-Qué es lo que no funciona en nuestro país para que estemos a la
cabeza de la UE en el número de consumidores de cocaína, con un especial
incremento entre los jóvenes?
-Intervienen en ello varios factores. Por un lado la educación que los
chavales han recibido, más bien laxa; por otro la filosofía del éxito fácil
que se transmite en los medios de comunicación a través de programas como
Gran Hermano, donde el éxito lo puede tener cualquiera; y por último una
cierta visión hedonista sin el valor del esfuerzo. El esfuerzo es un valor
en decadencia, mientras el hedonismo está en auge. Al final, si yo tengo un
problema lo resuelvo de una manera sencilla: si mi tolerancia a la
frustración es muy baja porque nunca me he esforzado, no he trabajado, no he
hecho las cosas bien, pues lo que hago es huir de mí mismo utilizando
estrategias de evasión como puede ser la droga u otro tipo de salidas. Y si
a todo ello sumamos que diversión es casi igual a drogas y las drogas son
una pérdida de conciencia, pues vemos cómo hemos llegado a esta situación.
-Los valores, los hábitos de conducta, son cosas que se aprenden en el
seno familiar. ¿Por qué la mayoría de jóvenes de hoy carecen de estos
registros?
-Valores sí tienen, lo que pasa es que sus valores son que no les
impongan normas. Hoy el eje de una familia es el joven, y eso lo generan los
padres, lógicamente. La familia ha sufrido un cambio, y esa laxitud
educativa es importante. Nosotros solemos comentar en el centro una frase
que nos gusta mucho: 'menos dar y más estar'. Es decir, los padres de hoy no
suelen estar con sus hijos, y les cuesta mucho comunicarse. Además a los
jóvenes de hoy habitualmente les dan todo, el esfuerzo que tienen para
conseguir una videoconsola o un móvil es tal que hace que en muchas
ocasiones el valor que se da al trabajo, al esfuerzo o a la responsabilidad
sea nulo.
-El fumarse un 'porrito' o el 'colocarse' con una pastilla han dejado de
ser cosas socialmente marginales o perseguidas, para pasar a ser casi una
moda. ¿No está recibiendo el joven mensajes cruzados?
-Por un lado, son mensajes de que no pasa nada, de que eres libre para
disfrutar, de que puedes hacer lo que quieras. Pero por otro, todo tipo de
droga como la cocaína, el cannabis incluso y todas las drogas psicodélicas
alucinógenas son peligrosas para el organismo. Ante esos dobles mensajes los
jóvenes eligen lo más fácil, que es utilizar lo que le ofrecen sin ponerse a
pensar. De hecho, yo creo que los niveles de prevención irían en tres
variables: primero el controlar las habilidades sociales, es decir controlar
la presión de grupo, saber decir que no, saber poner límites a lo que te
piden los demás; en segundo lugar el mejorar tu propia autoestima, valorarte
a ti mismo; y en tercer lugar saber tomar decisiones inteligentes. Te puedes
divertir con un porrito o con cocaína, pero si a la larga disminuye tu
memoria, atención, concentración y reflejos pues no te compensa.
-En esta "España diferente donde se vive de maravilla", además del
consumo de drogas se ha disparado el de tranquilizantes, antidepresivos,
alcohol... ¿Es éste el precio de la felicidad?
-Yo creo que no. En realidad se trata del tema de los valores que
comentábamos. Uno tiene que saber que las cosas importantes cuestan esfuerzo
y que no vas a conseguir aprobar si no estudias, o si no pones horas, o no
trabajas bien. Ahora nosotros tenemos multiplicado por cien lo que tuvieron
nuestros padres pero, ¿eso lo van a tener nuestros hijos? Seguramente no,
aunque ellos creen que sí. Y ése es el problema: como tienen unas esperanzas
demasiado altas, los niveles de frustración cuando no lo consiguen son
mayores y lo que hacen es utilizar cualquier estrategia evasiva. Una de
ellas es el uso de drogas.
-Cuando hablamos de droga y jóvenes, ¿no deberíamos de empezar por echar
un ojo a la infancia, a cómo transcurren esos primeros años de vida de ese
joven a la hora de hablar de prevención?
-Nosotros decimos que hay que prevenir desde la cuna. ¿Cómo?
Comunicándose. Ayudando a nuestro hijo a aguantar frustraciones, diciéndole
que no puede conseguir cosas. Compartiendo aficiones, siendo capaces de
jugar con él, divertirnos, estar. Enseñándoles a expresar las emociones de
una manera razonable. Pero sobre todo enseñándoles a pasarlo mal,
apoyándoles, decirles que no, que lloren en nuestro hombro pero no ceder
ante la presión que ellos puedan ejercer. No sentirnos malos padres ni
culpables por no darles todo lo que nos piden. ∆