Hace tiempo que Bernat Soria llena las
páginas de los medios de comunicación de todo el mundo, y razones para
ello no faltan. El equipo de trabajo que dirige, logró hace cuatro años
curar ratones diabéticos por medio de células madre embrionarias. Desde
entonces la polémica le acompaña porque defiende el uso de células
madre, cualquiera que sea su origen. Para este valenciano, Catedrático
de Fisiología y Director del Instituto de Bioingeniería de la
Universidad Miguel Hernández de Elche, su sueño es derrotar la diabetes
y se siente muy optimista.
"Para mí siempre ha sido
una prioridad tratar de reducir cualquier forma de sufrimiento humano"
"Me eligieron coordinador
de la Red Europea de Células Madre porque de alguna forma había liderado
el proceso de cambio en un país católico"
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Texto y fotos: J. M. López
"Las células
madre se han convertido en las células de la esperanza"
-Hace un tiempo tuvo que
marcharse a investigar fuera de España porque el PP le amenazó incluso con
echarle de la cátedra. Este gobierno en cambio ha aprobado la investigación con
células madre. ¿En la práctica han cambiado tanto las cosas?
-En realidad las cosas empezaron a cambiar en el gobierno anterior porque la
Ministra de Sanidad se dio cuenta de que este tema no podía seguir así. Hicieron
una reforma de la ley, que era insuficiente porque dejaba lagunas y daba lugar a
contradicciones, con lo cual en la práctica no podías trabajar. Lo que ha hecho
el gobierno actual es resolver mediante decretos esas lagunas y contradicciones
-con lo cual ya podemos trabajar-, pero también prevé hacer una nueva ley de
investigación biomédica que separe la investigación con embriones de la medicina
reproductiva. De este modo quedará claro que lo primero es investigación,
mientras que la medicina reproductiva tiene que ver con salud y salud es un
derecho constitucional. Cuando esto suceda España se incorporará al club que
forman el Reino Unido, Suecia, Holanda, Bélgica e Israel, los países que tienen
una opción más avanzada para ese tipo de investigación.
-¿Por qué siempre hay tanta diferencia de opiniones entre unos países y
otros, una comunidad autónoma y otra?
-No lo sé, eso sería tanto como poder contestar a por qué la gente tiene
miedo al cambio. Yo creo que no hay que ser muy duros con aquellos que no
entienden el cambio, sino que hay que explicarles las cosas. Hay gente que por
razones que posiblemente no son ni siquiera religiosas, sino culturales o
psicológicas, tienen muchas reservas frente a la innovación. Cualquier cambio
les produce intranquilidad y evidentemente la medicina reproductiva supone un
gran cambio en muchos ámbitos. Luego hay un sector de la población no superior
al 5%, que vive la religión -en este caso la católica- de forma muy
conservadora. Incluso tratan de impedir cosas a los demás y trasladan sus
creencias, que fue el intento que al principio hizo el gobierno del PP de
trasladar sus creencias al Código Penal. Eso sólo pasa en los países
fundamentalistas, en esos países integristas que tanto criticamos, pero Europa
está fuera de esa onda. Y en este caso aparte se da un hecho particular aquí,
porque España es el primer país con una mayoría social y cultural católica que
decide potenciar este tipo de investigación. A finales de 2004 mis compañeros
del resto de Europa me eligieron coordinador de la Red Europea de Células Madre.
Yo les pregunté el porqué y me dijeron que yo de alguna forma había liderado el
proceso de cambio en un país católico.
-Cuando uno lee sobre las posibilidades de las células madre, parece que
estamos ante una especie de células mágicas. ¿Qué son para usted?
-Hay una definición científica, que es en la que yo me muevo todos los días,
y otra social. La científica es que una célula madre es una célula progenitora
de otros tipos celulares y por lo tanto permite en teoría generar otros tipos de
células. Pero la percepción social de estas células es que se han convertido en
las células de la esperanza, porque permiten hacer intentos terapéuticos en
enfermedades que hasta ahora eran incurables o para las que no tenemos una mejor
solución o enfermedades incurables que a su vez producen muchas complicaciones,
como es la diabetes que yo estudio. Aunque quiero recordar que en medicina no
existen las panaceas, todo lo que existe es el fruto de un trabajo sólido y
continuado.
-¿Podríamos decir que estamos ante una nueva era de la medicina?
-Hay quien dice que sí, que en el siglo XXI la medicina se va a convertir en
medicina regenerativa. Y hay datos para pensar que eso pueda ser cierto: la
revolución de la genómica, la proteómica -una nueva forma de entender el
funcionamiento celular que nos está ayudando a diseñar nuevas estrategias-...
Recientemente la UE, como ve que la terapia celular se va a ir imponiendo, ha
sacado unas directivas por las cuales las células se consideran medicamentos.
Gracias a ello cuando vas a tratar a un enfermo puedes darle moléculas, que son
los medicamentos o preparados, o puedes darle células y eso se llama terapia
celular. Nos falta muchísimo, pero te aseguro que vamos a una velocidad
endiablada en todo el mundo, incluida Asia.
-¿Y para cuándo la aplicación sobre humanos?
-Eso ya ha empezado. Ya se aplica la terapia celular para determinadas
patologías como el infarto de miocardio, se está probando en ciertas
enfermedades neuromusculares, para fístulas de colon... Lo que pasa es que hemos
comenzado con las células de origen adulto, que tienen unas posibilidades más
limitadas pero están más cerca de la clínica. Si la pregunta es cuándo se
incorporarán las células madre de origen embrionario, hay quien dice que en el
2005. Yo creo que será en el 2010.
-¿Las células madre guardan la clave de la longevidad y la calidad de vida?
-De la calidad de vida sí. La longevidad es otra cosa, la duración de la
vida está en nuestros genes. Yo no creo que vayamos a vivir más de 110 ó 120
años. Más que la duración de la vida, cambiará la calidad de la vida.
-¿Qué nos tienen reservadas las células madre?
-Ya se percibe que ciertas enfermedades para las que no tenemos ninguna
estrategia terapéutica van a tenerla. Muy posiblemente no se curarán, pero el
nivel de mejoría será tan grande que se parecerá mucho a la curación. Esa es la
sorpresa más importante para enfermedades de tipo degenerativo, algunas de ellas
dramáticas como las que se diagnostican en niños pequeños que van a morir en un
plazo de pocos años. Y para eso ahora no tenemos nada. Yo creo que ésa es la
mejor noticia. Para otras patologías de mayor prevalencia, mucho más comunes
como las enfermedades cardiovasculares o la diabetes, pues una cierta mejoría.
Me gustaría que se aproximara mucho a la curación pero sería excesivo hacer esa
previsión.
-Efectivamente, llama la atención el aumento que ha habido tanto de diabetes
1 como de 2, aunque tengan orígenes diferentes. ¿A qué se debe?
-No lo sabemos muy bien. Para la 1 hay cuatro o cinco explicaciones, lo cual
quiere decir que ninguna es muy buena. La 2 sí sabemos que se debe al estilo de
vida: el sedentarismo y el aumento de la ingesta, hace que aumente la
prevalencia de diabetes. Los genes que tenemos están diseñados para comer poco y
correr mucho, que es lo contrario de lo que hacemos, porque comemos mucho y
corremos poco. Por lo tanto, lo que está en estos genes se acaba manifestando.
-Desde siempre ha gozado usted de un apoyo social inmenso...
-Sí, es algo que agradezco muchísimo pero no sé a qué se debe. La única
explicación es que yo siempre a lo largo de toda mi vida, me he aproximado con
cariño a la gente que sufre. Y para mí ha sido una prioridad tratar de reducir
cualquier forma de sufrimiento humano. Quiero mucho a los diabéticos, pero
también a cualquier enfermo o a los inmigrantes sin papeles o a los marginales.
Es decir, a cualquier persona que sufre la quiero mucho. Creo que es el único
mérito que tengo. ∆ |