a
juventud de Pilar Velasco es clave para el nacimiento del libro. Si ella no se
hubiese sentido identificada con los jóvenes que salieron a las calles entre
2000 y 2004, no habría hilado que ellos fueron los artífices de un cambio para
el que se llevaban años preparando. Pero en Pilar Velasco juegan también un
papel importante su trabajo como periodista, que le animó a convertir sus
pensamientos en un libro, y sus estudios a lo largo de Europa y Estados Unidos,
que le confiere una mente abierta y aguda. La mezcla de todos esos ingredientes
hace suponer que sólo ella podía haber escrito este libro.-¿Por qué
este atípico libro?
-El 14-M, tras las elecciones, de repente tuve la sensación de que todo ese
proceso había sido protagonizado por los jóvenes en cinco actos: las protestas
contra las reformas de la educación, la huelga general de trabajadores, la
movilización por el Prestige, las manifestaciones contra la guerra y las
ocurridas tras el 11-M. En concreto ese día las protestas estaban articuladas
por jóvenes, la red de móviles por donde circulan los mensajes la utilizan los
jóvenes, los que primero llegan a Génova son jóvenes. Creo que vi bastante claro
que habían sido los jóvenes quienes habían tumbado a un gobierno conservador, y
lo habían hecho con muy pocas armas y en un proceso muy constante de cuatro
años.
-¿Las manifestaciones masivas del 13-M demuestran que los métodos de lucha
han cambiado?
-Sí, por supuesto. El 13-M los jóvenes son capaces de demostrar a las
estructuras reivindicativas clásicas -como partidos políticos y sindicatos-, que
vivimos en un momento en el que los métodos de lucha tienen que ser distintos.
Los cambios se dan en las formas de organización, porque tanto en las protestas
contra la guerra como durante el 13-M no hay líderes de partidos ni
organizaciones juveniles que tengan el control de lo que está pasando, es decir,
no hay ningún sujeto a quien acusar. Se trata un poco de una red de redes,
grupos de base de barrios, de facultades, de institutos, que se autoorganizan.
No tienen la capacidad de montar una manifestación ordenada y disciplinada como
un 1º de Mayo, pero han construido con espontaneidad una manera de protesta
absolutamente distinta a la que conocíamos hasta hoy. Y se articula una nueva
forma de respuesta social que cuestiona los fundamentos normativos del sistema:
la gente ha comprendido que es legítimo desobedecer y se manifiesta en la
jornada de reflexión, y los jóvenes demuestran que es legítimo decir en un
momento dado 'su política no me representa'.
-Los jóvenes no estuvieron solos, el cambio quizás fue la suma de muchos
grupos que se movilizaron...
-Efectivamente, los movimientos antiglobalización y los movimientos
alternativos, como el programa feminista, antimilitarista... que parece que van
al margen de la izquierda política, a partir del No a la Guerra se
integran. Por eso el partido que gana las elecciones el 14-M le debe mucho a los
movimientos antiglobalización, que son muy maltratados por la izquierda
parlamentaria, y le debe muchísimo a las movilizaciones que se han producido, a
la gente que ha salido a la calle porque se organiza, ofrece sus redes, el
discurso... El 13-M es un capítulo precioso de nuestra historia, del que supongo
que se escribirá mucho en un futuro. Otra cosa del 13-M que demuestran los
jóvenes es que ese día tiene mucho que ver con la Segunda Transición, la
transición del miedo. Es decir, en el golpe de estado del 23-F se sale a la
calle pero no el día del golpe sino después. Y el 13-M hay una Segunda
Transición social porque se rompe el miedo y se sale a la calle.
-Desde el PP además de no cuidar a la juventud con políticas especialmente
diseñadas para ella, se atacó a los jóvenes. ¿Crees que su misma actitud ayudó a
que la juventud se moviese?
-Sí, claro. Si los jóvenes no hubieran sido atacados, no sé si se hubieran
movilizado como lo hicieron. Los jóvenes están siendo atacados por el PP, les
llaman borrachos del botellón, golpistas de pancarta, les llaman vagos cuando
dicen que necesitan otra ley de educación... El joven se siente muy atacado y
entonces es cuando responde. Y desde el año 2000, con la mayoría absoluta,
atacan a los jóvenes hasta el último día. También por eso votan los jóvenes. Por
su parte, el PSOE era muy consciente desde el 2000 del poder de los jóvenes.
Carme Chacón lo tiene muy presente y es quien tiene las reuniones con los
sindicatos. Los sindicatos se reúnen con los jóvenes directamente, y el PSOE
hace lo mismo.
-¿Y son los jóvenes conscientes del poder que tienen cuando están unidos?
-Yo espero que sí sean conscientes, de hecho el libro tenía dos
motivaciones: una era recoger la crónica social y juvenil de estos últimos
cuatro años, de cómo los jóvenes pueden tumbar a un gobierno, y la segunda
motivación era transmitir un mensaje de fondo para el joven que hubiera estado
en la calle y no se hubiera dado cuenta del poder que tienen unidos. Sin ellos
hubiera sido imposible.
-Las protestas del 13-M se debieron a que ya había caldo de cultivo como la
criminalización de los jóvenes por parte del PP, la LOU..., ¿Dónde están esos
jóvenes inconformistas o sólo se rebelan ante situaciones extremas?
-Esta generación de jóvenes responde cuando recibe una agresión. No sé si es
positivo o negativo, pero hasta que no les agredes no responden. Decir que tanto
los jóvenes como la movilización ciudadana está apagada es un riesgo, porque
pueden volver a salir por los mismos cauces o inventarse otros, ya que en
realidad no han cambiado tanto las cosas. Ha cambiado un gobierno, pero la
precariedad sigue estando ahí.
-¿Por qué a la juventud actual le cuesta tanto llevar a cabo la desobediencia
civil, algo que los jóvenes de otras generaciones tenían tan asumido como forma
de cambio, de rebelarse contra el sistema?
-Ciertamente a los jóvenes la desobediencia civil les cuesta, pero de manera
consciente porque sus últimas manifestaciones están llenas de ejemplos de
desobediencia civil. Desde manifestarse en el Congreso de los Diputados, que
está tipificado como un delito y es una desobediencia civil, hasta movilizarse
la jornada de reflexión. Hay muchos ejemplos de desobediencia civil pero no
consciente, no preorganizada.
-¿Qué dicen las manifestaciones repetidas en nuestro país sobre nuestra
democracia?
-Los últimos años fueron muy particulares, porque llegó un momento en el que
la democracia estaba secuestrada y teníamos que estar continuamente en la calle.
Era la primera vez que había una manifestación en el Congreso de los Diputados.
Es decir, la clase política estaba encerrada, mientras la política estaba en la
calle. Y eso significa que la democracia todavía está débil en este país, hay
que formarla y sobre todo llenarla de contenido, y para eso la clase política
siempre es más perezosa. Ahora parece que estamos llenos de esperanzas con el
nuevo gobierno, que esperemos que haya entendido que la democracia hay que
llenarla de contenido. Ése es el mensaje que quiere transmitir la gente una y
otra vez cuando sale a la calle.
-Quien busca conspiradores que promueven las huelgas, ¿encontrará respuestas
en tu libro?
-Sí, por supuesto. No ha habido conspiradores. Ese es el insulto más grave
que pueda decirse sobre lo que ha ocurrido en estos cuatro años. La gente estaba
muy dolida desde la guerra, en el Prestige... y decir que había conspiradores es
expulsar de la sociedad a la gente corriente, que es quien ha hecho política con
las herramientas que tiene: las pancartas, pintarse la cara, las manos, colgar
una bandera... Entonces decir que ha habido conspiradores, cuando lo único que
hace la gente cuando sale a la calle es defender la democracia y llenarla de
contenido, es una acusación muy grave y sobre todo antidemocrática. Lo que ha
ocurrido en España en estos últimos años ha pasado a cielo abierto. Y tú puedes
convocar lo que te dé la gana, pero si la gente no quiere salir a la calle, no
sale. El mensaje lo que hace es recoger el espíritu que había, la indignación
ante la mentira y las ganas de saber la verdad.
-Tu libro explica paso a paso qué sucedió tras el 11-M. ¿Qué sensación te
queda de la Comisión de Investigación?
-Con la Comisión de Investigación de nuevo se equivocaron. El PP intentaba
buscar al culpable de los mensajes, y el pobre hombre estaba acojonado por si le
encontraban. Con el 13-M intentaron buscar conspiradores, acusaron a gente, se
dedicaron a poner denuncias a personas que lo único que hicieron fue pedir la
verdad. Creo que Pilar Manjón cerró muy bien la investigación diciendo que lo
importante eran las víctimas y no los intereses políticos que se habían estado
defendiendo durante todos estos meses, porque eso de nuevo es darle la espalda a
la sociedad. Lo importante de esa Comisión era averiguar quién había sido, por
qué el gobierno del PP había mentido desde el día 11 intencionadamente a todos
los ciudadanos, y escuchar a las víctimas.
-Frente al modelo del individuo aislado -que se vivió tras el 11-S en USA-,
aquí se alzó tras la masacre el "ciudadano transformado en sujeto colectivo que
protagoniza la historia". ¿Por qué crees que sucedió así?
-Son dos modelos de sociedades distintas, aunque estén unidas por un modelo
capitalista. Uno el modelo que intentó imponer Estados Unidos a partir del 11-S,
neoliberal, y otro un modo de ver el mundo de manera internacional, oponiéndose
a la guerra como sucedió en Europa. Mientras en el viejo continente se sale a la
calle, en EEUU sigue habiendo un modelo individualista y una sociedad del miedo
impuesta.
-¿Dirías que el modelo del individuo aislado genera miedo y el del grupo
genera libertad?
-Sí. El modelo individualista genera miedo porque es un modelo intencionado,
es el modelo del miedo, de quitarle la voz a los ciudadanos y que respondan al
poder. Y el modelo de estar agrupados genera mucha más libertad, y de hecho la
superpotencia del ciudadano no es posible desde un modelo individualista. ∆