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ABRIL 2005

CARLOS SORIA


28 de julio de 2004. Campo IV en el K2.
Carlos Soria, siempre madrugador, se pone en marcha hacia la cumbre de la que se conoce como 'la Montaña de las Montañas'. A sus 65 años, ese día se convertirá en la persona con más edad que ha coronado el K2. Un gran regalo a toda una vida dedicada al alpinismo, ya que Soria ha sido pionero en todas las vertientes del montañismo de alto nivel en España.
Texto: Marta Iglesias

 Victoria en el K2

Aunque en la realidad hablé con Carlos Soria por teléfono, en mi imaginación los dos estábamos al pie de una montaña, sentados en la hierba, hablando sin prisa del pasado y del futuro. Un encuentro más allá de las palabras, en el plano de las ideas. Porque con este gran montañero y excelente persona, los temas no tienen fin: desde su infancia hasta sus próximos proyectos, y de sus pequeños nietos a su currículum deportivo. Carlos Soria cumple a la perfección lo que un día dijo el gran Reinhold Messner 'No soy joven, ni viejo. Soy fuerte'. Su motor es, sin duda, el futuro.

-¿Qué supuso alcanzar la cima del K2 en este tercer intento?
-El K2 es para mí una montaña muy especial, una de las más bonitas del mundo, una pirámide perfecta. Yo la había visto por primera vez hace 25 años, la primera vez que fui al Karakorum y me quedé con la boca abierta cuando vi aquel montañón en medio de aquel glaciar, un poco aislada de las demás. Una vez alcanzada, me produjo una gran satisfacción, como cualquier otra montaña, pero nada superespecial. Lo que sí me dio fue una gran alegría, al haberlo hecho ya de mayor.

-Estaba convencido de que podía subir...
-De que podía subir sí estaba convencido, por eso voy. No quiero nunca hacer el ridículo, ser el ancianito que va allí a ver si le empujan... A eso no quiero llegar nunca. Estoy porque estoy en mi sitio, porque soy un alpinista quizá un poco por encima de la media de la gente que hay subiendo montañas. Me siento en mi lugar.

-¿Qué representa el K2 en su currículum?
-En mi currículum es una montaña más, un logro por la edad sobre todo. Por lo demás nada muy especial, aunque mucha gente piense que el K2 ha sido bastante definitivo. Este año lo hemos devaluado un poco porque hemos subido demasiada gente y hasta un mayorcito como yo, pero normalmente el K2 se resiste. Los dos años anteriores ni subí yo ni nadie, es una montaña muy inaccesible, pero este año se dio la circunstancia de que había allí mucha gente buena, porque de hecho no hubo tampoco muy buen tiempo, sólo se aprovecharon tres días.

-¿Diría que las grandes cumbres tienen personalidad propia? ¿Cómo describiría según esos baremos al K2?
-Sí y yo me imagino al K2 como una montaña orgullosa, quizá porque es muy atractiva, tiene unas líneas muy puras y es uno de los gigantes de la Tierra. Hay que tener mucho, mucho cuidado con ella porque te puede tratar mal muy fácilmente, como lo ha demostrado en toda la historia en estos más de 50 años. Yo diría que el K2 se siente la más bella de todo su alrededor.

"Aunque mucha gente piense que el K2 ha sido bastante definitivo, en mi currículum es una montaña más. Lo que sí me produce gran alegría es haber subido de mayor."

-¿Qué montaña o experiencia en la naturaleza recuerda especialmente?
-Mi primera escalada de roca difícil en el año 62. Era una aguja preciosa en los Alpes y aquello fue tremendo para mí, me encontré metido en el mundo del alpinismo de verdad. Pero luego hay muchísimas cosas: unas divertidas, otras duras... pero tengo muy buenos recuerdos de todas. También fue especial la primera vez que fui al Himalaya: imagínate lo que es eso para un alpinista. Además era la primera vez que una expedición española salía a intentar un ocho mil, el Manaslu. Era el año 73 y fue una aventura maravillosa, aunque no se llegó a la cumbre hasta el 75. Del Manaslu y sus alrededores estoy enamorado, porque yo no solamente me enamoro de las montañas sino de la gente que hay alrededor, del pueblo, del entorno...

-¿Cree que hay un hilo común que une a todos los grandes montañeros de la historia?
-Pues sí, su pasión por las montañas y por la aventura y en ello nos entendemos maravillosamente, incluso con gente que casi no habla. Yo tengo un amigo japonés mayor, que sabe tan poco inglés como yo y nos entendemos con la mirada. Cuando ha estado todo un día en la montaña y ha bajado con mal tiempo, se pasa por mi tienda y me mira y me cuenta un poco... verdaderamente te entiendes muy bien. No hace falta hablar muchísimo para entenderse.

-¿Comparte la máxima de Messner "No soy joven ni viejo, soy fuerte"?
-Desde luego. A veces la gente elogia a los jóvenes, pero yo creo que los jóvenes sólo son jóvenes. Pueden ser jóvenes y ser una porquería de tíos, o ser jóvenes y ser una maravilla de fuertes, de listos... Y de mayor igual. Puedes ser un mayor que estás metido en tu casa en la estufa y te cuesta trabajo hasta salir a la calle, o puedes ser una persona con ganas de hacer cosas, con aficiones, con vitalidad... Hay gente con poca alegría en el mundo. Yo no tengo nada contra nadie, cada uno que viva su vida, que a él seguramente le parece que es la mejor. De hecho yo no estoy seguro de que mi manera de vivir sea la ideal ni mucho menos: es la mía y para mí es formidable, pero yo respeto todas las demás.

-Entonces, para usted la juventud es un mito...
-Sí, por supuesto y eso me da mucha rabia. Cuando corría carreras de mayor algunos me decían 'hay que dejar paso a la juventud', y yo les decía 'yo les dejo paso, no tienen más que correr más que yo'. No tengo ninguna envidia por la juventud, que me parece una época maravillosa... Sólo me gustaría ser más joven para poder hacer todos los proyectos que tengo.

-¿Qué le diría a quienes se jubilan y creen que se les ha acabado su vida útil?
-A esos les daría unos azotes, o les mandaría de nuevo a trabajar. Esos que se deprimen me dan un poco de pena. Pero es terrible, es una falta de imaginación... A lo mejor no tienen ellos la culpa. Mis padres por ejemplo no han sabido hacer otra cosa más que trabajar, eran las circunstancias de la vida y del momento. Pero yo no he tenido nunca una vida fácil. Era de una familia de trabajadores muy pobre, de niño vivíamos en una casa en la que trabajábamos todos. No había agua corriente e iba a una fuente cercana con cubos de agua, por eso tengo los brazos tan fuertes. Viví unos momentos duros que ahora ya casi no se pueden ni contar. Nací en el año 39, viví toda la posguerra, muy duramente y en una familia bastante humilde. Fui al colegio muy poco. Empecé a trabajar a los once años como encuadernador, y a los 14 seguí la tradición de toda mi familia en la tapicería.

-¿Qué hace ahora en el tiempo que antes dedicaba a trabajar?
-Puff. Hablar por teléfono, como contigo (risas). Hago de todo. Me he cambiado de casa, con lo cual estoy contentísimo porque antes vivía al borde de la M-30 y me he venido a vivir a un pueblo, en una casa incluso más amplia de la que tenía en Madrid. El cambio ha sido fundamental. Podía haber sido antes, pero por el trabajo me venía muy bien vivir allí porque tenía el taller debajo de casa y aprovechaba mucho el tiempo. Uno de mis deportes favoritos es aprovechar el tiempo y ahora lo sigo haciendo. Intento dominar un poco el ordenador, me gustaría aprender inglés -que no me da tiempo-, organizar todas mis diapositivas e incluso desatar algunos paquetes de cuando hice la mudanza el año pasado... Pero no puedo hacerlo todo porque además quiero y necesito entrenar para hacer las cosas que hago... Tengo una vida formidable.

"Hace falta tener ilusiones y sueños que simplemente te hagan crecer."

-En su vídeo se hace hincapié en los sueños. ¿Cuáles son los sueños que ocupan el lugar que hasta hace poco ocupaba el K-2?
-Pues en cuanto a lo deportivo sueño con subir a la cumbre del Makalu en primavera y con llegar a la cima de una montaña virgen de 7.200 metros que hay en Nepal. Será en otoño. Y luego está mi familia. Tengo un par de nietos que viven en Inglaterra y cuando vengan verán cómo su abuelo se va de expedición.

-¿Diría que tener siempre un sueño que cumplir mantiene en forma su cuerpo y su mente?
-Sí, desde luego. Hace falta tener ilusiones, tener sueños que cumplir, querer hacer cosas -las que sean-, pero tener alguna meta. Y estos sueños, cuanto más puros mejor. Que no sean para enriquecerte o materiales, que sean sueños que no valgan para nada prácticamente. Que sean sueños que simplemente te hagan crecer. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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