Las noches de los jueves
tienen ese tonillo semi-profesional de Bricomanía, explicando todo punto
por punto en una especie de aeróbic sexual, con gráficos y dibujos y
aclaraciones técnicas que a veces te quitan hasta las ganas, de tan
crudo como lo ves. |
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JUNIO 2005
VA DE ROMBOS
POR ELENA F. VISPO
Y o soy de las que se ven el programa
de Lorena Berdún sólo para ver qué hace con las manos. Esos dedos imposibles
que se curvan y se doblan en las explicaciones, evidentemente sexuales, con
una ligereza y una flexibilidad de la que, me temo, adolecen mucha gente.
Repetir a cuerpo entero lo que hace esta mujer con las manos sólo está al
alcance de un contorsionista, pero ella sigue ahí, tan gráfica, supongo que
por ilustrar. Tienen un punto de morbo esos dedos, y por eso está enganchada
a Dos Rombos media España.
No suelo ver el programa entero (es que menudas horas) pero siempre me
acuerdo de la parodia de Homo Zapping de una Lorena haciendo una O con una
mano y metiendo el índice en el medio mientras dice: esta noche voy a
penetrar en vuestras casas.
Las noches de los jueves tienen ese tonillo semi-profesional de Bricomanía,
explicando todo punto por punto (primero tocas aquí, luego chupas allá,
arriba, abajo, izquierda, derecha) en una especie de aeróbic sexual, con
gráficos y dibujos y aclaraciones técnicas que a veces te quitan hasta las
ganas, de tan crudo como lo ves.
Luego, para compensar, te sacan una serie de chorradas de sex-shop que yo,
que soy de pueblo y a mucha honra, alucino. Vale lo de las bolas chinas y el
perfume de feromonas, pero hay cosas que aún no entiendo para qué sirven y
puedo escribir aquí, no sea que lo lea alguien en horario infantil y me
caiga una denuncia. Lo mejor suele ser la cara de circunstancias de algunos
invitados cuando Lorena, tan natural ella, les embadurna de lubricante o les
anima a meter los dedos en algún aparato raro y normalmente gelatinoso.
Dos Rombos está bien porque una no nace aprendida, y siempre puedes sacar
algo en limpio. Pero sobre todo es interesante en plan estudio sociológico,
para ver que, mucha modernidad y lo que tú quieras, pero aún llevamos en los
genes a aquel españolito de las pelis casposas, al que se le caía la baba
con las suecas en la piscina. Esto lo digo porque la gente llama y plantea
sus dudas, y vaya tela. Para mí hay dos que se llevan la palma, y creo que
se repiten casi cada semana. Una: me gusta esto ¿soy raro? Y dos: ¿si tengo
relaciones durante el embarazo puedo dañar al feto? Con esta última yo no
puedo dejar de imaginarme a ese futuro niño, en su piscina de líquido
amniótico, poniendo cara de fastidio mientras una cosa rosada que le da
golpes en la cabeza. Declino toda responsabilidad sobre esta imagen, debe de
ser por contagio del tono gráfico que usa esta mujer. Y otra vez la Berdún a
explicar que, a no ser que tu médico diga lo contrario, el sexo es sano,
sanísimo.
Tan sano es, ahora que empieza el verano y las dietas milagro, que anda por
ahí un libro titulado "Cómo adelgazar follando", donde se explica caloría
por caloría el mucho peso que se pierde, por ejemplo, quitándole los
pantalones a tu pareja. Si luego los tiras encima de la lámpara, mucho más.
Pero todo súper desglosado ¿eh?, desde apagar la luz hasta abrir un paquete
de condones. Ésa sí que es una dieta placentera, y olvídate de pesar la
lechuga y el jamón york. Por cierto, veo en internet que algunas personas
que han comprado este libro han comprado también "Cómo curar la hipertensión
sin fármacos", que tiene mucho que ver.
En cualquier caso a mí lo que más me alucina es la capacidad de la gente
para salir por la televisión. Es decir, que a uno le da vergüenza ir al
médico a contarle que tiene un picorcillo en los bajos fondos, pero no tiene
reparos en llamar a la televisión, dar nombre y datos personales y contar su
vida íntima en antena, aprovechando de paso para saludar a la peña del mus.
Para que todos sepan que tienes ladillas, o eyaculación precoz, o lo que
sea.
Concluyo con las intervenciones del público que hay mucha represión todavía,
y mucha incultura también. Pero algo hemos avanzado, digo yo. No está nada
mal que una televisión pública ofrezca un programa como éste, con sus muchos
fallos pero una virtud fundamental: alguien que te deja hablar y te contesta
sin juzgarte. Así que hala, Lorena, que sigas tan bien. Y cuídate esas
manos, que valen su peso en oro. ∆ |