"Los cuatro
jinetes" son una creación humana, porque en la naturaleza
sabia y maltratada que nos rodea y compenetra, no existen
semejantes sádicos. |
Vivimos
tiempos apocalípticos? No sé, pero todo suena a que sí. Al menos,
los "cuatro jinetes" cabalgan a sus anchas por el planeta,
repartiendo aquí y allá sus prebendas como si de Reyes Magos de la
destrucción se tratara.
Entre el ruido de los terremotos, la fuerza de los huracanes, el
fragor de las guerras y la sombra siniestra del hambre, está
empezando a emerger la amenaza de las plagas.
Además, ésta que ahora se anuncia viene por el aire, camuflada entre
las plumas coloristas de las aves, como si quisiera hacernos más
agradable su presencia, menos dramática su invasión.
El origen es Asia, lugar aún muy desconocido y enigmático. Y sólo un
lugar así podría "fabricar" un virus también enigmático, porque el
problema no está en lo conocido, sino en lo que puede transformarse
lo conocido, o sea, en la mutación del virus.
De momento, y como siempre ocurre en estos casos, llega primero la
alarma, la psicosis, la desinformación, que el virus.
Este incluso puede no llegar, aunque todos dicen que sólo es
cuestión de tiempo.
Lo que no se entiende muy bien es por qué si lleva varios años
mostrando sus colmillos en Asia, no hubo una reacción mundial para
aislar, o anular, o lo que sea, allí, al susodicho "terminator".
Ahora, y de tanto ser contemplado, se ha puesto gallito y ha
comenzado su expansión.
No sé por qué me recuerda a otro virus letal, a otra plaga que
soportamos todos y que se llama Bush.
Los síntomas son los mismos, el desarrollo similar.
De tanto contemplarlo se ha creído poderoso, es más, ya departe, en
un tú a tú místico, con el mismo Dios.
Por eso ve al planeta entero como su particular latifundio, y por
eso se considera con derecho de pernada.
Pues el virus éste del pollo es otro tanto de lo mismo. Es más, no
me extrañaría nada que tuviera alguna secreta relación con el clan
Bush, como ocurrió con la familia Ben Laden.
De momento, el virus amenaza, como hacía Bush hace tiempo. Y como
ocurría hace tiempo con Bush, el mundo se acojona y se prepara, no
para que se quede quietecito y maniatado en su tierra de origen, no,
sino para soportar la terrible invasión que, casi todos, dan ya por
hecha.
Es evidente que esta humanidad produce, genera, sus propios virus.
Luego los alimenta, los anima y por último lo sufre con resignación.
Es el círculo vicioso del tonto.
En realidad, y siguiendo con la reflexión, "los cuatro jinetes" son
una creación humana, porque en la naturaleza sabia y maltratada que
nos rodea y compenetra, no existen así, en plan libertino,
semejantes sádicos. Pero, con la inestimable ayuda de la mano del
hombre, lo natural se transforma en letal, lo puro en impuro, lo
lógico en absurdo y, por último, la vida en muerte. Y hétenos aquí
esperando, una vez más, la guadaña insensible de un bichito que
todavía no se sabe exactamente qué es, de qué forma se nos puede
presentar, pero que puede ser más letal que un acuerdo tácito entre
Bush, Blair y Aznar.
Pero seguro que pronto habrá foto, como en las Azores, del bichito
en cuestión. Luego vendrá su declaración de guerra, su invasión y su
lista de víctimas.
Eso sí, esta vez, al menos, no tendremos que soportar sus
declaraciones alegando que nos invada en nombre de la paz, la
justicia y la libertad duradera.
Nos invadirá y punto, sin disculpas, con elegancia y poder.
Pero tranquis, no será el último. Hemos entrado en la espiral
destructiva anticipada por el desarrollo de la conducta humana en
los últimos tiempos.
Nada nuevo, nada que no se sepa, que no fuera previsible.
De momento, yo me cargo al canario, porque sospecho de la forma en
que me mira últimamente. Es más, tengo la impresión de que piensa
que quien está en una jaula, indefenso y temeroso, soy yo, no él.
Y lo peor es que creo que tiene razón.
/MC