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DICIEMBRE 2005


INTERNACIONAL
NO AL LIBRE COMERCIO. NO A BUSH

Augusto Zamora
Foto:
A.Z.

"A través del ALCA, EE.UU. quiere garantizar su hegemonía económica y comercial sobre el continente, absorbiendo o controlando la economía de los países"


Esta podría ser la frase que resumiría el fracaso de la recién celebrada IV Cumbre de las Américas. El proyecto económico diseñado por Bush para la región, el ALCA (Área de Libre Comercio para las Américas), no contó con el consenso necesario para ponerse en marcha. Se enfrenta a otro modelo económico creado por ellos mismos, MERCOSUR. El profesor de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la UAM, Augusto Zamora nos lo explica.

-Parece ser que EE.UU., México y Chile no consiguieron convencer al resto de países americanos con respecto al ALCA. ¿En qué consiste esta política económica que desde hace tiempo intenta imponer en la zona EE.UU.?
-El ALCA es una propuesta promovida por EE.UU. que busca establecer un mercado único en todo el continente, de forma que los países puedan comerciar sin trabas entre ellos. Dicho así, que es como gusta a EE.UU. presentar su propuesta, suena razonable y prometedor. La trampa está en la inmensa asimetría entre los protagonistas: uno de ellos, la mayor economía del mundo y los otros, economías mínimas, con nula o escasa base industrial y técnica. Por una cuestión de capacidad económica, industrial y científico-técnica, el pez grande se comería a los chicos. A ello se oponen MERCOSUR y Venezuela, que promueven la integración regional tomando como modelo a la UE. Ello implica proteger sus economías, dar prioridad a los intercambios entre los socios y defender sus propios mercados. Como son conscientes de que no pueden competir con EE.UU., se niegan rotundamente a aceptar sin más la firma de un tratado global de libre comercio.

-¿Qué beneficios le reporta el ALCA a EE.UU.?
-A través del ALCA, EE.UU. quiere garantizar su hegemonía económica y comercial sobre el continente, absorbiendo o controlando la economía de los países. Las empresas estadounidenses podrían expandirse más en los países del sur, aprovechando los salarios del hambre y la laxitud impositiva y legal, sobre todo en materia medioambiental, y desde ellos exportar a todo el continente. También copar los mercados de los países, arruinando o comprando empresas nacionales y destruyendo el sector agropecuario. Los resultados se ven en México, un país con cifras macroeconómicas tan notables como engañosas, pues presentan como exportaciones mexicanas las que salen de las "maquilas" establecidas en los Estados fronterizos de EE.UU., donde lo mexicano es simplemente el acabado final de los productos. Merced al Tratado de Libre Comercio (TLC), el maíz transgénico subvencionado por el gobierno estadounidense está despoblando el campo mexicano, donde los pequeños y medianos productores no pueden competir con las transnacionales. Los productos de EE.UU. han inundado México, haciéndolo una réplica. El ALCA se inserta dentro de la lucha mundial por los mercados. La UE tiene el suyo; en Asia, Japón, China e India hacen retroceder a EE.UU.. Se trata de un monroísmo económico: América para las empresas norteamericanas.

-La negativa de estos países al ALCA -que ya tendría que haber entrado en vigor este año-además de tener una lectura desde el punto de vista económico podría tenerla también desde una perspectiva política. ¿Qué grado de influencia y poder tiene ahora Bush en aquella región?
-La oposición al ALCA sólo puede entenderse desde el declive regional y mundial del poder estadounidense. Esta oposición habría sido impensable hace veinte o treinta años. El fin de la guerra hizo desaparecer el pretexto principal que mantenía a la región atada a Washington. Por otra parte, el fracaso estrepitoso del modelo neoliberal, que terminó de arruinar a los países, ha desacreditado el modelo. Otro elemento a considerar es el ascenso al gobierno de las fuerzas de izquierda en grandes países como Venezuela, Brasil y Argentina. Todo ello, sumado, sitúa a EE.UU. en su posición más débil en el continente en el último siglo, agravada por el inmenso endeudamiento de este país y su falta crónica de dinero fresco, a consecuencia de las guerras en Iraq y Afganistán. EE.UU. no tiene dinero para contrarrestar, por ejemplo, las inversiones multimillonarias que están haciendo China y la UE. Los países necesitan menos que nunca de EE.UU., sobre todo en el sur del continente.

-Háblame de MERCOSUR. ¿Qué modelo económico-político defiende?
-MERCOSUR es una iniciativa de Argentina y Brasil, que tiene como modelo a la UE. Parte de la integración económica y comercial de los dos gigantes del sur, para agrupar a las economías de otros países en un proyecto que les permita defender sus economías, mejorar el nivel de vida de la gente y salvaguardar sus intereses desde la unidad. Son conscientes de que necesitan aunar fuerzas para relacionarse y negociar en mejores condiciones con los grandes colosos de la economía mundial, EE.UU. y la UE sobre todo. También, de que su bienestar y crecimiento económico exige la protección de sus empresas y del sector agropecuario. De ahí que exijan el fin de las subvenciones agrícolas como paso previo a cualquier acuerdo de libre comercio. Por esos motivos Venezuela ha solicitado su ingreso en MERCOSUR y, si triunfa la izquierda en Bolivia, es de esperar que este país haga lo mismo.

-Después de la IV Cumbre de las Américas parece que quedó escenografiada la existencia de dos Américas. ¿Es así o sólo se trató de una foto?
-En cuanto al ALCA, efectivamente hay dos Américas, la que defiende el proyecto de EE.UU. y la que se opone a él. No obstante, el tema es más complejo. Los países centroamericanos y Colombia son hoy completamente dependientes de EE.UU. y se limitan a secundar lo que EE.UU. dice. Bolivia y Ecuador están sumidos en una profunda crisis y, según se resuelva, podrían inclinarse o no hacia el ALCA o Mercosur. México ha sido absorbido por EE.UU. y Chile va por libre. Cuba ha estrechado notablemente sus relaciones con Venezuela, Argentina, Brasil y Uruguay. La región está muy revuelta y la irrupción de nuevos actores, como China, hace la situación más compleja y rica. Lo que resulta evidente es que el declive estadounidense ha revalorizado a la región y Latinoamérica ya no tiene que esperar autorización de EE.UU para relacionarse libremente con el resto del mundo. En los próximos años se verá acentuado este proceso, en muchos sentidos liberador. Soy optimista en relación al futuro de la región, especialmente en el sur. ∆

   

   
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