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Es fácil que los señores que empiezan a despegar profesionalmente, busquen en ese momento una esposa tradicional y joven que no competirá por el espacio ni el tiempo sino que se dedicará a que el reposo del guerrero esté siempre a punto.

MARZO 2005

LA HORA
VIOLETA


ELLOS LAS PREFIEREN TONTAS
POR ISABEL MENENDEZ

En Italia ha sido prohibida la última campaña de la firma Marithé & François Girbaud porque ha sido considerada blasfema. Su publicidad había provocado el debate en París y Nueva York pero no hasta el punto de ser retirada, que es lo que ha ocurrido en Milán. El organismo que, en Italia, vigila los anuncios publicitarios, no ha podido soportar la provocación que, según ellos, contiene el cartel que ofrece una revisión del cuadro de "La última cena" de Leonardo da Vinci. Si ya las cosas no estaban bien con la publicación de la novela "El código da Vinci" desde donde se sugería que quien estaba a la derecha de Jesucristo era María Magdalena y no Juan el Bautista, esta nueva imagen ha sido demasiado. ¿Y, dirán ustedes, qué contiene el cuadro en cuestión? Se trata de una fotografía que invierte la propuesta de la novela, de forma que todas las personas que se sientan a la mesa son mujeres, excepto la que está a la derecha de un Jesucristo, ahora mujer. Ese único hombre enseña la espalda desnuda y se supone que ésa es la causa de la prohibición. Me extraña. Yo creo que lo que las autoridades milanesas han considerado blasfemo es que todos los apóstoles, excepto Juan, hayan sido convertidos en mujeres y, sobre todo, la creación de un Jesucristo mujer y no hombre. Hasta ahí podíamos llegar. La firma francesa, por su parte, dice que intentaba resaltar el papel de las mujeres en la sociedad.
El objetivo debería ser el mismo que el de un estudio que, publicado en la revista "Journal of Personality and Individual Differences", ha sido reproducido por todos los medios de comunicación. Dicen los académicos de las universidades de Aberdeen, Bristol, Glasgow y Edimburgo, que la posibilidad de contraer matrimonio de las mujeres es inversamente proporcional a su inteligencia y formación. Es decir, que ellos las prefieren tontas, característica a añadir a lo de rubias. Y me he sumido en un mar de dudas porque, efectivamente, el imaginario colectivo suele advertir de los prejuicios de muchos varones ante el avance de las mujeres, a quienes temen enfrentarse. Pero, siempre con la sospecha detrás de la oreja, más me suena a campaña reaccionaria, como otras que aparecen cíclicamente. Que los señores prefieren que "su santa" les apoye desde casa con toda la intendencia doméstica y familiar mientras ellos vuelan y se promocionan fuera es una obviedad para la que no necesitamos los estudios de cuatro universidades. Es el privilegio histórico de los varones, situación a la que es difícil renunciar y por la que sacrifican la posibilidad de relacionarse en su espacio personal con iguales, con las que disfrutar de conversación o cultura. Por tanto, es fácil que los señores que empiezan a despegar profesionalmente, busquen en ese momento una esposa tradicional y joven que no competirá por el espacio ni el tiempo sino que se dedicará a que el reposo del guerrero esté siempre a punto.
Eso es, justamente, lo que hizo Carlos de Inglaterra en su momento. Por eso es interesante leer y escuchar a los medios de comunicación estos días previos a la boda real. Camilla ha sido la mala de la película. El papel de la otra es siempre un arquetipo negativo cuyo coste asume una de las partes en solitario. Pero, no nos engañemos, el gran handicap de la próxima esposa del heredero a la corona británica es otro: el pecado de ser fea. La opinión pública no soporta que un príncipe, que ha tenido a su lado a una mujer joven y guapa, haya preferido, a lo largo de tres décadas, a otra mucho menos agraciada, tampoco tan fea como se intenta dibujarla, pero desde luego con un aspecto mucho más desaliñado y con un toque un poco antiguo, algo rural, incompatible con las lentejuelas de la corte. Ese y no otro es el problema de Camilla que, seguramente, ha de tener mucho en común con esas mujeres inteligentes y que debía ser mucho más apasionante para un hombre hecho y derecho que una niña recién salida del instituto, por muy guapa que fuera. Ellos las prefieren tontas, qué le vamos a hacer. Ya lo explicaba Josefina Aldecoa en su novela, "El enigma". ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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