, dado su peso como estados dentro del sistema. Y después el bloqueo sistemático de un grupo de países como Rusia, China, Venezuela o Cuba, que impidieron avanzar en temas de derechos humanos. Parece claro que el bloqueo de ese grupo de países lo aprovechan también potencias como EEUU o Reino Unido para no generar la dinámica necesaria para que haya un gran debate y un impulso fuerte que contrarreste esas actitudes. Aunque la Unión Europea es quien ha jugado un papel más impulsor, sin el liderazgo de estos países su fuerza es relativa".

CUMBRE DE LA ONU


Una pobre resolución

El borrador quedó aguado en un acuerdo de mínimos tras las enmiendas que introdujo Estados Unidos a tres semanas del comienzo de la cumbre. Aunque Kofi Annan y un grupo de 32 países negociaron hasta el último momento para rescatar el primer acuerdo, todo quedó en una Cumbre frustrada. Se eliminaron de este texto una docena de párrafos, que son precisamente los que establecían acciones concretas que hubieran permitido avanzar en reducir a la mitad la pobreza internacional. Un ejemplo de esas eliminaciones fue el porcentaje de los PIB que debían dedicarse a la asistencia internacional. Aún así hubo concesiones a medias para peticiones de las asociaciones de Derechos Humanos, como relata Yolanda Román: "se adoptaron decisiones importantes como aumentar el presupuesto de la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos y se llegó al compromiso de crear un Consejo de Derechos Humanos. Pero el documento simplemente recoge que hay que establecerlo, no habla ni de cómo va a funcionar, ni de que tipo de órgano va a ser ni nada, con lo cual una iniciativa que tendría que haber recibido un gran impulso y compromiso por parte de los estados miembros de las Naciones Unidas queda en algo que no se sabe muy bien qué será..."
En cambio el Consejo de Seguridad sí aprobó una resolución cuyo objetivo es reducir la acción de quienes incentivan el terrorismo, y ha anunciado restricciones al derecho de asilo humanitario y fundamentado el castigo preventivo arbitrario, que quizá en un futuro se traduzca en un incremento del control social.

No se avanzó en el compromiso de la cancelación de la deuda exterior y se va a estudiar sólo la de los ocho países más pobres.

Pero no era esto lo que la ciudadanía mundial esperaba de este organismo internacional. Las voces clamaban que los dignatarios se centraran en el problema más urgente que afecta a la humanidad en global, en reducir a la mitad los más de 1.000 millones de seres humanos que no disponen ni de un dólar al día para vivir. Es lo que se conoce como los Objetivos del Milenio iniciados en 2000 en Monterrey (México), y ésta era la oportunidad de repasar lo realizado en estos cinco años y de fijar objetivos concretos para que en 2015 se puedan alcanzar los límites dispuestos. Pero sin concretar acciones es imposible que las ochocientas mil personas que viven en la pobreza absoluta, y los trescientos mil seres humanos que viven en condiciones infrahumanas logren salir de esa situación en la que han perdido su humanidad. Esos millones de personas no han tenido un solo dignatario que les prestase su voz y su capacidad de compromiso. Se han centrado en acuerdos sobre terrorismo y reforma de la ONU, sin relacionar que si no se alcanzan los Objetivos del Milenio no hay equilibrio posible entre naciones.
"Amnistía Internacional y en general las organizaciones de Derechos Humanos hacemos una valoración negativa. La cumbre no culminó en el impulso político para avanzar por una parte en la reforma de Naciones Unidas y por otra en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio", puntualiza Yolanda Román.
Todo se ha aplazado para más adelante y en la actualidad se intentan concretar algunos puntos en el 61 periodo de sesiones de la Asamblea General que se va a desarrollar hasta finales de diciembre. Se han cumplido los temores que manifestaba al comienzo de la cumbre Yvonne Terlingen, representante de Amnistía Internacional en la ONU, "(...) Si los dirigentes mundiales se limitan a adoptar un texto amplio y vago que remita todas las decisiones importantes a la Asamblea General, habrán desperdiciado una oportunidad histórica. Una falta tan crítica de liderazgo arrojará una oscura sombra sobre la Cumbre entera, y constituirá una traición a millones de las personas más vulnerables del mundo". Efectivamente sus palabras fueron totalmente premonitorias porque el texto no contiene compromisos. De hecho en la Cumbre no se avanzó en el compromiso de la cancelación de la deuda exterior y se va a estudiar sólo la de los ocho países más pobres. Los pueblos enteros se preguntan de qué sirven estas cumbres incapaces de dar forma a los cambios. Por qué los mandatarios se empeñan en reunirse en cumbres multimillonarias que no llegarán a ninguna conclusión. ¿Hay alguien que tenga conciencia global del planeta? Una posible respuesta es la que ofrece Federico Mayor Zaragoza, Ex Director de la Unesco y presidente de la Fundación Cultura de Paz: "Hasta ahora la gente nunca ha figurado en el estrado. Hemos sido súbditos, plantando en surcos ajenos, luchando por causas con frecuencia opuestas a las nuestras. Ahora ha llegado el momento de participar, de ser tenidos en cuenta, de ser ciudadanos plenos. Ha llegado el momento de la solidaridad impulsada y ejercida por la sociedad civil sobre la base de la fraternidad (...). La sociedad civil tiene ahora, con la nueva tecnología de la comunicación, además de un innegable papel protagonista en la ayuda solidaria, la posibilidad no sólo de hacerse oír, sino de hacerse escuchar. Para que se cumplan los Objetivos del Milenio, para que se erradique la pobreza, para que podamos conciliar el sueño sin pensar en nuestros hermanos que carecen de los mínimos recursos de susbsistencia, para que la voz que debemos a los jóvenes sea voz oída y escuchada. Se acerca el momento de que la gente cuente, el momento de la democracia real. El siglo XXI puede ser, por fin, el siglo de la gente. De nosotros. De todos". ∆

   

   
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