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ENERO 2005
El
petróleo es nuestra principal fuente de energía. Se encuentra en las
zonas más conflictivas e inestables del planeta. Un puñado de gobiernos
e instituciones son los que toman las decisiones que luego afectan a la
vida de todos. Es el principal responsable del efecto invernadero.
Y además, en estos momentos su precio bate todos los récords históricos
desestabilizando la economía mundial. Mientras este modelo agoniza, en
el horizonte surgen nuevas fuentes de energía ilimitadas.
Texto: Mariló
Hidalgo
Un modelo que agoniza
N os encontramos en el corazón de
una gran ciudad a la hora punta. Ruido estridente de motores, tubos de
escape que echan humo sin parar, motos que buscan cualquier resquicio
para adelantar posiciones y salir cuanto antes del semáforo, bullicio de
gente que cruza presurosa, bocinas, olor a combustible de calefacción...
Una imagen muy habitual que se repite cada día y que nos hemos
acostumbrado a "sufrir" con resignación. ¿Pero es que existe otra salida
que no sea irse a vivir al campo? Desde luego ésa sería una opción, pero
existen otras. El transporte sin ruido y sin contaminación ya es posible
en estos momentos, pero no de la mano de la energía producida por los
combustibles fósiles, que parece haber llegado a su fin.
Dicen que en los últimos doscientos años de civilización occidental
hemos consumido más energía que todas las anteriores civilizaciones
juntas. Para hacernos una idea el 80% de la energía consumida en el
planeta proviene directamente de los combustibles fósiles -especialmente
del petróleo-. La energía nuclear genera el 16% de electricidad mundial
y la energía eólica, geotérmica, hidrológica, solar y de biomasa
representaría el 4% del total de producción energética. Somos por tanto
una sociedad adicta al oro negro ya que todos los aspectos de nuestra
vida moderna están de una u otra forma relacionados con este combustible
fósil o sus derivados. La industria, los transportes, la iluminación de
nuestras ciudades, la ropa, los utensilios domésticos, la calefacción de
nuestros hogares, los edificios, incluso nuestro nivel de bienestar,
todo, absolutamente todo, forma parte de esta red tejida en torno al
petróleo. Un entramado que parece tambalearse desde diferentes ángulos.
Dos informes publicados este año han aventurado ya una fecha para el fin
de la era del petróleo. Unos hablan del año 2016 mientras que otros
sitúan la crisis en 2010. La diferencia es lo de menos, lo que a estas
alturas ya nadie discute es que si por un lado sigue aumentando la
extracción de crudo y sigue la escalada de la demanda, el punto de
inflexión estaría muy próximo. Un dato que nos puede dar una idea: desde
1986 se ha extraído más petróleo del que se descubría. Y en estos
momentos por cada barril de crudo detectado se consumen cuatro.
A ello hay que añadir que el petróleo del que hablamos se encuentra en
unas pocas zonas del planeta, muy conflictivas y dependientes de
factores políticos, económicos y ecológicos; y que además el control de
las mismas está en manos de un pequeño grupo de instituciones o
corporaciones que son quienes toman las decisiones y, por tanto los que
controlan esta energía en el planeta. Todo ello nos muestra la
fragilidad de esta economía dependiente del crudo.
Foto: Nan |
Pero lo que definitivamente marca el fin
de esta era es la ruptura del equilibrio planetario y las consecuencias
que ya estamos experimentando. Greenpeace hace una llamada de atención y
lo explica así, en un informe sobre energía: "El sistema energético debe
someterse a los límites de la naturaleza. La sociedad actual utiliza la
energía como si no existiesen límites, pero existen. Hay un límite que
no podemos franquear y es la capacidad de la atmósfera para absorber
CO2. El cambio climático es uno de los mayores problemas ambientales a
nivel global a los que el planeta se está enfrentando. La comunidad
internacional ha reaccionado ante el problema asumiendo como primer paso
compromisos para reducir las emisiones de gases invernadero a través del
Protocolo de Kioto. Pero aún cumpliéndolo, no sería suficiente para
solucionar el problema. Habría que reducir el consumo de combustibles
fósiles, que son las emisiones que más CO2 lanzan a la atmósfera.
¿Cuánto? Todo lo necesario para no sobrepasar los límites de la
naturaleza. Necesitamos sustituir completamente los combustibles
fósiles". Propuesta que es secundada por Heikki Willstedt, experto en
energías renovables del Area de Cambio Climático de WWF/Adena: "Consumir
menos petróleo no resulta ya suficiente, debemos planificar cómo dejar
de consumirlo. Para lograr esto hace falta romper nuestra dependencia de
este recurso finito, contaminante y fuera de nuestro control. Y este
nuevo modelo no es una utopía, está al alcance de la mano: en nuestro
país ya existe la tecnología y los recursos renovables necesarios para
crear un sistema energético sostenible basado en el sol, el viento, el
agua y la biomasa".
La energía del futuro
Y a fue anunciado por los antiguos.
"El hombre se llegará a creer un 'dios' con poder para manipularlo todo
a su antojo. Para explotar sin medida la generosidad de mares y tierras.
Para extraer de las entrañas de la Tierra los fluidos vitales que
convertirá en argumentos para tener más poder, para someter y esclavizar
a los menos poderosos. El hombre despreció el fluido vital de la vida,
el agua, para adorar el símbolo negro que emana de la muerte y produce
muerte". La grave crisis ambiental por la que estamos atravesando, sin
duda confirma estos vaticinios. Pero también nos recuerda el origen, ya
que se empieza a hablar de la era del sol, el aire y el agua, punto de
partida de las energías renovables. La energía del futuro.
Aunque vamos a hablar de cada una de ellas, es importante señalar algo
que las engloba y supone precisamente, una ruptura respecto al sistema
económico anterior basado en el petróleo. Se trata de elementos que
están al alcance de todos. Son fuentes ilimitadas de energía que hasta
bien entrado el siglo XIX estuvieron cubriendo la práctica totalidad de
las necesidades del hombre hasta que aparecieron el carbón y el
petróleo. Pero sobre todo, hablar de energías del futuro es hablar de
muchas opciones que empiezan a ser realidad. La energía solar por
ejemplo, aunque se puede desarrollar mucho más, ocupa un lugar muy
importante en regiones del Tercer Mundo. La energía eólica podría
proporcionar cinco veces más electricidad que el total consumido en todo
el mundo, sin afectar a las zonas con mayor valor ambiental. Y contamos
con otra fuente importante de energía, el hidrógeno que ha dejado de ser
un tema de ciencia ficción para pasar a ser la gran alternativa
energética del siglo XXI. Sin olvidar a la biomasa, combustible
energético que se obtiene directa o indirectamente a partir de recursos
biológicos como madera, residuos agrícolas o el estiércol. O la energía
geotérmica que aprovecha las altas temperaturas del centro de la tierra.
Sin duda el futuro abre un abanico de posibilidades.
SOL. Sin depender de nada ni nadie el sol sale cada día y nos
proporciona luz y calor. José Santamarta, director del World Watch
señala que la mayor virtud del astro es también su mayor defecto, ya que
"se trata de una forma de energía difusa y poco concentrada, de ahí las
dificultades que entraña el aprovechamiento directo de la radiación
solar en una sociedad en la que el consumo de energía se concentra en
unas pocas fábricas industriales y grandes metrópolis". No obstante ya
están en marcha tres sistemas de aprovechamiento de la energía solar. A
través de células fotovoltaicas -elaboradas a partir del silicio-, la
energía del sol se transforma directamente en electricidad. Nuestro país
es el séptimo productor mundial de paneles fotovoltaicos.
Las centrales termoeléctricas aprovechan las radiaciones directas del
sol recogiéndolas a través de espejos concentradores. Ese calor es
utilizado para generar electricidad como si de una central térmica se
tratara, pero sin emitir CO2 a la atmósfera. Además aquí sí es posible
almacenar ese calor, de forma que cuando llega la noche o hace un día
nublado se puede disponer igualmente de electricidad.
Por último la energía del sol también se emplea para calentar agua que
debe circular en unas tuberías especiales para captar el calor. Así se
puede conseguir tanto agua caliente como calefacción para un edificio
entero.
Foto: Fusión |
AIRE. También la energía eólica
convierte el movimiento del aire en electricidad a través de los
aerogeneradores -una versión moderna de los molinos de viento-, que se
agrupan en los parques eólicos. Se trata de una energía limpia y la
tecnología que necesita está en pleno auge. España es la tercera
potencia mundial en energía eólica. Entre los inconvenientes de esta
energía está la falta de constancia de este elemento y que para instalar
estas turbinas es preciso encontrar un lugar donde realmente azote el
viento.
BIOMASA. Hablamos aquí de la utilización como fuente de energía
de la materia orgánica originada en un proceso biológico, espontáneo o
provocado. La madera es utilizada como combustible casi desde que se
descubrió el fuego, pero existen otros elementos como las hojas, los
residuos agrícolas, el estiércol -muy empleado en zonas rurales en
desarrollo-, aserrín, etc., de los que el hombre consigue extraer calor,
electricidad o combustible para el transporte. Los denominados
biocarburantes, se obtienen a partir de recursos agrícolas normalmente
excedentes -trigo, maíz, cebada, caña de azúcar-, o con una mínima parte
de residuo industrial -aceite frito usado, por ejemplo-. El resultado es
un bioalcohol que sustituiría a la gasolina o un biodiésel que se
emplearía en lugar del gasóleo. Aunque parezca ciencia ficción, en
Brasil más de la mitad de los coches ya están adaptados por sus
fabricantes para poder consumir una mezcla de hasta un 95% de bioetanol
y un 5% de derivado del petróleo. Y en España una treintena de
gasolineras en Cataluña ya venden biodiésel directamente al público.
Antes de que se utilizase el carbón, la biomasa era la única fuente de
energía en el planeta. Hoy es empleada por más de dos mil millones de
personas en el Tercer Mundo. Según los expertos, utilizando las nuevas
tecnologías, la biomasa podría generar hasta el 80% de la energía total
mundial.
Hidrógeno la revolución
D icen que el futuro se escribe con
"H" de hidrógeno. Incluso se ha llegado a hablar del nacimiento de un
nuevo régimen energético capaz de construir una nueva civilización sobre
bases radicalmente nuevas. ¿Realidad o ciencia ficción?
Aunque el proceso de producción de hidrógeno aún es costoso y
tecnológicamente está en pañales, es considerado ya como el combustible
del futuro. Se trata del elemento más básico de todo el universo y que
está presente en todo ser vivo de nuestro planeta. Cuando se aproveche
adecuadamente podría convertirse en una especie de 'combustible eterno'
que además no contamina la atmósfera. El hidrógeno no se encuentra
aislado sino que se produce industrialmente a partir de fuentes de
energía primarias como el carbón, petróleo o gas -todos ellos emiten
CO2- y también de fuentes alternativas como biomasa, biogás o materiales
de deshecho. Pero sobre todo se puede obtener por electrólisis del agua,
separando hidrógeno y oxígeno mediante la utilización de la electricidad
(extraída de fuentes renovables como el sol o el aire). Una vez
separado, el hidrógeno se reconvierte de nuevo en electricidad mediante
baterías de combustible que permiten almacenar, transportar y
suministrar de forma ininterrumpida energía eléctrica a partir de
fuentes renovables. Sin depender si hay o no viento, lluvia o luz del
sol.
La sociedad actual utiliza la energía
como si no existiesen límites, pero existen. Hay un límite
que no podemos franquear y es la capacidad de la atmósfera
para absorber CO2. |
Tenemos por un lado un recurso, una
fuente de energía que es ilimitada y además está presente en todo el
planeta por tanto no depende de yacimientos, ni de grupos de poder que
controlen esos yacimientos. ¿Cómo sería entonces esa sociedad basada en
la economía del hidrógeno? El profesor Jeremy Rifkin(*), licenciado en
Economía y Relaciones Internacionales, consultor de jefes de Estado y
empresas de todo el mundo, apuesta por el nacimiento de una nueva
economía basada en el hidrógeno que cambiaría la sociedad por completo.
Sus teorías se han hecho famosas en todo el mundo y en la actualidad
cuenta con detractores, pero también con muchos seguidores que al igual
que él, buscan bases nuevas sobre las que pueda construirse una sociedad
más justa. Pues bien, Rifkin asegura que el uso masivo de esas baterías,
sería la única forma de sacar a miles de millones de personas de la
pobreza y hacer llegar la energía a todos los rincones del planeta.
Primero habría que suministrar pilas de combustible fijas a cada barrio
y aldea del mundo -ahí tendrían que colaborar los gobiernos-, a ellos se
sumarían centros comerciales, oficinas, vehículos, fábricas, etc. Todos
serían consumidores y también productores de energía pero además,
estarían conectados entre sí a través de una red, de manera que pudiesen
compartir los excedentes de energía. El autor llama a esto,
"democratización de la energía" ya que cuando un usuario conecte su pila
de combustible a estas "redes de energía de hidrógeno" podrá en ese
momento, compartir energía de igual a igual con miles de personas. El
diseño es el mismo que Internet. Duro golpe el que iban a recibir las
centrales eléctricas, que verían cómo el negocio se les iba de las
manos: centros generadores locales a partir de pilas de combustible,
kilovatio más barato, sin apagones, sin privilegios y llegando a todos
los rincones del planeta.
La siguiente cuestión sería, si todo es tan perfecto ¿por qué no se
utiliza ya? Hay una razón básica; hace falta desarrollar una más alta
tecnología en todos los aspectos relacionados con el sistema energético
del hidrógeno, para poder realizar una producción a gran escala. Y eso
necesita inversión.
Los impedimentos
Algunos presagian que la transición energética de los combustibles
fósiles a las energías renovables -donde incluimos el hidrógeno obtenido
a partir de éstas- no va a ser nada fácil ya que existen muchos
intereses creados. "Existen diversas barreras que frenan la promoción de
las energías renovables que van desde la falta de voluntad política
hasta las barreras económicas o la falta de información al consumidor
para que pueda ejercer su derecho a elegir. Todas ellas deben ser
eliminadas para que las renovables alcancen el necesario nivel de
desarrollo", asegura Greenpeace en un informe sobre energías renovables.
Explican cómo el "actual mercado energético sigue arrastrando enormes
distorsiones económicas que impiden a las renovables competir en pie de
igualdad con las energías convencionales. Por un lado están las
subvenciones, directas e indirectas a las energías de origen fósil y
nuclear. Por otro, éstas no se ven obligadas a incorporar en sus precios
el coste de su ciclo de vida sobre la sociedad y medio ambiente". Según
la Agencia Europea de Medio Ambiente, entre 1995 y 2001, las energías
renovables recibieron en la Unión Europea seis veces menos ayudas que la
térmica o el carbón. ¿Interesan o no las energías limpias? WWF/Adena
apuesta por ellas: "Necesitamos un objetivo ambicioso de cambio a
renovables para todo el país, con el fin de mantener la salud de nuestra
economía y de nuestro medio ambiente. Muchos tecnólogos, empresarios y
entidades financieras también lo consideran asequible. Por todo ello, el
Gobierno debe adoptar este objetivo y transmitir a la sociedad una
visión y un camino para alcanzar un futuro sin petróleo".
Las
energías renovables son fuentes ilimitadas de energía que
hasta bien entrado el siglo XIX estuvieron cubriendo la
práctica totalidad de las necesidades del hombre hasta que
aparecieron el carbón y el petróleo. |
Por otro lado también se dice que la opinión pública tiene cierto
rechazo a estos temas "debido a la dificultad para la realización de
determinados proyectos de energías renovables", apunta Greenpeace. "La
realidad muestra que la gente lo que no quiere es asumir el riesgo a un
accidente nuclear, ni ver su economía y medio ambiente arruinados por
una marea negra o por un desastre climático, ni que se emprenda una
guerra para controlar el suministro de petróleo. Eso sí produce rechazo
social". Dicen que si hubiese que pagar los contaminantes, todo sería
distinto. Habría que dejar que el mercado dijese la verdad.
Con ayudas o sin ellas, las nuevas energías han empezado a moverse. En
este momento la mayoría de fabricantes de automóvil están invirtiendo en
nuevos diseños de motores para que puedan estar impulsados por
hidrógeno. El primero en lanzar su prototipo en un certamen
internacional fue General Motors que presentó su "Autonomy". Pronto
veremos los nuevos diseños de Mercedes Benz, Toyota y Honda. En Madrid
por ejemplo, ya funcionan los primeros autobuses de hidrógeno y en
Islandia se ha dado un paso importantísimo en este sentido, al inaugurar
la primera estación de combustible de hidrógeno para suministrarla a los
vehículos que ya la necesiten.
¿Nos podemos imaginar una ciudad silenciosa, limpia, donde podamos mirar
al cielo y ver las nubes o las estrellas por la noche? El futuro está en
movimiento. ∆
(*) "La economía del hidrógeno" de Jeremy Rifkin. Editorial Paidos.
2002. |
Foto: Fusión |
Comienza la era del hidrógeno
Por Gabriel García Herbosa(*)
T odo parece indicar que estamos
entrando en la fase final de la era del petróleo y que está comenzando
lo que se denomina la era del hidrógeno. La carrera por liderar esa
transición comienza el pasado año cuando la Asociación Francesa del
Hidrógeno, organiza en Grenoble el primer Congreso Europeo sobre la
Energía basada en el Hidrógeno, EHEC (European Hydrogen Energy Congress).
El congreso se enmarcó en el contexto de los debates que sobre
estrategias energéticas a largo plazo organizan autoridades
internacionales y gobiernos de diferentes países. El objetivo del
Congreso era proporcionar una panorámica de la investigación actual en
el hidrógeno y las pilas de combustible. El programa incluyó aspectos
relativos a la producción, almacenamiento, transporte y utilización del
hidrógeno así como a la normativa que permita un uso seguro del mismo.
La transición hacia la era del hidrógeno no va a ser repentina sino
paulatina. La Unión Europea ha encargado la realización de una "hoja de
ruta" que nos lleva desde la actual economía basada en los combustibles
fósiles hasta una economía basada en el hidrógeno y pilas de
combustible. Para ello en octubre de 2002, se creó y comenzó a trabajar
el llamado "High Level Group for Hydrogen and Fuel Cells" (Grupo de Alto
Nivel para el Hidrógeno y las Pilas de Combustible) que en Junio de 2003
presentó en Bruselas un informe con una serie de recomendaciones que
necesitan abordarse desde este momento y con una perspectiva de veinte a
treinta años vista. La primera, de un total de ocho recomendaciones, se
refiere a la necesidad de crear un marco político coherente entre el
transporte, la energía y el medio ambiente que premie aquellas
tecnologías que ayuden a alcanzar los objetivos políticos. La segunda,
apuesta por un incremento sustancial del presupuesto para la
investigación científica y técnica en tecnologías de hidrógeno y de
pilas de combustible, desde los programas de ciencia fundamental hasta
los de validación de las tecnologías aplicadas.
Los efectos potenciales del cambio climático que estamos viviendo son
muy serios y, lo más importante de todo, irreversibles. Europa no puede
permitirse esperar y debe perseguir el ideal de un sistema energético
sostenible y libre de emisiones contaminantes. Uno de los aspectos más
interesantes del uso del hidrógeno como combustible es que por fin el
hombre se emancipará de las plantas en lo que respecta a utilizarlas
para satisfacer sus crecientes necesidades de energía, excluyendo la
utilización de las plantas como alimentos. Hasta ahora nos hemos
dedicado a consumir los enormes depósitos de carbón y petróleo generados
a lo largo de millones de años, perturbando con ello el ciclo del
dióxido de carbono (CO2) y contribuyendo al famoso efecto invernadero y
a su consecuencia derivada, el calentamiento global y sus repercusiones.
La combustión del hidrógeno produce exclusivamente agua. Estamos ante un
sistema energético libre de emisiones contaminantes. Hidrógeno y
electricidad, conectados por las pilas de combustible, representan
conjuntamente un sistema de energía sostenible limpio, tal vez el
sistema ideal para el futuro.
Sin embargo, el hidrógeno no es una fuente primaria de energía como el
carbón, el petróleo o el gas natural. No lo encontramos libre en la
naturaleza. Es un transportador de energía que, como la electricidad hay
que producirlo a partir de energías primarias, son "vectores"
energéticos. Ambos son formas "nobles" de energía y complementarias. Se
pueden transformar una en otra y aprovechar las ventajas de cada una de
ellas sobre la otra en las cuestiones de almacenamiento, transporte,
producción y uso.
Dicen que el futuro se escribe con "H" de hidrógeno. Incluso
se ha llegado a hablar del nacimiento de un nuevo régimen
energético capaz de construir una nueva civilización sobre
bases radicalmente nuevas. |
En las primeras etapas de la transición a una energía basada en el
hidrógeno, éste se producirá a partir de fuentes primarias como carbón,
petróleo, gas natural, nuclear, eólica, biomasa, etc. Sin embargo, la
utilización de hidrógeno en los medios de transporte permitirá que la
producción de CO2 sólo tenga lugar en los grandes centros de producción
de hidrógeno, lo que permitirá secuestrarlo y almacenarlo en lugar de
liberarlo a la atmósfera. A largo plazo las fuentes de energía
renovables desplazarán paulatinamente a las primarias en la tarea de
producir hidrógeno. Por ejemplo, la utilización de la energía solar para
la producción de hidrógeno a gran escala es una opción importante, en
especial para los países del sur de Europa.
Las pilas de combustible son los dispositivos que permiten transformar
el hidrógeno en electricidad. Se usarán en una gran variedad de
productos, desde las pilas de combustible muy pequeñas para aparatos
portátiles (teléfonos móviles, ordenadores portátiles...) hasta las
grandes centrales generadoras de electricidad para consumo doméstico e
industrial pasando por coches, autobuses , barcos y, finalmente, aviones
movidos por hidrógeno.
Los beneficios del hidrógeno y las pilas de combustible son muy grandes
pero no serán aparentes hasta que el uso de los mismos se haya
extendido. Con el uso del hidrógeno en pilas de combustible las
emisiones de CO2, así como de óxidos de nitrógeno o de azufre
responsables de la lluvia ácida, se eliminan, con la consiguiente mejora
de la calidad del aire, la salud del planeta y la reducción del efecto
invernadero.
Las decisiones políticas para acelerar o frenar el ritmo de la hoja de
ruta que nos lleve a una sociedad basada en el hidrógeno como
combustible van a depender de la opinión pública. Pero una opinión
pública libre de manipulaciones por parte de sectores energéticos
interesados, forjada desde el conocimiento, la formación y el debate
público riguroso. La transición hacia una economía basada en el
hidrógeno ha comenzado. El debate está servido. Voces a favor y en
contra serán necesarias para nutrir la opinión pública. La mía está
decididamente a favor del hidrógeno. ∆
Algunos
mitos sobre el hidrógeno
1. El hidrógeno es demasiado peligroso, explosivo o volátil
para usarlo como combustible.
2. Producir hidrógeno requiere más energía de la que suministra,
así que es prohibitivamente ineficiente.
3. Suministrar hidrógeno a los consumidores consumiría más
energía de la que contiene.
4. El hidrógeno no se puede suministrar a través de las
conducciones existentes y requiere costosas instalaciones nuevas.
5. No disponemos de métodos prácticos para mover coches con
hidrógeno gas así que los coches tendrán que seguir movidos por
combustibles líquidos.
6. No disponemos de un método seguro para almacenar hidrógeno en
los coches.
7. Comprimir hidrógeno para almacenarlo en tanques para
automoción supone demasiada energía.
8. El hidrógeno es demasiado caro para competir con la gasolina.
9. Antes de vender el primer coche movido por hidrógeno
necesitaríamos dotar al país de una infraestructura de producción,
distribución y entrega tan costosa que lo haría económicamente
impracticable.
10. Puesto que las energías renovables son muy costosas, el
hidrógeno habría que producirlo usando combustibles fósiles o energía
nuclear.
11. Las industrias del petróleo y de los automóviles se oponen al
hidrógeno por verlo como una amenaza competitiva con lo que sus
esfuerzos por desarrollarlo son muy limitados.
12. Una economía del hidrógeno a gran escala provocaría daños en
el clima de la Tierra, el equilibrio de agua o la química atmosférica.
13. Hay métodos más atractivos de proporcionar movilidad
sostenible que adoptar el hidrógeno.
14. Una transición viable al hidrógeno requeriría entre 30-50
años y difícilmente podríamos tener algo útil antes de 20 años. ∆
(*) Director del Edificio de I+D de la
Universidad de Burgos y miembro de la Asociación Española del Hidrógeno. |
FUSION OPINA
Es curioso que después de tanto tiempo
sobre el planeta, la civilización vuelva a encontrarse de frente con su
origen. El Fuego, el Aire, el Agua y la Tierra que ayudaron a aquella
criatura incipiente a desarrollarse y a evolucionar, hoy surgen de nuevo
en el horizonte como única alternativa a esta era del petróleo que
parece llegar a su fin.
Entre ese origen y este futuro que se dibuja, parece que el hombre
olvidó que es Tierra y Agua, que fluye de los océanos, que respira de
los bosques, que se alimenta gracias a esa capacidad que tiene la Tierra
de renovarse y de dar continuamente sus frutos. Que un día el Fuego
cambió su vida, abriéndole las puertas de la evolución. Un movimiento
imparable hasta nuestros días. Pero el hombre olvidó y el equilibrio con
la naturaleza se rompió.
Nuestro actual modelo energético basado en la quema de combustibles
fósiles -carbón, petróleo- y en la energía nuclear, causante del actual
deterioro ambiental, es ya insostenible. Para dar el salto sólo hace
falta voluntad política y dinero. Pero aquí entramos en el terreno de
los intereses de las grandes corporaciones, que después de tanto tiempo
en el poder dominando la economía mundial miran con recelo a estas
nuevas energías y paralelamente buscan asegurar sus posiciones en los
nuevos patrones energéticos para garantizarse su status de poder. Al
final, lo único que les preocupa es que se mantenga el nivel de consumo
de la población, el resto no es ni más ni menos que una lucha por el
poder.
El cambio no tiene trazas de ser pacífico. Permanezcamos atentos a lo
que suceda en los próximos años. Puede haber muchas sorpresas. ∆
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