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MARZO 2005

Tomar el relevo

PILAR VELASCO
-Periodista-

PILAR VELASCO

La periodista Pilar Velasco acaba de estrenarse en el mundo editorial con 'Jóvenes, aunque sobradamente cabreados'. Un análisis de las protestas juveniles que culminaron con
el cambio de gobierno
el 14-M.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"La democracia todavía está débil en este país, hay que formarla y sobre todo llenarla de contenido. Y para eso la clase política siempre es más perezosa"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"Decir que ha habido conspiradores, cuando lo único que hace la gente cuando sale a la calle es defender la democracia, es una acusación muy grave y antidemocrática"

 

 

Texto: Marta Iglesias
Foto: 
(c) Andrea Comas

La juventud de Pilar Velasco es clave para el nacimiento del libro. Si ella no se hubiese sentido identificada con los jóvenes que salieron a las calles entre 2000 y 2004, no habría hilado que ellos fueron los artífices de un cambio para el que se llevaban años preparando. Pero en Pilar Velasco juegan también un papel importante su trabajo como periodista, que le animó a convertir sus pensamientos en un libro, y sus estudios a lo largo de Europa y Estados Unidos, que le confiere una mente abierta y aguda. La mezcla de todos esos ingredientes hace suponer que sólo ella podía haber escrito este libro.

-¿Por qué este atípico libro?
-El 14-M, tras las elecciones, de repente tuve la sensación de que todo ese proceso había sido protagonizado por los jóvenes en cinco actos: las protestas contra las reformas de la educación, la huelga general de trabajadores, la movilización por el Prestige, las manifestaciones contra la guerra y las ocurridas tras el 11-M. En concreto ese día las protestas estaban articuladas por jóvenes, la red de móviles por donde circulan los mensajes la utilizan los jóvenes, los que primero llegan a Génova son jóvenes. Creo que vi bastante claro que habían sido los jóvenes quienes habían tumbado a un gobierno conservador, y lo habían hecho con muy pocas armas y en un proceso muy constante de cuatro años.

-¿Las manifestaciones masivas del 13-M demuestran que los métodos de lucha han cambiado?
-Sí, por supuesto. El 13-M los jóvenes son capaces de demostrar a las estructuras reivindicativas clásicas -como partidos políticos y sindicatos-, que vivimos en un momento en el que los métodos de lucha tienen que ser distintos. Los cambios se dan en las formas de organización, porque tanto en las protestas contra la guerra como durante el 13-M no hay líderes de partidos ni organizaciones juveniles que tengan el control de lo que está pasando, es decir, no hay ningún sujeto a quien acusar. Se trata un poco de una red de redes, grupos de base de barrios, de facultades, de institutos, que se autoorganizan. No tienen la capacidad de montar una manifestación ordenada y disciplinada como un 1º de Mayo, pero han construido con espontaneidad una manera de protesta absolutamente distinta a la que conocíamos hasta hoy. Y se articula una nueva forma de respuesta social que cuestiona los fundamentos normativos del sistema: la gente ha comprendido que es legítimo desobedecer y se manifiesta en la jornada de reflexión, y los jóvenes demuestran que es legítimo decir en un momento dado 'su política no me representa'.

-Los jóvenes no estuvieron solos, el cambio quizás fue la suma de muchos grupos que se movilizaron...
-Efectivamente, los movimientos antiglobalización y los movimientos alternativos, como el programa feminista, antimilitarista... que parece que van al margen de la izquierda política, a partir del No a la Guerra se integran. Por eso el partido que gana las elecciones el 14-M le debe mucho a los movimientos antiglobalización, que son muy maltratados por la izquierda parlamentaria, y le debe muchísimo a las movilizaciones que se han producido, a la gente que ha salido a la calle porque se organiza, ofrece sus redes, el discurso... El 13-M es un capítulo precioso de nuestra historia, del que supongo que se escribirá mucho en un futuro. Otra cosa del 13-M que demuestran los jóvenes es que ese día tiene mucho que ver con la Segunda Transición, la transición del miedo. Es decir, en el golpe de estado del 23-F se sale a la calle pero no el día del golpe sino después. Y el 13-M hay una Segunda Transición social porque se rompe el miedo y se sale a la calle.

-Desde el PP además de no cuidar a la juventud con políticas especialmente diseñadas para ella, se atacó a los jóvenes. ¿Crees que su misma actitud ayudó a que la juventud se moviese?
-Sí, claro. Si los jóvenes no hubieran sido atacados, no sé si se hubieran movilizado como lo hicieron. Los jóvenes están siendo atacados por el PP, les llaman borrachos del botellón, golpistas de pancarta, les llaman vagos cuando dicen que necesitan otra ley de educación... El joven se siente muy atacado y entonces es cuando responde. Y desde el año 2000, con la mayoría absoluta, atacan a los jóvenes hasta el último día. También por eso votan los jóvenes. Por su parte, el PSOE era muy consciente desde el 2000 del poder de los jóvenes. Carme Chacón lo tiene muy presente y es quien tiene las reuniones con los sindicatos. Los sindicatos se reúnen con los jóvenes directamente, y el PSOE hace lo mismo.

-¿Y son los jóvenes conscientes del poder que tienen cuando están unidos?
-Yo espero que sí sean conscientes, de hecho el libro tenía dos motivaciones: una era recoger la crónica social y juvenil de estos últimos cuatro años, de cómo los jóvenes pueden tumbar a un gobierno, y la segunda motivación era transmitir un mensaje de fondo para el joven que hubiera estado en la calle y no se hubiera dado cuenta del poder que tienen unidos. Sin ellos hubiera sido imposible.

-Las protestas del 13-M se debieron a que ya había caldo de cultivo como la criminalización de los jóvenes por parte del PP, la LOU..., ¿Dónde están esos jóvenes inconformistas o sólo se rebelan ante situaciones extremas?
-Esta generación de jóvenes responde cuando recibe una agresión. No sé si es positivo o negativo, pero hasta que no les agredes no responden. Decir que tanto los jóvenes como la movilización ciudadana está apagada es un riesgo, porque pueden volver a salir por los mismos cauces o inventarse otros, ya que en realidad no han cambiado tanto las cosas. Ha cambiado un gobierno, pero la precariedad sigue estando ahí.

-¿Por qué a la juventud actual le cuesta tanto llevar a cabo la desobediencia civil, algo que los jóvenes de otras generaciones tenían tan asumido como forma de cambio, de rebelarse contra el sistema?
-Ciertamente a los jóvenes la desobediencia civil les cuesta, pero de manera consciente porque sus últimas manifestaciones están llenas de ejemplos de desobediencia civil. Desde manifestarse en el Congreso de los Diputados, que está tipificado como un delito y es una desobediencia civil, hasta movilizarse la jornada de reflexión. Hay muchos ejemplos de desobediencia civil pero no consciente, no preorganizada.

-¿Qué dicen las manifestaciones repetidas en nuestro país sobre nuestra democracia?
-Los últimos años fueron muy particulares, porque llegó un momento en el que la democracia estaba secuestrada y teníamos que estar continuamente en la calle. Era la primera vez que había una manifestación en el Congreso de los Diputados. Es decir, la clase política estaba encerrada, mientras la política estaba en la calle. Y eso significa que la democracia todavía está débil en este país, hay que formarla y sobre todo llenarla de contenido, y para eso la clase política siempre es más perezosa. Ahora parece que estamos llenos de esperanzas con el nuevo gobierno, que esperemos que haya entendido que la democracia hay que llenarla de contenido. Ése es el mensaje que quiere transmitir la gente una y otra vez cuando sale a la calle.

-Quien busca conspiradores que promueven las huelgas, ¿encontrará respuestas en tu libro?
-Sí, por supuesto. No ha habido conspiradores. Ese es el insulto más grave que pueda decirse sobre lo que ha ocurrido en estos cuatro años. La gente estaba muy dolida desde la guerra, en el Prestige... y decir que había conspiradores es expulsar de la sociedad a la gente corriente, que es quien ha hecho política con las herramientas que tiene: las pancartas, pintarse la cara, las manos, colgar una bandera... Entonces decir que ha habido conspiradores, cuando lo único que hace la gente cuando sale a la calle es defender la democracia y llenarla de contenido, es una acusación muy grave y sobre todo antidemocrática. Lo que ha ocurrido en España en estos últimos años ha pasado a cielo abierto. Y tú puedes convocar lo que te dé la gana, pero si la gente no quiere salir a la calle, no sale. El mensaje lo que hace es recoger el espíritu que había, la indignación ante la mentira y las ganas de saber la verdad.

-Tu libro explica paso a paso qué sucedió tras el 11-M. ¿Qué sensación te queda de la Comisión de Investigación?
-Con la Comisión de Investigación de nuevo se equivocaron. El PP intentaba buscar al culpable de los mensajes, y el pobre hombre estaba acojonado por si le encontraban. Con el 13-M intentaron buscar conspiradores, acusaron a gente, se dedicaron a poner denuncias a personas que lo único que hicieron fue pedir la verdad. Creo que Pilar Manjón cerró muy bien la investigación diciendo que lo importante eran las víctimas y no los intereses políticos que se habían estado defendiendo durante todos estos meses, porque eso de nuevo es darle la espalda a la sociedad. Lo importante de esa Comisión era averiguar quién había sido, por qué el gobierno del PP había mentido desde el día 11 intencionadamente a todos los ciudadanos, y escuchar a las víctimas.

-Frente al modelo del individuo aislado -que se vivió tras el 11-S en USA-, aquí se alzó tras la masacre el "ciudadano transformado en sujeto colectivo que protagoniza la historia". ¿Por qué crees que sucedió así?
-Son dos modelos de sociedades distintas, aunque estén unidas por un modelo capitalista. Uno el modelo que intentó imponer Estados Unidos a partir del 11-S, neoliberal, y otro un modo de ver el mundo de manera internacional, oponiéndose a la guerra como sucedió en Europa. Mientras en el viejo continente se sale a la calle, en EEUU sigue habiendo un modelo individualista y una sociedad del miedo impuesta.

-¿Dirías que el modelo del individuo aislado genera miedo y el del grupo genera libertad?
-Sí. El modelo individualista genera miedo porque es un modelo intencionado, es el modelo del miedo, de quitarle la voz a los ciudadanos y que respondan al poder. Y el modelo de estar agrupados genera mucha más libertad, y de hecho la superpotencia del ciudadano no es posible desde un modelo individualista. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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