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Catástrofes ¿naturales?
Foto: Valvanera

DICIEMBRE 2005

CATASTROFES
¿naturales?


Los datos registrados indican claramente que ciertos comportamientos climáticos se están intensificando en cantidad y potencia. La relación entre la acción del hombre y estos fenómenos comienza a ser más clara. Quizás las catástrofes naturales no lo sean tanto.
Texto: Marta Iglesias

El año 2004 se cerró con un tsunami gigantesco que causó 280.000 muertos y desplazó el eje terrestre. Aún no habíamos digerido la cena de navidad cuando el 26 de diciembre nos sorprendía la noticia. Había sucedido en Sumatra y la tierra tembló con una intensidad de 9 grados en la escala de Richter. En marzo de 2005 el mismo lugar volvió a sumergirse bajo otro tsunami que se cobró mil muertos. Pero llegó el verano y con él la época de los huracanes. Volvimos a asombrarnos, esta vez bajo la potencia y la cantidad de los mismos. El primero que nos viene a la mente es el Katrina y sus mil muertos declarados. Luego llegó Rita con su categoría 5 -la máxima- y en octubre de 2005 tembló Paquistán y dejó tras de sí entre 30.000 y 40.000 muertos. Un amplio margen que aún no se ha aclarado. El mismo mes 3.000 personas desaparecieron en Guatemala bajo el paso del huracán Stan, con su "pequeña" categoría 1. Ante estos datos, uno se pregunta si hay ahora más catástrofes naturales o si la globalización informativa hace que nos enteremos más. Pero sobre todo, la gran duda es saber si hay alguna relación entre la acción de los seres humanos en el planeta y el incremento de estos fenómenos.

 Aumento de catástrofes y víctimas

La Administración Nacional del Océano y la Atmósfera de Estados Unidos tiene una lista de todos los huracanes de fuerzas 4 y 5 que se han formado en el Pacífico, el Índico y el Atlántico Norte. De 1975 a 1989 hubo 161. De 1990 a 2004 tuvieron lugar 240. Este año se han terminado las letras del abecedario latino para nombrarlos y se recurrió al alfabeto griego. Efectivamente, algunos fenómenos naturales se intensifican. Sin embargo las cifras no están tan claras cuando hablamos de terremotos o volcanes. Al desconocer el patrón que los activan, ningún científico reconoce abiertamente que están en mayor actividad.

En la intensificación y el aumento de los huracanes podemos señalar la mano del hombre

En nuestras mentes se mezclan sin distinción estos hechos con los muertos de todo el mundo. Pero para Francisco Lozano, Profesor de Medio Ambiente en la Universidad Ramón Llull de Barcelona y fundador y coordinador del Centro de Estudios de la Biosfera, hay distinciones: "Hay que diferenciar dos tipos de catástrofes naturales: en unas interviene el hombre directa o indirectamente, en las otras el ser humano no tiene absolutamente nada que ver con la causa pero sí con los efectos y su prevención". Ciertamente sorprende que un huracán de igual intensidad produzca miles de desaparecidos en Guatemala y pocos muertos en México. O que un terremoto en Argelia deje a su paso dos mil muertos y otro de más magnitud en Japón no produzca ni una víctima. Viviendas construidas en zonas de alto riesgo o con materiales no resistentes, falta de alertas o de movilización gubernamental multiplican por mucho los muertos causados por las catástrofes naturales. La pobreza genera muerte y ahí están los escalofriantes datos.

 

 Cambio climático declarado

¡Mira que no habremos oído hablar cientos de veces del efecto invernadero! Es decir, que la utilización de petróleos y carbones como combustibles desprende tanto CO2 a la atmósfera que ha creado una capa que no deja escapar el calor del planeta. Pero hasta ahora no se había visto tan claramente que nuestro modo de vida estaba afectando al clima. Y fue Katrina quien empezó a sembrar nuestra cabeza de dudas razonables: si hay más cantidad y más virulentos huracanes porque el mar se ha calentado, ¿ese aumento de temperatura se debe al efecto invernadero causado por los hombres? Lozano es firme: "Los climatólogos están de acuerdo en que la variación del clima se debe a la acción del hombre. El clima de la Tierra ha cambiado tres grados en 50.000 años. El problema es que en 50 años la temperatura se ha incrementado una media de medio grado, y eso no es atribuible a la naturaleza. Además se han intensificado todos los fenómenos relacionados con los cambios que estamos produciendo en la atmósfera, como los huracanes.

El clima de la Tierra ha cambiado tres grados en 50.000 años. Pero sólo en los últimos 50 años la temperatura ha aumentado medio grado.

Ahí sí que podemos señalar claramente la mano del hombre, no en la formación sino en la intensificación y en el aumento de la frecuencia de los huracanes". Existen otros fenómenos relacionados con el efecto invernadero, como el oscurecimiento del planeta debido al hollín producido por nuestras combustiones. Esas partículas que quedan en suspensión en la atmósfera impiden la entrada de parte de la luz solar. "Probablemente -continúa Lozano- esto ha producido algunas consecuencias climáticas dramáticas como la falta de lluvias en el Sahel africano durante mediados de los 80, un hecho que mató a más de un millón de personas. La falta de calor no permite estimular las nubes hacia las posiciones en las que se produce la precipitación. Puede haber cambiado el régimen de lluvias debido al hollín, impidiendo que las grandes evaporaciones ecuatoriales hayan podido llegar a la zona tropical del Sahel durante esos años".

 Un futuro con predicciones

En nuestro país también se están notando los efectos del cambio climático. Los períodos de sequía, anticiclónicos, se han alargado y el régimen de lluvias también es diferente. De momento las precipitaciones son más intensas pero duran menos tiempo, con lo cual la conclusión final es que tenemos menos agua y su llegada es más destructiva. En nuestra retina aún tenemos las inundaciones sucedidas a final de verano en Cataluña y Levante. Este año se publicó un informe español realizado por cincuenta autores en colaboración con 400 científicos. Las conclusiones son firmes: el clima de España sufrirá cambios más que notorios. Si en el siglo XX la temperatura de nuestro país ha subido un grado, el estudio concluye que al terminar el siglo XXI tendremos entre 4 y 7 grados más, con la mortalidad que ello conlleva. También son esperables cambios significativos en las precipitaciones, con una tendencia a la baja. Este clima favorece las enfermedades parasitarias y aquellas transmitidas por mosquitos o garrapatas. Y aumentará el riesgo de crecidas fluviales, de inestabilidad de laderas y de incendios forestales. El siglo se cerrará con subidas del nivel del mar de entre 10 y 68 centímetros para nuestro país. Un importante número de playas desaparecerán.

Al terminar el siglo XXI, en España tendremos entre 4 y 7 grados más

Lozano analiza las repercusiones reales que tendrán esas temperaturas: "¿Qué pasará con los ancianos? Recordemos que en el verano de 2003 en Francia hubo unos 6.000 muertos. Muchos cultivos no aguantarán el nuevo clima. ¿Cómo reciclas a toda la gente del campo? ¿Qué ocurrirá con el agua? ¿Nos seguiremos peleando por ella y despilfarrándola?".
Pero si hablamos de previsiones hay una cifra considerada catastrófica y que los científicos no quieren ni plantearse: diez grados. Llegar a esta temperatura sería la cuenta atrás. "El planeta se acabaría para siempre -indica Lozano-. La razón es la siguiente: en el fondo de los océanos del planeta hay diez billones de toneladas de metano acumuladas por la acción bacteriana de la descomposición. Diez grados más es lo que necesita el metano para liberarse. Entonces el metano se sublimaría, pasaría a la superficie y allí se combinaría con el oxígeno de manera inmediata, haciendo que ardan los océanos. Se produciría la pérdida de grandes masas de agua que convertirían la tierra en una olla a presión. Y ése sería el final del planeta. Sólo con diez grados". De momento las previsiones no son tan negativas, pero sí lo suficiente como para cambiarnos la vida. Se prevé que en los próximos 50 años se eleve la temperatura entre medio y cuatro grados a nivel global. Pensemos que sólo con el medio grado de media que ya tenemos ahora los efectos son cuantificables: en Suecia y República Checa proliferan insectos que transmiten enfermedades desconocidas en esa latitud; en la aldea esquimal de Shishmaref han desaparecido la mayoría de sus playas y algunas de sus casas debido a la subida del mar; el Kilimanjaro ha perdido el 82% de la superficie de su capa de hielo desde la primera vez que se midió en 1912.
Todos estos cambios que ya están sucediendo son atribuibles al incremento de la temperatura. Esto se relaciona directamente con el efecto invernadero debido a la acumulación de gases en la atmósfera. Y estos gases provienen de la combustión que realizamos los seres humanos, principalmente occidentales, para mantener nuestro modo de vida . La relación es clara, la tierra está equilibrando como puede los desajustes que nosotros hemos realizado. Pero no tenemos en cuenta que en este juego llevamos las de perder: la tierra hará los cambios físicos necesarios para equilibrarse y nosotros los padeceremos. Somos los seres humanos quienes necesitamos al planeta, y no al contrario. Se trata de recuperar una correcta relación entre ambos, que resume así el periodista Carlos Miguélez: "La Tierra existe mucho antes que la especie humana y, desde que el hombre surgió como especie, ha pertenecido a ella. Conviene estudiar a tantas culturas norteamericanas y africanas que vivían en armonía con su entorno natural antes de la llegada del hombre blanco". De vez en cuando, una mirada atrás puede enseñarnos mucho. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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