MAYO 2005
EL IMPERIO DEL CINISMO
¿Arriesgaría el Papa su poder, su vida, por
enfrentarse a los poderosos y reunirse con los que no tienen nada,
tan sólo sufrimiento?
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El mundo es el imperio del cinismo. Ser un
cínico se ha convertido en una "cualidad" adosada al poder, o sea,
algo que todo aquel que ostente poder debe practicar para que le
puedan entender los demás, vamos, sus colegas de élite.
El reciente show fabricado por el Vaticano con la agónica muerte de
un Papa y la elección del nuevo, ha servido para asomarse más a los
entresijos de la Iglesia y también para observar la reacción mundial
ante todo ello.
Serían muchas las cosas a destacar y someter a un profundo análisis,
desde la pasión desbordada de los fieles, pasando por el servilismo
de los que son Iglesia, hasta el cinismo y la hipocresía de los
gobiernos y gobernantes, que por ser "políticamente correctos"
callan sus verdades y comulgan con lo que luego van a pasar por el
forro.
La verdad, el pensamiento directo, la expresión clara, sencilla y
limpia de lo que cada uno piensa en realidad, no tiene cabida en una
sociedad donde lo que cotiza es la mentira, aunque sea evidente para
todos que todo es postura, hipocresía y falsedad. Pero eso no
importa, son las reglas del juego, es, repito, lo "políticamente
correcto".
Mientras, el mundo se rompe en pedazos entre el hambre, las guerras,
las injusticias, los problemas medioambientales y todo lo demás. Y
se rompe en pedazos por las posturas férreas y egoístas de unos y
otros que sólo quieren sacar tajada de todo y, sobre todo, conservar
áreas de poder, y a ser posible ampliarlas.
Los que están poniendo en peligro el planeta por sus políticas van a
arrodillarse a rezar ante el cuerpo del difunto Papa y a besarle la
mano al entrante.
Este, habla de Cristo como si supiera de qué está hablando, y habla
de El vestido de oro y rodeado de riqueza y aduladores que esperan
sus favores.
Mientras, cada dos segundos muere un niño de hambre en el mundo.
Los poderosos del mundo besan la mano del más poderoso, no es un
reconocimiento hacia Cristo, no, es un pacto de poder.
Todos fingen, todos mienten, y todos lo saben y callan.
Mientras, el cambio climático, originado por la ambición de las
multinacionales con el consentimiento de los gobiernos, pone en
peligro la vida en el planeta Tierra.
¿Ha oído alguien al Papa denunciar esa postura?
Las multitudes enfervorizadas aclaman al nuevo pontífice como si de
su salvador se tratara, pero a nadie se le ocurre poner en una mano
a Cristo y en la otra al Papa y comprobar en qué se parecen, si
tienen algún punto en común.
¿Arriesgaría el Papa su poder, su vida, por enfrentarse a los
poderosos y reunirse con los que no tienen nada, tan sólo
sufrimiento?
Pone todo su énfasis en atacar a los homosexuales, pero recibe con
los brazos abiertos a los asesinos de masas como Bush. ¡Cuánta
hipocresía!
Y así en todas partes, todos con todos y todos contra todos.
Y en la sombra el verdadero poder se mueve y crece ajeno a este
baile absurdo y fanático.
Los que mueven los hilos del mundo observan todo el juego, como si
de una partida de ajedrez se tratara, sólo que en este caso ellos
juegan con las blancas y con las negras. Todos son peones en sus
manos. Todos son marionetas. Nadie gana, sólo ellos.
Llamar a las cosas por su nombre ya no se lleva. El cinismo sí.
Además, son los más engañados los que más protestan ante la
declaración de las cosas evidentes.
Quieren seguir en el engaño y sentirse cobijados y protegidos en la
mentira.
Alguien dijo que la religión era el opio del pueblo, pero se quedó
corto. También lo es la política. Aunque es evidente que ambas cosas
son ya lo mismo.
Viva el cinismo./ MC
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