Quizá por primera vez, se ha
utilizado lenguaje no sexista en la mayoría de las informaciones que,
cuidadosamente, han repetido insistentemente que los príncipes tendrían "un
hijo o hija en noviembre". |
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JUNIO 2005
LA
HORA
VIOLETA
TIEMPO DE REGOCIJO
POR ISABEL MENENDEZ
A legría y alboroto ante el anuncio
de los Príncipes de Asturias de la próxima llegada de su primer retoño.
Las televisiones, siguiendo la tónica de alta emotividad que parece
haberse instalado este año, han elaborado programaciones especiales para
rellenar minutos y minutos de no-información. Aparte del anuncio de
embarazo, lo cierto es que ningún dato de los ofrecidos estos días eran
noticiosos o relevantes. Se han ofrecido montañas de imágenes de
archivo, reiteraciones y obviedades. No obstante, y a pesar del
almibarado exceso comunicativo, lo cierto es que no cabe menos que
sentir cierta incomodidad al pensar en la situación de la princesa.
Encuentro algo impúdico ese escrutinio de algo tan íntimo y personal
como es tener o no tener descendencia. Si algo tiene asegurado doña
Letizia es, desde luego, la cobertura mediática; es evidente que los
medios no tienen previsto abandonarla ni a sol ni a sombra durante los
próximos meses.
Me ha llamado la atención que, quizá por primera vez, se ha utilizado
lenguaje no sexista en la mayoría de las informaciones que,
cuidadosamente, han repetido insistentemente que los príncipes tendrían
"un hijo o hija en noviembre". Y es que el anuncio del natalicio ha
vuelto a poner de actualidad el problema de discriminación de las
mujeres de la familia real. Como todo el mundo sabe, la Constitución
española consagra la preferencia del varón sobre la mujer para la
sucesión de la Corona. Muchas personas dicen no interesarse por este
asunto, porque no aceptan la existencia de la Monarquía. Sin embargo, no
es asunto baladí. Estemos de acuerdo o no con la presencia de esa
institución, la realidad es que la Corona ostenta la Jefatura del
Gobierno. Por esa razón, a mi juicio, es importante un cambio
constitucional que elimine la discriminación femenina. Cuando las leyes
están orientadas, al menos en lo formal, a erradicar la desigualdad
entre mujeres y hombres, es un anacronismo y una auténtica contradicción
que se perpetúe, sin que exista ninguna razón distinta de la rancia
costumbre, un privilegio de los varones con tanta trascendencia
simbólica. Así, conscientes de la situación que genera el nacimiento del
bebé real, las y los periodistas han medido muchísimo sus palabras y han
doblado el término (hijo/hija; heredero/heredera) en la mayoría de las
informaciones que hemos escuchado estos días. Aunque no exista un acto
intencional en ese uso, me ha satisfecho ampliamente escuchar, por una
vez, noticias redactadas sin usar el masculino genérico habitual que
oculta a las mujeres de la realidad.
En cuanto a la princesa, espero que ella no tenga problemas para
conciliar la vida profesional (en su caso francamente intensa aunque
atípica) con la personal. Más que nada porque últimamente se han
publicado estudios realizados en nuestro país que deberían preocuparnos.
Según el último sondeo del Instituto de la Mujer, para la mayoría de la
población es incompatible el trabajo con la maternidad. Ello quiere
decir que las mentalidades han cambiado poco y que las criaturas siguen
siendo de sus madres. Las respuestas de más de cuatro mil personas y un
millar de empresas que han participado en el estudio, demuestran que
siguen muy presentes las mentalidades patriarcales: la mitad de estos
individuos aseguran que, en caso de dificultades, ellas deben abandonar
el empleo. También proponen que las mujeres trabajen menos horas que los
varones, para compatibilizar empleo y familia. Una sigue creyendo en
otro mundo posible, el de la corresponsabilidad entre hombres y mujeres
y no la compatibilización del trabajo femenino y el cuidado de las
personas dependientes. Es, además de injusto, un verdadero derroche de
recursos formar a las mujeres para que luego se dediquen la mayor parte
de su vida a una opción no productiva y que ellas mismas rechazan: el
66'5% de las amas de casa desearían contar con un empleo, según el mismo
estudio. ∆ |