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AGOSTO 2005

IRAQ
un compromiso

CARLOS VAREA
- Profesor de la UAM y coordinador en España de la Campaña Estatal contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq (CEOSI) -

CARLOS VAREA

Este profesor de universidad está dispuesto a viajar a Iraq tantas veces como le sea posible. Él y una delegación mantienen relaciones periódicas con representantes de diferentes entidades y organizaciones iraquíes. Esto les permite estar en contacto con la realidad que allí se vive. Carlos Varea es el coordinador en España del CEOSI.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"Por solidaridad tenemos la obligación de mantener abiertos los canales de comunicación con el pueblo iraquí"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


"El poner en riesgo nuestras vidas y nuestra seguridad no es nada comparado con el milagro de este pueblo que a pesar de las desventuras que ha vivido -con el embargo y ahora con esto-, sale adelante"

 

 

 

 

Texto: Mariló Hidalgo
Fotos: CEOSI 


La sociedad iraquí se hunde en la miseria, la enfermedad y la violencia. Iraq es hoy un país aislado que vive en estado de emergencia en medio de una situación de guerra. Apenas hay presencia de medios de comunicación independientes por tanto, la imagen que recibimos está totalmente manipulada por intereses estadounidenses. Conozcamos la realidad.

-Sabiendo la dificultad que existe para viajar hasta Faluya, donde no han podido entrar observadores internacionales y donde algunas ONG no han conseguido llegar con la ayuda, ¿cómo ha sido posible vuestro viaje?
-Iraq en estos momentos es un país aislado donde se vive una situación de gran inseguridad, pero no sólo para los que se desplazan hasta allí sino especialmente para los propios habitantes. El problema con el que se encontraron tanto organizaciones internacionales como periodistas, que poco a poco se han retirado del país, es que no tenían un interlocutor fiable que les ofreciese ciertas garantías. En nuestro caso, sí lo teníamos y aunque eso no eliminaba los riesgos al cien por cien, nos permitió no sólo entrar en Iraq, sino poder acceder a diferentes interlocutores, movernos por el país e incluso, llegar a un sitio tan inverosímil como Faluya. Con esta iniciativa -a través del CEOSI- quisimos resaltar el derecho, la necesidad y la obligación que tenemos, por solidaridad, de mantener abiertos los canales de comunicación con el pueblo iraquí y las organizaciones políticas y sociales que están reclamando desde hace tiempo la salida inmediata de las tropas de ocupación, la restitución de la soberanía y el establecimiento de un sistema democrático.

-Hablas de mantener abiertos los canales de comunicación con Iraq, pero ¿existe en estos momentos algún medio de comunicación independiente que transmita información al margen de la censura estadounidense?
-Al margen de la información que proporcionan las grandes agencias estadounidenses y británicas, es muy poco lo que nos llega de allí. Al-jazira por ejemplo, está prohibida por las autoridades iraquíes. En momentos puntuales se desplaza hasta allí algún corresponsal independiente, pero es tal la situación de inseguridad que se vive que no pueden desarrollar su trabajo en condiciones. Viven en hoteles que son auténticas fortalezas. Al regreso de nuestro viaje tuvimos ocasión de hablar en España con varios periodistas que nos comentaban que a ellos les gustaría ir allí, pero que sus medios tenían una gran preocupación por su seguridad y sobre todo por los elevadísimos seguros de vida que les tendrían que hacer. El problema es contar con un interlocutor fiable que te permita reducir riesgos. Creo que los medios de comunicación deberían de mantener el compromiso de estar allí y ofrecer una información alternativa, complementaria a la que se emite normalmente: atentados, explosiones...

-La imagen que de allí nos llega es la de una lucha de la "democracia" contra un grupo de fundamentalistas seguidores de Sadam. ¿Qué está pasando en realidad?
-La imagen que nos llega es la de un país más o menos normal que sufre atentados. Eso no es así. El escenario es una guerra permanente con una presencia abusiva y agresiva, siempre a la defensiva, de las fuerzas de ocupación; una población replegándose cada vez que un convoy atraviesa la ciudad con tanques, helicópteros, cazabombarderos sobrevolando por las noches; unas fuerzas de seguridad iraquíes asociadas a los propios ocupantes y todo ello, en medio de unas condiciones de vida degradadas hasta niveles extremos (sin luz ni agua). Las condiciones que sufre la población civil ahora son mucho más dramáticas que las que tenían al principio durante la guerra. Así, que no es de extrañar que con este escenario la gente no perciba ningún progreso de normalización democrática como nos están haciendo creer. Ciudadanos que votaron en enero, unos meses después nos decían desanimados que aquello seguía siendo el escenario de una guerra permanente donde no existían interlocutores institucionales. Un ciudadano que reclame ante las instituciones iraquíes en cualquier campo, se encontrará con instancias carentes de poder, corruptas e ineficaces que al final acaban remitiendo al ciudadano a los estadounidenses.

-Estuvisteis en contacto con representantes de diferentes sectores sociales. ¿Qué vive el pueblo?
-Tuvimos la ocasión de entrevistarnos con entidades comunitarias, religiosas, con asociaciones de mujeres, de derechos humanos, sindicatos, partidos políticos e incluso, con mandos de la resistencia. En la población existe un sentimiento mayoritario en contra de la ocupación, de apoyo a la actividad armada que consideran que es legítima, al tiempo que condenan explícitamente los atentados indiscriminados y masivos que está sufriendo el país. Atentados que achacan en unas ocasiones a los propios ocupantes, a las nuevas autoridades iraquíes o a las corrientes fundamentalistas que son consideradas por ellos como ajenas al proceso de la mayoría de la sociedad iraquí. El sentimiento común es de recuperar la soberanía y la democracia.

-Otra imagen que nos llega con frecuencia es la de iraquíes matándose entre sí. Una especie de guerra civil.
-En este momento, éste es un tema de debate dentro de la sociedad iraquí en el seno de las diferentes organizaciones sociales, políticas y de la propia resistencia. Los cuerpos de seguridad, la guardia nacional -que es el nuevo ejército iraquí-, a veces van enmascarados y con toda normalidad se abren paso a tiros por las ciudades. Además se han convertido en una especie de hacendados a la sombra de los ocupantes y son utilizados por ellos como escudos humanos a la hora de intervenir operativamente en actividades contra los insurgentes. La gente les aborrece, al tiempo que les preocupa la imagen que se ofrece en el exterior, de confrontación civil en vez de una lucha contra los ocupantes.

-¿Quiénes formarían parte de la resistencia?
-No existe hegemonía de ninguna corriente concreta. Son ciudadanos que no tienen necesariamente referentes ideológicos claros. Sí hay corrientes muy explícitas: nacionalistas iraquíes, disidentes del antiguo régimen retornados a Iraq; integrantes del antiguo Partido Baas. Todo eso, articulado en torno a mandos militares del ejército de Sadam, pero sin referencias -y este dato es muy importante- al anterior régimen. Junto a todo ello y con difícil cuantificación de cuál es el sector que predomina, está también un sector islamista -integrado probablemente por elementos del exterior-, formado por grupos o entidades religiosas radicales que explícitamente se distancian de las corrientes de resistencia interna iraquí. Aunque se ha avanzado en niveles de coordinación interna, no existe un mando unificado de la resistencia.

-¿Cuál es la situación real de las fuerzas de ocupación, después de que varios países hayan retirado de allí sus tropas?
-Como anécdota te diré que al pasar la frontera con Iraq nos encontramos con un destacamento estadounidense y cuando dijimos que éramos una delegación del Estado español, el soldado escupió al suelo y dijo:"¡jodidos españoles!". Están a la defensiva y cada vez que hay un incidente, se ponen a disparar al azar. Hay muchas víctimas en los atentados, pero no te puedes imaginar cuántas hay asociadas a incidentes cotidianos. Las tropas de ocupación no están acuarteladas, su presencia es continua en las calles. Llevan vehículos con las calaveras y tibias cruzadas advirtiendo que cualquier coche que se aproxime a ellos más de cien metros en una ciudad ó 300 metros en una carretera, será disparado. No ponen un pie en la calle, tienen miedo y están totalmente escindidos de la población civil que se aparta a su paso. Por otro lado, el control territorial que ejercen es muy precario.

-Se llegó a decir que el ejército norteamericano había empleado en sus ataques armas químicas. ¿Sabes algo al respecto?
-En Faluya en concreto, sí hay indicios de ello. Por un lado nos lo comentaron los propios habitantes y luego nos lo confirmaron en el Hospital General donde estuvimos entregando una partida de ayuda humanitaria. Concretamente el director nos dijo que había indicios en los cadáveres que se habían recuperado. Se sabe que se utilizó fósforo, variantes del napalm, además de otras sustancias que no se han identificado. La prensa árabe asegura que hay zonas de Faluya con un nivel de destrucción impresionante, donde se ha visto a los estadounidenses removiendo tierra y transportando restos de los ataques.

-En medio de tanta inseguridad, ¿llegaste a temer por tu vida?
-Miedo sí se pasa, pero no es mayor que el que tiene toda aquella gente. Tienes miedo de aquello que no controlas, en este caso es hacia las fuerzas de ocupación, la delincuencia común o los atentados. Por lo menos nosotros sabíamos con quién estábamos y eso, te da cierta tranquilidad. Te aseguro que el poner en riesgo nuestras vidas y nuestra seguridad no es nada comparado con el milagro de este pueblo que a pesar de las desventuras que ha vivido -con el embargo y ahora con esto-, sale adelante. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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